domingo, 27 de noviembre de 2011

La perversa “privatización del agua”

Es una fantasía socialista-posmoderna el creer que el agua es “de todos”

El Homo sapiens es lejos la criatura más torpe del planeta. Sin la velocidad de un jaguar, ni el olfato de un can, ni la visión de un águila, no es capaz de nadar como un pez y apenas podría luchar contra un felino. No obstante, es su capacidad cerebral la que le permite subsistir y dominar a todas las otras especies del planeta. Salvo que esa propia inteligencia en más de 100 mil años de evolución ha hecho a esta curiosa especie llegar a un punto inquietante: desde hace poco más de medio siglo, el Homo sapiens es capaz de destruir, si quiere, todo el planeta apretando un botón. Cuando el hombre se da cuenta que es capaz de arrasar con todo lo que conoce, comienza el “posmodernismo”, concepto central si queremos entender por qué hoy a pesar de todo el acceso al conocimiento hay gente que cree tanta tontería.

Ya nos hemos olvidado de cómo hemos vivido desde tiempos inmemoriales hasta hace unas pocas décadas. Hoy, el sujeto posmoderno cree que el agua proviene de la llave. Parece improbable recordar que la generación de nuestros abuelos haya sido la primera en la historia de la humanidad que dio por sentado que en cada casa se dispondría cómodamente de agua fresca, potable, en perfecto estado, lista para ser consumida inmediatamente. Nunca, en los miles de miles de años en que el ser humano ha existido en el planeta, se tuvo acceso tan expedito al elemento vital.

De entre todas las barbaries actuales que la imaginación del ser posmoderno ha establecido como certezas, un lugar primordial ocupa la glorificación de la vida tribal. Para el posmo, nuestros ancestros más remotos vivían vidas felices en pequeñas y coquetas comunidades, en perfecta simbiosis con la “madre natura”. No existía la violencia ni la escasez. El mundo, antes, era maravilloso (típico mito conservador, por cierto).  Conseguir agua formaba parte central de la vida tribal y consistía en apenas bajar al río o al lago, siempre muy cercano, feliz cada mañana caminando sobre la yerba fresca, respirando el aire puro de la selva virgen y escuchando el cantar de los pajarillos. Y todo el cuadro forma parte de la armonía natural con el entorno. Yea, right.
"No faltará el pelotudo que cree que no trabajo para conseguir agua"
La verdad, como sabemos, es muy diferente. Las tribus han siempre arrasado con su entorno. Los mapuches devastaron tantas áreas que debieron emigrar desde lo que hoy llamamos Argentina hasta Chile, donde avasallaron a los pueblos originarios. Los pascuences destruyeron la Isla de Pascua a tal extremo que causaron un daño ecológico irreparable, sin dejar siquiera rastro de su pasado, salvo los moais. En todo grupo tribal el salvajismo ha sido la norma, y conseguir agua fresca ha sido siempre una tarea extenuante, como vemos incluso hoy en los lugares donde persiste la tribu o el clan. Desplazamientos bajo un sol implacable o un frío insoportable, para apenas conseguir agua de baja calidad. Las tribus siempre se han debido organizar para proteger el agua, ya que el acceso y monopolio sobre ella les permite, a su vez, usufructuar de la capacidad de trabajo (someter) de los que no acceden a ella.

Y lo anterior es la esencia de lo que Chile Liberal sostiene en este post. Conseguir agua no es tan fácil como ir a la cocina y abrir la llave. El primitivo debe caminar enormes distancias y hervir el agua para consumirla, lo que en sí constituye bastante trabajo. El agua no es un bien que esté ahí disponible para llegar y usarlo: es una fenómeno reciente, de apenas unas pocas décadas y sólo en algunas regiones del planeta, el obtener agua abriendo una llave. Entendamos por favor que el disponer de agua es extraordinariamente laborioso.

Lo anterior nos lleva a concluir, primero, que el agua no es ni debe ser gratis. Si el dinero es trabajo invertido, entonces el trabajo que alguien aplica para producir agua potable debe ser retribuido con nuestro propio trabajo, es decir, con dinero, de ahí que cada cual deba pagar por el agua que consuma. Dicho de otro modo: “tu trabajo para entregarme agua potable es retribuido con mi trabajo, es decir, pagado con mi dinero”. Es un delirio creer que el agua antes era gratis y los cerdos capitalistas comenzaron a cobrar por ella, porque ya notamos, como hemos explicado anteriormente, que incluso en sociedades tribales la gente debe trabajar para procurarse el agua. Hoy no trabajamos para ir a buscar agua, sólo la sacamos de la llave, pero ese trabajo lo compensamos pagando dinero a quien la produce.

El agua no es gratis, nunca lo ha sido ni debe ser gratis. Ni un estudiante de pregrado de la Confech sería capaz de inventar la cuchufleta que “el agua es un bien social” para justificar su gratuidad.

Por consiguiente, y en segundo lugar, cabe preguntarse, ¿es socializable el costo del agua? ¿Deben pagar unos por el agua que consumen otros? Claramente, no. Cada cual debe consumir de acuerdo a sus necesidades, y pagar por su consumo.

Aclarado lo anterior, necesitamos entrar en un tercer asunto, la esquiva problemática de la propiedad del agua. ¿Quién es su dueño? ¿Puede una firma privada—no el Estado—afirmar ser la propietaria del agua?

Si del agua somos dueños “todos”, entonces ninguna firma puede ser propietaria del agua. Pero del vital elemento, así como de cualquier otro elemento de la naturaleza, es dueño aquel que tiene la capacidad de trabajarlo. El agua potable no está disponible así nomás, no pues, sino que el hacerla potable cuesta enorme trabajo. El que sea capaz de proveer agua potable entonces puede adjudicare la propiedad del agua, y por tanto, venderla.

Para graficar lo anterior, tomemos como ejemplo el agua embotellada. Si quieres una botella de agua Perrier, una famosa productora francesa de agua mineral (ver foto abajo), tienes que pagar en promedio unos 6 euros en un café en París. Si el “agua es de todos”, ¿por qué tengo que desembolsar 6 euros para servirme 50 cl de Perrier? La respuesta es evidente: porque alguien se dio el trabajo de extraer el agua, mantenerla limpia y fresca, embotellarla, y distribuirla. El pajarito que no se dé cuenta que el agua de la llave también debe ser extraída, almacenada, procesada, y distribuida por cañerías hasta cada hogar es un posmo, alquien que nunca se había dado cuenta de esto. Aunque si después que Chile Liberal lo explica insiste en que el agua es de todos y que debe ser gratis y nadie puede ser su dueño, entonces no es un posmo sino un necio.
Perrier gratuita, pública y de calidad. ¡Es un bien social!
El agua no es muy distinta del aire. El lector que necesite un tubo de oxígeno también debe pagar por él. ¿O acaso porque el aire es gratis el tubo de oxígeno debe ser gratis? De hecho, la gran contaminación que experimenta la atmósfera se debe a que el “aire es gratis” y por eso cualquiera abre una chimenea y contamina como manos en la cabeza. Si pudiésemos privatizar la atmósfera lograríamos contar con aire fresco ya que el dueño del aire podría entregarnos aire limpio (como por ahora es técnicamente imposible privatizar el aire, sí es factible cobrar un impuesto por la emisión de carbono, como valientemente se ha hecho en Australia). Sin ir más lejos, el aire acondicionado ya es una forma de "privatizar el aire". Sólo un tonto podría creer que el aire acondicionado debe ser gratis.

En realidad el dueño del agua, o al menos de los derechos sobre sus reservas, es el Estado, y éste a medida que las sociedades se vuelven más sofisticadas comienza a vender estos derechos para asegurar que cada vez más gente acceda al agua potable en sus hogares. Desde esta perspectiva, Chile Liberal asume que quienes se oponen a la “privatización del agua” como algo malo son gente obnubilada por las fantasías socialistoides posmodernas en que ya nos olvidamos de cosas básicas, como por ejemplo que trabajar es necesario para vivir, y que no se puede vivir parasitando socialistamente del resto, y que trabajar es necesario también para procurarse agua. Hoy en día, cuando la masa vocifera que quiere todo gratis, repetir estas cosas es más necesario que nunca.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Inglorious Basterds

El alcalde Labbé ha organizado un ignominioso homenaje a un criminal convicto. Éste debe ser su último periodo edilicio en la comuna de Providencia.

No solo es comunista esta perra, sino que además es judía… hay que matarla”, son las palabras del brigadier Krasnoff, condenado por la justicia chilena a más de 140 años de cárcel por los crímenes que él perpetró bajo la dictadura de Augusto Pinochet. El alcalde Cristián Labbé, ex esbirro de Pinochet, ex guardaspalda del Gorila y uno de los mandamases de la policía secreta del régimen, no encontró nada mejor que organizar un homenaje al pobre Krasnoff quien ha sido injustamente condenado por servir a Chile, como consigna un asqueroso libro lanzado en esta opípara ocasión. Como si fuese poco, una invitación al magno evento fue extendida al mismísimo Sebastián Piñera, a lo que una funcionaria de la presidencia contestó que el presidente no podía asistir por razones de agenda pero que él expresaba a los asistentes los mejores deseos de éxito en el encuentro.

Primero, digamos que hay que ser muy tendencioso como para no darse cuenta que Sebastián Piñera en ningún momento expresó "personalmente" sus parabienes a los participantes de este aquelarre: sólo el izquierdista más recalcitrante podría creer que Piñera sería capaz de algo así (la funcionaria que respondió a la invitación renunció de inmediato). Segundo, Piñera hizo bien en condenar esto sólo por Twitter, tratando de bajarle el perfil al cagazo de sus colaboradores.

Pero aparte de eso, acá hay cuestiones preocupantes. Yo mismo dije por Twitter que si este acto se llevaba a cabo en dependencias privadas, no municipales, merece el máximo repudio de la comunidad civilizada, pero no es posible prohibir semejante evento por degradante que sea, ya que sería una cuestión privada. Lamentablemente, constato que el Club Providencia, el lugar del encuentro, es un recinto del municipio. Ciertamente, es completamente inaceptable que dineros del contribuyente o instalaciones pagadas por éstos últimos se empleen en halagar a un criminal convicto.

Por otro lado, la "funa", una manifestación tipo "tribunal popular", es absolutamente deseable y necesaria para no dar la impresión que la comunidad puede quedar impávida ante la ignominia. Pero lo que vimos no fue una funa, sino una batalla campal en la que manifestantes atacaron a varios de los asistentes y causaron cuantiosos daños, incluso agredieron a transeúntes que nada tenían que ver con el mentado homenaje, quienes desde luego no podían defenderse ante la turba enajenada. Esto constituye un ataque cobarde. Uno pensaría que justo frente al lugar del encuentro se desplegarían pancartas alusivas a los derechos humanos y retratos de las víctimas, o sea que se haría algo emotivo. No. Fue mero matonaje como en lo peor de las bataholas que alguna vez azotaron al país.

Y peor aún, le dan la razón al ex esbirro de Pinochet cuando este se queja de que han vulnerado su libertad de expresión.

¿Hay límites a la libertad de expresión?
Acá entramos en un tema peliagudo. ¿Es legítimo que en una sociedad libre, a nombre de la libertad de expresión, no se haga nada por impedir homenajes a criminales de esta especie? Si la libertad de expresión es la piedra angular de una sociedad donde rigen principios liberales, ¿qué hacemos con el que expresa aquello que remece los pilares mismos en que se sostiene la sociedad? ¿Podemos abandonar la mítica "tolerancia liberal" cuando alguien expresa lo que no nos humilla como seres humanos?

La respuesta no es clara. Desde luego que cualquier privado es libre de homenajear junto a otros, si hay mutuo consentimiento, lo que se les venga en gana. Un grupo de personas puede por ejemplo recitar y declamar loas y ditirambos que exalten la coprofagia (el acto de comer feces) y luego proceder a la ingesta de excrementos si eso es lo que los hace felices. Nos puede parecer repugnante, de hecho es repugnante, pero si lo hacen en privado y nadie está obligado a asistir, acá no hay nada que prohibir. 

Del mismo modo que con la coprofagia, los comemierda que homajean a Krasnoff pueden, si lo estiman oportuno, darse un festín leyendo las bazofias del libro, porque en una sociedad libre, también uno tiene el legítimo derecho de manifestarse en contra y organizar funas. El propio Labbé al final desistió de asistir al acto porque sabe que congraciarse con los colaboracionistas del régimen implica, como contrapunto, mirar a la cara a quienes se manifiestan en contra. Estos son los mecanismos de una sociedad civilzada, en que espontánea y libremente la gente castiga ciertos comportamientos y premia otros, hasta que por ensayo y error se encuentran y privilegian las acciones que la sociedad sí valora. Desgraciadamente, la funa agredió a los asistentes, al final concediéndole el moral high ground a ellos: Labbé reclama que se violó la libertad de expresión.

Como reflejo involuntario, un diputado propone penalizar todo acto que exalte las violaciones a los derechos humanos. Se arguye que en Alemania el glorificar el nazismo se condena no con funas sino con cárcel, y que del mismo modo en Chile el glorificar el pinochetismo también debe ser penalizado. Esto es erróneo. Si bien es cierto Pinochet y Hitler fueron asesinos de la Champions League de criminales —que uno haya matado miles y el otro millones sólo cambia magnitud, no la gravedad— es más bien una anomalía alemana el penalizar por ejemplo la negación de la Shoah. Este error es algo que, paradojalmente, debemos tolerar, pero no imitar. Alemania aún no termina de escribir la historia (hasta el día de hoy continúan ataques neonazis), es entendible la prohibición porque la herida aún no cicatriza.

La B de "Bastardo"
El alcalde Labbé ha ocupado la alcaldía de Providencia —comuna de clase media y fortín de la derecha conservadora—, por demasiado tiempo. Es cierto que muchos vecinos lo admiran y comparten su retorcida apología de los crímenes de la dictadura. Una cosa es entender que entre las fuerzas armadas y las guerrillas marxistas hubiese enfrentamientos y caídos en combate. Éstos no merecerían mayor atención porque habrían muerto en una situación de guerra. Pero creer que en Chile estuvimos al borde de sucumbir ante miles de guerrilleros entrenados en Cuba y armados hasta los dientes en el marco del Plan Z es una pelotudez humillante para cualquiera que tenga un mínimo de inteligencia. 

Mucha gente defendió la dictadura porque al final Pinochet entregó estabilidad y pasarle el mando a la Concertación parecía riesgoso. Pero a medida que el país volvía a su curso democrático y cuando emergía la verdad de las atrocidades, seguir defendiendo a Pinochet se volvió inexcusable, e inaceptable. Una cosa fue defender a Pinochet en 1988 cuando el gobierno mostraba la campaña "Sí, somos millones" y por otro lado alentaba la campaña del terror. Ya incluso en esa etapa, la mayoría de los chilenos añoraba la democracia y rechazaba la tiranía. Pero después de los informes sobre desaparecidos y torturados, después del escándalo del Riggs Bank, sólo el recalcitrante más vil puede seguir "matizando" ya no sobre los "excesos" que "quizás" fueron un tanto "innecesarios pero inevitables", porque continuar "matizando" cuando el niño Rodrigo Anfruns fue asesinado, cuando una mujer es sacada de un hospital y luego torturada y asesinada, ahí no hay nada que "matizar". Fueron crímenes de lesa humanidad. Nadie ni en Providencia ni en ninguna parte del planeta puede seguir "matizando" sobre violaciones a los derechos humanos.

Se nos dice que quizás los altos mandos no sabían nada y que fueron acciones de particulares. Pues cuando se detiene a un suboficial se lo defiende porque sólo cumplía órdenes; cuando se encarcela a un oficial se le defiende porque actuaba sólo; cuando se apunta con el dedo a los altos mandos se lo defiende porque "no sabían qué ocurría". Pues hemos tenido suficiente. 

Este señor Krasnoff ni siquiera nació en Chile sino en Austria, es hijo de nazis que participaron activamente en los campos de exterminio. Este sujeto, al igual que Labbé, Contreras, Pinochet y cuantos otros nombres, nunca debieron formar en las filas de nuestro ejército, que es una institución republicana fundamental. Defendamos a nuestras instituciones de estos bastardos que glorifican la tortura, la ejecución y la desaparición. Son tan cobardes que ni siquiera asumieron sus culpas, sino que escondieron los cadáveres o los destruyeron, y luego guardaron silencio. Hoy, fingen ser víctimas de una maquinación en su contra.

Labbé está ahí porque la gente lo pidió y lo ha relegido una y otra vez. Ahora que se perfilan las próximas elecciones municipales, Chile Liberal les pide que lo saquen.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La diferencia ideológica fundamental: socialismo versus individualismo

« L’État, c'est la grande fiction à travers laquelle tout le monde s’efforce de vivre aux dépens de tout le monde »

("El Estado es la gran ficción a través de la cual todos se esfuerzan para vivir a costillas del resto")
Frédéric Bastiat (1801–1850), pensador liberal francés




La cúpula estudiantil acusa al gobierno de "ideologización", sin darse cuenta que ellos mismos también propugnan una ideología. ¿Quién tiene la razón?

En el papel era prometedora la idea del programa Tolerancia Cero de convocar a un gran debate en torno al conflicto estudiantil. En la práctica, no se avanzó mucho. Sí hubo un punto crucial que dejó al descubierto la esencia misma de esta agotadora disputa. La dirigenta de la Confech —la agrupación que asegura representar a los estudiantes y a la "ciudadanía"—, afirmó que la educación superior no debe ser pagada por los pobres sino mediante un aumento al impuesto a la renta. Ena Von Baer replicó que detrás de esa aseveración hay una prejuicio ideológico, pero la conversación no se detuvo ahí sino que discurrió por otros senderos.


¿Qué quiso decir la dirigenta? Lo que ella plantea no es que los pobres le paguen la educación a los ricos, como sostiene el gobierno, sino que cada cual costee la educación pero mediante el pago de tributos al Estado. O sea, ella quiere que Fulano vaya a la universidad sin pagar el arancel, pero ella misma se apura en precisar que esto no significa en estricto rigor que sea "gratis", sino que Fulano luego pagará con impuestos su educación, pero al momento mismo de educarse, o sea mientras asista a clases, Fulano no pagaría.

En realidad, lo que la dirigenta plantea es que Fulano pague al Estado para que se eduque Mengano, y luego, cuando Mengano egrese, le pagará la educación a Zutano. Todos ellos, Fulano, Mengano y Zutano, entregan parte de sus ingresos al Fisco para que desde sus arcas el Estado eche mano para costear los aranceles de todos. Vale decir, unos le pagan la educación a otros. Esto, amables lectores de Chile Liberal, responde a una ideología cuyo nombre todos conocemos: se llama socialismo.

La verdad es que no percibimos ningún beneficio en socializar el costo de la educación. Primero, recordemos que el pago de impuestos es un acto de fuerza que ese ejerce contra la voluntad del individuo, el contribuyente. Por definición, el impuesto es una imposición. Si fuese voluntario, ya no es impuesto. (Yo dono a la Teletón porque quiero, es un acto noble de mi voluntad. Eso no es un "impuesto"). La dirigenta estudiantil en ningún caso aclara cuál es la virtud de socializar el pago de la educación. ¿Qué se gana con ello?

De hecho, es bastante degradante. Y de aquí se desprende qué promueve Chile Liberal, cuya propuesta es la antítesis de la postura de la dirigenta (ella es militante del Partido Comunista). Como decíamos, pagar impuesto es un acto de naturaleza violenta, en que a un sujeto se le obliga, bajo amenaza de castigo, a entregar parte de sus recursos al Estado. Pagarse a sí mismo la educación es mucho más virtuoso porque uno elige si quiere postular a la Universidad o no, y al elegir, ya hay un acto voluntario. Cuando el estudiante paga su arancel, lo hace porque fue su decisión el entrar a la universidad. Si el estudiante no cuenta con los recursos para financiarse los estudios, puede optar a un préstamo, que será pagado cuando, premunido del título universitario, comience a producir. En este esquema, Fulano paga la educación de Fulano, o sea devuelve el préstamo, pero no le paga la educación a Mengano ni a Zutano. Este sistema desde luego es lo opuesto al socialismo: se llama individualismo.

"¡Pero los préstamos se toman a tasas usureras y se destinan a pagar aranceles exorbitantes!", impugnarán algunos lectores. Pues razón tienen, y de hecho así ha ocurrido. Éste debiese ser el foco de toda la atención, y si bien el primer problema (préstamos usureros) ya lo ha abordado el gobierno, el segundo (aranceles disparados) aún no goza de la atención debida, a pesar de ser la esencia mima del problema: siete meses entrampados entre socializar o indivdualizar el pago del arancel, sin que ninguna de las partes aún aborde la problemática de porqué los aranceles burbujean. Triste, pero así es la calidad del debate.

Nuestra recomendación
El gobierno debe ceder respecto al lucro en educación. Si la ley establece que los establecimientos de educación superior no deben ser con fines de lucro, la ley debe respetarse. La ley es estúpida, pero debe cumplirse. La idea de "transparentar el lucro" debe desecharse. Si bien implica un atentado a la libertad de emprendimiento, acá se ha violado el espíritu de la ley y esto es inaceptable. El gobierno, como parte de las negociaciones, debiese abandonar este frente y conceder. Luego, discretamente debe sacar el gabinete al ministro Joaquín Lavín, quien tiene intereses en una universidad privada que ha vulnerado la ley.

Sin embargo, del otro lado también deben aflojar en algo. La Oposición debiese asumir que no tiene mucho sentido el "socialismo educativo". ¿Quién gana cuando unos le pagan a otros? Nadie. Un acuerdo que ponga punto final al conflicto debe firmarse sobre el compromiso de que ninguna familia de un estudiante incurra en gastos excesivos para financiar la educación universitaria de sus hijos, y que ningún estudiante se endeude peligrosamente.

El motivo para evitar el endeudamiento es más bien de carácter técnico. Un profesional recién egresado que deba devolver un enorme préstamo corre riesgo de ser incapaz de cumplir con los pagos (como éste es el caso, la tasa de interés refleja ese riesgo). Si esta situación afecta no a uno, ni a dos o tres, sino a generaciones enteras de egresados, todo el sistema peligra porque se genera una "burbuja". Se acerca una gran crisis económica y los jóvenes que no encuentren trabajo se declararán masivamente en "default", lo que causará una asfixia del sistema cuando dejen de percibirse las devoluciones de los préstamos. Si es moral o inmoral endeudarse de por vida es un asunto que lo dejamos a otros ya que por naturaleza Chile Liberal no tiene interés en cuestiones morales (somos amorales). Pero que se inflen burbujas delante de nuestros propios ojos es algo que no podemos aceptar y que nos conmina a actuar.

La Confech, luego de meses esgrimiendo el gran apoyo ciudadano, ve cómo éste se desvanece. El apoyo de la masa siempre es efímero. Tuvieron en su momento al gobierno con mucho que perder pero dejaron pasar la oportunidad de concretar. Ese momento ya es un lejano recuerdo. La realidad ahora muestra que el apoyo ciudadano les juega en contra: una aplasante mayoría quiere que ser termine la movilización. Absurdamente, abandonaron la mesa de diálogo y se quedaron no sólo huérfanos de apoyo ciudadano, sino con nadie en puestos de poder que los escuche. La Oposición, mientras tanto, comienza las tratativas con el gobierno. La Confech está condenada a convertirse en una irrelevancia por culpa de sus propios errores (no aprovechar el momento, extender ad nauseam el conflicto y patear la mesa de diáogo).

En síntesis, abolir el lucro es algo que puede conseguirse. Pero la gratuidad universal no. Mientras no haya un argumento convinencente para socializar el pago de aranceles, debe primar el criterio más sensato que es considerar la elección de una carrera un acto de decisión individual. Nadie debe quedarse sin acceso a la universidad por no poder pagarla, pero eso no significa que deba socializarse su costo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La disputada compra de un cacho

El populismo de Piñera está a punto de destruir la reputación ganada estos últimos 20 años.

El aumento de regalías mineras, incluso la expropiación de faenas, son temas altamente emotivos. Anglo American PLC, un coloso sudafricano de la minería, ha vendido la mitad de “su mitad” de la participación en Anglo American Sur (AAS, ex Disputada de Las Condes entre otras minas) a Mitsubishi, un conglomerado japonés, lo que ha revivido las peores pasiones en el electorado chileno que ya clama por usurpar las inversiones extranjeras tal como lo hizo Allende en 1971 con la venia unánime del Congreso Nacional y del electorado. La historia está a punto de repetirse, y ya conocemos las consecuencias trágicas.

En 1971 Chile era más ignorante, más pobre y más bananero. Hoy, ya no vivimos la contienda ideológica del pasado, estamos mejor educados (los ex miristas son políticos mainstream) y somos más prósperos, pero Sebastián Piñera nos muestra que lo bananero no se nos pasa.

¿Por qué Anglo American ha vendido AAS? ¿Cuáles son las implicancias? ¿Qué culpa tiene la administración de Piñera en este fiasco? ¿Cuál es la solución? Todo esto vamos a abordarlo en este post, y si bien caeremos en omisiones groseras y simplificaciones hasta el absurdo, la idea sólo es ser objetivo y no tomar parte ni con el gobierno ni con el populacho, ni menos con los inversionistas, sino clarificar y agilizar la narrativa para finalmente demostrar que el populismo de Sebastián Piñera y la cobardía intelectual de la derecha —si es que tiene intelectualidad— son los principales culpables del fiasco de la venta de AAS.

Empecemos por el final
Como el tema es algo complicado, comencemos con un resumen: Codelco anuncia que va a ejercer su opción de compra de un 49% de Anglo American Sur (AAS) a Anglo American PLC (Anglo), a lo que tiene Chile perfecto derecho por contrato. Esta opción es una ventana que sólo se abre cada cierto tiempo, y la próxima oportunidad de ejercer la opción de compra es en enero. El precio que anuncia Codelco es la baratija de $6,75 bn, muy por debajo del valor real.

El repentino anuncio le cayó como balde de agua fría a Anglo, ya que Chile nunca había manifestado intención de ejercer esa añosa,  y casi olvidada opción de compra sino hasta ahora, salida de la nada. Para no perder, Anglo reacciona rápidamente y vende un 24,5% de su participación a Mitsubishi, algo que igualmente se ajusta al contrato, y le dice a Codelco “pueden comprar el 49% que les corresponde, pero ahora esa parte está repartida entre nosotros y Mitsubishi”. En ninguna parte el contrato impide a Anglo vender parte de AAS. Codelco reclama que Anglo actúa de “mala fe”, porque vende más caro justo antes que llegue el momento que Codelco ejerza la opción de compra. En este artículo, Chile Liberal demostrará que es Codelco el que actúa de mala fe y sólo motivado por el populismo y la agitación social interna del país.

Chile, ex socio confiable
AAS es la ex mina Disputada de Las Condes, entre otras. Fue vendida por el gobierno militar por míseros $90 m. a Exxon, donde la opción de compra estaba establecida en el contrato. ¿Por qué tan barato? Porque el cobre es una actividad intensiva en capital, que requiere enormes inversiones y las utilidades son a largo plazo, si es que hay. Chile era una lúgubre dictadura bananera sudaca, altamente riesgosa, que en cualquier momento podía sucumbir ante un autogolpe o su líder bananero podía ser asesinado y caer en tumultos. Dicho en simple: invertir en la oscura nación sudamericana era un riesgo. El valor de Disputada reflejaba la triste realidad. Después de más de dos décadas sin grandes utilidades, Exxon vende a Anglo. Codelco hoy, el 2011, quiere comprarla.

Pero muchas cosas ocurrieron desde entonces. Contra todos los pronósticos, Chile se ha convertido en una nación próspera y paradigmática, una democracia no ejemplar pero aún en desarrollo, y promete mucho. Su estabilidad política es elogiada por todos. Invertir en Chile no despierta ninguna suspicacia, y mejor aún, el precio del cobre irá en alza. “Inviertan en Chile”, es el grito de la clase política criolla.

Anglo se dejó llevar por al canto de sirenas y ha invertido en esta “Suiza sudamericana” la no despreciable suma de $2,8 billoncitos para por fin agilizar la producción y algún día ver utilidades en ese “cacho” llamado AAS, que promete y promete, pero no pasa nada con las utilidades. Para que se hagan una idea, Chile vale unos $170 bn, y sólo Anglo invierte 2,8.

No obstante, los inversionistas de Anglo pusieron el grito en el cielo, “¡cómo se le ocurre al directorio invertir tanto en ese país de mierda!”. “¡Tranquilos”, dice la CEO, Cynthia Carroll. “Los conozco a los chilenos, son un país confiable. No tienen interés en meter tanto dinero en el cobre, a lo sumo nos subirán los royalties, pero nada más”, explica, aunque sin convencer. “¡Y esa opción de compra, qué!”, insisten los inversionistas. “Nada, está ahí como reliquia de la venta en 1978, es imposible que la ejerzan”, les dijo la CEO. “Se pasarían de huevones los chilenos para decir que nos van a comprar ahora, después de toda la inversión que hemos hecho. ¡Sería un acto de mala fe!”.

Mientras tanto en Santiago…
¿Suiza de sudamérica? ¡Las pelotas! Unos estudiantes son capaces de poner el país de rodillas. Las fotos provenientes de Chile son de violencia, carros lanzaaguas, gas lacrimógeno, una educación paupérrima y denuncias por violación de derechos humanos por el acto inconcebible de apalear a un huevón que tira molotovs para mejorars la educasion. El grito de guerra es que la educación se las paguen otros, es decir, los mismos inversionistas de Anglo que advirtieron que lo de Chile era riesgoso. Ahora la plata iría derecho a cualquier cosa menos a aumentar la producción de AAS y aprovechar los altos precios de las commodities. Mientras, empoderados, los estudiantes exigen que ministros renuncien, que se les muestre a ellos el presupuesto para dar su visto bueno, e incluso juguetean con hacer que renuncie el gobierno. Una República Bananera en todo su esplendor.

En un acto de claudicación final ante las protestas masivas, el gobierno decide empezar a meterse en las inversiones en Chile, y anuncia que va a comprar AAS. Cynthia Carroll casi se cae de poto. Claro, el presidente de Chile ya se veía anunciando al país que él “renacionalizó el cobre”, y así se llevaría el aplauso de la galería. Nadie contaba con esta jugada de Codelco, que no es sino una extensión del gobierno. La única motivación para esto ES política, como correctamente apuntó Cynthia Caroll.

Pero acá viene el quid de la cuestión. Esto es lo que nadie les va a decir. Olvídense que por contrato, AAS puede vender y que si lo hace es de mala fe, porque la más mala fe es anunciar que van a ejercer la oxidada y casi olvidada opción de compra: éste es el verdadero acto de mala fe. Y peor, gatillado por una razón muy simple que los cobardes en Chile no se atreven a decir (prefiero tratarlos de cobardes antes que de ignorantes): el precio al que Codelco puede comprar se calcula según las utilidades de los 5 años anteriores, que sería apenitas $6 bn, precio que anunció Codelco. Todo el mundo de buena fe sabe que la empresa no vale eso porque no refleja las utilidades futuras ni menos aún después de los $2,8 bn invertidos por Anglo. Codelco aduce que “nos basamos en el contrato”. Para no quedar como negligente ante sus inversionistas, que le pidieron a Carroll que no fuese huevona y que comprase a Chile la jurásica opción de compra porque los bananeros en cualquier momento podrían resucitarla, y como quedó en ridículo, rápidamente reaccionó y vendieron una parte a Mitsubishi. Noten que el 24,5% de AAS Anglo lo vendió en $5,39 bn, mientras que Codelco quiso pasarse de listo comprando todo el 49% a $6 bn.

La pregunta es: ¿quién ha actuado de mala fe? ¿Anglo? , vendiendo su mitad a precio real, algo ajustado al contrato, después de billonarias inversiones, ¿o Codelco, intentando sacar una opción de compra del baúl del olvido para adquirir barato una empresa luego de fuerte inversión y calculando el precio según las utilidades pasadas?

La jugada política
Lejos de andar con mariconadas, la CEO viajó a Chile para reunirse con Piñera o el ministro de minería o con quien quisiera recibirla. Ninguna alta autoridad tuvo el coraje de darle audiencia. Correctamente, ella ha denunciado que detrás de estas jugadas de Codelco hay una motivación política. ¿Alguien duda que la agitación social que enfrenta el gobierno causó este fiasco? Peor aún, ella llamó cobardes al gobierno y se fue furiosa al ver que nadie la recibió. “Den la cara”, dijo desafiante al gobierno mediante la prensa.

Anglo necesita ahora más dinero que nunca ya que ha comprado De Beers a la familia Oppenheimer en una movida que ha acaparado atención mundial. Lejos de ser éstos últimos unos cochinos magnates, han sido tradicionalmente una familia que ha abrazado causas liberales y uno de los más férreos opositores al asqueroso apartheid en su Sudáfrica natal y financistas de grandes obras relacionadas con la educación.

Anglo es una empresa que se debe a sus inversionistas, así como el gobierno se debe a sus electores. Anglo necesitaba justo ese dinero para comprar De Beers y concentrarse aún más en el jugoso negocio de los diamantes, mucho más rentable que el cobre.

Si Chile quiere acusar “mala fe”, debiese primero admitir que quisieron cagarse a Anglo pero que el tiro les salió por la culata. Lejos de andar con oscuras movidas, Anglo salió a dar la cara, mientras los del gobierno se escondían. Si este gobierno no ha tenido las bolas para enfrentar a unos estudiantes movilizados, menos aún podrá dar la cara ante un fiasco internacional que está a punto de destruir el recurso natural que más debe explotar Chile: su reputación. “Los inversionistas extranjeros están observando”, remató Carroll. Ouch.

La única solución aquí es sincerarse y reconocer que es ridículo el precio al que Codelco iba a ejercer la opción de compra. Tendrán que ambas partes llegar a un acuerdo en el que el gobierno verá caer su popularidad a -99% y renunciar a la opción de compra, y hacer el ridículo ante el electorado, pero da lo mismo porque ya han hecho el ridículo muchas veces. Sino, limitarse a comprar el 24,5% restante. Si Codelco compra el 49% de AAS a Mitsubishi y Anglo, el único perdedor será el contribuyente chileno, y el único ganador será Diego Hernández, presidente ejecutivo de Codelco y ex ejecutivo de Anglo. Chan chan.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Y ahora, se cierne el "otoño árabe"





Toda dictadura está condenada, por el avance de la razón y el anhelo de libertad de cada individuo, a desaparecer. Los autócratas árabes lograron una tensa paz y un mínimo de desarrollo económico, como el criminal de Pinochet en Chile, pero cuando aquello se logra, las gentes comienzan a cuestionar a la autoridad y empieza a fermentar el ánimo libertario. O sea, incluso cuando una dictadura es "exitosa", siembra las semillas de su propia destrucción. Los árabes lo saben muy bien y salieron en masa a exigir la caída de sus dictadores, mientras el mundo en shock trataba de comprender cómo podía una inserrucción espontánea en países "musulmanes", acelerada por las redes sociales, lograr lo que tarde o temprano debe llegar: el fin de la tiranía. El año 2011 será recordado como el de las emancipaciones a través del globo, y comenzaron nada menos que en el norte de África. Pero el año 2011 ya termina y se viene el 2012. ¿Qué podemos esperar?

Por supuesto, nadie podría creer que esto era cosa de reclamar más libertades políticas e individuales, salir a la calle, y que luego la democracia caería como una lluvia dorada en que todos se maravillarían y abrazarían en un éxtasis de felicidad, y que ése sería el fin de la historia. Nada de aquello.

¿En qué quedó la primavera árabe? Pues la pregunta mantiene su respuesta en suspenso. El hueso más duro de roer fue, como era de esperarse, la más maniática de todas las tiranías de la región, la de Muammar Gaddafi, quien murió ajusticiado a manos de los mismos freedom fighters, provenientes de Bengazi, que incitaron la revuelta popular. Ahora el país queda al mando el Consejo Nacional de Transición. Lo primero que hace su líder, Mustafa Abdul Jalil, es declarar que la leglación del país se basará en el islam. ¿Fue todo esto, al final, el trueque de una tiranía por otra? ¿Tiene razones la ultraconservadora Marine Le Pen (amiga del tea Party, noten) para burlarse de la campaña libia de Sarkozy y la OTAN? Pues queda la duda. No es posible saberlo.

Es absurdo creer que una religión es un dique natural contra los excesos de un tirano, como creen los clericalistas, porque una democracia sana sólo florece en un sistema laicista. ¿Tenemos moral para criticar al CNT libio cuando en occidente abundan los partidos "cristianos", o cuando gente como Sebastián Piñera defiende el "humanismo cristiano" o el presidente de EEUU en cada discurso invoca a dios? ¿Acaso el cristianismo es una religión más amorosoa y buenita que el islam? Difícilmente.

La situación es más crítica aún en Egipto. Varios blogueros (Maikel Nabil, Imad Bazzi, entre otros) han sido arrestados por la Junta Militar de Transición, que, predeciblemente, a poco andar se convirtió en una dictadura que justifica todos sus excesos para imponer el orden, tal como Pinochet y la Junta en Chile se dedicaron a matar civiles no armados con la excusa de restaurar la estabilidad, algo que es desde luego completamente inaceptable. Cabe repetirse la pregunta: ¿valió la pena la revolución en Plaza Tahrir para terminar con los militares goberando por bandos?

Cuando un grupo de cristianos defendió a unos musulmanes, pues varios me apuntaron con el dedo mostrándome que las religiones son muy lindas, son sanas, son una cosita así rica que ¡ay! nos da amor y besitos, y nos enseña a ser personitas buenitas y va-ló-ri-cas, con prin-ci-pi-os. ¿Bonito no? Muy coqueto y dulzón. Salvo un detalle: a poco andar, cristianos y musulmanes empezaron a enfrentarse en grescas callejeras. Es ahí cuando Chile Liberal se caga de la risa, pero inmediatamente sacudimos la cabeza y nos preguntamos si toda la bazofia religiosa terminará por sepultar el espíritu revolucionario, y si acaso cuando las gentes vean que quienes gobiernan son unos traidores, no se retirarán a sus casas desmolarizados, dejando la pista despejada para quién sabe qué locura ideológica imponga nuevamente una dictadura.

En el otro foco, el caso de Túnez es el más llamativo. Probablemente todo lo que falló ahí lo representa la salida de Slim Amamou, un blogger que fue uno de los más renombrados durante las protestas que estallaron después de la inmolación de Mohamed Bouzazi, el joven profesional que vendía frutas en Sidi Bouzid, arrestado por la policía del régimen y condenado a pagar una multa por ganarse la vida. Slim Amamou tiene una fuerte resonancia en este sitio. El tipo trabajaba en el sector de la informática y gastaba su tiempo libre escribiendo sobre política en su blog. Cuando cayó el régimen, lo llamaron a formar parte del nuevo gabinete, ante el aplauso de todos: una nueva era comenzaba. Amamou luego comenzó a exigir ya no sólo elecciones, sino que mostró su carácter iconoclasta proponiendo medidas radicales: despenalizar el acceso a material pornográfico y legalizar la marihuana. Le hicieron la vida imposible porque ya saben eso no es libertad es "libertinaje" y atenta contra la tradición de los valores religiosos que son tan lindos, y al final, fiel a lo que considera el real espíritu de la revolución, Amamou renunció al gabinente y comenzó a formar un grupo opositor.

A pocas semanas del triunfo del partido islamista Enhada, una turba furiosa se tomó el canal de TV estatal que cometió la herejía de exhibir el film Persépolis, del que ya hemos hablado en Chile Liberal. Lo señores dueños de la moral y los valores no van a permitir que la sagrada religión sea cuestionada de ninguna manera. Poco alentador es lo que vendrá en Túnez (dicho sea de paso, Vuestro Humilde Servidor está invitado a un casorio en Túnez el próximo año, les contaré todo en este blog).

Es probable que la religión sea la única forma de aglutinar a un pueblo masacrado y brutalizado desde siempre, y que ante la falta total de una intelligentsia, cuando no hay intelectuales ni pensadores ni autores ni columnistas, sean los señores (siempre hombres) de impecables valores religiosos (!) los que nos muestren la verdadera moral a los patanes. Aunque sabemos mejor que nadie que una teocracia siempre será una dictadura: no hay democracias teocráticas. Quizás por eso, a los países árabes debemos darles por un lado el beneficio de la duda, y por otro no dejarlos abandonados a su suerte porque, tal como Chile fue ayudado para transitar a la democracia, ellos también necesitan de la colaboración internacional hasta que logren construir una verdadera cultura política. No podemos permitir que gentuza como Marine Le Pen se burle, ni se les puede dar la razón, porque no la tienen, no la han tenido, y jamás la tendrán.

Pero también hay que ser realistas, y así como va la cosa, la primavera árabe ya es historia, y el verano ya terminó. El otoño árabe ha comenzado.