miércoles, 23 de octubre de 2019

Crisis en Chile: Un antes y un después


They will not force us
They will stop degrading us
They will not control us

We will be victorious

"Uprising" (2009), Muse.  


La plutocracia gobernante está completamente divorciada del ciudadano de a pie

Cuando el ministro Fontaine recomendó a los trabajadores que se levantasen más temprano para aprovechar el horario de tarifa baja en el metro, publiqué el siguiente tweet, que resultó premonitorio.

El 2009 en este sitio hicimos un llamado a lo que parecía improbable: votar por la derecha. Era novedoso, casi iconoclasta. Era hasta casi irrefrenable el deseo de poner a prueba todo lo que habíamos construido desde el retorno a la democracia. Temimos lo peor. El periodo fue convulsionado, pero el país resistió. Era necesario convertirnos en un país normal y contar con una derecha republicana, democrática, como existe cualquier país civilizado. Eso fue hace una década.

El viernes pasado hemos visto, no obstante, el más extraordinario estallido social. Lo predijimos. Volver a votar por Piñera fue algo que Chile Liberal en esta pasada desaconsejó. Desde que el canoso magnate volvió al poder no ha presentado ninguna de las necesarias reformas que el país exige para entrar con propiedad al círculo de países OCDE. Peor aún, él y sus cercanos se han burlado de la gente. Aún resuenan las estupideces del ministro Varela. ¿En qué pensaba Piñera cuando lo nombró? Y es injusto nombrarlo sólo a él porque llegó rodeado de muchos más con un defecto común: total desconexión con la realidad.

Se pueden decir muchas cosas sobre la profunda y angustiante crisis que transmite en vivo mi televisor mientras escribo este post. Mi madre sollozando me dice que tiene miedo, y el sentimiento lo comparten milones. Otros tantos descargan sus iras de manera absolutamente inexcusable. La mayoría exige las reformas que la plutocracia gobernante por años se ha negado a impulsar, y ahora, apurados, entre incendios y gas lacrimógeno, deben hacer algo y no saben por dónde empezar. 

En Chile Liberal estaremos comentando y ayudándoles, porque sólos no podrán. O hacemos algo o Chile acabará gobernado por el kirchnerismo y sus subsidios.

Pero hay una cuestión fundamental que debemos señalar. La Transición, esa con t mayúscula se acabó, qué duda cabe. Y la segunda transición debe comenzar ahora ya. El propio Piñera acuñó el término.

El rasgo más distintivo de la Transición fue que a los tecnócratas se les consideró amos y señores. La política estuvo supeditada a las exigencias técnicas. Los expertos formulaban propuestas y los políticos tenían como misión implementarlas, y convencer a la ciudadanía que los mandamientos técnicos eran las Tablas de la Ley.

Al respecto recuerdo en un programa de debate francés cuando un político conservador dijo, ante la caída de las notas que otorgan las Grandes Tres Agencias, que él iba a pedirles todas las recomendaciones para recuperar los rátings y que ése debía ser el programa de gobierno. Aguien le replicó: ¿para qué hacemos elecciones entonces?

Caer en el economicismo y la supremacía indiscutida de la tecnocracia es esencialmente antidemocrático e iliberal. Ese fue el principio fundacional de la Unión Soviética, no de las democracias liberales. Recordemos que mediante los planes quinquenales soviéticos se pretendía gobernar y que esa forma exacta y científica de administrar un país era la correcta. Por eso no se requerían debates ni disidencias en el bloque comunista porque los economistas lo sabían todo (la Unión Soviética fue el país con más economistas jamás conocido, lo que explica su colapso total y repentino).

En Chile fue un panel de expertos el que recomendó el alza de CLP $30 y la plutocracia goberante, muy à la Transición, lo aplicó sin chistar. De hecho, nombraron ese consejo de iluminados para que fueran Dios y los políticos serían Moisés en el Monte Sinaí recibiendo las Tablas de la Ley. Vivimos en la época en que el parlamentario británico Michael Gove declaró que "la gente está hastiada de los expertos". Los sans-culottes chilenos se agolparon a las calles.

En Chile la herencia de la dictadura fue también endiosar el dos más dos. Esto ya no puede continuar. Vamos a tener todos que volver al pizarrón para redibujar un sistema de pensiones que combine los desafíos de una población envejecida con una masa trabajadora que se enfrenta tanto a la incertidumbre laboral de la "gig economy" como al desafío de la automatización. Ahí habrá que repensar como la banca financia los créditos hipotecarios ante la desaparición del trabajo de por vida. Cómo el Estado tendrá que optimizar sus recursos, ya cuantiosos, para mejorar las escuelas y hospitales que administra. Y muchas otras cosas.

Para todo esto llevamos casi una década de atraso. Peor aún, no estamos seguros de si tenemos una clase política a la altura.

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