sábado, 31 de enero de 2015

Papa Francisco: El agresivo Intocable



La iglesia de Roma nos insulta y nos provoca
Algunos pensaban que este señor Mario Bergoglo, o como se llame, era un sacerdote con un mínimo de apertura de espíritu o algo un poquito mejor que su antecesor, un teólogo alemán de cuyo nombre ya nadie recuerda (si murió, renunció, o lo echaron, tampoco me acuerdo). Se equivocaron. En una triste declaración sobre el terrible atentado en la sala de redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, el director de la ONG llamada "iglesia Católica" enunció la siguiente advertencia:

No puedes provocar. No puedes insultar la fe de otros. No puedes burlarte de la fe

Esto, amigos lectores de Chile Liberal, es gravísimo. Este cura de pueblo pobre declara que él es intocable. Debemos reverenciar sus sandeces inverosímiles y guardar silencio ante nacimientos virginales inexistentes, resurrección de muertos, o redes de pedofilia. Impávidos y callados debemos aceptar sus prédicas a los cuatro vientos.

No contento con lo anterior, el cura de pueblo pobre llegó al paroxismo de lo inicuo con la segunda parte de su soflama:

Si el Dr. Gasbarri, mi gran amigo, dice algo contra mi madre, puede esperar un golpe. Es normal.

¿Es normal? Es decir, algo intangible como una burla, una sátira, con palabras o caricaturas, pasa de lo inmaterial a la violencia física. El cura de pueblo pobre lo justifica. En otras palabras, el cura hace una apología de la violencia con lo que finalmente justifica el acribillamiento de los genios de la sátira francesa. O sea, te digo algo, hago un dibujo, tu me pegas un puñete. Es normal. O te agarro a balazos. Vamos, dispara: el Papa te bendice.

Un poquito de enseñanzas crísticas
En este blog somos ateos y hemos sido un ícono de la lucha por un Chile laico de verdad y no la actual teocracia a medio morir saltando. Lo menos asombroso de las peroratas papales es su completa falta de sentido crístico. Lo digo porque si bien soy ateo no puedo ocultar mi formación protestante en cuya tradición se recomienda hurgar en las enseñanzas del carpintero judío, o de quienes inventaron su historia.

Las burlas o insultos hacia los cristianos es algo que ya abordaron los evangelistas. Lejos del amenazante puño crispado que ofrece el cura de pueblo pobre, en Mateo 5:11-12 Jesús, si es que existió, dice:

11 Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte (...). 12 Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo

Cuando leí el titular sobre las declaraciones del Papa respecto a Charlie Hebdo y la libertad de expresión, pensé que tratando de avanzar su ideología, el cura de pueblo pobre se desmarcaría de los "matices", de los "sí, pero" de algunos y que aprovecharía de hacer propaganda a su religión enviando un mensaje inequívoco de fraternidad, así como para ganar el "moral high ground" ante el islam, que es percibido como extremadamente violento. ¡Desde luego que no!. Los católicos, muy bien lo saben los protestantes, no saben ni pico sobre los evangelios. No por nada la Biblia era el primer libro prohibido en el Index Librorum Prohibitorum et Derogatorum (el mayor monumento católico-romano a la censura).

En el fondo, el Papa del Tercer Mundo sigue siendo tan Neanderthal como el teólogo alemán o el fascista polaco. Nunca tan pervertido como los decadentes medievales que el poeta Dante Alighieri en la Divina Comedia situó en el Infierno, aunque igualmente pedófilo. O sea, la iglesia Católica y sus puñetes siguen siendo business as usual. 

Vemos hace unos días que la iglesia Anglicana nombra su primera mujer obispa. Ya tiene curas de alto rango que son gays asumidos. La iglesia de Roma tiene mucho que avanzar si quiere algún día tener un lugar, por pequeño que sea, en Europa, y no verse reducida a una asociación boxeril confinada a América latina o Filipinas, a donde iba el pugilístico Papa a celebrar un rito multitudinario ante una masa analfabeta. O quizás este Papa sea un regalo caído del cielo a todos quienes añoramos que la iglesia Católica continúe su inexorable colapso. Si es así, entonces ¡pega Francisco, pega!

lunes, 19 de enero de 2015

Soumission


"El islam es, reconozcámoslo, la religión más estúpida del mundo"
Michel Houellebecq

El célebre novelista francés Michel Houellebecq imagina una Francia sometida al islam, y de paso, es relegado al silencio 
¿Qué sería de la literatura universal sin Francia? Sería algo así como una buena comida pero sin quesos. Las letras francesas han deslumbrado por su excelencia y su capacidad de remecernos. Y esclarecernos. Hoy, el autor francés más leído en todo el mundo es Michel Houellebecq, quien el fatídico 7 de enero pasado lanzó "Soumission" ⎯sumisión⎯, su último opus, esta vez una ficción política: en un futuro inmediato un musulmán moderado sería elegido Président de la République y comienza a imponer una versión lenta pero segura de la ley charía. La novela comienza con una Francia sacudida por constantes ataques de terroristas islámicos. Paradojalmente, pocas horas después de iniciar la gira promocional de su libro, que comenzó con una entrevista radial, una célula islamista impactó a Francia y al mundo al asesinar a los principales colaboradores del periódico satírico Charlie Hebdo

Nuestro autor ha sido acusado de misántropo, misógino, pervertido, panfletario, pornógrafo, racista, nihilista... por dar sólo una lista breve. Es decir, es un autor interesante para Chile Liberal. Ha incursionado en la poesía y también el cine con la curiosa e inquietante cinta "El secuestro de Michel Houellebecq", que desató el frenesí entre sus fans pero que fue catalogada unánimemente por los especialistas como una completa basura. Hoeullebecq fue galardonado el 2010 con el prestigioso premio Goncourt, que le significó al enfant terrible pasar al Olimpo de las letras francesas y ser condecorado y finalmente aceptado por el establishment literario francés. 

Dentro de las muchas extravagancias de nuestro novelista se cuenta un autoexilio en Irlanda. Lejos del estilo super-sofisticado del boulevard Saint-German-des-Pres, donde pululan Bernard-Henri Levy y muchos otros glamorosos intelectuales galos, Houellebecq eligió marginarse en la bucólica y poco glamorosa Irlanda. "Este clima va con mi personalidad", declaró. ¿Qué clase de persona se larga a vivir a Irlanda? Quien escribe trata de mantener un talante imparcial pero debo ser honesto: soy un Houellebeliever

Sometidos y sumisos
¿Seremos Sometidos? Antes siquiera de ser editada, su novela ya causó estragos y polémicas varias. El libro fue robado, pirateado y distribuido ilegalmente en PDF antes del lanzamiento oficial. Aguanté pacientemente hasta el momento anunciado para el lanzamiento salvo que Chanchi se consiguió un ejemplar con un día de anticipación (por eso me casé con esa mujer). La lectura fue brutalmente interrumpida por el ataque cobarde a Charlie Hebdo, que me dislocó espiritualmente. Pero anoche finalmente acabé la lectura y uso esta tribuna para dar mi parecer. 

"Usted es un gran escritor, y un gran escritor tiene grandes responsabilidades", le increparon a Houellebecq durante una aparición en el noticiario dominical de France2, el equivalente a 24 Horas de TVN. Ciertamente, es un grande, y el libro es una obra mayor. Soy honesto y también admito que su última novela no está a la altura de Partículas elementales, El mapa y el territorio, o Plataforma. Pero es el gran lanzamiento del año. El estilo sencillo de la prosa houellebecquiana brilla en todo su esplendor. Fina, de una elegancia balzaquiana, contrasta absolutamente con el aspecto demacrado y cada vez más arruinado del autor (vean la foto arriba). 

El personaje central es el usual héroe de Houellebecq: nihilista, asiduo cliente de prostitutas. Ahora se llama François, un tipo que se alimenta de comida descongelada en el microondas, que pasa su vida leyendo novelas en su cama, cigarro tras cigarro, ahogado en alcohol e irresponsabilidad. Su interés en política es nulo. Su profesión es la de catedrático de letras de la Universidad de La Sorbona, cuya tesis doctoral sobre Joris-Karl Huysmans es referencia mundial. De hecho, Houellebecq gracias a François revive a aquel autor decimonónico que ahora despierta la curiosidad de miles. Este escritor era un sujeto atormentado, que pasó del satanismo a convertirse en monje católico. Murió como religioso en la abadía más añosa de Francia. 

Narrada como un monótono relato en primera persona, Soumission sólo deja entrever la tensión político-religiosa en la campaña presidencial del año 2022, relatada a la distancia por François. Hollande ganaría la próxima elección pero el país se despedaza en el caos socioeconómico. François sólo sigue dedicado a lo suyo: sus libros, sus escritos sobre Huysmans, y las prostitutas y el alcohol y el tabaco. En la elección siguiente el Frente Nacional llega al balotaje y la única forma de detenerlos es votando por una gran coalición de derecha e izquierda, liderada por un musulmán, el carismático Ben Addes. 

Por su parte, el profesor François encuentra algo similar al amor convencional con una alumna (mucho más joven) judía, pero ella debe huir de Francia ya que el antisemitismo se vuelve insoportable y se refugia en Israel. Un día ella le escribe un mail y le dice que "conoció a alguien". Es un tópico houellebecquiano el mostrarnos a un puerco inmoral que parece descubrir el amor, pero los musulmanes acaban por destruir la relación y nuestro héroe termina devastado. 

En la ruina económica, Francia vende La Sorbona a los saudíes, que la transforman en la Universidad Islámica de La Sorbona. La única forma de proseguir su carrera en la nueva Francia es él mismo convirtiéndose al islam, como se exige para todos los altos cargos públicos. La propia palabra "islam" significa "sumisión", sumisión total de la mujer al hombre, y del hombre a Alá. Si François acepta someterse o no lo dejaré en puntos suspensivos para invitar a los lectores de Chile Liberal

Permea cada hoja de la novela la pesadumbre, la melancolía, la miseria moral, la tragedia inminente, pero asumida con estoicismo. La tristeza y la desesperanza es la tónica. Mucho de Michel Houellebecq hay en François, y mucho también en Michel, el personaje central de Plataforma, novela favorita de Chile Liberal. El Michel de Plataforma es un turista sexual que viaja a Tailandia para contratar prostitutas, mayores de edad o no poco importa. Michel es el estereotipo del hombre occidental acabado. Pero descubre el amor en Valérie, una mujer que lo trae a la vida. Prosiguen su relación en París donde Michel parece aspirar a la felicidad, hasta parece capaz de enamorarse. El lector se compadece de él y se alegra. **Ahora viene un spoiler, pueden dejar de leer este párrafo y saltar al siguiente** Pero en un atentado perpetrado por terroristas islámicos Valérie es brutalmente asesinada. La novela abruptamente llega a su fin. Michel es destruido por completo, y acaba sus días escribiendo libros, confinado en su tristeza, ahogado en alcohol. 

Michel Houellebecq es un tipo complejo, huraño, y como podemos imaginarnos tiene muy pocos amigos. Hay veces que la vida imita al arte. Uno de los pocos amigos de Houellebecq es Bernard Maris, un reconocido economista, comentarista radial y columnista, autor del libro Houellebecq Économiste. Bernard Maris era conocido por ser uno de los columnista más brillantes de Charlie Hebdo

Y sí amigos lectores. Bernard Maris fue asesinado vilmente por los terroristas islámicos el pasado 7 de enero, día del lanzamiento de Soumission. Devastado, Michel Houellebecq anunció la anulación de toda actividad promocional de su libro y se encuentra recluido en algún lugar de Francia bajo protección policial. No obstante ha hecho una aparición pública en Alemania donde fue recibido triunfalmente. Cuando la vida imita al arte, lo hace con una brutalidad apabullante.
Houellebecq era portada de Charlie Hebdo el día del atentado terrorista

martes, 13 de enero de 2015

Je suis Charlie: Nuestro desafío al fundamentalismo

Chile Liberal lo dice fuerte y claro: JE SUIS CHARLIE. Nuestro apoyo a los sobrevivientes del semanario es total. Nos diferenciamos de los mariconcitos del The Guardian, quienes aseguran rechazar el atentado pero inmediatamente declaran que no son Charlie y se niegan a republicar las caricaturas de Charlie Hebdo, al igual que toda la cobarde prensa anglosajona. 

En nuestro blog somos cultores de un estilo iconoclasta, irreverente y contestatario ⎯tal como Charlie⎯, y desafiamos abiertamente a los extremistas islámicos y a continuación publicamos nuestra propia caricatura, en lo que sólo puede ser calificado como un acto de abierta provocación. Acá va, en todo su gráfico esplendor, nuestra caricatura explícita y sacrílega del "profeta" Mahoma:


domingo, 11 de enero de 2015

Charlie Hebdo: La batalla continúa

Con mi mujer y una pareja de amigos asistimos hoy a la marcha ciudadana convocada para repudiar el atentado de París, y en apoyo a la causa de la libertad de expresión, lo que nos ha servido a todos como catarsis. Me entero en las noticias de France 2 que es la mayor manifestación realizada en la historia del país. A pesar del dolor, es reconfortante saber que somos decenas de millones los que no nos dejaremos amedrentar. Las palabras y las caricaturas no pudieron contra las Kalashnikov, pero la barbarie jamás prevalecerá por sobre los valores de una sociedad civilizada. Esta semana los malos ganaron una batalla, pero la guerra la perderán.

Como era predecible, los fanáticos se han marginado de la marcha, y a diferencia de nosotros, que salimos a manifestarnos para decir fuerte y claro JE SUIS CHARLIE, no faltan lo que se niegan a ser Charlie. Jean-Marie Le Pen, fundador del odioso Frente Nacional, fue enfático en declarar que él no es Charlie. Otros, como el clérigo Anjem Choudary, se han incluso referido en términos ditirámbicos a la memoria de los criminales y asegura que son mártires, además llama a atacar más países. Estos sujetos son tan repugnantes que ni siquiera vale la pena perder tiempo con ellos. (Aquellos que en Twitter se regocijan con el atentado usando el hashtag #JeSuisKouachi merecen no la burla, sino una visita de los servicios policiales, y una deportación o, en su defecto, cárcel.)

Lo preocupante es que algunos, de aspecto moderado, comparten exactamente la misma línea. Voy a dar dos ejemplos. Uno es Tariq Ramadan, catedrático de Oxford de origen suizo, habitué en The Guardian, un periódico socialista británico. El otro, Joaquín García Huidobro, columnista de El Mercurio, un periódico ultraconservador chileno. Ambos en primera instancia condenado de la manera más enérgica el atentado, pero...  

Ambos personajes, en todo caso, no están en la misma categoría de necedad. El suizo, descendiente de egipcios, es nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes, una organización criminal. Muchos de sus familiares forman parte de esa cofradía. Este señor helvético radicado en el Reino Unido es un contorsionista de la argumentación, y ha logrado consolidarse como columnista faro en The Guardian. En su columna comprobamos su rechazo en apariencia taxativo, aunque luego da paso, entre vericuetos semánticos y alambicadas cláusulas subordinadas adversativas, a una contextualización que acaba por ser casi un acto de reproche a los caricaturistas. Lo mismo hace su par chileno, quien nada tiene que ver con los Hermanos Musulmanes, pero simpatiza con la versión católica de los integristas islámicos. Ramadan aclara además que él no es Charlie, Je ne suis pas Charlie, con lo que el insigne líder del islam supuestamente moderado demuestra estar al final en la misma frecuencia que Jean-Marie Le Pen.

García-Huidobro en su columna de hoy (normalmente pasa desapercibido bajo los artículos de Carlos Peña), condena el ataque también de manera preclara, aunque va seguida de un "pero". Y usa una desafortunada analogía: el equipo de Charlie Hebdo es comparable a un turista que imprudentemente se acerca a un cocodrilo. La democracia ⎯declara⎯ nada pierde sin las sátiras del semanario galo. O sea en el fondo Cabu y compañía fueron tontos. Y en algo coincide plenamente con Tariq Ramadan: Charlie Hebdo se burlaba de los musulmanes.

El suizo opina desde su intento por rehabilitar el integrismo musulmán. El chileno, desde la ignorancia y la estupidez, y lo entiendo: debe ser difícil opinar de una realidad que se desconoce. Por asociación con el catolicismo más la manifiesta deficiencia en comprensión de lectura de la prensa extranjera, García Huidobro llega a la insensatez de afirmar que Charlie Hebdo se burla del pobre marroquí que es barrendero de las calles de París. Esto exige ser refutado.

Charlie Hebdo es ante todo un medio satírico, iconoclasta, de carácter no sarcástico sino derechamente escatológico. ¿Por qué se dedican a aquello? Existe una centenaria tradición anticlerical e iconoclasta francesa. La République nació a partir de una violenta revolución que desestabilizó la monarquía y su Antiguo Régimen, y en el imaginario galo los valores republicanos sólo sobrevivirán si ese candor revolucionario continúa en perpetua ebullición. Por eso Francia vive con huelgas y paralizaciones, y por ende, con tantos periódicos satíricos y autores insolentes. 

La sátira es bienvenida y además deseable bajo ciertas situaciones. Primero, debe ir dirigida contra los poderosos, jamás contra los oprimidos. Por eso consideramos repugnante burlarnos de la esclavitud o del Holocausto. Segundo, la sátira es inaceptable cuando descarga sus burlas contra personas o individuos que no tiene capacidad de defenderse. Tercero, la sátira ataca aquello que se expone a la burla por ser de naturaleza inherentemente irrisoria, como por ejemplo, ritos místicos o creencias eternas. Cuarto, aquello que se ataca con la burla debe ser intrínsecamente odioso, como por ejemplo, el fundamentalismo musulmán. Quinto, nadie debe estar obligado a compartirla o verse importunado por ella, y al ser Charlie Hebdo un medio al cual nadie estaba obligado a comprar, no vemos gran inconveniente.

Además es importante destacar que es susceptible de ser ridiculizado todo aquello que sea decisión u opción personal. Ser hincha de la U, o vegetariano, miembro de Greenpeace, pinochetista, católico, etc, todo aquello es una condición adquirida producto de una elección individual. Chistes o mofas a aquellos son parte integral de una sociedad libre. Burlarse de un chino, un mapuche, un inválido, un argentino, etc, es de bastante mal gusto porque nadie elige su raza, ni nacionalidad, u otra condición que no sea producto de una opción.

Otra cosa es además deliberadamente usar la libertad de expresión para incitar al odio o llamar a la violencia. Estamos todos de acuerdo que en estos casos ya entramos al terreno de lo abominable.

Ser musulmán, como ser religioso en general, es una decisión personal. Nadie nace musulmán, cada cual adopta una religión u otra, o ninguna. Como cualquier ideología, el islam dedica enormes recursos en predicar y expandir sus creencias, con lo cual sola se expone naturalmente a la sátira y cualquier mofa es legítima. García-Huidobro estúpidamente cree que Charlie Hebdo humilla al pobre barrendero magrebí. ¡Falso! El barrendero de seguro, lo digo porque me consta, considera a los imames fanáticos o los clérigos radicales estúpidos, tal como los consideraba el desaparecido caricatursta Cabu y compañía. Del mismo modo que un barrendero chileno considera que los curas pedófilos son unos desgraciados, y una portada satírica del The Clinic contra Karadima jamás ofendería a un católico sensato. Charlie Hebdo en su infinita irreverencia no tiene como objetivo incentivar el odio ni la estigmatización. Su objetivo ha sido ridiculizar a los fanáticos. Y lo logró con brillantez. El barrendero marroquí de García-Huidobro no tiene nada en común con el clérigo que llama al Jihad en todo el mundo y que busca imponer la ley sharia. Insultar a uno no implica insultar al otro.

Charlie Hebdo satirizó una y mil veces a lo más brutal del fanatismo. Lo hizo con valentía y nobleza. Lo hizo a pesar de las constantes amenazas, los ataques incendiarios, lo hizo sin auspiciadores, lo hizo con columnas, con dibujos, con medios intangibles pero potentes. Su objetivo final fue, como lo declaró Charb, uno de los más prominentes de los asesinados caricaturistas, continuar satirizando el islam hasta banalizarlo. Dejarse amedrentar ante una religión sería abrir paso a una ideología intocable y abrirle el camino a la instalación de la ley sharia o cualquier ley que no sea producto de la deliberación sino impuesta desde textos místicos, lo que es inaceptable en un país civilizado. Los otros no aguantaron y en su maldad supina debieron recurrir a las Kalashnikov para silenciar a los que sólo usan un lápiz. Si García-Huidobro no encuentra que eso es valentía, entonces sería bueno que aclarara si alguna vez él ha sido amenazado por sus columnas y si sería capaz de continuar escribiéndolas. 

Tariq Ramadan recurre a la misma falacia. Hacernos creer que Charlie Hebdo ridiculizaba y ofendía al pequeño musulmán. Lo hace también desde un periódico mainstream. Recurren a esta triquiñuela para desviarse del quid de la cuestión: la obligación moral de cualquier ciudadano de confrontar a los fanáticos. Ramadan y García-Huidobro nos dicen "triste lo que pasó, pero se lo buscaron". Subrepticiamente, justifican el atentado. De haber cerrado el semanario luego de las amenazas, como sugiere el columnista chileno, sería una claudicación. No, ellos no fueron imprudentes. Fueron de una valentía pocas veces vista.

Estoy perplejo y horrorizado
Quiero además aprovechar este espacio para manifestar una cosa. Ciertamente hay centenares, miles de personas que mueren en trágicas circunstancias, particularmente en países musulmanes (Ramadan usa esto además para relativizar el impacto que causó el atentado de París). En los medios apenas nos enteramos de estas tragedias, a diferencia de lo que ocurrió en París, pero quiero ahondar en la razón de esto.

El equipo de Charlie Hebdo realizaba su reunión de trabajo habitual de los miércoles. Estos tipos son todos conocidos por ser "buenos p'al hueveo", como decimos en buen chileno. Como cualquiera de nosotros, como tú o como yo, estaban el miércoles en la mañana en su sala de reunión, trabajando arduamente pero con jovialidad. Como cualquiera de nosotros tenían una bendeja con croissants y pasteles, hacían su trabajo y vivían de su vocación como tú y yo. Tenían tazones de café como cualquier profesional. Irrumpieron los salvajes, y casi como en Terminator, uno de los criminales entra a la sala de reunión y pregunta: ¿Cabú? Lo identifica, y abre fuego. Lo mata instantáneamente, y siguen acribillando al resto. La masacre ha dejado perpleja a Francia y a todos porque de algún modo, nos sentimos como ellos. Nos ponemos en esa misma situación y sabemos que pudimos ser tú o yo, así como cualquiera de los que trabajaba en las Torres Gemelas pudo ser tú o yo.

El horror que me provoca esta matanza artera es infinito. No puedo concebir que haya gente que así todo no logre condenar este acto barbárico y cobarde en términos categóricos, sin "peros". 

No es mi intención exacerbar el morbo ni shockear gratuitamente a los lectores de Chile Liberal, a quienes respeto y agradezco sus visitas, y pido perdón si las siguientes imágenes son ofensivas o hieren su sensibilidad, pero sólo los invito por un momento a ver las siguientes imágenes, primero del equipo de Charlie Hebdo un día de trabajo cualquiera, y luego vean como quedó la oficina. Las fotos son de Le Monde, que me parece un diario centrado y lúcido, no creo que sean trucadas. Me van a disculpar pero creo que es necesario mostrarlas para entender le magnitud de esta masacre.



jueves, 8 de enero de 2015

Je Suis Charlie

Ayer en París un grupo de salvajes irrumpió en las oficinas de Charlie Hebdo, un irreverente y satírico periódico, y acribilló a 12 personas, incluido el director y los más prominentes caricaturistas de dicho medio. ¿Cuál fue el motivo para esta barbarie? Haber publicado imágenes burlescas y escatológicas del profeta Mahoma. Ya hablamos en el post anterior del aniconismo.

La consternación, la pena, la rabia, el desconsuelo, la indignación, la solidaridad, la impotencia, todo se ha mezclado. Todo, excepto el miedo.

Sí, porque no nos dejaremos intimidar. La gente, incluido quien escribe, ha salido espontáneamente a las calles para manifestar su pésame y por sobre todo para expresar el compromiso irrestricto de nuestra civilización con uno de nuestros más preciados valores: la libertad de expresión. La libertad de expresar aquello que incomoda ⎯ incluso aquello que no debe decirse. En una sociedad libre nadie es intocable ni nadie debe escapar a la sátira. 

¿Se buscó los problemas el equipo de Charlie Hebdo? No. La sátira y la burla son parte esencial de toda sociedad sana. Es el precio a pagar por disfrutar de los beneficios de la libertad de expresión. Ninguna creencia puede responder con balas ante las palabras o las imágenes. A no ser que dicha creencia sea de naturaleza tan inherentemente soez que justifique una masacre. 

El sábado se anuncia una jornada nacional de movilización, silenciosa como la de ayer y hoy, para nuevamente repudiar este crimen abominable, inexcusable, e injustificable. E incomprensible. Volveremos a salir a marchar para que todo el mundo sepa que tú y yo somos Charlie, y que las balas criminales no lograrán silenciarnos jamás.


sábado, 3 de enero de 2015

Éxodo: La ficción se reinventa


Se estrena la película Éxodo, de Ridley Scott, y ya es censurada en tres países
Este año ha sido durísimo y decidimos con Chanchi sólo cenar en casa y beber champaña con moderación. Aunque los franceses tienen un dicho: todo con moderación ⎯ incluso la moderación. El día de año nuevo lo pasé con un dolor de cabeza monumental. No sólo por el exceso de Blanc de Blancs, sino por el afecto adverso que produce en Vuestro Humilde Servidor las malditas películas 3D. Sin nada muy extraordinario que hacer en medio del suave invierno en la costa Mediterránea, partí a ver el aclamado film de Ridley Scott Éxodo: dioses y reyes.

La peli es buena. Una obra de ficción basada en otra obra de ficción, un best seller de la Antigüedad llamado Éxodo, o Libro de Shemot en la tradición judía. Se nos relata la historia de un bebé extranjero salvado por su madre al depositarlo en una cesta para librarlo de  una matanza de niños, dictada por un rey para eliminar a un supuesto profeta recién nacido. Luego el bebé se convierte en un poderoso hombre del establishment, pero cuando descubre su verdadera identidad se consagra a la liberación de su pueblo sanguíneo. Puede parecer evocativo, y lo es, pero lamentablemente poco original: Moisés no es sino un refrito de otra historia, la de Sargón I de Acad. No diremos que es un plagio, sino más bien una adaptación. Así como, sólo por dar uno de mil posibles ejemplos, Millenium es un film sueco y existe una adaptación gringa, Moisés es la adaptación hebrea del rey Sargón, a su vez la adaptación mesopotámica de otro profeta-rey-legislador, Manu, autor de las leyes de Manu, también salvado de las aguas como Moisés, y también receptor de leyes y mandamientos varios. 

Es tentador desechar todas estas historietas como unos mamarrachos atávicos sin lugar en nuestra civilización, pero al menos los judíos tenían, como declaró el novelista francés Michel Houellebecq un enorme talento literario, por lo que les perdonamos muchas cosas.

Aclarado lo anterior, vayamos al grano. Ridley Scott (Alien, Gladiador), vuelve con una obra épica que nada envidia a los relatos bíblicos precedentes como Los diez mandamientos, de la edad de oro de Hollywood. Hoy no tenemos a un Charlton Heston como Moisés sino a Christian Bale (Batman), quien no sobreactúa ni nos hace creer que cada segundo es épico, sino que interpreta a un hombre de carne y hueso como cualquiera, un mortal, confrontado a una realidad familiar y a un enorme conflicto personal: abandonar su sencilla familia, luego de haberse alejado del centro del poder en Memphis (y de su omnipotente familia adoptiva), para salvar a su verdadero pueblo, el hebreo, de la esclavitud egipcia. Así como la narración de historias evoluciona, no sólo la tecnología sino la calidad de los relatos también madura. Scott nos muestra a un Moisés real, más bien político que místico, que organiza atentados cuasi terroristas y dirige escuadrones de guerrilla urbana para desestabilizar a Faraón, su ex primo Ramsés II, y así liderar el gran éxodo de los esclavos hacia Canáan, la Tierra Prometida, donde finalmente vivirán en libertad. Historia inspiradora y emocionante, y ahí estaba yo viéndola, con resaca, comiendo cabritas y con aspecto de huevón con esos feos lentes 3D.

Al comienzo de la película Scott nos aclara que estamos en el siglo 11 antes de la Era Común, lo que es acertado ya que sería altamente incendiario hablar de "antes de Cristo". Chile Liberal no emplea dicha nomenclatura, por inexacta. Y estúpida. 

Lo valioso, como esbozamos en el párrafo anterior, es el Moisés real. Cuando él supuestamente habla con dios, Scott nos presenta a un niño. Conminado el pequeño por Moisés a aclarar quién es, él responde ⎯controversialmente⎯ yo soy, alusión directa a Éxodo 3: 13-14, única escena del Pentateuco y de la Biblia en general en que dios dialoga directamente con un ser humano. La respuesta fiel al original habría sido "yo soy el que soy" (traducción= déjate de preguntar weás weón, esto no es paja mental filosófica sino una historia para el populacho). En hebreo es Yavé, o Jehová. Esta escena, conocida como la escena de la revelación en la zarza ardiente (vemos un matorral quemándose en la película), nos revela al Moisés según la tradición abrahámica, es decir, como un profeta, y en calidad de tal es reverenciado por moros y cristianos (valga la redundancia). 

Aquí el amigo Ridley Scott está jugando con fuego. Para los musulmanes el aniconismo es serio, es decir, está estrictamente prohibido no sólo representar a profetas, como Mahoma, sino que figurar a dios es un sacrilegio, al menos para la rama sunita (la ortodoxia chíita muestra un mínimo de flexibilidad al respecto). Los productores quizás pensaron que mostrando a un niño esquivarían la censura, pero no fue así: en Marruecos, país poco ortodoxo en estas materias, en primera instancia se aprobó la obra pero pidieron a Scott remover o retocar esa escena en particular. El director británico se negó y la película está guardada en alguna bodega de los censores, pero no es proyectada en ninguna sala. 

En Egipto, por su parte, mostrar a los hebreos como los esclavos que construyeron pirámides, esfinges y todos sus grandiosos monumentos cayó como bomba. La película tampoco pasó los tijerazos de los censores. O sea, la revolución de la Plaza Tahrir el 2011 valió callampa.  OK, es cierto que en la época del film todos estos monumentos ya estaban construidos y no existe huella de que pueblo semita alguno fuera esclavizado y haya forjado estas obras, lo que constituye uno de los muchísimos errores históricos de Éxodo ⎯ tanto del libro como de la película. Pero insistir en inexactitudes o en la poca historicidad de los personajes en cuestión es una mezcla de pedantería y necedad. Estamos ante todo frente a una obra de ficción basada en vagos indicios históricos, a lo sumo en relatos místicos de los que ya sabemos no hay ni pizca de evidencia. O sea, no jodan. (En Emiratos Árabes el film fue censurado pero ya no me da el cuero para entender por qué, averigüen ustedes solos. Sorry)

Un poco más preocupante es que en Egipto se le ha considerado a Éxodo un film sionista. El pueblo hebreo, perseverante y oprimido, lucha infatigablemente por su liberación de Egipto, la potencia mundial de la época. Consideremos que ya en 1967 y 1973 Egipto e Israel se declararon dos sendas guerras. Scott toca un tema de alta combustión.

Desde la cosmovisión cristiana occidental, la de nuestro blog, Scott nos presenta una perspectiva agnóstica. Cuando Moisés habla con dios (el niño), a veces es observado a la distancia por su hermano Aarón. Este sólo ve a su hermano hablando sólo, como preguntándose si acaso no sufre de algún trastorno. La dinámica entre su hermano, el consejo de ancianos hebreo y del pueblo en general es que el conflicto es una cuestión elemental que ha preocupado a nuestros ancestros desde tiempos inmemoriales: la libertad. La única forma de emanciparse y ser libres, de abandonar la esclavitud, es huir. El único que ve la historia como un designio místico es Moisés. Para el espectador ⎯por ejemplo yo con mi resaca y mis horribles lentes 3D⎯ los diálogos divinos del profeta son parte de una alucinación. Creo que es el punto esencial de esta obra. Y es de un valor universal muy acorde con nuestra línea actual de pensamiento: Martin Luther King en EEUU luchó contra la segregación citando la religión, tal como Moisés liberó a su pueblo apelando al llamado de un dios hebreo, que si fue cierto o no, poco importaba a la muchedumbre: lo que importa era lograr tracción político-social para movilizar a la masa y organizar una migración masiva a otras tierras para poder ser libres.

En los momentos finales de la (extensa) película, Moisés se conmueve al ver la enorme columna de compatriotas que marchan a paso cansino. Reflexiona, y se pregunta qué ocurrirá a su llegada a Canáan, cómo serán acogidos centenares de miles que desembarcan de una sola vez, qué conflictos causará una inmigración a esta escala. Muy someramente, Scott toca otro tema sensible: la emigración masiva de judíos desde la Europa asediada por los nazis hasta sus tierras ancestrales. A tal punto se ha desestabilizado ese pequeño país llamado Israel que muchos de quienes huyeron del acoso nazi o que escaparon de los campos de exterminio, una vez asentados en Israel, son hoy vistos como los invasores y los opresores. Tema que no es nada histórico ni ficticio: lo vemos en los titulares de periódicos y en la apertura de los telediarios de todo el mundo. En Chile Liberal lo hemos abordado.

A fin de cuentas, la obra es en sí de calidad y contiene un poco de todo. El cinéfilo encontrará algo para él o ella, el espectador ocasional podrá entetenerse, los talibanes de todas las religiones tendrán escenas para escandalizarse, los esnob podrán escudriñar errores históricos, y los fanáticos de los efectos especiales no serán defraudados. Quienes seguimos considerando al arte milenario de la literatura como la forma sublime de expresión artística, no superada por el cine ⎯aunque la disputa es feroz⎯, no nos queda sino describir Éxodo: dioses y reyes con el cliché típico: el libro es mejor que la película.