sábado, 28 de febrero de 2015

Eutanasia: Los amantes del Lutetia


El Hôtel Lutetia es uno de los palacios más célebres de París, situado en el VI arrondissement, frente del mítico centro comercial Le Bon Marché, es favorito de los turistas, y según dice la historia es el primer mall del mundo. Un barrio elegante a pocas cuadras de la antigua residencia de quien escribe. En una de las habitaciones del hotel, el año 2013, dos abuelos, Georgette et Bernard Cazes, organizaron uno de los actos de desobediencia civil que más impacto han causado en mi persona. Los octogenarios se registraron como cualquier huésped, llegaron con sus maletas normalmente, y tranquilamente pidieron el desayuno a su habitación para las 8:30. Pero esa mañana no hubo desayuno. El mozo los encontró a ambos de la mano, posados sobre la cama, muertos por asfixia, con bolsas de plástico en la cabeza.

Georgette fue escritora, profesora de latín, y compañera por más de 60 años de Bernard, economista y filósofo, alto funcionario del gobierno francés. El actual barrio chic y el elegante hotel eran otro mundo durante la ocupación nazi. Fue en Le Lutetia, convertido en cuartel alemán de la Abwehr en los aciagos días de la década 40, donde Georgette recibió a su padre al fin de la guerra, quien había sido deportado pero no alcanzó a morir en los campos de concentración. Muchos se congregaron allí para recibir noticias de sus familiares, pero volvieron solos y devastados a casa. Georgette fue una de las excepciones. Y en ese hotel, décadas más tarde, luego de una vida de trabajo en favor de la cultura, la educación, el arte, el desarrollo económico y las obras de caridad, ella decidiría partir con el hombre de su vida al descanso eterno.

Es un lugar común decir que todos tememos a la muerte. Georgette y Bernard, en cambio, sólo temían a vivir el uno sin el otro. Fue en el comienzo de su vida matrimonial que pactaron partir juntos. "Temían más a la separación que a la muerte", declaró el hijo de ambos.

A un costado de la cama la policía encontró dos cartas en el que ambos explicaban su decisión. En una, dirigida al procurador de la República, se lee: 
"La ley prohíbe el acceso a toda pastilla letal que permita una muerte serena. ¿Qué derecho tienen de impedirle a una persona que ha trabajado toda su vida, que no tiene deudas ni con el fisco ni con nadie, luego de una vida de trabajo y de voluntariado durante la jubilación, qué derecho tienen a obligarnos a sufrir crueldades cuando sólo añoramos dejar de vivir?" 
En la segunda carta explican la decisión a su familia y conminan a su hijo a continuar la lucha. Éste último dio varias conferencias de prensa pero las autoridades y legisladores aún no han hecho nada para dejar que la gente pueda morir con dignidad cuando así uno lo desea. Debe ser terrible para los auto-designados dueños de la verdad el saber que gente autónoma y cultivada decide libremente poner fin a sus días cuando ya el sufrimiento se vuelve intolerable.

En Chile hoy nos estremece una historia similar. Valentina Maureira, de apenas 14 años, en vez de disfrutar su adolescencia y sacarse selfies con su smartphone como lo hace cualquiera de su edad, lo usa para grabar un video desde su lecho de muerte en que solicita respetuosamente a la Presidenta Michelle Bachelet que le autoricen una inyección letal que le permita "dormir para siempre". Las imágenes se han viralizado en Internet y acá las republicamos:


La Presidenta acudió a visitarla pero en vez de reaccionar enviando un proyecto de ley al Congreso, luego de meses ignorando los pedidos de su coalición de gobierno para legislar sobre la eutanasia, no ha hecho gran cosa. El vocero de gobierno se limita a comentar la situación, recordándonos que en Chile esto no es posible.

Tal como los amantes del Lutetia, yo me pregunto qué derecho tienen para obligar a individuos a crueldades de esta especie. No lo sabemos. Ellos tampoco lo saben. Países culturalmente mucho más libertarios como Holanda, Bélgica o Suiza ya han sostenido este debate y han optado por lo lógico: una ley que regule la muerte digna.

En Chile Liberal le pedimos a la Presidenta que acoja la solicitud de Valentina. Presidenta, hemos avanzado sobre el aborto, apenas con la despenalización en tres instancias, y una ley de unión civil homosexual, en vez de un matrimonio igualitario. No hemos avanzado mucho. Pero algo hemos avanzado. No obstante, en cuanto a la eutanasia, seguimos empantanados en las tinieblas neomedievales. Presidenta: HAGA ALGO AL RESPECTO.