domingo, 30 de octubre de 2016

La via chilena a la sociedad de la vigilancia

«EL GRAN HERMANO ESTÁ VIGILANDO», decía el eslogan, mientras los ojos oscuros miraban directamente a los de Winston. En la calle, otro cartel rasgado por una esquina aleteaba al viento. A lo lejos un helicóptero volaba entre los tejados, se cernía un momento como un moscardón y volvía a alejarse. Era la patrulla policial que se asomaba por las ventanas de la gente. No obstante, lo malo no eran las patrullas, sino la Policía del Pensamiento. 

1984, George Orwell.

 

Conocidos los resultados de las elecciones municipales 2016, el resultado es inquietante para todos los que defendemos la libertad individual. Primero, todos los problemas logísticos, así como la altísima abstención, fueron anticipados por Chile Liberal el año 2011, cuando se instauró la totalitaria inscripción automática. Segundo, los resultados, más allá de la chimuchina política de si ganó la abstención o la derecha, lo concreto es que el triunfo ha sido arrollador para los conservadores.

Las elecciones municipales no son una cuestión baladí. Vemos que en el esfuerzo por  construir una sociedad distópica, las autoridades municipales son esenciales. La comuna de Maipú, donde ganó la Robotina, anuncia la instalación de más cámaras de vigilancia ("de seguridad", como les llaman en neo-lengua). 

En Las Condes y Lo Barnechea el año pasado estuvieron en funcionamiento varios globos de televigilancia. Éstos son utilizados en Israel, un país de apenas 6 millones de personas asediado y rodeado por 300 millones de árabes que han jurado no ceder hasta destruir al estado hebrero. ¿Se necesita este sistema en comunas del Gran Santiago? Dudoso. Para evitar que fueran derribados por ciudadanos armados con rifles a postones u hondas caseras,  o a peñascazo limpio, fue acogido un recurso de protección y estos globos fueron retirados. Demás está decir que son inaceptables en tiempos de paz.

Como hemos explicado en posts anteriores, Jeremy Bentham, un economista y pensador liberal, acuñó el concepto del Panóptico. Esta idea consiste en observar sin ser observado, y se puso en práctica en la construcción de cárceles durante la era Victoriana (siglo 19). Hoy aún persisten algunos de estos recintos. Chile Liberal conoce muy bien la cárcel de Kilmainham, en Dublín, célebre por ser el centro donde fueron recluidos y ejecutados los republicanos irlandeses durante la emancipación de Irlanda, y famosa más aún por ser el set donde se filmó la película En el nombre del Padre (probablemente el film militante más conmovedor jamás hecho). El Panóptico servía para, desde luego, vigilar a los reos mediante la ubicación del celador en un punto estratégico.

El Panóptico luego fue revivido magistralmente por George Orwell, quien describió una sociedad de la vigilancia en su novela distópica Mil Novecientos Ochenta y Cuatro. Ésta debe ser lectura de cabecera para todos los liberales, cada uno debiese tener este libro en su velador, y es nuestro deber incitar a nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo o del club de fútbol para que conozcan como el gran Orwell imaginó que sería el mundo: un sistema totalitario donde la tecnología estaría al servicio del régimen para espiar las acciones y pensamientos de los individuos. 

Lo vemos con el masivo espionaje de la NSA, comandado por Barack Obama. En Gran Bretaña continúa el espionaje, así como se instaura por más de 6 meses el estado de emergencia en Francia. El sistema Five Eyes es la red de espionaje más formidable que haya visto la humanidad. Argentina ha practicado el espionaje masivo durante la tiranía de los cleptócratas Kirchner. En estos momentos alguien vigila lo que lees y lo que Chile Liberal escribe.

Sin ir más lejos, los alcaldes de Las Condes y de Santiago Centro vuelven a aportar sus granitos de arena en la edificación del Gran Hermano.

En Santiago, el señor Felipe Alessandri, flamante ganador de las elecciones municipales 2016, ya tiene planeado instaurar globos de televigilancia en la Alameda, principal arteria de Santiago y quizás del país. El motivo, arguye, es que estamos plagados de delincuentes. Hasta donde entendemos, son los mismos los que liberan a miles de peligrosos criminales los que luego sueltan policías para ir y exigir la identificación arbitraria ("preventiva" en neo-lengua) de ciudadanos. Después se felicitan de que encuentran a la mayoría de los que liberaron: a esto le llaman mano dura contra la delincuencia. El populacho irreflexivo y embobado aplaude a rabiar.

Big Brother is watching
Es decir, estamos ya en plena proclamación de un Gran Hermano. El derecho a la privacidad, a la intimidad, a estar en tu casa o a pasear por un lugar público libre de espionaje son nimiedades frente al deseo irrefrenable de la autoridad de ejercer control ciudadano. Un liberal no puede quedar impávido ante esta estulticia. 

"Ojo de Cóndor" se llama el programa de vigilancia mancomunado entre Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Estos son drones, o sea aparatos voladores no tripulados, premunidos de cámaras, que surcarán los cielos mientras a distancia un señor detrás de una pantalla te observa cuando estés en el living de tu departamento. 

Lo triste es comprobar que el impulsor de este disparate sacó la idea mientras él mismo, en el living de su casa, tranquilamente veía la película Espías desde el cielo. Sabemos que nuestros políticos son brutitos. Su intelecto no les alcanza para leer 1984. Si lo hicieran, se darían cuenta de la peligrosidad y estupidez de lo que hacen.