domingo, 29 de julio de 2018

Agua en Marte

This sickening taste
Homophobic jokes
Images of fascist folks
Beam me up
'Cause I can't breath
Spaceman
I always wanted you to go
Into space, man
Intergalactic Christ


"Spaceman" (1996), Babylon Zoo


El descubrimiento de agua en el planeta Marte reabre interrogantes respecto a la propiedad sobre los recursos naturales y la libertad individual en el planeta Tierra

Nos enteramos que la Agencia Espacial Europea ha descubierto agua en Marte. Un tema de tal magnitud para el ciudadano de a pie no podría ser obviado acá en Chile Liberal. Los sempiternos aguafiestas aducirán que la presencia de agua en el Planeta Rojo ya se infirió hace varios siglos. Correcto. En realidad, si bien la noticia no deja indiferente, el agua en Marte y sus consecuencias en la Tierra nos invitan a reflexionar sobre nuestro pasado y a redescubrir principios liberales no muy bien acendrados.

Desde que el Homo sapiens ⎯especie a la que pertenece el autor de este blog y sus lectores⎯ apareció sobre la faz de la Tierra se ha preguntado cómo llegar a la Luna y las estrellas. Partiendo por los zigurat en Mesopotamia hasta el observatorio ALMA en Atacama en la actualidad, pasando por los heréticos descubrimientos de Galileo ⎯le valieron malos ratos con la iglesia llamada "universal"⎯, los humanos buscamos entender nuestra propia vida observando el movimiento de los planetas. Cuando Neil Armstrong bajó del Apollo 11 y finalmente pisó la superficie lunar puso fin a la Edad Contemporánea y empezó la Era Espacial. Momento cúlmine en la Historia. Apenas "un pequeño paso para un hombre pero un salto gigante para la humanidad", ciertamente, aunque no sirvió una mierda.

Todo el enorme gasto en la carrera espacial por parte de EEUU y la desaparecida Unión Soviética fue esencialmente una pugna política. Era de particular interés para los capitalistas norteamericanos porque obligaba a los rusos a gastar una cantidad monumental de dinero en algo inútil, perturbando aún más la ardua tarea de los planificadores comunistas que buscaban evitar el anunciado colapso económico de la improductiva economía soviética. Cuando la URSS finalmente se desplomó, EEUU  por su parte secó el presupuesto de la NASA.

El excéntrico empresario Elon Musk, probablemente el más grande héroe libertario de la actualidad ⎯ocupando el vacío que dejó Steve Jobs⎯ ha planteado una nueva carrera espacial pero esta vez desde el mundo privado. La empresa SpaceX ⎯que pareció una mera peladura de cables⎯, avanza a paso firme hacia el objetivo final que es transportar Homo sapiens desde la Tierra para colonizar Marte. Para eso es esencial al menos tener algo de agua por esos lares. Y agua ya se ha encontrado.

Esto nos plantea algunos desafíos filosóficos e ideológicos. ¿Qué pasará cuándo SpaceX logre su cometido? De hecho, ¿quién es el dueño del agua en Marte? Si la NASA o la Agencia Europea visualizaron primero Marte, ¿son ellos capaces de ejercer algún derecho de propiedad en el Planeta Rojo? Antes de preocuparnos de la propiedad de Marte valdría la pena aclarar quién es el dueño de la Antártida, el último lugar sin soberanías nacionales en nuestro planeta, o quiénes son los dueños del agua y de los recursos naturales en los países ya consolidados acá en la Tierra.

Por supuesto que la instalación de una colonia humana en Marte nos retrotrae al descubrimiento de América y la era de los colonialismos terrícolas. En el fondo, llegar a Marte no será muy distinto al asentamiento en los lugares remotos en la Tierra. ¿Qué derecho tenían los Conquistadores ibéricos o los Padres Peregrinos sobre el Nuevo Mundo? Ahí ya había habitantes, ¿qué derechos tenían esos habitantes iniciales sobre las tierras y los recursos naturales cuando emigraron desde Asia por el Estrecho de Bering o en embarcaciones desde la Polinesia? Sospechamos que los Padres Peregrinos terrícolas del primer SpaceX que llegue a Marte no encontrarán marcianos porque sino ahí la cosa se pondrá difícil: esclavitud, encomienda, o guerra civil. Incluso guerra interplanetaria.

Cabe preguntarse además quién gobernará Marte. De seguro todo empezará allí como una idílica sociedad de pares en que primará la igualdad y todo será bonito. Pero tal como ocurrió en la Tierra, el día en que el primer huevón allá sea capaz de comprar la capacidad de trabajo de otro ahí entonces alguien acumulará más capital que el resto, podrá controlar los medios de producción y lo próximo que sabemos es que nacerá el POM, Partido Obrero Marciano. Para evitar sobresaltos y asegurar una buena gobernanza en ese planeta ya nuestro senador Guido Girardi se ofreció para ser el Gobernador de Marte

Pero lo central es detenerse en el espinudo tema de la propiedad privada en Marte. John Locke, un pensador ilustrado inglés, ya caviló sobre estas materias en este lado del Sistema Solar en 1689 cuando publicó sus entretenida obra Dos tratados sobre el gobierno civil, en donde establece el famoso homestead principle

Lo anterior se reduce más o menos a que si tú eres dueño de ti mismo, o sea de tu propio cuerpo (y no prestas el cuerpo como arguyen los conservadores) y con ese cuerpo puedes aplicar trabajo a un recurso natural, entonces tú mismo te conviertes en el flamante dueño de ese recurso ya que legítimamente has hecho apropiación sobre él. En otras palabras, si caminas hasta un lago y vuelves con un balde de agua, puedes vender esa agua (o hacer un trueque) ya que la paja de ir a buscar agua y traerla es trabajo que realizas por ti mismo, y esa agua y el trabajo aplicado es tuyo. Si luego puedes emplear la fuerza de trabajo de otros y apropiare así de todo el lago, entonces eres dueño del agua. Por tanto, el agua no sería un "bien público" como aducen algunos hoy, si bien Locke no llega a ese extremo y sí establece que esa propiedad es legítima en cuanto puedan otros beneficiarse o quede propiedad para que otros también la ejerzan.

Así más o menos podemos empezar a entender quiénes serían los dueños del agua descubierta en Marte. Podríamos empezar a configurar como se harían los loteos de parcelas marcianas. Lo paradójico es que todos los que añoramos irnos de la Tierra para fundar un genuino nuevo orden libre en otro planeta estamos repitiendo el espíritu de los Padres Peregrinos y de los settlers y pioneros en Norteamérica, gente que en esos años huía de la opresión e intolerancia religiosa en la vieja Europa de rancias aristocracias y derechos de propiedad heredados de una generación a otra por una misma e inmutable clase dominante. 

América del Norte ofrecía una tierra por conquistar donde primaría el esfuerzo y la superación individual. Pero el proyecto guateó. Norteamérica hoy es una vulgar socialdemocracia donde los que ahí habitan, incluso quienes allí emigran, exigen "derechos sociales" en desmedro del verdadero espíritu americano, de raigambre protestante, individualista y anglosajona. 

Ni hablar del sur del Rio Grande donde desgraciadamente replicamos el orden medieval europeo y los derechos de propiedad aún lo ejerce la misma aristocracia castellano-vasca desde que se proclamaron las repúblicas emancipadas de la monarquía ibérica. O sea, empezamos mal y así nos ha ido.

Subirnos todos al nuevo Mayflower que construirá SpaceX será una nueva chance de irnos a otro mundo para esta vez sí crear una sociedad realmente libre, donde la iniciativa personal y el espíritu de superación pueda más que el socialismo, los derechos sociales y la opresión gubernamental, y sea un planeta de individuos auténticamente libres. No descarto que todo quede nuevamente en utopía y la historia se repetirá como tragedia.

lunes, 16 de julio de 2018

París es una fiesta



Paris est une fête se llama la recopilación autobiográfica de Ernest Hemingway. Una fiesta es lo que se desató ayer cuando culminó el partido Francia versus Croacia en que Les Bleus se impusieron 4 x 2, y ahora en el maillot bleu resplandecen dos estrellas. 

Fiesta no se vivió en Chile cuando la desidia y la indisciplina le ganaron al rigor y al sacrificio, más una dosis no menor de altanería, receta fatídica que condenó a La Roja a ausentarse de la Copa del Mundo Rusia 2018. Este es un blog de larga data y podemos revisitar algunas de nuestras opiniones pasadas. En algún momento Chile Liberal se habría jactado de sus dotes premonitorias. Hoy, con más modestia, sólo nos remitiremos a decir que sí, en algunas cosas acertamos, a veces.

Cuando Chile ganó la Copa América el 2015 ya advertimos que la continuidad de los logros estaba en peligro"saquen a Sampaoli hoy por la puerta ancha, y busquen un remplazante para la nueva etapa", recomendamos. ¿Lo hicieron? No. ¿El resultado? Sampaoli partió abruptamente dejando en ascuas el proceso clasificatorio mientras a la rápida se debió nombrar a J. A. Pizzi ⎯un caballero del fútbol que no pudo ante la indisciplina de la Banda Pitillo entre otras estupideces⎯ y todo indica que seguimos el derrotero de la generación dorada del tenis. Es decir, no habrá recambio ni continuidad.

Un fracaso continental
Pero más preocupante aún ha sido evidenciar lo que ya vaticinamos el 2010: la brecha entre el fútbol sudamericano y el europeo es sideral. Esto no es sino el reflejo de una situación anómala que atañe directamente a la Selección de Chile y es que los futbolistas latinoamericanos deben obligadamente emigrar a Europa para ser parte de la elite deportiva. Ningún europeo emigra a Sudamérica. Las selecciones locales son subproductos del fútbol europeo.

Las ligas de fútbol locales son malas por la incultura de jugadores e hinchas. Los deportistas sufren de sobrepeso. Es en Europa donde recién aprenden a comer pasta al dente y no meros fideos recocidos. Los dirigentes son una cáfila de corruptos. 

Y como dijimos en nuestro post, el problema fundamental del fútbol chileno a nivel de selecciones radica en la falta de envergadura física. Varios se enojaron conmigo y me descalificaron. Uno de los más brillantes jugadores chilenos, Alexis Sánchez, no es más alto que una de las mascotas del equipo, un preadolescente. 

Así el fútbol latinoamericano acabó por cumplir un triste papel en Rusia 2018, con equipos que apenas fueron hacer actos de presencia, como Panamá o Perú, otros que fueron un espectro, como Colombia o Uruguay. Se dice que el Mundial es la Eurocopa más Argentina y Brasil. Las presentaciones caóticas y discretas, respectivamente, de estos dos últimos nos llevan a concluir que el Mundial en las fases finales es sólo la Eurocopa. Y si la FIFA no actúa, el Mundial será relegado a un segundo lugar por la Eurocopa.

La lápida la puso ahora el arbitraje con asistencia por video, que va a desterrar las vivezas y picardías latinoamericanas. 

Ángel Di Maria festeja un tanto ante Francia mostrando en un gesto el tamaño al parecer descomunal de sus testículos. Esto se llama "tener huevos". No es un espectáculo familiar el que ofrecen los latinoamericanos, sin hablar de un Maradona drogado en las tribunas. Un jugador argentino de básquetbol tiene el panorama claro cuando declara que no todo se gana con huevos. Sudamérica debe subirse el tren del ultra-profesionalismo en el fútbol, entendido como un espectáculo y una justa atlética de altísimo nivel, que comienza con un trabajo a conciencia desde cadetes.

En el cénit del balompié se encuentra hoy la Selección de Francia. El sorprendente Mbpappé, de apenas 19 años, corre con balón a 38 km/hora. Podría igualar a la leyenda jamaicana Usain Bolt en los 100 metros. Mientras en Chile tenemos jugadores obesos y pretenciosos, el joven y aterrizado Mbappé dona las merecidas recompensas pecuniarias a organizaciones de caridad. 

Una Selección multicolor
La composición multicultural y multiétnica de la selección francesa es una de las cuestiones que más fascina a los chilenos, especialmente después del retintín asqueroso que dejó en los oídos de toda una generación el comentario de Jean Marie Le Pen en 1998 asegurando que el equipo campeón de entonces no representaba la Francia real. 

El choque entre Francia y Croacia, y el aplastante triunfo de los galos sobre los balcánicos, además del 3er y 4to lugar para Bélgica e Inglaterra ⎯dos equipos también multirraciales⎯ demuestran que la Vieja Europa abierta a la inmigración es mucho más vital que la Europa Post-comunista. Más pobre materialmente, sin una tradición democrática ni de libertades individuales producto de los terribles años de hegemonía soviética, sus ciudadanos son menos diversos, cerrados y muy poco tolerantes, y ahí quedó demostrado que a pesar del enorme tesón de los croatas simplemente no pudieron ante el crisol de razas galo.

No hablemos sólo de los de color. De hecho, Griezmann es de origen alsaciano-alemán y portugués, Hernández y Lloris de origen español, lo que a nadie debe sorprender ya que Francia, cuna del espíritu revolucionario y de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, promulgada ese histórico año 1789,  siempre ha sido una tierra de acogida para los perseguidos del mundo. Croacia, al contrario, es una tierra de emigración, lo saben en Magallanes y Atacama. Un país donde se respetan los derechos personales son lugares que atraen gente, y así enriquecen su capital humano.

Marine Le Pen, líder actual de la ultraderecha francesa (hoy peleada con su padre), declaró el 2017 que la inmigración en Francia "ha engendrado el prospecto de una guerra civil". Pasadas ya un par de horas desde que el equipo ayer levantó el trofeo, y hasta hace instantes hoy lunes en que el equipo fue recibido por Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, no he visto nada que se parezca a una guerra civil sino todo lo contrario, he visto a todo el país arrojarse a las calles a danzar y vitorear porque se ha ganado más que una copa, es un proyecto país, expresado en algo tan aparentemente absurdo como correr detrás de un balón para marcar goles, el que ha triunfado. París es una fiesta, y que siga la fiesta. 


domingo, 8 de julio de 2018

Auge y caída de Baradit

It's a dirty story
of a dirty man


"Paperback Writer", The Beatles


El escritor chileno Jorge Baradit se autodestruye a punta de tweets

Un día recorriendo el centro de Santiago, el año pasado, hurgando y buscando libros, me llamó la atención que se vendieran varios de un tal "Jorge Baradit". Un librero amigo me explicaba que era un verdadero "fenómeno de ventas". Le eché una ojeada a una colección de cuentos que estaban tan mal escritos que me pregunté qué demonios pasa en Chile. Como país hemos dado a la humanidad algunos grandes futbolistas, tenistas, científicos, políticos, artistas varios e incluso cineastas, pero si en algo somos una tierra portentosa es en la prolífica cantidad y excelente calidad de los escritores que hemos dado. El último ha sido Roberto Bolaño. Ser escritor chileno conlleva cierto peso y por lo mismo, cierta responsabilidad.

Baradit vende libros y ha ganado dinero lo que me parece excelente. No voy a desdeñarlo por eso ( como varios hacen contra Isabel Allende). Le vi unos cuentos malos y una prosa deslavada. Cuando ya no tenga un solo Balzac más que leer, cuando acabe todos los libros de la gran literatura clásica francesa e inglesa, ahí recién le echaré mano a la lista de algunos contemporáneos que quizás merezcan mi tiempo. Baradit no está en mi lista y calculo que nunca lo estará. No obstante, sí me di el trabajo de ver algunos de sus programas y entrevistas y quedé estupefacto del nivel de idiotez en que hemos caído. 

Lo que hace Jorge Baradit respecto a la historia de Chile es altamente peligroso. Esto exige una explicación cuidadosa. El historiador como tal es alguien que recurre a los documentos escritos y a las fuentes y a partir de ellos nos cuenta la historia: nos narra el pasado. Por ejemplo, si accedes a las actas del Senado en Roma y a las declaraciones de impuestos, puedes reconstruir los acontecimientos de la República de Roma y contar su historia. Este es el trabajo de un historiador de verdad.

En su labor es absolutamente esencial que el historiador sea neutral y que se abstenga de emitir  juicios de valor. El error más brutal de los historiadores aficionados es el de juzgar la historia ⎯el pasado⎯ con los parámetros éticos actuales. Describir, por ejemplo, la esclavitud es una cosa, pero es esencial recordar que los esclavistas existieron desde siempre y que mucha gente de bien alguna vez pensó que bastaba tratar bien a los esclavos. Tú no puedes empezar a juzgar hoy a quienes se opusieron a abolir la esclavitud en el pasado cuando ha sido muy reciente el repudio universal del uso forzado de trabajadores como una de las más grandes asquerosidades de la humanidad.

Pues bien, el peligro de Baradit radica justamente en hacer una explosiva mezcla de dos errores: hacer creer que cuenta la historia cuando en realidad narra un mero refrito del trabajo de historiadores, y empieza luego a retrotraer elementos del presente para juzgar el pasado, sacándolo de su contexto histórico, y peor aún, instrumentalizándolos para fundamentar su postura política. Leer a Encina ⎯uno de los más grandes historiadores chilenos⎯ y decir lo mismo pero en entrete y añadir anécdotas simpaticonas y referencias político-sociales actuales es bien penca. 

Más aún, como es un tipo ameno y un gran orador, crea una ilusión de historia que entretiene, y ahí construye teorías conspirativas para develarlas y erguirse él mismo como el liberador de nuestras mentes. En el fondo, lo que Baradit sí hace muy bien es literatura, vale decir, inventar historias. Escritas o no, eso da lo mismo. La literatura "escrita" es sólo un reflejo de la literatura oral. Incluso la tv puede ser literatura, o la lírica (como lo demuestra el nóbel a Bob Dylan). Lo que hace Baradit no es ni historia, ni divulgación histórica. Pero disfrazada de historia y recurriendo a la distorsión y el selectivismo. O sea, superpone ficción y no ficción y ahí te pierdes. No sé en qué estantes pondrán las librerías su Historia Secreta de Chile, yo creo que bajo Ficción. Baradit ha hecho de la historia un híbrdo entre ficción y realidad.

Les voy sólo un ejemplo para mostrar la ramplonería en la que cae (prefiero esto a acusarlo de perverso). Este señor lo escuché una vez hablar de genocidio de mapuches y de cuestionar la "Pacificación de la Araucanía" como una de las grandes atrocidades de la historia de Chile. Según él, los mapuches eran gente que vivía "en perfecta armonía con la naturaleza" y fueron asesinados bajo el mando de Cornelio Saavedra, descrito como un rufián desalmado: un nazi antes de los nazis. 

Por supuesto que Baradit busca en el fondo un nexo con la banda de criminales que actualmente causa estragos en la región de la Araucanía, un hecho que como ya explicamos en este sitio responde al fenómeno post-Soviético de búsqueda de luchas por parte de la izquierda dura huérfana de causas. De algún modo, se apoderaron de la "causa mapuche" elementos anticapitalistas y maoístas que exacerban el etnicismo ante el surgimiento de la clase media y el consiguiente fin de la lucha de clases, que fue su bandera de lucha. Baradit les da un apoyo intelectual contándonos cómo los "mapuche" (sin s final) han sido masacrados, al parecer, desde siempre.

Un poco de honestidad intelectual obligaría a Baradit sopesar lo ocurrido en Chile respecto a otros países similares. La Pacificación de la Araucanía y Cornelio Saavedra fueron una taza de leche comparada con la Conquista del Desierto llevada a cabo en Argentina en la misma época, en especial la campaña comandada por Julio Argentino Roca, considerado hasta hoy como el más grande criminal de Argentina. Ni hablar de Uruguay y la Matanza de Salsipuedes, un auténtico genocidio tal cual los hemos conocido a lo largo de la historia. Aquí es donde le falta rigor en su ánimo por entretener.

Haciendo un uso selectivo de los hechos, Baradit deja de lado la rebelión instigada en la Araucanía por un huevón francés llamado Orélie Antoine de Tounens, un fanático monarquista que desembarcó en nuestro país y estuvo a un paso de proclamar el Reino de la Araucanía y la Paragonia, en una época en que el mundo se dividía entre republicanos y monarquistas. Esto no era un tema menor. Chile, una república endeble recién emancipada, en la ruina económica y sin grandes recursos humanos, daba así todo firmes pasos en su consolidación republicana y una rebelión en el sur haría tambalear el proyecto independentista republicano. Con los pueblos originarios se habían efectuado parlamentos y firmas de acuerdos y el gran ideal de nación era que todos seríamos un mismo pueblo. Lo último que la República en pañales necesitaba era que se proclamase un rey en su territorio. 

Esto ustedes no lo aprenderán de Baradit porque no encaja en su ideología y lo deja fuera. De hecho, nadie ha aprendido nada de historia gracias a Baradit ya que sus caricaturas e historietas de consumo masivo más bien se inspiran en la obsesión actual en los medios por la chismografía y el culto a las celebridades. Quizás alguien ahora crea que Gabriela Mistral era una lesbiana atosigada por el patriarcado, sin nombrar sus muchas cartas de amor al poeta Manuel Magallanes Moure, el verdadero amor de su vida, y en la trágica historia de nuestra poetisa ciertas referencias eróticas a algunas de sus asistentes son una cuestión muy menor. Asumo que nadie admiró más la poesía de Gabriela Mistral gracias a Baradit y sus chismes. Pero sí sabemos que era lesbiana. ¿Qué valor tiene esto?

En medio de las gravísimas acusaciones de abuso sexual contra el realizador chileno Nicolás López, el juicio público de la clase opinante ha sido categórico, y ha recaído también en los amigos de ese señor. Entre ellos figura Jorge Baradit. La comunidad twitera empezó a desempolvar sus tweets previos a su salto a los medios y de su consagración como líder de la izquierda y no dejan de circular declaraciones de Baradit de tipo misógino, degradantes, de dudoso valor humorístico (si es que pretendieron ser chistes) que lo muestran como un cerdo machista y vulgar. No son uno ni dos, sino muchos. Añadamos su cercanía al cineasta acosador y Twitter lo ha hecho añicos.

Increíblemente, Baradit aduce que... lo sacaron de contexto. Nos dice que era "otra época". Asegura que no era amigo de López. Líderes del ultra-feminismo ahora niegan haber leído sus libros. 

Algo me dice que si vuelvo donde el librero amigo que me pasó un libro del "fenómeno de ventas Baradit" ahora me dirá que no, en el fondo él nunca lo leyó, siempre lo encontró ahí nomás. Porque así es el chileno.

Un escritor vive de las palabras y con ellas crea mundos. Crea incluso su propio mundo. Algunos, como Borges, con sus dudosas acciones (Pinochet es una "excelente persona") destruyeron su reputación. Baradit con palabras saltó a la fama y con sus propias palabras se ha autodestruido. No hay nada muy grave que lamentar. El mundo quizás no se pierde otro gran escritor chileno.