miércoles, 21 de marzo de 2018

Stephen Hawking: Gracias por todo

“Creo que la explicación más simple es que no hay ningún dios. No hay un ser que haya creado el universo ni que dirija nuestros destinos. Esto me lleva a concluir que probablemente no haya un Cielo ni un Más Allá. Tenemos sólo esta vida para apreciar el gran diseño del universo y de eso estoy profundamente agradecido.” 
Stephen Hawking, (8 enero 1942 - 14 marzo 2018)

Recuerdo un episodio de la serie policial británica Cracker, por allá por los años 90, en que el detective husmeaba los libros de un sospechoso y en eso se encontraba con Breve historia del tiempo. "¿Terminó de leerlo?", le preguntaba sardónico. Lo recuerdo porque justamente en esos momentos acababa de leer la obra magistral del Profesor Stephen Hawking, la cual se mantuvo cuatro años en la lista de best sellers de no ficción en el Reino Unido. Se vendieron muchas copias, sí. ¿Cuántas realmente se leyeron enteras? Es de suponer que no tantas, desgraciadamente.

Más aún, lo recuerdo porque por esos mismos días fui de los afortunados que asistieron a la charla que el Profesor Hawking ofreció en 1997 en la Estación Mapocho. Como dije antes, esta fue una época en que se vivió un renacer cultural después del apagón de la década 70 y 80. Al científico lo presentaron con Another Brick In The Wall, lo que me pareció grotesco, pero luego supe que él es fan de Pink Floyd así que tenía sentido.

Hawking, quien acaba de partir al descanso eterno la semana pasada, fue no sólo un divulgador científico sino demás una celebridad gracias principalmente a la fascinación que producía el verlo postrado en silla de ruedas. Si no fuese lisiado quizás nunca habría vendido tantos libros ni sabríamos tanto de él, del mismo modo que si Andrea Boccelli no fuese ciego probablemente nadie se enteraría de lo bien que canta.

Al final de aquella conferencia en Santiago a Hawking le plantearon dos preguntas. Una fue bastante fácil, de un niño: "¿qué debo hacer para convertirme en científico?". Un muchacho por pequeño que sea no tiene futuro si formula ese tipo de preguntas (no le da sino para trabajar en un banco, o capaz que hoy sea parlamentario o algo así). La otra pregunta fue si acaso es posible recrear en un laboratorio las condiciones de un agujero negro, y siguiendo las mismas explicaciones que él daba, usarlo ahí para entrar y salir luego en otro lugar del tiempo. Como se imaginarán, la pregunta era, más o menos, qué tan factible era crear una máquina del tiempo, cuestión que gracias al novelista H. G. Wells ha cautivado a generaciones.

Aunque la física no es lo mío me van a disculpar: Hawking respondió que no, que no era posible, pero su explicación no me convenció. Más allá de las imposibilidades técnicas, las cuales me niego a creer (hace apenas unos pocos siglos un encendedor o la Internet eran también técnicamente imposibles), una afirmación del gran físico británico me quedó dando vueltas por años. Dijo, literalmente, "si fuese posible crear una máquina del tiempo, en estos momentos estaríamos siendo visitados por gente del futuro, algo que evidentemente no ocurre".

Como dije no soy un experto ni mucho menos, pero realmente me dieron ganas de pedir el micrófono y decirle: "Estimado y respetadísimo Profesor Hawking, usted dice que no nos ha visitado nadie del futuro, ¿pero acaso usted no vio Volver Al Futuro?". Marty McFly desde luego que no debía interferir con el pasado para no alterar el presente y más aún era imperativo que lograra que sus padres se enamoraran de otro modo él desaparecía. Sólo guardé silencio pero la explicación, la verdad, no me satisfizo para nada.

Hawking dos décadas después de su Breve historia del tiempo publicó otro libro extraordinario, El gran diseño, en que finalmente zanjó un tema que se prestó para muchos malentendidos como fue la tergiversada frase suya "conocer la mente de Dios". El universo es infinito así como también la tinta derramada explicando que aquello jamás fue una declaración a favor de la existencia de un creador celestial. El año 2010 dejó meridianamente claro que no es necesario un dios para explicar el universo. 

Y a propósito de esto, quiero rescatar la magnífica película La teoría del todo, un biopic que es además un homenaje a una de las mentes más brillantes de nuestra era. La interpretación magnífica del gran Eddy Redmayne estuvo a la altura. 

En este largometraje vemos lo que modestamente creo que es una de las escenas más potentes de la cinematografía universal cuando Hawking explica que no cree en dios. La escena me produjo uno de esos momentos en que estás en el cine y te dan ganas de ponerte de pie para aplaudir. Hay veces en que el arte toca las fibras más profundas del ser. Un periodista le pregunta a Hawking algo simple: ¿usted cree en dios? Una muchacha en la sala deja caer un lápiz. Vemos a Hawking ponerse de pie para recogerlo. Titubea. Divaga. Guarda un largo silencio. Luego nos da una respuesta que retumba en el corazón de todos los ateos y de todos quienes luchamos por el fin del oscurantismo.

El profesor de Cambridge partió la semana pasada pero nos deja la tarea de seguir investigando. 
Aquí, en esta tribuna, Chile Liberal rinde un minúsculo homenaje, tan minúsculo como nuestro planeta en el universo.

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Reportero: Profesor Hawking, usted ha dicho que no cree en Dios. ¿Tiene usted alguna filosofía de vida que le ayude?

[Silencio... repite le pregunta]

Reportero: Profesor Hawking, usted ha dicho que no cree en Dios. ¿Tiene usted alguna filosofía de vida que le ayude?

Stephen Hawking: Está claro que somos una especie avanzada de primates que habitan en un planeta menor que orbita alrededor de una estrella promedio, en la parte exterior de una de cientos de miles de millones de galaxias. Pero, desde los albores de la civilización, la gente anhela comprender el orden subyacente del universo. Debiese haber algo muy especial sobre las condiciones límites del universo. ¿Y puede haber algo más especial que el saber que no hay límites? Y no debiese haber límites para los esfuerzos humanos. Todos somos diferentes. No importa lo difícil que sea tu vida, siempre hay algo a lo que te puedes dedicar y en lo que puedes ser exitoso. Mientras haya vida, hay esperanza.

[Aplausos]

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