La mejor carta presidencial sufre un ataque artero, del que saldrá fortalecido
Ha salido a la luz pública un caso de financiamiento ilegal de campañas mediante falsificación de boletas. Los receptores de estos dineros son políticos de la derecha ultraconservadora salvo una notable excepción, Andrés Velasco, ex pre-candidato presidencial de la coalición de centro-izquierda (proclamado por primera vez en este sitio como candidato).
A pesar de haber entregado oportunamente los antecedentes necesarios, su residencia particular fue allanada mientras se encontraba fuera del país, generando una batahola mediática que ha levantado suspicacias de toda índole. Esta situación, deseada por algunos, es inaceptable. Habla muy mal de la institucionalidad chilena —pilar del excepcionalismo chileno— y demuestra no sólo ansias de figuración personal del fiscal, sino una evidente animosidad política contra un personero que ha planteado verdades incómodas en la Nueva Mayoría. Exponer a Andrés ante la opinión pública como un delincuente es una bajeza de la peor ralea.
No es un misterio que la economía chilena ha iniciado su ciclo a la baja de manera innecesariamente abrupta. Hasta hace poco éramos una de las naciones de mayor crecimiento en el mundo. Hoy vemos con envidia las tasas de crecimiento de Bolivia y Perú. Sólo la incompetencia de las cleptocracias gobernantes en Argentina y Venezuela nos salvan de un vergonzoso último lugar.
Nada de esto era inesperado. Andrés Velasco, portando la voz de todos nosotros, ha puesto el dedo en la llaga en cuanto a las reformas planteadas, criticando la chapucería de la coalición gobernante —una Concertación desdibujada con populismos resucitados de los años 70— y ahora no escatiman recursos para amedrentarlo. Los rufianes de las "malas prácticas" han disparado su artillería pesada contra el exministro de Finanzas de Chile, quien ha cometido el ultraje de ser la mejor opción presidencial portando los estandartes de cuestiones al parecer inaceptables como una política fiscal sensata, el rechazo al populismo facilón, el privilegio al diálogo, trial-and-error en la metodología, y el énfasis en la inversión y la creación de empleo.
El problema se llama "business confidence"
Chile atraviesa una recesión que es un balazo en el pie. Nada la justifica salvo nuestra propia impericia. El principal problema del gobierno de la Nueva Mayoría es mermar el business confidence, es decir, la confianza en los negocios, definida por el Financial Times como el índice que expresa la cantidad de optimismo o pesimismo que sienten los directores de empresas sobre el futuro de sus negocios y organizaciones, y que además proporciona una sinopsis del estado de la economía.
En Chile Liberal advertimos que las reformas planteadas no sólo son dudosas en su contenido además de torpes en su diseño, y probablemente ridículas en sus resultados (piensen en el bizantino sistema tributario que saldrá de todo esto), sino que lo más grave aún es que con un business confidence enclenque se paralizan las inversiones... y comienza la desaceleración. En un país que debe mantener una tasa de inversión del 30% este es el escenario propicio para un futuro incierto. (De hecho, llamamos a tirar esa reforma al tacho de la basura.)
El quid del asunto —y lo que Andrés deberá aprovechar— es que los grandes capitales de Chile sienten plena confianza en el otrora hombre fuerte de Michelle Bachelet. Andrés puede lograr lo que hasta antes de él era impensable: ganar una elección como candidato de centro y centro izquierda y que la Bolsa se dispare, y el business confidence llegue al cénit. Dicho a la inversa, es equivalente a que gane un candidato de derecha y los sindicalistas salgan a festejar a las calles.
Si los hombres de negocios de Chile empiezan a enfriar champaña cuando ven los resultados de Andrés Velasco en las encuestas entonces esto es una cuestión que se debe enfatizar — no ocultar. La postura de Chile Liberal es clara: lo que es bueno para las grandes empresas de Chile, es bueno para todo Chile. Andrés Velasco es no sólo un hombre que vivió en carne propia las injusticias de la dictadura criminal, sino alguien que durante años trabajó por poner la economía chilena a beneficio de la clase media, de los pequeños emprendedores, de los trabajadores, con cirugías mayores como la reforma a las AFP, y siendo inflexible ante el grupúsculo de estudiantes y sus demandas estúpidas.
Andrés se echará al bolsillo el simbólico distrito 23, normalmente el fortín de la derecha. Y con el apoyo de la red social de la ex Concertación, puede llegar a todo el país. Así como Bill Clinton dejó a EEUU con el mayor superávit fiscal de la historia reciente, y fue un mandatario muy respetado por los trabajadores, la clase media y las grandes fortunas de EEUU —aún recordamos con nostalgia la década de oro de los 90—, Andrés Velasco puede aglutinar a sectores que desde siempre se han visto contrapuestos gracias a las mañas de quienes azuzan la lucha de clases, poniendo a todo Chile a remar en la misma dirección.
Para que esto ocurra, como dijimos, Andrés deberá sobreponerse ante quienes lo denigran y desdeñan como un mero number cruncher y que no escatiman recursos para tumbarlo. Sería una lástima que el exministro abandonase la política y dejase la cancha libre a esa piara que demuestra una feroz inquina en su contra. Por cierto, son los mismo que nos tienen hartos. En los cenáculos liberales existe consternación pero estamos seguros que de esta "pésima práctica" nuestro candidato salrá fortalecido.