viernes, 29 de enero de 2010

Nuestras aprensiones sobre el "Team Piñera"

Tatán no debe, bajo circunstancia alguna, nominar a pinochetistas en su equipo

En primera vuelta, el hoy presidente electo obtuvo un 44% de votos. Ganó finalmente con un poco más del 51%. Es decir, Sebastián Piñera logró superar el techo histórico de la derecha, y por ende ser elegido presidente, gracias a votos Meístas, como por ejemplo de Chile Liberal. Piñera no puede ahora decepcionar al sector que lo puso en la presidencia.
Una de las más sonadas exigencias de este nicho de "swing voters", o votantes pendulares, por así decirlo, es justamente una condición que ya puso Pato Navia (ver foto izquierda), un columnista liberal ("liberal", en el sentido de este sitio), y fue que Piñera no nombre a ex colaboracionistas de Pinocho en el gobierno del "cambio". Las razones son evidentes. Hemos durante 20 años visto las mismas caras ya repetidas hasta el hartazgo, las mismas ideas agotadas recauchadas y ya fatigadas, y la verdad es que queremos un cambio. Pero esto no significa que el cambio sea traer de vuelta a figuras que formaron parte de un gobierno que ya fue deslegitimado en 1988, y que de un sector que desplazándose a la derecha no ha ganado elección alguna en medio siglo.
Una de las habilidades que Piñera debe lucir es su capacidad de formar equipos de trabajo, y para eso, es necesario ser capaz de detectar el talento. Creemos que en Chile hay gente capacitada, y que debiese tener una oportunidad de participar en el gobierno. Es natural que Piñera traiga a colaboradores del sector privado, lo que es un problema no menor, ya que la remuneración en el gobierno es magra. Si bien nuestro sitio cree que los ministros debiesen tener altos sueldos, equivalentes a los de la empresa privada, por ahora este no es el caso, y no podría, ya que no ha habido en los gobiernos de la Concertación capacidad de formar buenos equipos. Esperamos que Piñera ponga lo mejor de su talento para conformar un Team Piñera acorde con las necesidades del país, y no producto de oscuros cuoteos ni caprichos políticos.
Llegar con un 51% de votos es poco. Un paso en falso en el lineamiento del Team Piñera puede dejar mal parado al presidente electo. Hasta el momento, los lectores de este sitio han sido categóricos al manifestar su deseo de que Chile Liberal sea de Oposición. No obstante, Piñera ha hecho anuncios importantes, como por ejemplo inyectar capital privado a Codelco. Pero también episodios deplorables como la censura a Iván Núñez, o un silencio inaceptable ante el llamado de Jovino Novoa (un ex pinochet-boy) a terminar con los juicios por atrocidades durante el gobierno militar.

Por ahora, nos declaramos neutros.
Tatán: te damos una oportunidad de reafimar la confianza en el sector que te puso en la presidencia, y esperamos que el Team Piñera sea un equipo sólido. No queremos un "Club de Cachagua", sino un reflejo de la diversidad y la meritocracia, que deben ser los valores de la nueva derecha. Sebastián, no decepciones.

jueves, 28 de enero de 2010

Para que jamás nos falte rock

Reflexiones sobre un concierto histórico

Chile Liberal se entera que el concierto ofrecido por la mítica banda de rock pesado Metallica fue, como era de esperarse, excepcional. Incluso nos consta que en el Club Hípico una de las colaboradoras de nuestro sitio sacudió la cabeza, levantó la mano haciendo cachitos y rockeó a más no poder al ritmo incontenible de One, entre muchos otros himos del speed metal.

Muchas cosas se pueden destacar de este hito. Primero, que el concejal UDI Jorge Alessandri no logró boicotear el encuentro. La censura a Iron Maiden podrá perdonarse, pero jamás olvidarse, y la ultraderecha no perderá ocasión de hacerse la santurrona buscando cualquier pretexto para impedir una legítima expresión del rock, que como sabemos, es uno de los principales canales de la contra-cultura de Occidente. En la medida que ustedes no se inscriban en los registros electorales, seguirán a merced de los que sí se inscriben, y que no renunciarán jamás a imponer sus reglas y modelar tu conducta, porque son conservadores y su ADN es autoritario y manipulador.

Por otro lado, kudos para el personaje de la noche, la Abuelita Metallica (ver foto izquierda), una mujer de gloriosos 76 años que llegó a la zona VIP, ayudada con un bastón, y rockeó como cualquiera. Así aspira modestamente vuestro correponsal el llegar a viejo.


Un hecho que no podemos dejar pasar es las críticas a Metallica por parte de un polemicista peruano llamado "Peruanista", quien la verdad se ha metido en las patas de los caballos: ha insultado al Metal, y el Metal ha prometido vengarse. Por favor lean Metallica y la promoción de culturas opresivas de abuso racista e indiferencia materialista.

Nuestro sitio, para empezar, no tiene nada contra el heavy metal, todo lo contrario, menos aún lo consideramos como una ofensa a nuestra tradición cultural. Quizás porque no tenemos una trayectoria artística rica, fácilmente nos dejamos permear por lo que venga. Los anglosajones inventaron aquella música extraordinaria llamada rock, ¿por qué habríamos de considerarla en contraposición a nuestros valores (cuáles, además)? ¿No se ha convertido el rock en otro aporte de Occidente a la cultura universal (junto al ateísmo, el racionalismo, la democracia, etc)? Más bien, sí podemos concluir que las presentaciones de estos espectáculos demuestran cómo ha echado raíces en nuestro país una cultura del rock, la cual ha desde sus inicios acompañado movimientos de rebelión como el mayo del 68, e incluso la propia caída del Muro de Berlín. Según un amigo mío originario de la ex Checoslovaquia, era tal la fama —clandestina— de Pink Floyd tras la cortina de hierro que fue el detonante para que los jóvenes se inspirasen para derrocar a los comunistas (si usted es católico, de seguro que creerá que fue Wojtila; en fin, cada uno cree lo que quiere)

Hay un incidente no menor que vale la pena destacar. Vivimos en una sociedad de consumo. Somos consumidores. Además, funcionamos en una sociedad en la que se respetan los acuerdos, los contratos y la palabra empeñada (en esta última, los chilenos andamos bastante mal, en todo caso). Metallica es una banda fanática del respeto a sus derechos de autor, y no permite que nadie se gane un centavo a costillas de ellos, lo que nos parece muy bien. Las entradas a su show fueron carísimas, lo que ya se está convirtiendo en práctica habitual en Chile (no sé si es una leyenda urbana que sale más barato ir a megaeventos en Argentina), pero los precios los dicta la implacable ley de la oferta y la demanda, aunque no me quejo de que se tomen acciones legales contra la productora por estos precios abusivos. La calidad de Metallica no la pongo a duda —si bien Lars Ulrich anduvo algo a destiempo, me dicen—, pero 10 minutos de fallas técnicas me parecen un abuso a la buena voluntad de los asistentes al concierto. Lo mínimo que exigimos es una disculpa pública de los organizadores, y la verdad ignoro por completo si se debe a los técnicos de la banda o a la productora Time For Fun. La genté pagó para ver un show de categoría internacional, lo que no se cumplió a cabalidad por porblemas de audio al inicio. Hoy ha aparecido esta carta en el espitolario de El Mercurio, y Chile Liberal demanda que al respecto se pronuncien los culpables, si es que queremos que el rock mantenga el prestigio que se ha ganado en esta última década.

Pór último, quiero decir que muchas veces se nos criticó, especialmetne cuando pendejos, por escuchar esa "basura", esos "rugidos infernales" que parecían "bramidos de animales en el matadero"... se nos dijo de todo. Ya hay una generación entera que nació con rock, se crió sacudiendo la cabeza escuchando en el "personal estéreo" el "cassette" And Justice For All, y al rock, y que escucha la fantástica radio Futuro. A pesar de las advertencias, nada malo pasó. Al contrario de lo que se dijo, salimos más normales que la cresta. En la Futuro, el sonido oficial de Chile Liberal, se transmite un programa extraordinario del siempre ácido y punzante Iván Núñez, llamado Palabras sacan palabras. Recomiendo encarecidamente escucharlo, y mantenernos al día en cuanto a política y actualidad. Somos rockeros, por lo mismo, nos mantenemos al día para que no nos hagan huevones.

Levanto la mano con el índice y el pulgar extendidos, y el anular y cordial plegados, o sea, haciendo cachitos, y declaro: grande Metallica, y larga vida al rock. Nos podrá faltar cualquier cosa en esta vida, pero que jamás nos falte el rock, amigos míos. Porque el día que nos falte rock, cagamos.

(Artículo dedicado especialmente a los rockeros de chaqueta y corbata que a pesar de las apariencias, siguen llevando un rebelde por dentro. El saludo de Chile Liberal a todos aquellos)

lunes, 25 de enero de 2010

Muffins por Haití



Con mis colegas decidimos que no era una alternativa viable el quedarse de brazos cruzados ante las devastadoras imágenes de Haití, y surgió la idea de organizar un "desayuno solidario", o sea, traer nosotros mismos reposterías que venderíamos en la oficina durante el "tea break", y todo lo recaudado iría a una organización de beneficiencia.

OK, lo admito. Yo no hornée nada sino que le pedí a Chanchi que se luciera con sus muffins con chips de chocolate, que le quedan impajaritablemente esponjosos. Si los hubiese hecho yo, imagínense. Así es que, bueno, eso hicimos hoy, lo pasamos bien tomando té y comiendo quequito (no confundir con éste comer quequito de nuestros amigos de Gorila Blog). La suma recaudada aún no se entrega pero es seguro que sobrepasamos nuestra meta, y cómo no, si nos vendimos los queques y muffins a precios usureros (por ausencia de competitividad, claro está). La idea era, por supuesto, recaudar lo más posible. Además hemos donado una hora de trabajo que Finanzas nos va a descontar e irá también a la organización beneficiada, que mantendré en reserva pero una ex colega trabaja ahí así es que es de plena confianza.

A mi entender, es inaceptable no hacer nada ante esta tragedia. Es cierto que uno no siempre sabe el destino de los recursos, lo que no sólo demuestra la importancia de la confianza en un sistema económico, sino que pone de relieve la necesidad de eliminar la corrupción de los gobiernos, sean estos los donantes o los receptores.
En todo el mundo ha habido eventos de beneficiencia y no hay excusa para marginarse. El gobierno, como siempre, es el problema, y no la solución (ya The Economist propone imponer un gobierno de emergencia en Haití). Si tuviésemos una forma directa de colaborar, el mundo podría eficientemente asignar recursos a quienes lo necesitan. En África ya están avanzados los proyectos de instalar sistemas bancarios mediante telefonía móvil, lo que permitiría saltarse a los corruptos gobiernos y traer e la masa empobrecida los beneficios de una banca, para que puedan ahorrar y administrar con mayor seguridad su dinero. Si pudiésemos comprar directamente a quienes nos ofrecen sus productos, sin burocracias, habríamos superado la pobreza hace rato. Piensen qué pasaría si pudiésemos comprar café a un campesino africano, sin Starbucks se jacte de darles un peso por cada 2 lucas que cuesta un latte. Mejor sería la luca directamente al campesino.

Sea donde sea que estés leyendo, esperar que el gobierno de turno haga una donación al gobiero de Haití sería absurdo. Nos pasaríamos una vida esperando. Creo que como liberales que somos, es nuestro deber ético el socorrer a quien lo necesita, siempre y cuando sea voluntario y por iniciativa privada o personal. Ya veremos las medidas a mediano plazo. Pero tenemos que ayudar ahora ya, y animo a los lectores de este sitio a que piensen cómo ayudar, en caso que no lo hayan hecho. Insisto que no podemos esperar a las burocracias gubernamentales, que sólo surtirán efecto a largo plazo. No perdamos tiempo porque —como dijo Keynes— en el largo plazo "estaremos todos muertos". Hagamos algo hoy.

sábado, 23 de enero de 2010

El problema fundamental de Haití



"En Haití, el vudú ocupa un lugar central en la celebración de los muertos como en el cementerio de Petionville, en Port-Au-Prince, donde una muchedumbre se congrega." Fuente: Le Monde.


Chile Liberal explora las causas de la pobreza de los grupos humanos

Haití es la nación más pobre de Occidente, mientras que su vecina República Dominicana es mucho más próspera. Ambos países comparten una misma isla, La Española. ¿Qué explica la diferencia entre ambos? Claramente, la geografía no es un factor determinante.

Muchos han estudiado a fondo las causas de la riqueza de las naciones, siendo el más célebre de todos el pensador escocés Adam Smith (en un próximo artículo, exploraremos los casos de Uruguay o Argentina, países que gradualmente se empobrecen, tema igualmente interesante y largamente olvidado). Smith se preguntaba por qué Inglaterra era mucho más rica que Escocia, y a su vez, por qué Holanda era más opulenta que Inglaterra. Hoy nos hacemos preguntas similares: ¿por qué Irlanda e Inglaterra, también países próximos y en la misma latitud, han sido históricamente tan disímiles en cuanto a desarrollo?

En general, los países sur-europeos son menos opulentos que los nor-europeos. Adam Smith notó que los países más avanzados tenían una división del trabajo mucho más profunda, lo que las hacía más eficientes. Max Weber, un sociólogo y economista alemán, estudió cómo la exaltación del trabajo duro y el ahorro que propugna el protestantismo fue un factor decisivo en el irrumpimiento de la economía capitalista, mientras que la ambivalencia (o desprecio) del catolicismo-romano hacia la acumulación de riqueza, junto con la celebración del ocio en desmedro del trabajo duro, incidirían en el atraso de la península ibérica, Italia y América latina con respecto a los países protestantes. Esto no es nada nuevo. Como tampoco es inverosímil que la extraordinaria ética confuciana, con su fanatismo hacia el trabajo, la honestidad y el sacrificio personal en beneficio de la comunidad, ha dado paso a los tigres asiáticos.

Lo que realmente distingue a una nación desarrollada de una subdesarrollada —o "emergente", como le llaman hoy—, es cómo su cultura premia al espíritu empresarial y emprendedor, entendiendo una empresa a LAN o el almacén de abarrotes de la señora Juanita. Al respecto, Joseph Schumpeter, un economista austro-norteamericano, nos señala lo siguiente:


"la función de los empresarios es reformar o revolucionar los esquemas de producción mediante la explotación de un invento (...) o una tecnología desconocida capaz de producir nuevos bienes o producir antiguos de maneras innovadoras,abriendo fuentes de abastecimiento de materiales o nuevas salidas para los productos, reorganizando la industria, y así sucesivamente."


(Fuente: Capitalism, Socialism and Democracy, Harper Bros 1950, p. 132. Traducción de Chile Liberal)


O sea, el espíritu emprendedor es la piedra angular de una sociedad progresista. Cuando el emprendimiento —y su consecuente riesgo— es abrazado, fomentado, incentivado y premiado en una cultura, observamos mayor cooperación y bienestar, como ocurre en las culturas protestantes, confucianas, y post-Católicas (entre éstas últimas, Francia, la Irlanda y España actual, por ejemplo). Las culturas católicas más duras —Amerérica latina o Filipinas, por ejemplo— viven en la miseria.
No obstante, el peor de todos los sistemas de creencias es el animismo, muy arraigado en África y también Haití. Los católicos practican variadas formas de animismo, lo que hace a esta religión particularmente peligrosa (piensen en las animitas en la carretera, la Virgen de la Tirana, las mandas a la Virgen de Lo Vásquez, procesión de monos de yeso, entre otras chifladuras).

El culto a los muertos y su influencia en el mundo real pueden tener consecuencias devastadoras en la evolución hacia el racionalismo de los individuos y de una sociedad de individuos. Influenciados por el miedo a ataques de brujos o almas en pena, las comunidades pueden cometer todo tipo de bestialidades, como sacrificios humanos. Cuando la gente pierde la compostura, cuando la razón y la lógica son reemplazadas por sahumerios y conversaciones con los muertos, cuando los conflictos se resuelven con vendettas encargadas a espíritus malignos, no hay posibilidad alguna de que la ética rija el comportamiento, ni menos aún puede funcionar un sistema económico eficiente, ya que brillan por su ausencia la cooperación, la confianza y la predictabilidad, que son importantísimos para lubricar el traspaso de información que demanda una estructura económica.

Haití practica una de las formas más aberrantes de animismo, llamado "vudú". El siguiente extracto del libro The Central Liberal Truth nos ilustra al respecto:
[El dr. Hodges] ha elaborado una teoría sobre por qué Haití (...) es uno de los países más pobres del mundo. La teoría se basa en la cultura, no en raza, ni en creencias, ni habilidades. La culpa de la miseria en Haití claramente recae en la creencia en los espíritus del vudú que aún dominan la vida de los haitianos. Haití tiene una visión del mundo muy particular, proveniente de sus raíces africanas y templadas por la era de la esclavitud. Los haitianos ven el mundo de distinta manera que nosotros. La principal diferencia es que que en la tradición judeo-cristiana el hombre es responsable de su destino. Mediante la internalización de la culpa, nos hacemos responsables de nuestro entorno y de nuestras acciones. En contraste, los haitianos externalizan su culpa. Todo lo bueno y lo malo es atribuído a los espíritus. Como esto limita su responsabilidad, también limita sus potenciales.

Dicho de modo sencillo, significa que si un haitiano se roba un jarro de leche desde el hospital del Dr Hodges, él no siente vergüenza porque él cree que la oportunidad le fue conferida por los espíritus. En un nivel más complejo, significa que hay un límite a la forma en que la sociedad puede organizarse, y del nivel de avance que puede lograr su agricultura.

A un niño haitiano se le enseña que todo lo que ocurre a su alrededor es
obra de los espíritus. Él es criado para externalizar la maldad y para entender que su vida corre constante peligro. La gente cree que la verdadera razón que motiva a los haitianos para emigrar es su temor al gobierno. Esto es superficial. Ellos tienen miedo unos de otros, desconfían de los demás. El nivel de paranoia en los haitianos es alarmante.


Podemos concluir que la esencia misma del atraso haitiano es la falta de responsabilidad, las creencias absurdas, la irracionalidad y ausencia de control de su entorno. El emprendimiento en Haití es motivo de burla, más aún el prepararse para un terremoto. Todos estos factores redundan en su falta de planificación, ausencia total organización, anarquía y pobreza, tanto así que la carencia de infraestructura es el principal escollo en el esfuerzo internacional por hacer llegar ayuda.

Hoy en Le Monde aparece un artículo que aborda el problema del vudú y su influencia en el comportamiento y la siquis de los haitianos, donde se nos relata que ellos creen que los espíritus sabían que vendría un terremoto.

En una primera etapa, es nuestra obligación ética el colaborar en el socorro a los angustiados haitianos. Pero luego debiésemos abrir escuelas y bibliotecas, para que los haitianos empiecen a darse cuenta de su pobreza y opten por explotar sus recursos y comerciar con el resto del mundo. Luego, progresarán por sí mismos.

martes, 19 de enero de 2010

Privatizar Codelco: El sacrílego acto sacrificial de la Vaca Sagrada

"Los hombres de negocios son el grupo que distingue al capitalismo y
al estilo de vida norteamericano del estatismo que en estos momentos se traga al mundo. Todos los otros grupos —obreros, campesinos, profesionales, científicos, militares— existen también bajo una dictadura, aunque sea encadenados, aterrorizados, en la miseria y en una progresiva auto-destrucción. Pero no hay jamás hombres de negocios en una dictadura. Su lugar es reemplazado por matones armados: por burócratas y oficiales de gobierno. Los hombres de negocio son el símbolo de una sociedad libre, son el símbolo de nuestro país."

Ayn Rand,
filósofa norteamericana



Vivimos desde 1970 a 1973 mil días en que el país votó libremente decidió llevar a cabo un experimento marxista. La jugarreta la pagamos con 17 años de una dictadura sanguinaria. Luego vinieron dos décadas de socialdemocracia y de énfasis en la redistribución de ingreso. La Concertación ciertamente se va con honores. Pero su hora ya pasó. Llegó el momento de concentrarse no en redistribuir riqueza, sino en crearla, y para ello, debemos sacar al Estado de donde no corresponde. Para los fines teóricos de nuestro sitio, el Estado es útil ahí donde ningún privado es capaz de obtener beneficios, y menos afortunado cuando se ase de los medios de producción. El Estado es también capaz de imponer la ley y el orden, bajo condición que esté a cargo de representantes de la comunidad, elegidos en votaciones transparentes.

Chile ha dado un paso enorme hacia el progreso gracias a un modelo que se sustenta en la exportación de materias primas de poco valor agregado, como el cobre, del cual la economía chilena aún depende. Con esta economía expuesta a los vaivenes del comercio internacional, ya que a falta de mercado interno debemos exportar, y con una masa laboral poco educada y de baja calificación, dedicándonos a extraer recursos naturales, hemos sobrepasado los 10 mil dólares de ingreso percápita y ya vamos por los 15 mil (la distribución del ingreso es mala en Chile no por malicia de la oligarquía, como aducen los exaltados/ignorantes, sino porque nuestro propio modelo se sustenta en ello: en producir materias primas con gente de baja calificación, y por ende, de baja remuneración).
La derecha acusa a la Concertación de no crecer más, como en los años del Pinocho o el primer sexenio de la década 90, pero los que sacan a relucir estas críticas son o opulistas o ignorantes. O ambos. El país no crece más porque sobrepasados los 10 mil dólares p.c., y llega un momento en la economía de un país en que no se puede crecer a las mismas tasas. Perú crece mucho porque va más rezagado que Chile. Chiina con 6% se consideraría en recesión. Francia con 3% de crecimiento estaría exultante. Chile ya no se puede seguir creciendo al 7% con este modelo. Necesitamos otro. Piñera debe preocuparse de llevar el modelo a la siguiente etapa si quiere cumplir su promesa electoral de impulsar el crecimiento.

A pesar de todo el estiércol que le están arrojando al presidente electo desde la izquierda del espectro (como si fuese culpa de "Locomotora" el barrer con un candidato condenado a perder), quiero creer, —quizás pecando de ingenuo (o de huevón)—, que el billonario Sebastián Piñera, el rey Midas que convirtió en oro a LAN y Chilevisión (y hasta a Colo Colo), y que como profeta usufructuó de la expansión del consumo a la masa, es un personaje que sabe perfectamente que llegó el momento de -como dicen los gringos— pensar fuera de la caja. Chile necesita reformar profundamente su modelo actual.

El cambio debe ser dramático e irreversible. Y la mejor forma de hacerlo es, por supuesto, gradualmente, mediante reformas, no mediante una revolución. El primer paso es convertir a Codelco, empresa que ha sido el sustento de Chile, en nada más ni nada menos que en una empresa, o sea, en una asociación de individuos que practicando la división del trabajo producen dinero, y no en un Súper Hogar de Cristo para el fisco. Hasta ahora, Codelco es la Vaca Sagrada de nuestro país, flacuchenta como los miserables bovinos que beben aguas servidas en el río Ganges. La Vaca se ha vuelto extraordinariamente ineficiente. Sebastián Piñera hoy a ocupado los titulares por plantear la necesidad de modernizar Codelco inyectándole capitales privados para que vuelva a ser rentable. No olvidemos que el objetivo de Codelco para el año fiscal pasado fue, por inverosímil que parezca, no irse a pérdida. Codelco está a un paso de convertirse en el Genral Motors de Chile, a no ser que sea manejada con criterios de eficiencia en desmedro de fines bonachones p'a la galucha. Cuando GM se fue a las pailas, los que más sufrieron fueron los obreros de Detroit, o sea, los más pobres. A GM la estrujaron hasta que ya no quedaba una sola gota. Lo que ahora necesitamos es el destete.

El problema de fondo es lo que yo denomino "pensamiento místico", o sea, creer lo que uno quiere creer porque nos reconforta, a pesar que la evidencia sugiere que estamos en un error, pero no importa, seguimos creyendo. En el caso de Codelco, a los ilusos les han hecho creer que ésta es la "empresa de todos". Y como es de todos, no podemos privatizarla, porque eso es malo, muy malo. Esto es, como sabemos, falso. Para empezar, los que más se aprovechan de Codelco (y ENAP, etc) son sus empleados, que ganan 10 veces más que el resto de la población, sin justificación aparente. Las ineficiencias no permiten que genere más recursos. Al estar empantanada en el marasmo político, se convierte en un botín de guerra para los políticos, que por ningún motivo sueltan la teta, y están mamando como becerros. Si fuese de todos, entonces exijo que privaticen mi parte y me den la plata para ponerla en mi fondo de pensiones. ¿No se puede? ¡Claro que no, porque es la empresa de todos!, pero al final es de nadie, y como necesita dueño, al final pertenece a unos pocos (los becerros). ¿Y si se va a pérdida? ¡Da lo mismo!

El país ya pasó esa etapa. Llegó el momento, como ya lo propuso el finado MEO, de profundizar su privatización. ¿Tiene Piñera un mandato para ello? Sí, lo tiene. Ya nadie le hizo asco a MEO por defender la herejía de sacrificar la Vaca. La época de gloria de Codelco ya pasó, y ya advierto el fenómeno de los rendimiento decrecientes. Piñera privatizando parte de Codelco es una idea que a nadie le parece extraña, y si ahora lo propone, nadie debe quedar perplejo ante ello. Los entendidos en la materia coincidirán en que es el próximo paso lógico.
Es un gran avance que Chile proceda a privatizar una empresa con un alto simbolismo bajo un gobierno democrático y legitimado por votación popular, luego que ni el Pinocho se atrevió a hacerlo (cómo no, si con ella se dedicó a financiar a las FFAA, y por ende, su jugosa cuenta en el Banco Riggs), y más aún, luego que vilmente Allende se la robara a los gringos. De haber sido Codelco privatizada bajo la dictadura, terminaría con los amigotes del dictador. Recordemosque Daniel López practicó el capitalismo de amigotes, o crony capitalism, una aberración del capitalismo.

En un país como Bolivia, los recursos del Estado más capitales y expertos privados podrían lograr mucho en beneficio de los más menesterosos si es que sus hidrocarburos son explotados decentemente, algo riesgoso pero que vale la pena intentar (¿estará escuchando Evito?). Es posible un manejo sensato de estas empresas. Chile pudo. Pero ya pasó el tiempo y ahora hay que pasar a otra etapa.

Piñeraen su calidad de presidente haría muy bien en mejorar la gestión de Codelco, creo que en esta área tiene amplia experiencia. Mejor que se dedique a ello en vez de andarnos diciendo que le ha pedido a Dios que lo guíe guiar (si Piñera nos asegura que Dios le contesta, preocúpense: nuestro presidente se volvió esquizofrénico).
Luego, el verdadero énfasis vendrá en mejorar el capital humano de Chile. Una mejora al sistema educacional es la prioridad. Los recursos pueden venir de la venta de Codelco. ¿No podríamos implantar el cheque escolar en masa y eliminar al ministerio de Educación y de paso al nefasto sindicato de profesores? Porque los profesores son esenciales en la nueva economía del conocimiento, no tanto los sindicalistas. Y así como es esencial que la Oposición fiscalice al gobierno en la privatización de la Vaca, también el bloque opositor deberá ser contructivo ante las propuestas de educación que envíe el gobierno a Valparaíso. Capaz que hasta terminemos funcionando como un país de verdad, uno que se parezca mucho a Finlandia o Nueva Zelandia, dos naciones y dos modelos económicos de los que tenemos bastante que aprender y mucho más que imitar.

Ningún técnico, ninguna persona que se guíe por argumentos de eficiencia y por lógica, de hecho, ninguna persona con un coeficiente intelectual mínimo, tendría grandes objeciones a lo aquí expuesto. Pero eso no es suficiente. Necesitamos que el grueso de la población lo entienda, y no unos pocos inteligentes, y no olvidemos que sujetos inteligentes en medio de la turba embrutecida terminan actuando como estúpidos.
Por eso, es imprescindible que el gobierno que asume en marzo se sacuda del prejuicio existente de que la economía de mercado implica fusilar y repartir osamentas por el territorio nacional. Necesitamos perderle miedo al capitalismo, y mirarlo con otros ojos. El mercado no "es cruel", como dijo uno.

Pero lamentablemente, al día de hoy, la derecha chilena es más asociada con la cicatería que la ecuanimidad. Para impulsar las reformas necesarias, Piñera deberá promover a una nueva generación de políticos de derecha, y rodearse de ellos, para lograr el respaldo popular a medidas que para los estatistas recalcitrantes son una herejía.

lunes, 18 de enero de 2010

Matrimonio gay: Los políticos que necesitamos

Chile Liberal quiere ver más políticos "pro-business" a favor del matrimonio homosexual

"Chile cambió", podría ser la conclusión de esta elección. En Chile Liberal hemos sostenido desde siempre que si somos libres para decidir por nosotros mismos cómo vivir nuestra vida, si queremos reclamar nuestra autonomía, debemos seriamente considerar poner término a la discriminación ante la ley que sufren las parejas homosexuales, impedidas de contraer matrimonio.

Según las encuestas, el 56% de los jóvenes aprueba el matrimonio homosexual, y el 51% cree que pueden adoptar hijos. La postura de Chile Liberal es la misma: una pareja estable puede adoptar hijos, el sexo de los padres es irrelevante. Lo confirma, por cierto, la American Pshychiatric Association (APA), que nos dice lo siguiente (ver fuente):

"La Asociación de Psiquiatras de EEUU apoya las iniciativas que permiten a parejas del mismo sexo adoptar y cuidar niños y apoya todos los derechos legales, beneficios y responsabilidades que conllevan de dichas inciativas."

Como nuestro país ahora se ha unido a la OECD, una de las diferencias que debemos empezar a ver es en la forma en que situamos a Chile en el contexto mundial. Como en todos los países desarrollados, pronto ustedes empezarán a ver que los análisis en la prensa emplean comparaciones con otros "OECD countries", lo que supone muchos desafíos. No por nada, nos hemos unido a la primera división de los países en cuanto a desarrollo social y económico. O sea, ya no podemos decir "Chile está bien porque tiene 5 cuando el promedio de Amérca Latina es 3". No pues, ahora es "Chile tiene (...) mientras que el resto de la OECD tiene (...)". Pues entonces acá vamos: gran parte de los países donde el matrimonio de personas del mismo sexo es legal es en los países de la OECD. Chile debe seguir esta senda.

Si la mayoría de los jóvenes chilenos aprueba el matrimonio gay, si la mayoría de los países de la OECD incluyen el matrimonio gay en su ordenamiento legal, si la APA no ve inconveniente en que los homosexuales adopten hijos, y si todos sabemos que en pareja una persona se realiza emocionalmente, y si los estudios arrojan que la gente casada en general es más feliz y goza de mejor salud, la pregunta es: ¿qué esperamos para terminar con la arbitrariedad del Estado que discrmina a los homosexuales?

La respuestas son variadas. La que queremos abordar en este artículo es la falta de presencia de políticos "mainstream" en la defensa de la causa homosexual. Como pueden ver en la foto a la izquierda, el alcalde de Nueva York junto con Rudy Giuliani (ex alcalde) participan en la Marcha Orgullo Gay que se lleva a cabo en las principales ciudades del mundo para conmemorar los Disturbios de Stonewell. Noten que ambos son cercanos a lo que podríamos llamar corriente "pro-business", y son gente de derecha. ¿Cuándo fue la última vez que vimos a un político chileno flameando la bandera gay?

Ahora que la población aprueba el matrimonio de personas del mismo sexo, necesitamos que el tema lo aborde la clase política cuanto antes, más aún en estos momentos en que hemos elegido a un presidente de una derecha moderna y liberal, que quiere que seamos libres para contratar y despedir trabajadores, que quiere que Chile sea un país pujante y respetuoso de las libertades individuales, y por lo mismo, entonces es hora de ponerle punto final a la discriminación contra los homosexuales, ya que atenta contra su libertad personal.

Mucha homofobia aún persiste en el ambiente. Lo mejor que podemos hacer es pedirle a los políticos chilenos, en particular a los de derecha, que como un Giuliani o un Bloomberg salgan a la calle y se unan a la ciudadanía que manifesta cada vez con más fuerza su rechazo a la homofobia. A los autores del la iniciativa Acuerdo de Vida Común, señores Chadwick y Allamand, ¿no serían ustedes los primeros en salir a desfilar?

Esto no se trata de una actitud como la del "libertario" Ron Paul, quien no quiere homosexuales en las Fuerzas Armadas de EEUU, y dice —casi con desprecio— que los homosexuales hagan lo que quieran en privado pero que no pueden a él mismo hacerle "aceptar lo que ellos hacen". No. Al contrario, queremos que como Giuliani y Bloomberg, los políticos de espíritu emprendedor y empresarial y que abogan por la libertad salgan a las calles a celebrar la causa gay. Bueno, es hora además de que terminemos con esos libertarios que proclaman que "el Estado no debe interferir en la vida de los maricones". Ron Paulcito hará mejor dedicándose a ser comediante, quizás con Brüno podría seguir deleitándonos con sus payasadas.

Ya dejamos atrás a la derecha retrógrada. Es hora de encontrar un arreglo a las demandas de nuestros amigos y familiares homosexuales que exigen vivir su vida en plena libertad... como en los países de la OECD.

Hay dos formas de lograrlo. Una, como en Dinamarca, donde por acuerdo transversal de las fuerzas políticas el matrimonio homosexual pasa a ser ley. La otra, mediante una disposición legal que por legítima que sea, no cuente con un respaldo popular (así ha ocurrido en algunos estados de EEUU). En Chile debemos encontrar el consenso y seguir los pasos de, por ejemplo Argentina, donde Axel y José María ya han jurado amarse y cuidarse en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe, y están felizmente casados. En Uruguay las parejas gays ya pueden adoptar hijos. Históricamente, Argentina y Uruguay han sido países mucho más de avant garde, mucho más urbanos y más cultos que el nuestro —ya quisiéramos contar con las bibliotecas y mundialmente célebres librerías que frecuenta la intelectualidad porteña—.

Invito a que los liberales —heterosexuales y homosexuales—, como siempre nos preguntemos sobre la manera en que el Estado se relaciona con los individuos. Por ello es que el tema es tan importante para todos.

"Chile cambió", no lo olvidemos. Es hora de actuar de acuerdo a estos nuevos vientos de cambio que corren.

domingo, 17 de enero de 2010

Sebastián Piñera presidente: ¿Cuál es el mandato del electorado?

"Al pueblo se le obedece hasta cuando yerra"
Simón Bolívar



Medio siglo tuvo que transcurrir hasta que la derecha, o una pantomima de ella, volviese al Palacio de La Moneda. Hay tres factores que analizar en este momento histórico.

El primero es el más obvio: la letal combinación de arrogancia y estupidez en la Concertación. La alarma ya se encendió con el apretado triunfo de Lagos ante Lavín (QEPD). Luego Piñera quebró la unidad de la Alianza y se tiró como candidato, sabiendo que es una facción fracasada desde el 5 de octubre de 1988, y desplazó a Lavín, llevando a Bachelet al balotaje. Después del empate con sabor a triunfo de las Muncipales 2008 la Concertación no fue capaz de reaccionar, y respondió con un remedo de primarias que fueron una farsa, con un Escalona comportándose como un hooligan, entre otros tristes episodios. El resultado fue la nominación un ex presidente recauchado a pesar que el país a gritos le pedía renovación al conglomerado gobernante. Frei fue una cuchufleta, digna, pero cuchufleta al fin y al cabo. La reacción del señor Latorre, presidente de la DC, al conocer los resultados de la primera vuelta, fue de arrogancia y de minimizar el claro descontento popular hacia las prácticas de la Concertación. Advertimos que Frei, si bien es un tipo honesto, es un político de la transición, o sea, parco, y no apto para enfrentar a "Locomotora" Piñera.
De nada le sirve a los más férreos izquierdistas el seguir alegando que "la gente es tonta" o esto es "una vergüenza". El primer responsable de la derrota ha sido la propia Concertación.

El segundo factor tiene que ver con la capacidad de Piñera de sobreponerse a los fracasos. Piñera fue desechado varias veces, y a diferencia de MEO, terminó la elección previa en una posición expectante. No dejó un sólo minuto de concentrarse en su objetivo final. Podemos concluir que éste ha sido más bien un triunfo personal de Piñera, y no de la Coalición por el Cambio.
La agonizante Alianza sobrevivió la transición única y exclusivamente gracias al respirador artificial del sistema binominal, aunque no dejará pasar esta noche la oportunidad imperdible de pretender que es ella la receptora del sentir popular. Pero esto no es así. La Concertación sigue viva y goza de gran prestigio. De hecho, la Concertación tomó al país con 5 millones de pobres y lo entrega en la OCDE, sin miles de muertos ni exiliados. Bachelet disfruta de una popularidad sin precedentes. Ha sido Piñera quien con coraje ha logrado apelar a los "swing voters", muchos de ellos liberales (como nosotros, o Pato Navia, entre otros), quienes vimos en el empresario —no en sus aliados— una oportunidad de hacer funcionar la democracia chilena como un remedo de democracia sólida, optando por esta pantomina de "alternancia", que no obstante abre no poca incertidumbre sobre el futuro papel de los pinochetistas que esta noche de seguro creerán que el ex coordinador del NO en la Región Metropolitana es uno de los suyos. Ellos saben que no, pero no importa: ellos creen en lo que quieren creer.

El tercer factor tiene que ver con, sí, Marco Enríquez Ominami. El joven, energético y díscolo candidato logró poner sobre la mesa temas que hasta hace poco eran tabú. Ya nos referimos a la torpeza de MEO de adherir a una campaña condenada al fracaso desde su génesis. Este no es momento de hablar de él (si resucita o no, otorgamos el beneficio de la duda), sino del 20% que votó por él y que ahora se desplazó hacia Sebastián. La conclusión es que Chile cambió. Sí, este ya es un país que demanda más individualismo y menos mojigatería, menos control del Estado en la vida de las personas, más autonomía, más independencia de los dueños de la moral y sus agendas valóricas, quienes no comprenden los efectos que la sociedad de consumo genera en la siquis de los individuos. Los chilenos quieren consumir más y pagar menos impuesto, a la vez que desean su autonomía. El discurso de "Mazestao" fue un error garrafal de Frei (no logramos encontrar un acierto). Piñera es el presidente de un país que ha ganado en confianza en sí mismo y que ahora quiere codearse con las naciones de la OCDE, o sea, por poner un ejemplo, con la España moderna y progresista de hoy, y no con la España rural y proteccionista y nacional-católica de Franco. El país no quiere un patrón de fundo que le diga a los peones cuándo deben ir a misa y con quién pueden casarse, y cuándo. ¿Hacia dónde vamos, entonces? Pues pueden ver a la península ibérica para entender el curso que el país quiere seguir.

La Concertación se fundó para devolver la democracia al país. El objetivo lo logró. No por nada, se anota un 48%. Ahora necesita mucho de destrucción schumpeteriana para emerger de las cenizas con una propuesta nueva, más allá de la transición. Por qué esperó hasta hoy para entenderlo, escapa a mis capacidades. Por lo pronto, a diferencia de la derecha, si la Concerta quiere volver a La Moneda en cuatro años más, debe dar de baja a su plana mayor, empezando por Latorre y Escalona.

Por su parte, Sebastián Piñera ahora debes arreglártelas para satisfacer las demandas de muchos que votaron por ti sin jamás antes haber votado por la Alianza ni nada que se le parezca. Piñera sabe que llega al poder con muchos votantes no tradicionales del sector.
Las tareas que te encargamos
Tu mandato es primero que nada, actuar con firmeza contra la corrupción. Si es posible que el mismo involucrado en escándalos de información provilegiada y de escuchas telefónicas, asociado con los apologetas de Augusto Pinochet (a la fecha, el único gobernante chileno que se ha retirado millonario después de su mandato), es algo que despierta suspicacias y sonrisas sarcásticas. No sé cómo lo harás pero deberás encontrar la forma. Para cumplir con tus promesas (subir sueldo mínimo, regalar bonos, abrir ministerios) necesitas más recursos, o sea, dejar a los gatos cuidando la carnciería. Pero el país bajo la Concertación vio una actitud pusilánime contra la corrupción, y la Oposición, en nuestra democracia al cuete, ha optado por el remedo de alternancia y Piñera ahora quedas a cargo.

La segunda tarea de tu mandato es la más importante y al mismo tiempo la que parece menos difícil, y es mantener la estabilidad económica y política. Para ello, su gabinete debe ser elegido con los mismos criterios que ha usado para formar sus equipos de trabajo. Queremos ver gente técnica y capacitada, y no favores políticos. El cuoteo de la Bachelet y sus bochornos como la "paridad" nos dejó hartos. Sarkozy nombró a opositores en su gabinete, pero él mismo reconoce que la idea fue estúpida. Piñera quiere lo mismo y anunció que nombrará democratacristianos, lo que es entendible: su corazón es DC, y quiere congraciarse con el partido del cual su padre fue fundador y al que perteneció su máximo ídolo, Eduardo Frei Montalva.

El país le dijo NO a la dictadura en 1988, y ha repetido la misma respuesta por más de 20 años. Señor Piñera: no crea que ahora Chile cambió de opinión.
Actúa como estadista y consciente de que escribes la historia del país, sabiendo discernir cuándo deben aplicarse criterios técnicos, y cuándo los criterios políticos. Sé feroz contra la corrupción, y deja que la sociedad decida por sí misma qué rumbo desea tomar. Limítate Tatán a dar estabilidad para que la sociedad dialogue. El que manda es el pueblo, no tú. Tu función es administrar las cuestiones de Estado, y no dártelas de no sé qué cosa.
PD: Tus amiguis pinocheteros no te tragan así que mándalos a la cresta apenas puedas.

Orgullosos de nuestra tradición democrática y republicana


"Que o la tumba serás de los libres
O el asilo contra la opresión "


Mesa de votación, elecciones de 1915. Fuente: Memoria Chilena.


Los taimados de siempre refunfuñan porque vivimos una crisis política y el país va rumbo al despeñadero por la depravación y la angustia a la que nos ha arrojado el posmodernismo, o quién sabe qué estupidez están en este momento aduciendo los mismos de siempre.

La verdad, como sabemos, no pueden estar más equivocados. Los chilenos tenemos motivos de sobra para preciarnos de los valores y virtudes cívicas que hemos cultivado y que siguen profundizándose:

- Los candidatos a la presidencia ambos ya han sufragado, en total calma, al igual que la presidente de la república, y del mismo modo todos los ciudadanos se dirigen con normalidad de regreso a sus hogares mientras otros siguen votando en calma

- Todos queremos saber los resultados oportunamente, ojalá antes de las 20:00. Existe el compromiso de ambas candidaturas de no manipular los resultados, ¡cómo podrían!, y acatarlos por ser expresión de la voluntad popular


- Nadie quiere postergar los resultados, ni saldrán los tanques a la calle. La TV no trasmitirá dibujos animados en caso que el gobierno no pueda creer el resultado de la votación


- Los periodistas extranjeros acreditados, al igual que los veedores y la comunidad internacional, siguen con mezcla de atención y curiosidad nuestra elección, y no poniendo presión para que en el país no estalle un autogolpe en caso que se desconozcan los resultados

- Las elecciones, salvo faltas como llamar a cadena nacional de TV cuando legítimamente el ciudadano Piñera lanzaba su candidatura, ha sido limpia. Se han organizado debates transmitidos a la ciudadanía, y todos hemos sido libres de manifestar nuestras preferencias

- Esta noche, siguiendo una de esas tradiciones republicanas no escritas que libremente se respetan, el candidato que no resulte nombrado por el electorado se dirigirá al comando del candidato favorecido, y esperamos que con un apretón de manos y un abrazo sellen sus diferencias


- De seguro, con la humildad del vencedor, los simpatizantes del candidato ganador aplaudirán el gesto republicano del vencido. Éste aceptará su derrota con enetereza

- Mañana la presidente recibirá al ganador y le deseará éxito


No sé ustedes, pero a mí todo esto me suena como a un país normal que mañana seguirá como de costumbre, y otros reanudarán sus vacaciones estivales. Si esto es una crisis moral, si vamos rumbo al colapso, a mí me parece bien raro, qué quieren que les diga.

Y como hay que mojarse el popó, acá vamos: Chile Liberal apuesta por un presidente Piñera que forme un gobierno de unidad, a sabiendas que el país ya dijo NO al autoritarismo en 1988.

Queremos un cambio a lo que hemos visto estos 20 años, que no ha sido malo, todo lo contrario, pero queremos más. Retrotraernos a la década 80 no es un cambio. Piñera toda su vida se ha rodeado de gente talentosa. Exigimos que su gabinete sea más bien reflejo de sus capacidades empresariales, que son elogiables, y no de sus capacidades políticas, que son más bien discretas.


Han hablado los políticos, han hablado los candidatos, han hablado los analistas y los expertos, y han hablado todos. Sólo falta que ahora se pronuncie la verdadera vedette de esta elección: el pueblo.

sábado, 16 de enero de 2010

Columnista invitado: "¿Se juega algo realmente crucial en Chile?"

Un gran amigazo de este sitio, Eugenio D'Medina Lora, profesor de economía y director del thinktank peruano CEPPER, comparte con nosotros su visión sobre las elecciones chilenas, vistas desde la nación hermana. El artículo también se ha publicado en Libertad Digital. Los liberales chilenos no veremos a un liberal per se en la papeleta, pero así todo, tenemos, como dicen los gringos, la upper hand.


¿Se juega algo realmente crucial en Chile?
Por Eugenio D´Medina Lora

Hugo Chávez despotrica contra la política chilena afirmando que su izquierda es sólo ficticia porque está infiltrada de la ideología del capitalismo derechista. Visto así, los liberales chilenos ya han ganado la gran batalla de las ideas

Para los estándares latinoamericanos, admitamos que las elecciones presidenciales chilenas suelen ser aburridas. En un continente donde cada cuatro, cinco o seis años, lo que se pone en juego en las urnas es una concepción del mundo, plasmada en un modelo de desarrollo que hoy se mueve en la dicotomía "estatismo o mercado" y en un liderazgo que marca distancias reales con el opositor en proporción a las diferencias ideológicas, hay que decirlo, las elecciones en Chile no generan el más mínimo suspense sobre algo que realmente marque una diferencia substancial.

Seguramente para los chilenos el suspense existe en la medida en que aprecian distinciones entre Frei y Piñeira, entre el proyecto de país de la izquierda y de la derecha, o entre la participación en el Gobierno de gente ligada a los todavía monstruos vivientes que son Allende y Pinochet. Pero para los que vemos el big picture desde afuera, sinceramente, es poco lo que hay en juego en estas elecciones que pueda significar un cambio dramático.

Hace varios años, Rudiger Dornbusch expresó en una conferencia en la Universidad Católica de Lima algo totalmente cierto refiriéndose a la economía peruana: un país que se levanta buscando como primera noticia el valor del tipo de cambio o de la variación de los precios, es un país que anda mal. Y parafraseando a Dornbusch, podríamos decir que los países que no confrontan grandes sobresaltos en cada elección, son países que caminan bien.

Para nadie es un secreto que Chile viene haciendo las cosas bien en términos de políticas de desarrollo desde hace más de treinta y cinco años. En aquel tiempo muchos le criticaron, dentro y fuera de sus fronteras, que se tomaba su propio camino "desairando", por así decirlo, el presunto camino común al que los demás países latinoamericanos habían decidido transitar por una especie de "mandato de la historia". Entonces adoptaron políticas ortodoxas en el manejo económico, se retiraron del Acuerdo de Cartagena e implementaron un modelo económico que más tarde, otros querrían emular. Más allá de la polémica interna acerca de su propio proceso político que impulsó, y luego sostuvo, este despegue, lo cierto es que para el observador externo Chile ha basado este desarrollo en tres pilares fundamentales: la receta ortodoxa del libre mercado, la apuesta por la educación y las infraestructuras públicas de calidad y la estabilidad de las reglas de juego alejada de sobresaltos políticos tropicales.

Esta elección presenta algún dramatismo no tanto por lo estrecho de la distancia en la que llegan ambos candidatos a la segunda vuelta sino por el añadido que significa que la Concertación pueda perder el poder después de dos décadas sin interrupción alguna. Pero más allá de esta consideración casi anecdótica, ¿alguien puede pensar que Piñeira o Frei implicarían un cambio de estos pilares fundamentales del modelo de desarrollo chileno? ¿El propio Enríquez-Ominami, a pesar de su talante de outsider y de su posicionamiento antisistémico? ¿Lo habría significado antes Joaquín Lavín o Soledad Alvear?

Hay una idea en otros países latinoamericanos de que Piñeira sería el candidato liberal. Pero en realidad, es un conservador, no un liberal. Los grandes empresarios no quieren más mercado libre, sino más mercados para sus productos, y si son cautivos, mejor aún. Por su parte, conviene recordar que Frei fue el presidente que impulsó fuertemente los procesos asociativos público-privados en infraestructura, incorporando capital privado intensamente a los servicios públicos, en tiempos en que el ex presidente Lagos era ministro de Obras Públicas. De modo que difícilmente estos líderes de la izquierda chilena puedan ser calificables de "anti-liberales". Como se ve, el caso chileno muestra que lo que en otros países aparece como una confrontación nítida, en el país sureño existen otros elementos que no permiten esta separación ideológica tan tajante como aparenta ser.

Y entonces, ¿dónde se ubican los liberales en Chile? Pues si nos ceñimos al clásico, aunque casi caduco esquema lineal, izquierda-derecha, pero que en el caso chileno es válido aún, los liberales están en el centro. Unos con la Concertación, otros con la Coalición. No es cierto que Piñeira sea el candidato liberal. Es un conservador. Lo que sucede es que la mayoría de liberales ve con agrado la alternancia del poder, que la Concertación ha monopolizado por dos décadas, fruto, sin embargo, de elecciones limpias y transparentes.

Por tanto, estricto sensu, los liberales chilenos no ganan ni pierden en esta elección, gane Piñeira o gane Frei. Chile no decide en cada elección el modelo de desarrollo, que es básicamente liberal, y que sentó sus bases con tal fuerza, que ha soportado cuatro gobiernos democráticos desplegados en dos décadas. El propio Hugo Chávez, llamado a ser pariente político de la Concertación, despotrica contra la política chilena afirmando que su izquierda es sólo ficticia porque está infiltrada, en su particular concepción, de la ideología del capitalismo derechista. Visto así, los liberales chilenos ya han ganado la gran batalla de las ideas. Lo que no ha sucedido en otros países latinoamericanos.

Lo que puede implicar un avance es perfeccionar ese modelo liberal, construyendo una propuesta propia, una "tercera vía" de un liberalismo desmarcado del conservadurismo mercantilista, que transite caminos no exentos de polémica como el manejo de las rentas de Codelco, la política de compras militares o la reducción de regulaciones excesivas del Estado en algunos segmentos de la vida de los chilenos, que van incluso más allá de lo económico. Pero nada de esto pareciera que puede avanzarse ni con Frei ni con Piñeira. Si los liberales chilenos quieren avanzar más, habrán de construir esa propuesta que aun espera en un futuro todavía incierto.

Columnista invitado: "No hagamos historia este domingo"

El 27 de agosto de 1980, el ex presidente Eduardo Frei Montalva, un demócrata de tomo y lomo, congregó a cientos de personas para manifestar su rechazo a la dictadura de Pinochet. Este acontecimiento resultaría decisivo en la historia de Chile. Entre los asistentes se encontraban dos que alcanzarían gran notoriedad: Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del orador principal, y también un joven ejecutivo del Banco de Talca, llamado Sebastián Piñera Echeñique. Han transcurrido tres décadas desde aquel encuentro. Hoy sabemos que defender la democracia en aquel acto político le costó la vida a Frei Montalva, ya que fue asesinado por orden del dictador. Dentro de pocas horas el país elegirá como su presidente ya sea a Sebastián Piñera, hoy uno de los empresarios más exitosos de Chile, o el senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien ya siguió los pasos de su padre y fue presidente en la década 90.

Para esta elección nuestro sitio primero propuso lo lógico: que la Concertación capitalizara el éxito de Bachelet nombrando al más popular de sus ministros, Andrés Velasco. Pero fuimos ignorados (consejo: siempre poner atención a Chile Liberal). Luego endosamos a Marco Enríquez-Ominami, cuya candidatura no logró pasar al balotaje, y quien en una torpe jugada sepultó la proyección de su carrera política. Hemos debatido entre un voto por Piñera o un voto nulo. No podemos manifestarnos categóricamente por ninguna de aquellas opciones, aunque apostamos por un gobierno temperado y de unidad encabezado por Piñera.
Chile Liberal ha solicitado a Su Excelencia que comparta en este tribuna su visión sobre esta justa electoral, y él amablemente ha accedido. El voto de nuestro columnista invitado se inclina hacia el ex presidente. Chile Liberal invita a leer sus argumentos. Amigos: ¡viva la diferencia!


No hagamos historia este domingo
Por Su Excelencia

Este artículo pretende explicar por qué, desde un punto de vista liberal, es preferible un triunfo de Eduardo Frei en la segunda vuelta pasado mañana. Aunque Frei y Piñera se parecen mucho (y en una democracia madura probablemente militarían en el mismo partido), quienes los acompañan no podrían ser más distintos.

El problema de fondo es que, mientras Frei es un dirigente típico de la Concertación, Piñera es un “outlier” en la derecha. Los dirigentes de la UDI, y buena parte de los de Renovación Nacional, no ocultan su nostalgia por una dictadura sanguinaria y venal. Si estos tipos prevalecen, Chile cambiará, y para peor. Las libertades civiles y la democracia retrocederán, sobre todo para los más pobres. La corrupción aumentará hasta los niveles grotescos del pinochetismo tardío. Incluso la institucionalidad económica —casi el único legado positivo del “régimen militar”— será debilitada por el crony capitalism por arriba y el populismo por debajo.

Pero, desde luego, Piñera no es la UDI. Es perfectamente posible que, fuera de unos gestos fascistoides para la galería (¿una estatua de Pinochet en la Plaza de Armas?), Piñera haga un gobierno parecido al que hubiera hecho Frei. Ante tal afrenta, puede que los pinochetistas enquistados en su gobierno agachen la cabeza y aguanten de mala gana. Pero estos tipos llevan veinte años afilándose los colmillos. Si se pelean con su presidente (y éste resiste), esto se va a poner movido.

¿Y qué ofrece Piñera a cambio de tanto riesgo? Nada. No va a reformar seriamente la educación (lejos, el peor legado de la Concertación). No va a privatizar nada importante. Va a exacerbar la contraproducente guerra contra las drogas. Lo más que podemos esperar es que no haga demasiado daño.

Los estadounidenses tienen un dicho: “si no está malo, no lo arregles”. La Concertación es aburrida. Pero el electorado chileno puede pagar muy cara su diversión este domingo.

jueves, 14 de enero de 2010

La excusa agrava la falta

La inaguración del Museo de la Memoria ha sido oportuna. Sebastián Piñera debe tomar nota de su significado

Como sabemos, las encuestas indican que a pesar del empate técnico, es muy probable que Sebastián Piñera sea el próximo presidente de Chile. Esto significa que altos cargos de gobierno serán ocupados por adeptos al pinochetismo.

Aunque la justicia ha logrado procesar y sentenciar a correcto castigo a los represores chilenos —quienes cumplen sus penas en Punta Peuco—, Chile Liberal cree que la derecha política no puede llegar impune al poder ya que aún no pide perdón por los gravísimos atropellos a los Derechos Humanos que sistemáticamente perpetró y encubrió el régimen militar, con la complicidad de varios de los que —quizás— ocuparán en marzo carteras de gobierno.

Si la derecha llega al poder, no debemos olvidar que fue cómplice de una tiranía abyecta y sin precedentes en nuestros 200 años de historia. El descalabro que produjo el régimen militar es difícil de exagerar. El Pinocho no sólo arrasó la economía chilena con sandeces como fijar el tipo de cambio a los infames $39, de paso, derrumbando la banca, cuyo rescate fue solventado con la deuda subordinada aún pendiente (técnicamente aún vivimos las repercusiones de la destrucción que encabezó Pinocho junto con la incompetencia de los Chicago Boys).

El daño fue más allá de las finanzas del país. La moral fue corroída. Todos hemos esuchamos historias de nuestros padres o abuelos cuando nos contaban sobre aquella época en que las familias iban a ver los Clásicos Universitarios, cuando no había gamberros en las tribunas ni se sabía de barras bravas, cuando no había rejas en en los estadios ni en las calles, y los Carabineros estaban para servir a la comunidad. Fue tal la violencia que ejerció Pinocho sobre la población civil que desmantelado el Estado policial y acabada su dictadura, Chile se convirtió en un país agresivo, donde las poblaciones marginales (shanty towns) crecieron como callampas gracias a la crisis económica mencionada anteriormente, y donde los pobladores aprendieron a evadir a la autoridad por ser esta ilegítima y abusiva, mermando así el respeto a la Constitución y las leyes, y cómo no, si éstas emanaban de una junta militar no electa. Chile nunca se repuso de la convulsión orquestada por Pinochet al alma nacional. Hoy Chile es un país descortés, violento, de mal trato, donde no hay respeto, gracias a la herencia de sobrevivir a un gobierno sanguinario, cleptocrático e incompetente.

Pero lo que hizo a Pinochet infame en todo el planeta fue el desquiciado ensañamiento contra sus adversarios políticos, a quienes en el mejor caso exilió en masa, y en el peor les aplicó la justicia militar (siendo civiles), para luego montar tribunales marciales ajenos a cualquier forma de legalidad, y decretar ejecuciones que se realizaron por la espalda, con múltiples disparos, con el trágico saldo de cadáveres jamás entregados y que fueron descuartizados y arrojados al mar o a fosas comunes. Casos simbólicos son dos: el de Carlitos Patricio Fariña, de 12 años, sacado a culatazos de su casa en la clandestinidad de la noche y luego ejecutado, para que más encima, el régimen negase su existencia; en segundo lugar, el folklorista Víctor Jara, a quien no le cortaron las manos como se cree, sino que fue ejecutado con 44 disparos luego de sufrir fracturas múltiples. Según el pinochetismo acérrimo, gente como Jara o el pequeño Fariña fueron "terroristas". Consultado sobre las fosas comunes, Pinocho como chiste exclamó ¡qué economía más grande!

Cuando yo iba al colegio tenía un compañero de curso tan enjuto que le llamábamos "El Osamenta". Tal es la influencia del asesino de Pinochet que su reguero de sangre permeó la conciencia de una generación entera. El terrorismo de Estado, la violencia enajenada y el abuso de la autoridad pasaron a ser parte del inconsciente colectivo.

El soldado norteamericano que encontró a Saddam Hussein no lo mató en el acto. Al Carnicero de Bagdad se le arrestó, se le sometió a juicio y se le sentenció a muerte, luego de tener derecho a defensa. Cuando se encuentre a Osama bin Laden, por mucho que al terrorista internacional lo odiemos, nadie lo va a torturar hasta matarlo para luego fondear sus osamentas. De hecho, la ilegalidad de Guantánamo y las torturas allí perpetradas jamás fueron aceptadas por la comunidad internacional, al punto que Bush se convirtió por ello en el peor presidente del que tenemos memoria. La tortura, el ensañamiento maniático y sanguinario, la ejecución por la espalda y las fosas comunes no tienen justificación alguna. No hay "contexto" para situar semejantes atrocidades. Un terrorista como Osama no puede ser torturado ni ejecutado con 44 disparos. El cuerpo de Hussein no se va a arrojar a un sitio eriazo. Si no aceptamos todo aquello contra los peores crminales de nuestra era, ¿por qué habríamos de "contextualizar" los atropellos contra Victor Jara o Carlos Fariña? ¿Qué historia previa se necesita para comprender la génesis de esos crímenes inexcusables?

Algunos insisten en que para entender el Museo de la Memoria que ha inagurado la presidenta Bachelet hay que entender el contexto histórico en que ocurrieron, y que las violaciones a los DDHH comenzaron antes con las expropiaciones, el clima de odio y las provocaciones que provinieron de la izquierda revolucionaria: las expropiaciones, ciertamente, son faltas gravísimas a la propiedad de las personas. Nadie puede ser privado de lo que le pertenece sin ser indeminzado, y sólo si una causa mayor lo justifica. Expropiaciones o agresiones, por mucho que hayan ocurrido durante el gobierno de la UP (1970-1973), no son violaciones a los DDHH. Crímenes como el asesinato de Edmundo Pérez Zujovic u otros fueron actos criminales inaceptables, pero que no guardan relación con la tortura premeditada, el descuartizamiento y las fosas comunes que ordenó Pinochet.

A nadie se le ocurriría poner en un museo del Holocausto judío una sección sobre el Tratado de Versalles para "poner contexto" y "entender la génesis" de los crímenes en las cámaras de gases. En la Europa derruida después de la II Guerra Mundial, y no en mero "caos", a los jerarcas nazis se les sometió a los juicios de Nuremberg: los soldados norteamericanos no empezaron a decretar ejecuciones clandestinas. Primó el derecho internacional por sobre los ánimos de venganza que se desataron al enterarnos de las atrocidades en los campos de concentración.

Nada ni nadie puede justificar los horrores de Pinochet. Son inexcusables. Pretender suavizar sus crímenes es una artimaña de los ultra-conservadores para evadir su complicidad con el peor criminal que jamás ha llegado a La Moneda. Los crímenes son demasiado graves como para pretender relativizarlos. A pocos días que la derecha, gracias a la ineptitud de la Concertación, vuelva al palacio de gobierno, debemos dejar testimonio de las atrocidades. De por sí ya son gravísimas e injustificables. Pretender excusarlas agrava la falta a niveles incomprensibles.

Luego de las fotos de Abu Graib, a Donald Rumsfeld todo el mundo le exigió la renuncia. Por una cuestión ética, Rumsfeld y los neocons no podrían jamás volver a ocupar cargos en el gobierno. Simplemente no pueden, por razones que ni siquiera merecen mayor explicación.

Por lo mismo, Chile Liberal hace un llamado a Sebastián Piñera, ex coordinador de la campaña del NO y quien financiara la misma, para que no nombre a Pinochetistas en su futuro gobierno. Cualquiera que excuse los atropellos a los DDHH cae en un crimen doblemente aberrante. Las excusas agravan la falta. Y si no piden perdón, no deben ser nombrados en cargos de confianza del presidente, ni el presidente puede designarlos como miembros de su confianza en las carteras de la administración de nuestra república.

En un sistema parlamentario los ministros de gobierno cuentan con la legitimidad de haber sido votados por los electores. En un sistema presidencial, como el nuestro, los cargos son de exclusiva responsabilidad del presidente. Pero éste o ésta en ningún caso recibe carte blanche para hacer lo que se le antoja sin hacerse responsable ante sus electores. Si Sebastián Piñera pretende darle estabilidad y gobernabilidad al país, no puede ahora nombrar gente manchada con la ignominia de los crímenes perpetrados durante el régimen militar.

Los fantasmas del gobierno militar persiguen a Piñera como los zombies a Michael Jackson en el video Thriller. Y ya vemos a Piñera bailando Thriller. Esperemos que el billonario actúe con criterio de estadista y se exorcise de los fantasmas, y que no haya pinochetistas en su gabinete.

miércoles, 13 de enero de 2010

Réquiem para Marco Enríquez-Ominami

MEO cagó. Chile Liberal explica por qué

Marco Enríquez-Ominami ha desbarrado al endosar la candidatura de Frei. Ojo, que el error fue endosar a Frei, no votar por él. Nuestro artículo explicará porque esta acción ha sido un sucidio político.

Hasta antes de su sensible fallecimiento político, trágicamente ocurrido hace un par de horas luego de atentar salvajemente contra su propia carrera política, Ominami había sido un candidato digno por poner en jaque a la Concertación y a la Alianza juntas, castigándolas por su inmovilismo y sus oscuros procedimientos para ungir a sus abanderados para la elección presidencial. Su candidatura fue ganando adeptos a medida que aumentaba el desconcierto frente a una abúlica campaña disputada entre dos conservadores moderados, el demócrata cristiano Frei, y el también demócrata cristiano Piñera.


Es importante recordar al nacimiento en la política y la adolescencia de Ominami (trágicamente, no llegó a la adultez). Él fue un sub-producto de la Concertación: toda su carrera política la había recorrido bajo el amparo de la coalición fundada para derrotar a Pinochet y devolver al país a la democracia. Sería absurdo creer que Ominami votaría por el candidato que hoy se perfila como ganador, Sebastián Piñera. Ante el inminente triunfo del billonario, es evidente que Ominami votaría —quizás a regañadientes—, por Frei.

El asunto no es su voto. El asunto es manifestar su voto en público. Si Marco Enríquez-Ominami quería comenzar su propia carrera política, es decir, si aspiraba a algo grande, debió haber guardado silencio y dejar que el pueblo decidiese este domingo con él tomando palco; el underdog, la alternativa desechada —aunque latente—, desde ya empezaría a organizar su bloque de Oposición con miras a derrotar al ganador de este 17 de enero. Pero el otrora díscolo ha vuelto al Parque Jurásico de la Concertación no como el hijo pródigo, sino estúpidamente, como el hijo rebelde que se marcha de casa a hacer su vida independiente pero transcurrido un par de días vuelve mansito para que la mamá le lave los calzoncillos y le haga la comida.

Marco Enríquez-Ominami cometió un error garrafal porque no tiene por dónde obtener beneficio alguno de su adhesión al helvético candidato (¿había visto alguien un moai suizo?). Esto es por dos razones. La primera es que en caso de ganar Frei, hipótesis poco probable, Enríquez-Ominami será desplazado por quienes él denunció y atacó como "dinosaurios", lo que lo dejará en una incómoda posición: no se puede descalificar a un contrincante, para después terminar de amigos. Y si así ocurre, el electorado no es tan idiota como para quedar impávido. El diputado y ex canidato era justamente la alternativa a los dinosaurios. Su opción ha quedado herida de muerte por una herida auto-infligida en un arranque de desesperación. Si la Conertación sigue en el gobierno, Ominami quedará relegado por sus pares ayer denostados, y poco apreciado por sus propios votantes en primera vuelta.

La segunda razón es incluso más elocuente que la primera. Es probable, si creemos a las encuestas, que Piñera sea proclamado este domingo el próximo presidente de nuestra república. Si Ominami hubiese actuado con lógica, se habría proclamado esa misma noche como el líder de la Oposición a Piñera. Más aún, sabiendo que a lo sumo el billonario ganará por una nariz, si es que no en fallo fotográfico. La posibilidad de que MEO se erigiese como el líder opositor que con unos pocos votos dejaba de rodillas al potencial gobierno de la Alianza era la alternativa más sensata, más aún si consideramos que habría quedado en una prometedora posición para ganar la próxima presidencial (estrategia que ya empleó Piñera, al parecer con éxito; no obstante, nuestro sitio cree que una candidatura presidencial debe ser la coronación de una impecable carrera política, y no una pasarela para testimoniar tonterías o aspirar como traompolín político). Con un Ominami entronizado como el líder natural en la Oposición a Piñera, el diputado habría quedado ínmejorablemente bien situado en la pole position para la elección del 2014.

En resumen, Enríquez-Ominami prefirió convertirse en un dinosaurio a los 36 años, y de paso, ha acabado como un político fracasado.

MEO: fuiste bueno mientras duraste. Contigo dejamos testimonio de que estamos descontentos. El problema es que duraste menos que un candy. Te hiciste un harakiri político sin ser un samurai. Como un kamikaze, preferiste estrellarte y morir sin gloria. No habrá discurso fúnebre, sólo el avergonzante aplauso de un morral miserable como Camilo Escalona.

lunes, 11 de enero de 2010

Debate: Un voto por Piñera (III. Conclusión)

Cerramos nuestro debate presidencial en Chile Liberal con las declaraciones finales de ambas facciones. Luego de la derrota de MEO, los lectores de este sitio, en el blog y Facebook, han tenido la oportunidad de contrastar diferentes puntos de vista, y creo que cada uno de ustedes está plenamente facultado para emitir un voto meditado, a conciencia, y de alto valor democrático. Sea cual sea la decisión de cada cual, alentamos a todos los lectores a que acudan de buena gana el domingo a cumplir con el deber cívico y mantener viva la democracia.


Declaración:

Chile Liberal sostiene que la mejor opción de mantener los éxitos de la Concertación y de impulsar las reformas aún pendientes es votando por el candidato de la Oposición, Sebastián Piñera.


Ver jornadas anteriores: I. Abertura, II. Refutación.


III. Conclusión

1.- Moción a favor, Cristian

Chile Liberal,
No me sería posible dejar de decir que, así como hay votantes invariables en la derecha, los hay muchos más en la izquierda. Y esto está en directa relación con la incapacidad patológica del votante izquierdista para criticar a los magistrados que él o ella ha elegido, salvo cuando abandonan el partido. El votante izquierdista solamente es bueno criticando a los magistrados y partidos de derecha. Y es por esto que resulta importante, para presionar el futuro gobierno de Sebastián Piñera, puesto que su griterío insensato e incomprensible —aunque esté falto de sentido y fundamentos—, servirá para hacerle sentir a este gobierno una fuerte oposición ante medidas impopulares o directamente incorrectas o ante una falla de gestión. No podemos pretender, sin embargo, que tal votante sea "crítico", porque hasta el hombre religioso es más crítico con su fe que el votante invariable de izquierda con los magistrados que elige.

Sabemos, por lo tanto, que el votante izquierdista invariable no dejará de votar el próximo domingo. En consecuencia, es necesario que nosotros sumemos todos los votos posibles al candidato que representa de mejor manera nuestros ideales políticos, i.e., Sebastián Piñera. No se trata de que sea un deber: esto es así solamente porque lo dice la ley, no porque sea real. Y, como no es un deber, el voto debe surgir desde la convicción profunda de que nuestro candidato es mejor que el otro y de que realizará una gestión más cercana a lo que nosotros esperaríamos de un gobierno que fuese enteramente de nuestro gusto. Este voto, por supuesto, no se agota en escoger a quien consideremos "menos malo", sino en elegir a aquel ciudadano que verdaderamente conseguirá la continuidad de un desarrollo y un crecimiento importante para Chile, combinándolo, eso sí, con una gestión mejorada y más eficiente.

Algo que hemos estado insinuando sin llegarlo a explicitar es nuestro recelo con los sectores conservadores de la derecha, los cuales también accederán al poder cuando Sebastián Piñera asuma la primera magistratura del país. Así como no nos gustan los socialistas, tampoco nos agradan los conservadores: ambos son perjudiciales para el ejercicio de las libertades individuales cuando llegan al poder. Pero hemos podido ver, en los debates y las campañas de ambos candidatos, que ellos comparten muchas ideas relativas a las libertades de orden social, por lo cual la diferencia entre ambos estaría marcada, más bien, por las libertades de orden económico. Y, en este aspecto, todos sabemos que la derecha tiene mucho más que ofrecer frente a una izquierda fanática de los impuestos, el sueldo mínimo, las leyes especiales y las fiscalizaciones.

La izquierda chilena no solamente está desgastada luego de veinte años en el gobierno: también se está convirtiendo en un peligro para nuestro desarrollo económico y no tiene nada más que ofrecer en el campo social. Necesitamos un gobierno que ofrezca beneficios a la población sobre la base de un enriquecimiento efectivo del país y la coalición de izquierda ha fallado en cuanto a esta tarea. Por todo esto, nosotros debiéramos votar a favor de Sebastián Piñera el próximo domingo.


2.- Moción en contra, Catalina

Chile Liberal,
Sin lugar a dudas, la alternancia le hace bien a la democracia de un país. Y de hecho, probablemente muchos consideremos que el mal menor no es Frei, sino Piñera, justamente por lo primero que he mencionado. Ahora bien, la alternancia que Piñera representa es una alternancia confusa dada la poca claridad que se tiene respecto a las políticas que el candidato de RN pretende llevar a cabo de ser elegido presidente. La confusión —debido a un vaivén de ideas entre conservadurismo y liberalismo— no le hacen favor cuando lo que se pretende es demostrar capacidad real de decisión. Es seguro que esta oscilación se deba a su relación con la ultramontana UDI, pero es este hecho el que no puede tomarse como algo menor si lo que se pretende es que parte de un 20% del electorado le entregue su voto el próximo 17 de enero.

Obviamente nos conviene más, desde una perspectiva económica, un gobierno de Piñera antes que uno de Frei, quien hoy hace defensa de un elevado estatismo. Pero desde una mirada civil y valórica, Piñera aún no se puede constituir como opción válida. Darle el voto es votar por una alternancia que no sabemos si contribuirá con las materias sociales que el país requiere para avanzar.

Piñera ha concentrado su campaña en la promesa de cambio (asumimos que de cambio positivo). Pues bien, si este señor desea "sumar" un voto de confianza, tal vez pueda lograrlo apuntando su discurso hacia lo que hasta ahora no se ha atrevido a manifestar y prometer: CAMBIOS en lo que respecta a los temas civiles y valóricos. No puede ser Piñera opción para un liberal si pretende mantenerse al margen de estos temas o bien, significar el retroceso de éstos.

Ha dicho Cristián algo que yo había mencionado anteriormente: el voto debe ser un voto convencido que no se agota en elegir al mal menor, sino en escoger la real representatividad de las respuestas a las necesidades que la nación tiene. Me pregunto si acaso Piñera es el fiel representante de un gobierno que traerá más beneficios que males a Chile, si es acaso quien fortalecerá la libertad y democracia en nuestro país por medio de su mando en el ejecutivo. La única respuesta que se me ocurre hasta ahora es la duda; no vaya a ser Piñera un candidato ilusorio, un hedonismo egoísta encubierto en esperanzas de un hedonismo universal. Frente a esa duda, no me cabe por ahora más que abstenerme de darle mi voto, y mantenerme en mi posición quizás poco útil para algunos: votar nulo.

Piñera debiese firmar un contrato, donde se expusiera claramente el objetivo de cumplir con las voluntades liberales. No vaya sino a suceder que, muchos ansiosos de un Chile unido y próspero, se tropiecen dolorosamente.

Te felicito Chile Liberal por dar cabida a un debate sano de ideas. Como decía John Stuart Mill: "la verdad no tiene más ocasión de mostrarse que cuando encuentra abogados para cada parte de ella; y que no es en el partidario apasionado, sino en el calmoso y desinteresado, donde la colisión de opiniones produce un efecto saludable".

domingo, 10 de enero de 2010

Piñera, di NO a la guerra al narcotráfico

De ser elegido presidente, Piñera debe despenalizar el consumo y comercio de drogas

Hace poco un comentarista autodenominado liberal nos proponía como la gran cosa que para luchar contra el narcotráfico se creara "una justicia especial (...) empleando la FFAA". Los conservadores, primero, se autodenominan liberales. Segundo, su tópico favorito es tirar a los tanques y los milicos a la calle. El experimento lo ha llevado a cabo el presidente de México, Felipe Calderón, quien la declarado guerra frontal y total al narcotráfico, y ha prometido mano dura, ganándose el aplauso de la estupdentsia. Más encima, se jacta de ello. Pero como Chile Liberal advierte, y junto con nosotros toda la intelligentsia, esta guerra está condenada al fracaso, tal como nos relata Mario Vargas Llosa en la columna que reproducimos a continuación.

La administración de Obama ha comenzado a relajar las leyes que reprimen el consumo de droga, empezando por la cannabis. EEUU ya se dio cuenta que perdida la guerra que declaró con la Ley Seca, la guerra a los narcos está igualmente condenada al fracaso. Incidentemente, esa fue una guerra costosa e inútil. La prohibición ha parido a los monstruos del narcotráfico, tal como la Ley Seca nos dio a Al Capone. Con Afganistán, México y Colombia devastados (ya en su época fue Indochina con el opio), es hora de abordar el problema de los barones de las drogas desde una perspectiva diferente a la de tirar a los milicos a la calle, o la de hacer alarde de la mano dura, como lo viene haciendo Piñera (ver foto de uno de sus ataques de populismo)

Señor Piñera: usted ha recibido el distinguido endoso de Mario Vargas Llosa. Terminado el burdel de la campaña política y cuando el populismo ya no sea necesario, córtela con el discursito barato y entienda que la forma de devolver las calles al Estado de derecho y la gobernabilidad democrática no es con una guerra total, como se ha absurdamente hecho en México. Señor Piñera siga los pasos de Obama y empiece a pensar seriamente en despenalizar el consumo de drogas. Ellas son un problema de sanidad pública, y no un problema legal. Nadie mete a la cárcel a un alcohólico ni a los dueños de Viña Concha y Toro. Aplique el mismo principio ahora a las drogas y verá como el país funcionará más eficientemente.

El otro Estado
La experiencia de México lo confirma: no es posible derrotar militarmente al narcotráfico. Habrá cultivo y tráfico de drogas mientras haya consumo. La despenalización es el único remedio
(Destacados de Chile Liberal)

MARIO VARGAS LLOSA 10/01/2010

Hace algún tiempo escuché al presidente de México, Felipe Calderón, explicar a un grupo reducido de personas, qué lo llevó hace tres años a declarar la guerra total al narcotráfico, involucrando en ella al Ejército. Esta guerra, feroz, ha dejado ya más de quince mil muertos, incontables heridos y daños materiales enormes.

El panorama que el presidente Calderón trazó era espeluznante. Los cárteles se habían infiltrado como una hidra en todos los organismos del Estado y los sofocaban, corrompían, paralizaban o los ponían a su servicio. Contaban para ello con una formidable maquinaria económica, que les permitía pagar a funcionarios, policías y políticos mejores salarios que la administración pública, y una infraestructura de terror capaz de liquidar a cualquiera, no importa cuán protegido estuviera. Dio algunos ejemplos de casos donde se comprobó que los candidatos finalistas de concursos para proveer vacantes en cargos oficiales importantes relativos a la Seguridad habían sido previamente seleccionados por la mafia.

La conclusión era simple: si el gobierno no actuaba de inmediato y con la máxima energía, México corría el riesgo de convertirse en poco tiempo en un narco-estado. La decisión de incorporar al Ejército, explicó, no fue fácil, pero no había alternativa: era un cuerpo preparado para pelear y relativamente intocado por el largo brazo corruptor de los cárteles.

¿Esperaba el presidente Calderón una reacción tan brutal de las mafias? ¿Sospechaba que el narcotráfico estuviera equipado con un armamento tan mortífero y un sistema de comunicaciones tan avanzado que le permitiera contraatacar con tanta eficacia a las Fuerzas Armadas? Respondió que nadie podía haber previsto semejante desarrollo de la capacidad bélica de los narcos. Éstos iban siendo golpeados, pero, había que aceptarlo, la guerra duraría y en el camino quedarían por desgracia muchas víctimas.

Esta política de Felipe Calderón que, al comienzo, fue popular, ha ido perdiendo respaldo a medida que las ciudades mexicanas se llenaban de muertos y heridos y la violencia alcanzaba indescriptibles manifestaciones de horror. Desde entonces, las críticas han aumentado y las encuestas de opinión indican que ahora una mayoría de mexicanos es pesimista sobre el desenlace y condena esta guerra.

Los argumentos de los críticos son, principalmente, los siguientes: no se declaran guerras que no se pueden ganar. El resultado de movilizar al Ejército en un tipo de contienda para la que no ha sido preparado tendrá el efecto perverso de contaminar a las Fuerzas Armadas con la corrupción y dará a los cárteles la posibilidad de instrumentalizar también a los militares para sus fines. Al narcotráfico no se le debe enfrentar de manera abierta y a plena luz, como a un país enemigo: hay que combatirlo como él actúa, en las sombras, con cuerpos de seguridad sigilosos y especializados, lo que es tarea policial.

Muchos de estos críticos no dicen lo que de veras piensan, porque se trata de algo indecible: que es absurdo declarar una guerra que los cárteles de la droga ya ganaron. Que ellos están aquí para quedarse. Que, no importa cuántos capos y forajidos caigan muertos o presos ni cuántos alijos de cocaína se capturen, la situación sólo empeorará. A los narcos caídos los reemplazarán otros, más jóvenes, más poderosos, mejor armados, más numerosos, que mantendrán operativa una industria que no ha hecho más que extenderse por el mundo desde hace décadas, sin que los reveses que recibe la hieran de manera significativa.

Esta verdad vale no sólo para México sino para buena parte de los países latinoamericanos. En algunos, como en Colombia, Bolivia y Perú, avanza a ojos vista y en otros, como Chile y Uruguay, de manera más lenta. Pero se trata de un proceso irresistible que, pese a las vertiginosas sumas de recursos y esfuerzos que se invierten en combatirlo, sigue allí, vigoroso, adaptándose a las nuevas circunstancias, sorteando los obstáculos que se le oponen con una rapidez notable, y sirviéndose de las nuevas tecnologías y de la globalización como lo hacen las más desarrolladas transnacionales del mundo.

El problema no es policial sino económico. Hay un mercado para las drogas que crece de manera imparable, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, y la industria del narcotráfico lo alimenta porque le rinde pingües ganancias. Las victorias que la lucha contra las drogas pueden mostrar son insignificantes comparadas con el número de consumidores en los cinco continentes. Y afecta a todas las clases sociales. Los efectos son tan dañinos en la salud como en las instituciones. Y a las democracias del Tercer Mundo, como un cáncer, las va minando.

¿No hay, pues, solución? ¿Estamos condenados a vivir más tarde o más temprano, con narco-Estados como el que ha querido impedir el presidente Felipe Calderón? La hay. Consiste en descriminalizar el consumo de drogas mediante un acuerdo de países consumidores y países productores, tal como vienen sosteniendo The Economist y buen número de juristas, profesores, sociólogos y científicos en muchos países del mundo sin ser escuchados. En febrero de 2009, una Comisión sobre Drogas y Democracia creada por tres ex-presidentes, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, propuso la descriminalización de la marihuana y una política que privilegie la prevención sobre la represión. Éstos son indicios alentadores.

La legalización entraña peligros, desde luego. Y, por eso, debe ser acompañada de un redireccionamiento de las enormes sumas que hoy día se invierten en la represión, destinándolas a campañas educativas y políticas de rehabilitación e información como las que, en lo relativo al tabaco, han dado tan buenos resultados.

El argumento según el cual la legalización atizaría el consumo como un incendio, sobre todo entre los jóvenes y niños, es válido, sin duda. Pero lo probable es que se trate de un fenómeno pasajero y contenible si se lo contrarresta con campañas efectivas de prevención. De hecho, en países como Holanda, donde se han dado pasos permisivos en el consumo de las drogas, el incremento ha sido fugaz y luego de un cierto tiempo se ha estabilizado. En Portugal, según un estudio del CATO Institute, el consumo disminuyó después que se descriminalizara la posesión de drogas para uso personal.

¿Por qué los gobiernos, que día a día comprueban lo costosa e inútil que es la política represiva, se niegan a considerar la descriminalización y a hacer estudios con participación de científicos, trabajadores sociales, jueces y agencias especializadas sobre los logros y consecuencias que ella traería? Porque, como lo explicó hace veinte años Milton Friedman, quien se adelantó a advertir la magnitud que alcanzaría el problema si no se lo resolvía a tiempo y a sugerir la legalización, intereses poderosos lo impiden. No sólo quienes se oponen a ella por razones de principio. El obstáculo mayor son los organismos y personas que viven de la represión de las drogas, y que, como es natural, defienden con uñas y dientes su fuente de trabajo. No son razones éticas, religiosas o políticas, sino el crudo interés el obstáculo mayor para acabar con la arrolladora criminalidad asociada al narcotráfico, la mayor amenaza para la democracia en América Latina, más aún que el populismo autoritario de Hugo Chávez y sus satélites.

Lo que ocurre en México es trágico y anuncia lo que empezarán a vivir tarde o temprano los países que se empeñen en librar una guerra ya perdida contra ese otro Estado que ha ido surgiendo delante de nuestras narices sin que quisiéramos verlo.


© Mario Vargas Llosa, 2010. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2010.