sábado, 28 de julio de 2012

No es un problema de actitud

En su reciente columna, Karin Ebensperger arguye que "el destino de los países se define en la actitud mental de sus habitantes", y continúa con una plétora de epidérmicas insustancialidades como que "del carácter nacional o idiosincrasia dependen la calidad de las instituciones". 

Es importante abordar este tema considerando el extraordinario impacto del libro "Por qué fracasan las naciones", que hemos comentado en Chile Liberal. La columnista del ultraconservador El Mercurio cae en el mismo error que tantos otros han cometido y que el libro de marras magistralmente desmiente: creer que la prosperidad de un país depende de la cultura, o de la actitud, es falso. 

¿Cuál es la diferencia de actitud entre Corea del Norte y Corea del Sur? Sólo un accidente del destino —La guerra de Corea— hizo que esa península fuese divida en dos por una ridícula frontera en el paralelo 38, cuyo resultado fue que el mismo pueblo, con la misma cultura, la misma lengua, la misma etnia, y la misma "actitud mental de sus habitantes" quedase condenada al hambre y la miseria en el norte, y la prosperidad y la felicidad en el sur. 

¿Acaso los norcoreanos tienen problemas de actitud? ¿Los norcoreanos son flojos? ¿Es la desidia parte innata y connatural de los norcoreanos y no de los sudcoreanos? ¿Son los sudcoreanos emprendedores y trabajadores pero sus connacionales del norte no? El absurdo es evidente. 

Lo mismo en el caso de los habitantes de Cuba y Hong Kong, ambas islas pequeñas. A fines de los 50 la isla caribeña gozaba de los mejores índices de salud y educación de las Américas, mientras que Hong Kong era un país miserable. Ningún gran cambio de actitud de estos países explica que en unas pocas décadas Hong Kong sea infinitamente más próspero que Cuba. Lo única explicación plausible es que en Cuba domina una gerontocracia absolutista, mientras Hong Kong es uno de los reductos más libremercadistas del globo. Tampoco hubo gran diferencia de actitud mental del pueblo alemán entre la ex República "Democrática" y la Federal. 

A diferencia de lo que erróneamente sostiene Ebensperger, lo que define el destino de los pueblos es la medida en que su elite dirigente no se dedique a conformar una institucionalidad represiva, sino leyes e instituciones inclusivas para que fluya el talento y la gobernabilidad. 

Reprimiendo al chileno 
Represivo lamentablemente es Chile, con un sistema electoral que determina un empate técnico entre las facciones políticas, todo hecho para lograr "estabilidad", la misma "estabilidad" de Norcorea o cualquier régimen absolutista. 

En cambio, un sistema plenamente democrático es en apariencia inestable, pero —por contraintuitivo que parezca— otorgan mayor gobernabilidad ya que cualquier ciudadano ve sus derechos respetados, goza de protección de sus ideas mediante patentes, puede iniciar un emprendimiento u obtener un préstamo; puede acceder a tribunales de justicia y su propiedad privada es considerada como algo sagrado. 

En una institucionalidad inclusiva, el Estado no confisca con rapacidad el trabajo de los ciudadanos, sino que protege lo que cada cual produce. Políticamente hablando, un país inclusivo no ve en el resto una masa que debe ser sometida en nombre de la "estabilidad", sino que abraza la destrucción creativa. En lo económico, el rechazo a los monopolios es entendido como algo imprescindible para el correcto funcionamiento del comercio. 

Como corolario de lo anterior, da lo mismo que se impongan clases de educación cívica o no. Éstas fácilmente pueden derivar en un mecanismo de lavado de cerebro de los más pequeños, más aún si se instaura la ridiculez de la "educación pública", como si estuviésemos en el siglo 18 tratando de alfababetizar y numerizar a las masas de campesinos sumidos en la ignorancia fomentada tanto por el Estado represivo como por la iglesia que lo legitima. 

Educación cívica es necesaria pero sólo cuando tengamos plena seguridad de que nos hemos librado de cualquier enclave represivo. 

Primero es necesario abolir el sistema binominal que enquista a los mismos de siempre, y evitar la entrega a perpetuidad de los recursos naturales (debiesen licitarlos), así como usar la ley para evitar colusiones como hemos visto en la industria avícola, en buses y farmacias, y no temer a la destrucción creativa, dejando que empresas como Johnson's simplemente desaparezcan.

Cualquier clase de educación cívica lo más seguro es que mate de tedio a los estudiantes. Enseñarles cómo debe funcionar una democracia, en una democracia con fallas como la chilena, no mejorará nada, ni por mucho que cambiemos de "actitud". Es imperativo cambiar de institucionalidad.

Los ingleses lo lograron con la Revolución Gloriosa de 1688. Los franceses mediante la Revolución Francesa, y los norteamericanos con su Declaración de Independencia. Sólo depende de los chilenos determinar si pueden superar con inteligencia sus limitaciones institucionales, o si continuarán perpetuando el resentimiento social hasta que la situación se vuelva insostenible

jueves, 19 de julio de 2012

Cómo derrotar la pobreza

Urge la planificación familiar para evitar que mujeres sin educación tengan más hijos de los que puedan mantener

"Familia de pobres" (1865), William Bouguerau

Lo sabían muy bien, hace unos dos mil años, los que inventaron la historia de Jesús de Nazaret, cuando rechazaron —por motivación meramente económica— que las parejas casadas se divorciasen (Mateo 19:1-11). Claro, porque al quedar la mujer sola, automáticamente caía en la pobreza más absoluta. Sin acceso a la educación —era restringida a unos pocos varones— y sin la fuerza muscular del hombre, la mujer divorciada quedaba sumida en el total desamparo al ser incapaz de procurarse el sustento. Sus hijos serían pobres, y éstos tendrán hijos pobres, y así sucesivamente.

La pobreza persiste hoy, y por exactamente los mismos motivos. Lo sabe incluso gente como Goodluck Jonathan, presidente de Nigeria, quien llamó a superar la pobreza en su país mediante la planificación familiar

La misma causa la defiende una persona mucho más esclarecida, como lo es Melinda Gates, quien a pesar de ser ella misma católica —aunque casada con uno de los ateos más célebres del mundo— ha desafiado a los mafiosos del Vaticano, quienes persisten estúpidamente en su postura contraria al control de la natalidad, ¡como si aún viviésemos en la Antigüedad!.

En Chile persiste el mismo problema. Ya empezamos a notar el fenómeno ricardiano de los rendimientos decrecientes en la lucha contra la pobreza. Este gobierno y el anterior gastan cada vez más dinero, pero la pobreza no se reduce. ¿Por qué? Porque las mujeres pobres tienen demasiados hijos, y éstos demandan más bienes de consumo y más derechos, lo que significa que el gobierno debe recaudar cada vez más dinero para financiar planes sociales que producen cada vez menos resultados.

La planificación familiar debe ser un acto consentido por las mujeres, y en ningún caso impuesto. Debe estar disponible mediante dispositivos que impidan el embarazo no deseado, o métodos anticonceptivos de emergencia, y sino, métodos de interrupción del embarazo. Para poder acceder libremente a ellos, es imperativo entregar una buena formación ética y sexual a las masas.

Seguir atendiendo los abstrusos principios de los manflinfleros del Vaticano, una mafia pedófila dedicada al lavado de dinero, y de la horda que aún los aplauden, sólo seguirá perpetuando el problema. De no actuar, prepársense para llenarse de flaites y su consabida explosión de derechos, que sólo será financiada mediante la confiscación estatal de los recursos tuyos y míos. La planificación familiar ya existe, hagamos lo posible  para que quienes más la necesitan puedan acceder a ella.

Los dejo con un video de interés: Melinda Gates sobre planificación familiar en Ted Talks

domingo, 15 de julio de 2012

La importancia de ser libre

Anoche estuve junto a centenares de miles de personas disfrutando del tradicional espectáculo pirotécnico en los alrededores del jardín de Trocadéro. Después de un día en que hay una parada militar y civil por la avenida Champs Elysées y que culmina con el broche de oro de los fuegos de artificio, es imposible no pensar en la grandeza extraordinaria de este país, y preguntarse de dónde proviene.

La respuesta es simple y tiene que ver con el tema anterior. Hay naciones que se han forjado gracias a una institucionalidad que es ante todo guardiana de las libertades individuales. Los vecinos de Francia han sido azotados por dictaduras, como ocurrió con la España de Franco, la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. No obstante, Francia siempre se ha mantenido como un lugar tolerante y abierto, heredero de los próceres de 1789, y a pesar de sus muchos reveses y pasos en falso, es una nación vista como la que inventó la Declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano, un país que ha acogido a todos quienes huyen de la persecución y la tiranía en sus propios lugares de origen. Francia le ofreció asilo, por ejemplo, a Picasso, sin olvidar que ofreció santuario a Los Jaivas durante los aciagos días de la dictadura de Pinochet.

Lo anterior se traduce en que Francia hoy sea un crisol de razas, y París una ciudad extraordinariamente cosmopolita. La historia del país desde antaño ha sido la de un lugar que recibe inmigrantes. Me parece bien que así sea y debe continuar siendo un país celoso de las libertades individuales, donde lo de liberté, égalité y fraternité no sean un cliché sino el sustento mismo de la larguísima tradición republicana francesa, nacida a partir del momento en que, en un lejano 14 de julio de 1789, el Tercer Estado se volcó a las calles para exigir el fin de los privilegios de la nobleza y el clero. 

Todo comenzó con la toma de la cárcel de la Bastilla, y sea para bien o para mal, mostró un camino que hasta hoy sigue repercutiendo en todo el mundo. Las marchas estudiantiles en Chile o en Québec, la Primavera Árabe, Occupy Wall Street y los Indignados, todos ellos son los tataranietos de les sans-culottes. También lo fueron los bolcheviques.  Y así como en Túnez y Egipto terminaron siendo elegidos los islamistas, en la España de los indignados un gobierno conservador fue la consecuencia de todo el revuelo. La misma Revolución Francesa desembocó en la dictadura de Napoleón Bonaparte. 

En fin, lo que celebramos es más que nada el derecho a rebelión, ya que a juzgar por los resultados, quizás sea mejor el flemático y fomeque método británico de cambios graduales. Al otro lado de la Mancha no decapitaron al rey en un acto público, sino que hasta el día de hoy mantienen una monarquía cuyo príncipe es vitoreado, y a la Reina la aplauden a rabiar. Pero para que no me acusen de ser un criptomonarquista, lo digo fuerte y claro: 

Vive la République !



sábado, 7 de julio de 2012

Lecturas de verano: Por qué las naciones fracasan


Comienza el verano septentrional y su consiguiente temporada de asueto, época para leer buenos libros que requieren absoluta concentración. Acabo de terminar Why Nations Fail (Por qué fracasan las naciones), "orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza", libro recomendado por The Economist, analizado en la brillante columna Buttonwood por la misma revista, y con dos páginas de alabanzas escritas por premios Nobel. O sea, un libro imperdible.

Por supuesto que nos rememora del libro fundacional de Adam Smith "La riqueza de las naciones", y sigue en esa línea tratando de entender por qué algunos países son mucho más ricos que otros. Lo destacable de Why Nations Fail es que argumenta, con extraordinaria contundencia, cuáles son las razones por las que los países son pobres. En realidad, todos se preguntan cómo enriquecer, pero nadie se ha cuestionado sobre cómo empobrecer.

La explicación no es ni la geografía, ni la cultura, sino el nivel de institucionalidad de un país. Y no cualquier institucionalidad, sino que una combinación de instituciones políticas y económicas inclusivas, no extractivas, donde se garantice la libertad para que la gente tenga una idea, se proteja esta intelectualmente, y se pueda pedir un préstamo para comenzar un emprendimiento. Las leyes son justas y respetan el derecho de la gente a gozar del fruto de su trabajo. Ejemplos como las instituciones de Norcorea y Corea del Sur son elocuentes. Más aún, el pueblo de Nogales, dividido en dos por EEUU y México. El norte es seguro y próspero, el sur peligroso y pobre. 

Este libro nos lleva por toda la historia del mundo, desde las infames instituciones hispanas como la encomienda, hasta comprender por qué Venecia (ya hemos hablado al respecto) fue una nación próspera pero cuyos políticos no crearon una administración inclusiva, llevando a su país a la ruina, hoy sólo conservada como museo al aire libre. Básicamente, cuando una elite ignora su historia y sólo se dedica a conservar el poder, crea las condiciones que fomentan la pobreza.

Lo triste es que en Chile no tenemos instituciones inclusivas, sino diseñadas para que los políticos se aferren al poder, y las leyes tienen como finalidad reprimir, para enseñar la obediencia al mandatario, el cual goza de poderes descomunales. No basta, como sostiene este libro, medidas económicas sensatas, sino lo que realmente marca la diferencia es la calidad institucional de cada país.

Una lectura fascinante que recomiendo a todos los lectores de Chile Liberal. Los dejo con una entrevista de The Economist al profesor Daron Acemoglu, coautor de esta gran obra.