martes, 27 de febrero de 2018

En defensa de Jamiroquai


Cuando hace pocas semanas vi a Elon Musk ⎯el más grande héroe libertario de la actualidad⎯ lanzar un vehículo al espacio, fuimos testigos del comienzo del futuro. Vi en un noticiario el clip del lanzamiento de SpaceX y de fondo Automaton, single del último álbum de Jamiroquai. El vaquero espacial ponía el evocativo acompañamiento musical:
Adiós al mundo que conocí
Despego rumbo al espacio
Me prometieron un lugar diferente
Voy rumbo al sol
Aunque por dentro estoy vacío
No soy nada
Soy un autómata

La música del grupo liderado por Jay Kay, desde el galardonado clásico inmortal Virtual Insanity, nos obligó hace dos décadas a mirar al futuro hecho de locura virtual, nos hizo viajar sin movernos a la Nube 9. Su ritmo nos hace mover los pies y sus letras socially engaged nos estimulan la sinapsis hasta que vuela la mente como un sicotrópico musical. Y el elegantemente velado subtexto contestatario de Jamiroquai no debe subestimarse. Es difícil no maravillarse con la sofisticación del acid jazz y el funk de esta extraordinaria banda británica.

Se presentaron en Viña 2018 donde hicieron gala de un sonido límpido y pulcro. Fue un lujo disfrutar de su impecable show en la mítica Quinta aunque reconozcamos que es más un honor para nosotros tenerlo a él que para él presentarse en el Festival. 

Sí, Jay Kay ya no tiene esa agilidad de los años 90 cuando saltaba sobre los sofás y denunciaba toda esta tecnología inútil, cuando la norma era ver MTV y los grammies le llovían a Jamiroquai por las ventas de millones de copias de sus discos. 

Hoy, cuando ya no hay venta de CDs y MTV es apenas un nostálgico recuerdo, el hombre de los sombreros estrambóticos deja entrever un vientre protuberante, pero la calidad vocal sigue intacta. Los temas de su último álbum y los clásicos de hace 25 años pusieron de pie a todo el país. Conmovedor fue ver en redes sociales a los adolescentes diciendo "qué bacán esta música" o "no los conocía y me encantaron". Fue un show bonito, familiar, con varias generaciones bailando. Notable fue el padre que llevó a sus hijos al show. Pocos espectáculos deleitan a niños, jóvenes, padres ⎯ y hasta unas abuelas se vio en TV dándole al jam.

Cuando vi en Twitter que Quilapayún, un grupo folk chileno, había denostado por Facebook la música de Jamiroquai y atacado personalmente a su vocalista, pensé que era fake news. Nah, no puede ser. Me conecté de nuevo y casi me caí de traste: sí, era verdad. 

Lo triste del episodio es que Jay Kay se pegó las infames 14 horas y 45 minutos de vuelo entre Londres y Santiago para traernos su música de vanguardia y repleta de nostalgia, y seguro que si el chofer del vehículo que lo llevó a Viña le hubiese dicho "oiga, Don Jay, le pongo una música chilena re buena, del grupo Quilapayún", el vaquero cósmico habría disfrutado bastante el viaje y llegando al hotel diría: "me gustó". El tipo es decente, como son los ingleses. Ante la insistencia de los reporteros bajó la ventanilla del auto y saludó a la prensa. Otros, con una milésima del repertorio de Jamiroquai, no hacen esa. El contraste con la actitud loser del señor Carrasco es avergonzante.

Primero, porque es patético ver a un artista atacando a otro de forma tan ruin. Segundo, ¿qué daño te ha hecho Jamiroquai? ¡Jamiroquai! ¡¡Jamiroquai!! ¡¿A quién rechucha le puede ofender el acid jazz de Jamiroquai?!

Lo dije en Twitter antes del show: para mí, When You Gonna Learn tema debut de los ingleses, es la mejor canción de protesta de todos los tiempos. Es decepcionante comprobar que todo lo que ellos denunciaron en 1993 sigue siendo relevante si bien la música sigue sonando tan fresca tantos años después. Hasta entonces nunca antes había escuchado un tema de funk con una obertura sinfónica y un diyeridú dándole un toque tribal: genialidad pura.

No voy a descalificar la célebre Cantata de Santa María de Iquique. Despreciar a Jamiroquai porque "todas sus canciones son iguales", desecharlos como "música repetitiva" y de "apenas dos acordes", sacando a la palestra a Violeta Parra para luego reincidir en los insultos en vez de mostrar integridad y ofrecer disculpas es bastante elocuente de quienes encumbran a la categoría de arte el que "los pobres coman pan y los ricos, mierda".

Con Virtual Insanity, Jamiroquai nos decía hace 20 años:
Y pienso en el desastre actual
No sé por dónde empezar
Hoy una madre puede elegir
El color de su hijo
No me queda sino rezar
Y buscar otra religión

En el encore de su presentación en Viña, fue lindo ver unos niños saltando eufóricos con Deeper Underground. En 1998 este fue el tema central de la película Godzilla y se las ingeniaron para disimular una crítica social. Godzilla, sabemos, representa en la cultura popular japonesa una analogía de la bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. La amenaza que se cierne sobre occidente es el poder descomunal de quienes ejercen el poder sin ser elegidos, sean tiranos u oligarcas. Jamiroquai llegó al número 1 de los ránking mundiales entonando:
Siento miedo en las calles de Nueva York
Mejor bajo al mundo underground
Lejos de humanos portando armas
Algunos con los bolsillos llenos de dinero
Destruyen todo lo que construimos

Carrasco: Supéralo
Mister Quilapayún vomitó su resentida bilis en T13 Radio desairando y zahiriendo a los fans de Jamiroquai con frases peyorativas del tipo "son gente que salta". 

No vale la pena seguir explayándome. Está claro que para él, las "injusticias" del mundo, las mismas "injusticias" que denuncia en su música, son las que le impiden gozar de la misma difusión que Jamiroquai, y se escuda en una indigesta retórica para eludir las disculpas que le debe a los millones de fans de Jay Kay, quien no es un "payaso" sino un admirador de la cultura Iroquai. De ahí viene el nombre de jam (sesión improvisada de jazz) e iroquai y la consiguiente estrafalaria indumentaria en sus conciertos.

El mister Quilapayún debiese documentarse sobre las complejas técnicas de grabación de Jamiroquai en su último álbum, o como desarrollaron con varios ingenieros su curioso casco de plumas.

El retintín de resentimiento social que expele Quilapayún es envidia. Digámoslo de una vez sin ambages. La envidia jamás ha inspirado a nadie a producir arte. 

Victor Jara se inspiró en Yesterday (1965) para componer Te Recuerdo Amanda (1969). Así como la misma Violeta Parra introdujo elementos del rock en el folklore, dándole un nuevo aire. Ambos vivieron en Europa durante los swinging 60s y ahí escucharon la música que los hizo renovar el folk chileno. Claude Gagnière decía que en la creación artística "todo el mundo copia a todo el mundo". Las admiradas fábulas de Jean de La Fontaine son un plagio de Esopo: el mismo francés escribía sobre el pájaro que se viste con las plumas de otro y que se le llama plagiador. La música es igual así que no me vengan con que el folk chileno es algo tan único.

En vez de culpar a las injusticias, mejor pregúntense si acaso la música que hacen no le faltará, aparte de originalidad, un poco de funk, y sobre todo, de onda. Si Carrasco se queja porque a Illapu lo ponen a las 3 de la mañana en el Festival, no crean que esa chasca ordinaria va a ayudarle a exponer más su acto musical. Si eres feo córtate el pelo. El look hirsuto sólo le queda bien a los bonitos. 

Cuando escucho a Jamiroquai pienso en Elon Musk mandando vehículos para poblar Marte y fundar un mundo libertario. Cuando escucho a Quilapayún pienso en las dictaduras socialistas que tanto elogian. Pero no le demos una chance al odio. Me quedo con la Foolosofía de Jamiroquai, por lejos. 

miércoles, 14 de febrero de 2018

Sí al golpe militar en Venezuela

La dictadura de Nicolás Maduro no abandonará el poder por medios democráticos




Es angustiante pensar que una generación entera de jóvenes venezolanos sólo ha conocido chavismo. Con dos décadas enquistado en el poder, la ideología absolutista de Hugo Chávez fue el preámbulo de otro autócrata, Nicolás Maduro, quien hoy arroja a su pueblo a una miseria sin precedentes que ya es simplemente intolerable.

Famélicos, esmirriados y humillados, los venezolanos exigen una fuerza internacional que primero restablezca los suministros de alimentos, medicinas, y de todos los servicios básicos que la incompetencia supina del mandamás de Venezuela ha sido incapaz de proveer. Segundo, corresponde sacar del poder al déspota, liberar a los presos políticos, y convocar a elecciones libres.

Sí. Chile Liberal lo dice fuerte y claro, sin tapujos ni intrincados circunloquios: llegó la hora de derrocar a la narco-dictadura chavista. Entiendan: el hombre fuerte de Caracas no tiene intención alguna de abandonar el poder. Su inspiración socialista lo conmina a ejercer el poder absoluto, sin contrapesos. No hay solución política viable a la crisis venezolana. Ya no es factible el diálogo sino la acción decidida.

Un primer gesto categórico ya lo ha dado el Grupo de Lima condenando el burdo intento del régimen totalitario por organizar elecciones estilo soviéticas. El presidente argentino Mauricio Macri ya ha sido preclaro en rechazar esa pantomima de comicios y adelantó que no los reconocerá. Es decepcionante la actitud pusilánime del Canciller chileno, Heraldo Muñoz, quien aún persiste en la ilusa candidez ⎯o derechamente estupidez⎯ de creer que aún hay posibilidades de un arreglo pacífico en Venezuela. Porque no hay. Los hechos lo demuestran.

Chile debiese revocar la invitación cursada al mandatario de facto de Venezuela para asistir a la investidura de Sebastián Piñera. Ni Maduro ni Castro, mandamases ilegítimos, pueden compartir en una misma ceremonia republicana con los presidentes del continente.

Pero, francamente, quizás esto no sea problema porque creo que Maduro no llega al 11 de marzo. Ya se siente el movimiento de tropas y tras bambalinas el mundo se prepara para deponer el autócrata que tanto daño ha causado. Cuando un gobernante abusa de su pueblo, se acaban las "cuestiones internas" y la intervención externa es legítima. 

Una revuelta popular en la que una milicia ciudadana ajusticie al tirano se vuelve inevitable. Si sale la muchedumbre de sans-culottes a las calles para asediar el Palacio Miraflores sería un buen método para tumbar al déspota. El tiranicidio ⎯tema complejo y espinudo que ya hemos abordado en esta tribuna⎯, comienza a justificarse cuando vemos que una revista como Paris Match grafica con los horrorosos funerales de niños desnutridos el dolor que inflige Maduro y sus matarifes sobre la población. 

Esto no se trata de deponer a un incompetente por una mala gestión, lo que difícilmente sería aceptable, sino de reponer el orden democrático ante el totalitarismo que ejerce un sátrapa.

Todo empezó hace dos décadas con un Hugo Chávez que se declaraba más bien socialdemócrata con un discurso colorido y folklórico, que a poco andar se reveló como un grotesco socialismo. El año pasado acabó con una oleada de protestas callejeras reprimidas brutalmente por el régimen sin miramientos por las libertades civiles. Jamás se debe tolerar ni trivializar a populistas de esta estofa. Craso error fue no tomarlos en serio. Hoy el daño está hecho y es contenible aunque por la fuerza. Maduro ya está Podrido. Sáquenlo.