jueves, 4 de enero de 2007

¿Libres para elegir?

Estimados lectores,

Independiente de las creencias de cada uno, esperamos hayan tenido unas felices fiestas. Comienza el año 2007, "el año del liberalismo". Seguimos reflexionando en torno a la libertad pero también los creadores de este sitio ya estamos organizándonos. De a poco, comienzan los chilenos a reclamar su propia libertad individual, la cual nos llevará al progreso material y a construir una sociedad libre y meritocrática, donde cada uno es libre de forjarse su propio destino.

Don Álvaro Bardón hoy ha hecho mención a la "dieléctica científica" (ver artículo) a la cual los elementos izquierdistas y conservadores derechistas quieren hacer temer para así negarnos nuestra libertad individual. Estamos, como saben, contra el colectivismo y a favor de la libertad personal.

Justamente, reflexionemos sobre este tema, el "personalismo" y la libertad individual. En concreto, sobre la libertad de conciencia. Somos libres, nuestro único límite es la responsabilidad de nuestros actos. ¿Hasta qué punto somos libres? ¿Qué es la libertad de conciencia (o libre albedrío)? ¿Dónde yace la conciencia?

Todos estos temas son tratados en el siguiente artículo de The Economist. Como siempre, el tema se aborda desde un ángulo liberal, basado en el liberalismo clásico, y desde una perspectiva científica y racional.

Invitamos a leer, reflexionar y comentar el artículo. Ver artículo original en The Economist "Free to Choose".

Saludos cordiales
El editor




El liberalismo y la neurología

¿Libres para elegir?

La neurociencia moderna está cambiando el concepto de libertad de conciencia

A fines de la década de 1990 un ciudadano estadounidense intachable comenzó repentinamente a acumular pornografía infantil y a hacer propuestas indecentes a niños. El día antes de ser sentenciado a varios años de cárcel por sus crímenes se le sometió a una radiografía cerebral. Tenía un tumor. Una vez extirpado quirúrgicamente, sus tendencias pedófilas desaparecieron. Cuando el tumor reapareció, las tendencias volvieron. Cuando el nuevo tumor fue eliminado, las tendencias nuevamente desaparecieron. ¿Quién, entonces, era el verdadero abusador de niños?

Este caso ilustra vívidamente el desafío que presenta la neurociencia actual ante el concepto de libertad de conciencia. La reacción instintiva del observador racional es creer que estos cambios orgánicos de algún modo absuelven al afectado de la responsabilidad penal, tal como ocurre con un pedófilo cuyas tendencias son de origen congénito. La pregunta es: ¿por qué? Es posible que el origen de este segundo caso pueda encontrarse en los mecanismos cerebrales, tal como en el primer caso; pero simplemente nadie aún se ha dedicado a investigar el tema. Los científicos sí han estudiado la ira y la violencia, y han descubierto variaciones genéticas que aparecen como concentraciones en el cerebro de una molécula transmisora. Estas acumulaciones son congénitas y a la vez incitadoras al comportamiento violento. ¿Dónde está la libertad de conciencia en este caso?

La libertad de conciencia es uno de los conceptos filosóficos más delicados y complejos, pero a su vez uno de los más importantes. Sin él, la idea de responsabilidad personal se hace humo, junto con todos aquellos principios que mantienen cohesionada a una sociedad libre (e incluso a una no libre). Si los empresarios no fuesen responsables por los contratos que ofrecen, si los criminales no fuesen responsables por sus delitos, ni los padres fuesen responsables por sus hijos, aunque el contrato, el delito y la paternidad se consideren actos “libres”, entonces las relaciones sociales serían muy diferentes.



Nosotros, los libres
Durante miles de años las preguntas sobre la libertad de conciencia han sido terreno de filósofos y teólogos, cuando en realidad se trata de saber cómo funciona el cerebro. Sólo en los últimos años, sin embargo, ha sido posible observar el cerebro humano en acción de modo que permita observarse en detalle qué ocurre. Esta capacidad no sólo aumenta el conocimiento científico sobre los mecanismos cerebrales, sino que se está demostrando a la opinión pública mundial que el cerebro es justamente eso, un mecanismo, y no una cajita mágica que no se rige por las leyes de causa y efecto.

La ciencia aún no ha amenazado la existencia de la libertad de conciencia: por ahora hay muy poca evidencia de que alguien podrá ser capaz de responder definitivamente la pregunta sobre si existe o no. Pero la ciencia reducirá el espacio en el cual la libertad de conciencia opera ya que comienza lentamente a descubrirse el mecanismo que actúa en la toma de decisiones.

En este punto, el antiguo proverbio francés “comprender todo es perdonar todo” ganará nueva vida, aunque el perdón no siempre sea la consecuencia. En realidad, esto ya puede estar ocurriendo. Actualmente, el derecho penal (al menos en las democracias occidentales) se basa en la idea de que el criminal hizo uso de su libertad de elección: si no hay elección, no hay criminal. El gobierno británico, por su parte, está intentando cambiar las disposiciones legales de modo que se pueda apartar de la sociedad a gente con desórdenes de la personalidad quienes puedan llegar a cometer crímenes, antes de que lleguen a dañar a alguien.

La batalla que se avecina
Estos desórdenes son patologías serias. Pero la base de datos de ADN que está compilando el gobierno a nivel nacional (que incluye material de mucha gente inocente) pronto permitiría identificar a aquellos con predisposición a la ira y la violencia. ¿Cuánto tiempo falta para que ellos sean sometidos a vigilancia? Y si el estado decidiese llevar a cabo este monitoreo, reconociendo el hecho de que los individuos en cuestión suponen riesgos a la sociedad por el simple hecho de su estructura biológica, el mismo estado quizás no podrá argumentar que estos individuos son enteramente responsables de los delitos que puedan cometer.


La libertad de conciencia tampoco concierne exclusivamente al derecho penal. Los mercados también se basan en la idea de que la elección personal es un acto libre. En general, esto no es un problema. Incluso si la elección es guiada por instintos inconscientes, este instinto habrá sido mejorado mediante el mecanismo de selección natural para permitirnos hacer lo correcto. Pero no siempre es el caso. Los alimentos ricos en grasas y azúcares trastornan los instintos evolucionados, del mismo modo que las drogas adictivas tales como la nicotina, el alcohol y la cocaína. También se incluye la pornografía. Los liberales creen que los individuos deben ser libres para decidir si los consumen o no. Si afectamos la libertad de elección, afectamos toda la validez de este argumento.

Pero en realidad esto afecta a todo el concepto de libertad. Sin una creencia en la libertad de conciencia, una ideología centrada en la libertad se convierte en una idea estrambótica. Sabemos que no ocurrirá pronto, pero si reducimos el área en la que opera la libertad de conciencia, puede haber repercusiones muy incómodas.

chileliberal@gmail.com

1 comentario:

Chile Liberal dijo...

Oreste nos menciona Roger Penrose y pueden ver sus obras. Entiendo que él plantea que mente y cerebro son dos entidades. Bastante complejo (y fascinante) el tema pero amerita profundizarse. Me pregunto: ¿qué es más importante, viajar a Marte, o conocer los misterios de nuestra mente?

Interesante...