domingo, 27 de octubre de 2019

Crisis en Chile: A falta de pan...

"Finally the tables
Are starting to turn
Talkin' about a revolution"

Talkin' about a revolution (1988), Tracy Chapman.



La elite chilena empieza a preocuparse por lo que ocurre en ese lugar lejano y desconocido llamado "el resto del país"

Establecimos en el post anterior que el quid de los problemas desde el retorno a la democracia radica en el enorme déficit político que implica dejar a economistas tomar las decisiones que en realidad deben recaer en manos de sujetos elegidos por la ciudadanía. Un consejo asesor técnico decidió aumentar 4 centavos de dólar el ticket de metro, y los políticos obedecieron sin chistar. Así se ha hecho con toda la administración del país desde 1990. Este esquema sirve para sacar al país de la pobreza, pero hoy requiere un upgrade urgente, muy, muy urgente.

Se filtró un audio de la Primera Dama donde decía que llegó la hora de "compartir nuestros privilegios". Imposible no trazar un paralelismo con el momento en que una turba de mujeres llega a ocupar el Palacio de Versalles, donde la aristocracia vivía en la decadencia y extravagancia mientras los parisinos sufrían hambre. María-Antonieta ve la turba y se le atribuye la célebre frase: a falta de pan buenas son las tortas. En realidad nunca dijo aquello, probablemente dijo "déjenlos comer brioche", pero los mitos en torno a la Revolución Francesa superan la realidad.

En este post creemos que es interesante además hacer un símil entre la trágica suerte que corrió la dinastía de los Borbones con sus pares británicos, los Windsor. Mientras Luis XVI y María-Antonieta fueron decapitados, hace un par de años todos salimos a vitorear a William y Kate, o a Harry y Meghan. ¿Por qué una élite aristocrática fue ejecutada mientras la otra conduce a su pueblo a la modernidad?

Hyde Park es uno de los lugares turísticos más icónicos de Londres. Un sitio imperdible para los turistas que cuando atraviesan el costado oeste pueden apreciar el Palacio de Kensington, donde residen William y Kate. Ahí adentro viven y crían a sus hijos. Las fotos frente al Palacio de Buckingham, también en pleno centro de Londres, son de rigeur para quienes visitan la capital británica. Esta último es la residencia de la Reina Isabel II y su consorte, el Duque de Edimburgo. Por su parte, el Príncipe Carlos y Camila viven en Clarence House, no muy lejos, también en el corazón de la ciudad.

En contraste, la realeza francesa y su corte decidieron abandonar el céntrico Palacio del Louvre y marcharse a Versalles, para disfrutar tranquilamente de los recursos que extraían mediante impuestos a sus súbditos. La idea era evitar las incomodidades de mezclarse con el pueblo llano, maloliente y de malos modales, y mejor vivir en una residencia apacible, encerrada en sí misma.

Desde el centro de París hoy los turistas pueden tomar el tren suburbano, el RER (equivalente a nuestro Metrotren) y llegar a la estación Versalles para admirar el lujo del que disfrutaban los aristócratas. En otra época este viaje era casi ir a otro mundo. Los parisinos, especialmente mujeres, echaron abajo la Puerta de Versalles en los muros de la ciudad y recorrieron esa distancia a pie para mostrarle la realidad a la nobleza. (Hasta hoy se llama "París intra-muros" a la zona céntrica, porque la ciudad estaba amurallada para poder controlar quienes entraban y salían y así cobrarles impuestos. Aún persisten las "Puertas" en la ciudad actual).

La realeza británica entendió que para mantener su legitimidad y aceptación debía convivir con sus súbditos, mientras la dinastía francesa se condenó a su autodestrucción cuando se alejó del pueblo. Francia abolió la monarquía en un baño de sangre y proclamó la república en uno de los hechos históricos más épicos de la Historia universal.

En Chile somos en teoría una república, pero sabemos que existen desde la época colonial los títulos nobiliarios y estructuras sociales rígidas y hereditarias, que en la práctica constituyen una nobleza. A principios de siglo, la elite chilena vivía en el centro de Santiago, como lo hacen en Londres, pero decidió autoexiliarse a los faldeos precordilleranos, donde además se amuralló, levantó rejas, instaló globos de vigilancia y de reconocimiento facial y quiere mandar drones al resto de la ciudad para evitar un alzamiento estilo parisino. Endogánicamente manda a sus hijos a las mismas escuelas para asegurar sus herencias y mantener el status quo. 

El pavor ante la revuelta que ha estallado en Santiago lo expresó la Primera Dama cuando concluye que deben compartir sus "privilegios". Los exaltados están echando abajo el portal del Palacio y quieren entrar a probar la brioche, no por capricho, sino porque tienen hambre de un trato igualitario, de certezas ante las enfermedades catastróficas, hambre de una buena educación y de vivir en paz, no medio de tiroteos de bandas narcos.

Chile está hoy en una encrucijada. O arreglamos esta cuestión, o correremos el mismo destino de Argentina, Brasil o Venezuela, países que parecían irremediablemente condenados a ser desarrollados, pero que derraparon estrepitosamente. La marcha de la democracia y la prosperidad  no es lineal.

Para activar el Nuevo Trato que demada hoy el país, los remito a "Why Nations Fail" de Daron Acemoglu y James Robinson. En el fondo, la institucionalidad extractiva ⎯donde los ricos hacen trabajar a los pobres para mantener sus privilegios⎯ debe dar paso a una institucionalidad inclusiva, donde los recursos se reparten en beneficio de la sociedad y la elite debe estar dispuesta a perder algunos de sus privilegios:

(ver original, pág. 107)
Muchas sociedades con instituciones políticas extractivas evitarán las instituciones económicas inclusivas por miedo a la destrucción creativa. Pero el grado en que la elite logra monopolizar los poderes varía en las distintas sociedades. En algunas, la posición de la elite puede estar tan asegurada que pueden permitir los cambios hacia instituciones económicas inclusivas porque saben que su poder político no está amenazado. Alternativamente, la situación histórica puede ser tal que pueden dotar a un régimen extractivo con instituciones económicas inclusivas, y pueden decidir no bloquear. (...)

La elite gobernante en Chile, que ha formado una plutocracia todopoderosa, debe ceder espacios de poder para que la democracia chilena sea real y el poder económico esté supeditado al poder político, de otro modo votar es una pantomima inútil. Los ciudadanos no se reconocen en sus gobernantes y la frustración se desata en las calles. Si vamos a legislar según las convocatorias de las marchas, ¿entonces para qué tenemos elecciones y un Congreso Nacional?

Los poderosos del país tendrán que decidir si desean perder parte de sus privilegios para vivir en un país rico y pacífico, o si desean conservar su poder para continuar viviendo en un país cojo donde el orden se impone mediante la fuerza.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Crisis en Chile: Un antes y un después


They will not force us
They will stop degrading us
They will not control us

We will be victorious

"Uprising" (2009), Muse.  


La plutocracia gobernante está completamente divorciada del ciudadano de a pie

Cuando el ministro Fontaine recomendó a los trabajadores que se levantasen más temprano para aprovechar el horario de tarifa baja en el metro, publiqué el siguiente tweet, que resultó premonitorio.

El 2009 en este sitio hicimos un llamado a lo que parecía improbable: votar por la derecha. Era novedoso, casi iconoclasta. Era hasta casi irrefrenable el deseo de poner a prueba todo lo que habíamos construido desde el retorno a la democracia. Temimos lo peor. El periodo fue convulsionado, pero el país resistió. Era necesario convertirnos en un país normal y contar con una derecha republicana, democrática, como existe cualquier país civilizado. Eso fue hace una década.

El viernes pasado hemos visto, no obstante, el más extraordinario estallido social. Lo predijimos. Volver a votar por Piñera fue algo que Chile Liberal en esta pasada desaconsejó. Desde que el canoso magnate volvió al poder no ha presentado ninguna de las necesarias reformas que el país exige para entrar con propiedad al círculo de países OCDE. Peor aún, él y sus cercanos se han burlado de la gente. Aún resuenan las estupideces del ministro Varela. ¿En qué pensaba Piñera cuando lo nombró? Y es injusto nombrarlo sólo a él porque llegó rodeado de muchos más con un defecto común: total desconexión con la realidad.

Se pueden decir muchas cosas sobre la profunda y angustiante crisis que transmite en vivo mi televisor mientras escribo este post. Mi madre sollozando me dice que tiene miedo, y el sentimiento lo comparten milones. Otros tantos descargan sus iras de manera absolutamente inexcusable. La mayoría exige las reformas que la plutocracia gobernante por años se ha negado a impulsar, y ahora, apurados, entre incendios y gas lacrimógeno, deben hacer algo y no saben por dónde empezar. 

En Chile Liberal estaremos comentando y ayudándoles, porque sólos no podrán. O hacemos algo o Chile acabará gobernado por el kirchnerismo y sus subsidios.

Pero hay una cuestión fundamental que debemos señalar. La Transición, esa con t mayúscula se acabó, qué duda cabe. Y la segunda transición debe comenzar ahora ya. El propio Piñera acuñó el término.

El rasgo más distintivo de la Transición fue que a los tecnócratas se les consideró amos y señores. La política estuvo supeditada a las exigencias técnicas. Los expertos formulaban propuestas y los políticos tenían como misión implementarlas, y convencer a la ciudadanía que los mandamientos técnicos eran las Tablas de la Ley.

Al respecto recuerdo en un programa de debate francés cuando un político conservador dijo, ante la caída de las notas que otorgan las Grandes Tres Agencias, que él iba a pedirles todas las recomendaciones para recuperar los rátings y que ése debía ser el programa de gobierno. Aguien le replicó: ¿para qué hacemos elecciones entonces?

Caer en el economicismo y la supremacía indiscutida de la tecnocracia es esencialmente antidemocrático e iliberal. Ese fue el principio fundacional de la Unión Soviética, no de las democracias liberales. Recordemos que mediante los planes quinquenales soviéticos se pretendía gobernar y que esa forma exacta y científica de administrar un país era la correcta. Por eso no se requerían debates ni disidencias en el bloque comunista porque los economistas lo sabían todo (la Unión Soviética fue el país con más economistas jamás conocido, lo que explica su colapso total y repentino).

En Chile fue un panel de expertos el que recomendó el alza de CLP $30 y la plutocracia goberante, muy à la Transición, lo aplicó sin chistar. De hecho, nombraron ese consejo de iluminados para que fueran Dios y los políticos serían Moisés en el Monte Sinaí recibiendo las Tablas de la Ley. Vivimos en la época en que el parlamentario británico Michael Gove declaró que "la gente está hastiada de los expertos". Los sans-culottes chilenos se agolparon a las calles.

En Chile la herencia de la dictadura fue también endiosar el dos más dos. Esto ya no puede continuar. Vamos a tener todos que volver al pizarrón para redibujar un sistema de pensiones que combine los desafíos de una población envejecida con una masa trabajadora que se enfrenta tanto a la incertidumbre laboral de la "gig economy" como al desafío de la automatización. Ahí habrá que repensar como la banca financia los créditos hipotecarios ante la desaparición del trabajo de por vida. Cómo el Estado tendrá que optimizar sus recursos, ya cuantiosos, para mejorar las escuelas y hospitales que administra. Y muchas otras cosas.

Para todo esto llevamos casi una década de atraso. Peor aún, no estamos seguros de si tenemos una clase política a la altura.