viernes, 25 de mayo de 2012

¿Qué recomienda Andrés Velasco?


La presentadora dice que lo importante no son las medicas ("policy"), sino la política ("politics"), y continúa diciendo que lo difícil es acercarse a la comunidad y obtener el mandato popular para poner en práctica la política que necesitamos. Luego, nos presenta a Andrés Velasco, el hombre que le llevaba la billetera a Michelle Bachelet, y que ahora —por fin— se ha lanzado con todo a la arena política a dar la pelea.

El ex ministro plantea cosas de extraordinario interés, sin abandonar el sentido del humor ("there's no such thing as an expansionary fiscal contraction"). Lo primero es que los latinoamericanos tenemos más experiencia que ningún otro contienente sobre crisis económicas. A partir de eso, Velasco nos entrega 7 observaciones:

1. El problema de la moneda única europea es el modelo económico-político erróneo. La idea era que los indisciplinados del Mediterráneo por fin aceptarían las reformas necesarias gracias a la "camisa de fuerza" del euro. Velasco nos recuerda que eso hicieron las dictaduras militares de Chile, Argentina y Uruguay en los 70 con el tipo de cambio fijo, que todos sabemos terminó con la devaluación, y en especial en Chile, el colapso total de la banca en 1982, que hundió al país en la peor crisis de su historia. Argentina reincidió con la paridad nuevamente en 1991, y colapsó, por supuesto, nuevamente.

Velasco destaca que cuando un país hace esto comienza a recibir dólares fácilmente, y cuando estamos flotando en divisa, ¿alguien quiere reformas? No, nadie, por eso los PIIGS no reformaron nada, ni los sudamericanos, y en ambos la única salida es una devaluación.

2. Esta crisis no es tal. La esencia de una crisis es la interrupción repentina de flujos de capital. Cuando esto ocurre, si los países ya sufren de un gran déficit de cuenta corriente, quedan expuestos. Pero a los PIIGS nadie ha dejado de prestarles dinero. Los alemanes no pararon de entregarles plata.

3. Ojo con la tasa de cambio real. Tal como en América latina, los europeos han visto una apreciación de su tasa de cambio. Y una depreciación larga implica necesariamente tocar la tasa de cambio nominal. 

Velasco relata a la audiencia como en mayo de 1982 el general Pinochet declaraba que sobre su cadáver se devaluaría el peso chileno, fijado a $39 dólares. Para demostrarlo, reduciría 10% el sueldo del sector público. Al mes siguiente, la moneda chilena ya estaba devaluada. El 2001, Domingo Cavallo en Argentina decía que su moneda no sería devaluada y que rebajaría 10% el sueldo del sector público. Ese año, colapsó Argentina.

4. Son muy raras las "recuperaciones fénix", o sea, sin crédito. Velasco da el ejemplo de México durante la "Crisis Tequila". Pero México con una moneda devaluada puede exportar mucho a EEUU. Es una excepción. Los bancos europeos tienen mucho dinero pero se niegan a prestarlo, y sin crédito no hay recuperación.

5 ¿Cómo hacer que los bancos vuelvan a dar crédito? Saquen los riesgosos bonos del gobierno de los balances de los bancos comerciales. Cuando los bancos se llenan de papeles del gobierno, el peligro de una corrida bancaria es inminente. El gobierno tiene problemas y le entrega su deduda a los bancos, los bancos tienen problemas y ponen a todo el país en problemas. Esto ocurrió en Argentina con la corrida bancaria (y el "corralito"). Europa está haciendo lo mismo

Los bancos deben estar capitalizados, pero no tan pronto. Velasco cita a Agustín: "Señor, si lo deseas hazme casto, pero no todavía". Pretender ahora empezar a capitalizar los bancos significa que empiecen a vender lo que tienen y a prestar cada vez menos, agudizando la recesión.

6. Política fiscal: sin una moneda propia, con una tasa de cambio apreciada, con contracción de crédito y, más encima ajustes fiscales, es imposible crecer. Se necesitan ajustes fiscales, desde luego, pero no aún.

7 ¿Cómo hacer un ajuste fiscal entonces? Se deben imponer reglas fiscales. O sea, cuando un país se encuentra en la fase expansiva del ciclo es cuando debe ahorrar y poner la casa en orden. Cuando comience la contracción, esos excedentes se emplean para recuperar el crecimiento. Las políticas deben ser creíbles y flexibles, cícilas y flexibles, no como Maastricht, ya que su simplismo hizo que nunca nadie creyese en él, y llegado el momento hasta Alemania lo rompió.

Al relatar esto, Andrés Velasco nos dice que esto último fue lo que lo mantuvo ocupado por cuatro años mientras fue ministro de Hacienda de Chile, lo que "me llevó a ser el hombre más odiado de Chile". Pero cuando colapsó Lehman Brothers, "seguí siendo el hombre más odiado de Chile, pero me odiaron un poco menos".

Los invito a ver el video:

miércoles, 23 de mayo de 2012

Un buen discurso

Mejor que al año anterior, pero la tradición republicana de dar cuenta al país ante el Congreso Pleno continúa siendo un acto bananero

El año pasado comenzamos con mucha antelación una campaña de presión al gobierno de Sebastián Piñera para que respondiera ante quienes votamos por él cuando creímos la promesa de campaña sobre las uniones civiles del mismo sexo. Finalmente, aunque con no poca tensión, sí se logró algo, aunque aún no vemos que el proyecto tenga las urgencias que demanda el sistema ultrapresidencial con anfetaminas en que vivimos.

Pero a la vez, cometimos un error. Creo que empezamos a agitar el ambiente, y luego, el año terminó en un frenesí de marchas que causaron cuantiosos daños e irreparable pérdida de tiempo.

En este sitio no somos agitadores ni mucho menos. Todo lo contrario. Vamos a escuchar atentamente la cuenta que dé el Presidente. Lo haremos incluso tomándonos un té con el dedo meñique alzado (en Chile Liberal somos muy flemáticos) Exigimos, por lo mismo, que los señores parlamentarios, gente generosamente remunerada por nosotros los contribuyentes, al menos mantenga la dignidad que la situación amerita. ¿Es mucho pedirle a los parlamentarios que terminen la avergonzante costumbre de levantar carteles y pancartas o mostrar chapitas con una u otra causa? No está demás decir que ver nuevamente la foto de campaña de Bachelet con el eslogan "Estoy contigo" fue un flashback desagradable. Después del error de resucitar a Frei, ¿realmente van a insistir en traer a otro ex presidente? No pueden ser tan palurdos.

Además, el pésimo hábito de aplaudir exageradamente al Mandatario debe también terminar. No pueden ser tan bananeros. La gente en las tribunas debe ser un poquito más circunspecta. Ante el alicaído respeto que siente la ciudadanía hacia la política, este show de hooligans con curiosas chapitas, vociforeos furibundos y pancartas variopintas sólo sirve para erosionar las instituciones, y cuando en un país se degrada la institucionalidad comienza el mal gobierno, lo que nos afecta a todos. Los políticos debiesen dar un ejemplo, pero no lo han hecho, todo lo contrario, dan lástima.

En cuanto al discurso mismo, quizás fue una bendición que Piñera hubiese estado resfriado. Se veía debilitado. Lo más notorio, si dejamos de lado los anuncios rimbombantes, fue que pidió perdón por sus errores. Sin duda algo necesario.

En este sitio fuimos entusiastas de que el nuevo gobierno tuviese un cariz distinto, que se rigiera por principios de eficiencia, que sus políticas fuesen corporativas, lejos de los oscuros muñequeos partidistas y sus inescrutables lealtades personales. Piñera lo logró. Fundó una verdadera escuela de gobierno que el próximo gobernante deberá reinventar. Los resultados están a la vista, con un país en plena expansión económica, donde abrir una empresa tarda cada vez menos, donde hay trabajo y prosperidad. Por supeusto que se echó encima a los políticos de su propia tienda, pero esa manga de losers está ahora en el gobierno gracias a Piñera, ya que ellos sólos, pasaron 20 años confinados a ser oposición. 

Desgraciadamente, en el discurso asistimos a un festival de bonos y anacronismos patéticos (como oponerse al aborto), pero en general, este fue un Piñera que ya no llegó con la actitud de "salten p'al lao, acá yo me las sé todas", sino que esta vez el Presidente quiso mostrar un lado más humano.

El Mensaje presidencial del 21 de mayo es algo que debemos cuidar. Los símbolos y los ritos sirven para reforzar la identidad nacional y esto está bien que así sea. Un país cuya democracia ha vivido una eterna adolescencia necesita de estas cosas para llegar a ser una democracia consolidada. La tradición democrática y republicana de Chile es larguísima, pero aún no llega a su adultez. Exigir un discurso de calidad (más cercano a los 15 minuto del Queen's Speech que a los discursos de 9 horas de Fidel Castro), y contar con una audiencia respetuosa, serían buenos síntomas de que la democracia chilena por fin empieza a madurar.

domingo, 20 de mayo de 2012

Ella dijo quéee ????

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, por primera vez considera una "salida ordenada" de Grecia de la zona euro

En la zona euro, Grecia es un irritante, pero manejable. Esto, hasta que su caos político interno se desató y colapsó el intento por formar un nuevo gobierno. Si en las nuevas elecciones recientemente convocadas triunfan los sectores a favor de la salida del euro, la moneda única entrará en una crisis sin precedentes.

La verdad es que este no es el peor momento del vapuleado euro. Lo peor, lejos, fue cuando Francia y Alemania rompieron, en la década de los 2000, los criterios de Maastricht. Lo de hoy es una cuestión menor que aquello. Baste recordar que el PGB de Grecia es el equivalente al de una de las menores regiones de Francia. Sólo los agoreros del fin del mundo, los alharacos, los ignorantes y los tontos pueden sostener que es el euro el que está ahora en crisis. Lo que peligra hoy es la credibilidad del euro.

Claro, porque si países como Alemania o Francia no son políticamente capaces de contener y solucionar el problema de Grecia, un país periférico, entonces sus gobiernos son unos ineptos.

La raison d'être de la moneda única era que todos los países del Viejo Continente unirían sus destinos para siempre con una sola moneda, y que algo tan grotesco como la II Guerra Mundial jamás volvería a repetirse, no al menos en el continente que llegó al pináculo de la cultura, las artes y las ciencias. En el corazón mismo del proyecto se encuentra la unidad franco-germana. Si ahora que ya todos comenzaron la nueva era —sin marcha atrás, ya que no hay mecanismo de salida del euro— los indisciplinados helénicos no pueden mantener sus finanzas en orden, es una vergüenza para toda la institucionalidad europea el ser incapaz de apagar este incendio.

Si Grecia abandona el euro, lo primero que ocurriría es que el comercio se realizará inicialmente no mediante el dracma, sino el trueque, tal como en las sociedades de las cavernas. Hasta que no se  emita  dinero denominado en "nuevo dracma", habrá caos desatado, que de hecho ya habrá comenzado con las corridas bancarias (ya en curso) porque cualquiera sabe que tal será la devaluación del nuevo dracma que lo seguro será mantener el dinero en euros.

Luego, la deuda griega aumentará astronómicamente ya que será denominada en euros, pero su moneda nacional, el nuevo dracma, servirá más como papel higiénico o para hacer challa que como dinero (ojalá no usen la challa como papel higiénico). Quizás, tal como en la Alemania de la República de Weimar, la hiperinflación será la única forma de no pagar a los acreedores,  como lo hizo Alemania para no pagar las reparaciones exigidas después de la I Guerra Mundial (como brillantemente lo advirtió John Maynard Keynes, un economista inglés). El resultado de la hiperinflación fue, como sabemos, el surgimiento de un líder populista y nacionalista que lucía un bigotito à la Chaplin. Y basta ver que los griegos ya votan por nazis.

Alemania, en cuya siquis colectiva aún pena la hiperinflación, se reconstruyó gracias a la creación de la moneda más estable del mundo, el marco alemán —la piedra angular del Milagro Alemán—. Cederlo para adoptar el euro fue doloroso pero, al parecer, necesario. ¿Fue el esfuerzo inútil?

Hasta ahora, la salida de Grecia, el "Grexit", era un tabú. Hasta que en la siguiente entrevista concedida por Christine Lagarde a France 24, la directora del FMI —principal acreedor de Grecia— se convierte en la primera funcionaria de alto nivel en poner sobre la mesa la idea concreta de una salida de ese país de la zona euro. Con su cara de palo característica, dijo literalmente que si Grecia rechaza los acuerdos pactados sobre control de su presupuesto se necesitará una revisión de su situación, lo que llevará a otorgarle nuevas ayudas y plazos o a planificar su "salida ordenada" del euro. Tal cual.


La conclusión de Chile Liberal es dejar una enseñanza a los legisladores, gobernantes, y electores chilenos. Un país que no logra controlar su presupuesto pierde control sobre sus gastos, al punto que llega a perder su independencia financiera, algo tan terrible como perder la soberanía. Tal es la importancia de mantener la billetera del país en orden.

Pero al contrario, si quieren terminar como Grecia, entonces den educación pública y gratuita, salud gratis, bonos a medio mundo, súbanle el sueldo a los legisladores, si hay desempleo que las empresas del Estado contraten gente nomás, y ojalá estaticen todo. Y los electores deben salir a marchar para exigir todo esto. Sigan así, les va a ir súper bien. NOT.

jueves, 17 de mayo de 2012

No nos ayude tanto compadre

Lo mejor que podía hacer Barack Obama en defensa del matrimonio homosexual era quedarse callado 

Bill Clinton fue el primer presidente negro, y ahora, se dice que Obama ha sido el primer presidente homosexual luego que el mandatario declarase que personalmente cree que una pareja del mismo sexo tiene derecho a casarse. Sin embargo, la opinión del presidente de EEUU ha sido contraproducente. La causa del matrimonio homosexual no pertenece ni a la derecha ni a la izquierda, ni a republicanos ni demócratas, sino que es una cuestión que atañe a todos los defensores de las libertades civiles. 

Desgraciadamente, justo ahora que se perfila la carrera presidencial norteamericana, Obama obliga a Romney, justo en la recta final de la proclamación republicana, a declararse como contrario al matrimonio homosexual para lograr así ser el ungido por el sector conservador del partido republicano. Si Obama hubiese guardado un prudente silencio, el tema seguiría permeando a la sociedad gringa hasta que la gente se diera cuenta que prohibir el matrimonio igualitario, o permitir sólo una "unión civil", es tan ridículo como cuando alguna vez estuvo prohibido el matrimonio interracial. 

Desgraciadamente, Obama ahora lo volvió un tema partidista, a pesar que como gobernador de Massachusetts, Mitt Romney se ganó el apoyo de grupos de defensa de los derechos de los homosexuales por facilitar las uniones homosexuales el año 2005. Pero ahora, por satisfacer al sector ultra de su tienda, se ve apremiado para declararse en contra.

Mitt Roomney es un exitoso hombre de negocios que a cargo de Bain Capital logró reinventar empresas, creó millares de empleos y trajo prosperidad a la economía de EEUU. Su experiencia al mando del país más poderoso del mundo sería un golpe decisivo hacia la recuperación económica, que con Obama nunca llegó. Cuando el actual mandatario asumió el mando no había claridad sobre cómo enfrentar la crisis, por tanto la política era el "muddle through", o sea ir tanteando el camino y tomar decisiones ad hoc. Hoy sabemos mucho mejor que una hábil combinación de austeridad, reformas estructurales, planes de crecimiento y subsidios a la demanda pueden surtir resultado.

El consultor fundador de Bain Capital es —hasta ahora— una alternativa sensata para gestionar Estados Unidos. Rommney es mormón pero EEUU ha visto coas peores. Recordemos que John Kennedy fue católico, y debió en innumerables ocasiones asegurar a sus conciudadanos que su religión no era un problema. Si EEUU soportó a un católico, un mormón es un pelo de la cola. El conservadurismo social de Romney es una cuestión personal que no debiese interferir con el avance del matrimonio gay. En una estúpida táctica electoral, Obama logró ponerlo contra las cuerdas y acorralarlo. Pero confiamos que la sensatez en el Partido Republicano en su moderada sección nor-este —con la que Chile Liberal se siente de alguna forma identificado— primará sobre el conservadurismo exaltado.

miércoles, 16 de mayo de 2012

El deber hacia la tribu: Lo que faltó en Providencia

El liberalismo avanza, pero no debe olvidar sus raíces

La tribu se prepara para continuar la lucha
El domingo, lamentablemente, Cristóbal Bellolio no fue elegido el candidato para enfrentarse al alcalde incumbente de Providencia en octubre próximo. Desolador, sin duda. Pero para todos quienes llevamos años cultivando el liberalismo, ha sido un momento especial ya que antes jamás logramos ni siquiera meter ruido. La candidatura de Bellolio ha sido la punta de lanza, y el trabajo de Red Liberal ha sido fructífero. Pero así todo, no se logró el objetivo. ¿Qué faltó?

Con no mucha sorpresa me entero en el sitio de Red Liberal que muchos de sus miembros no concurrieron a votar. Cuando vi el debate que organizó el programa Mentiras Verdaderas, de Chilevisión, extrañé una defensa más resoluta de principios liberales de esencia más purista. Al privilegiar la transversalidad, el liberalismo perdió consistencia, y en el deseo de mantener un debate plácido queda la impresión que se abandonó la esencia misma de la filosofía política que cultivamos. Y, peligrosamente, sienta el precedente que el liberalismo es una ideología inasible para el ciudadano de a pie, una escuela de pensamiento que  sólo pulula en oscuros salones de universidades, en los rincones de las terrazas de los cafés, o en círculos acotados. 

El candidato Insulza, el abanderado de la Concertación, habló de reabirir comisarías de Carabineros. La ideología liberal, al servicio del pleno derecho de los vecinos de defender su seguridad, debe ofrecerle al ciudadano la libertad de contratar firmas privadas de seguridad, que remplacen a Carabineros de Chile, y promover lentamente la privatización de la policía estatal. Se perdió la gran oportunidad de demostrar la total incompetencia del alcalde Labbé al administrar una de las comunas más ricas de Chile pero con funestos resultados en cuanto a seguridad ciudadana. Los tres candidatos dieron a entender que se necesita más Carabineros. ¿Por qué no se defienden las libertades civiles privilegiando la seguridad privada? ¿Por qué no se dio un golpe certero a la mediocre administración del señor Labbé? Se perdió un gol cantado.

En segundo lugar, no podemos soslayar que sólo la ganadora dominaba al dedillo los temas municipales, y cómo no, si lleva años trabajando en terreno con la comunidad. Pero esta alcaldía es más que plazas y parques. Cuando el debate entró al terreno de la "alta política", Cristóbal y el candidato socialista se encendieron. Insulza destacó que él fue víctima del exilio, pero por qué el liberalismo no condena tajantemente el hecho vergonzoso que Labbé es un sujeto pagado con dineros públicos, obtenidos mediante la confiscación estatal perpetrada contra los contribuyentes, y que en esa calidad el infame homenaje al criminal convicto Krasnoff, realizado en dependencias municipales, es un atentado imperdonable a la institucionalidad del país y al contribuyente. El liberalismo debe ser el cancerbero de la plata recaudada de los ciudadanos mediante el atraco. Fue desperdiciada una oportunidad valiosa de defender un principio liberal fundamental, quizás por falta de reflexión sobre la naturaleza misma del impuesto.

Un tercer elemento fue la relación entre Calamidad Labbé y los estudiantes, considerando la forma Neanderthal en que se enfrentó el conflicto. La verdad es que Labbé desbarró en la forma. Pero en el fondo, la cuestión debe plantearse de otro modo: alumnos de colegios municipales se "tomaron" escuelas, causaron destrozos evaluados en 400 millones, vandalizaron dependencias, en fin. Es populismo químicamente puro el no condenar estas salvajadas. 

Un alcalde responsable debió primero intentar el diálogo, y segundo, si esto falla, el uso de la fuerza para desalojar y restablecer el orden es plenamente legítimo. Más aún cuando muchos de estos pelusones conculcaron a otros alumnos su derecho a estudiar, o al menos se podía buscar la forma de protestar sin abandonar las clases ni causar daños ni perturbar el año escolar de otros. Pero impedir clases terceros es una acto fascista. Y muchos alumnos fueron unos fascistas. Una cosa es protestar y restarse de las clases, y quizás boicotear de esta manera el año escolar, pero expulsar profesores de las instalaciones y pernoctar en ellas es algo impropio que el liberalismo, como ideología que defiende la libertad individual, no debe tolerar, porque la libertad de muchos estudiantes que sí querían asistir a clases se vio vulnerada gravemente.

Cuando Insulza se declara —orgulloso— un socialdemócrata, pareció dejar a Cristóbal sin piso. Si el liberalismo va a transar de tal modo que termina defendiendo lo mismo que un socialdemócrata, se diluye la esencia misma de nuestra ideología, al final desencantando a la tribu. La política es por esencia la pugna entre libertad e igualdad. Nunca ha convencido a Chile Liberal la nueva tendencia "post-ideológica" en que ambos, libertad e igualdad, acaban confundiéndose. La defensa acérrima y obsesiva de la libertad individual no admite subyugarla ante el igualitarismo. 

Se puede negociar o hacer jugadas tácticas, tal como en el ajedrez uno sacrifica una pieza para avanzar hacia el jaque mate. Esperemos que el extraordinario logro de situar a Red Liberal en el mapa político sea el comienzo para situar a nuestros principios en el mainstream político, y no para claudicar ante la oleada igualitarista que arrecia con tanta fuerza en este último tiempo.

Dicho lo anterior, envío un saludo a los amigos que he hecho en Red Liberal, y al propio Cristóbal, con quien compartimos unas cervezas en París y me dejó la mejor de las impresiones.

sábado, 12 de mayo de 2012

Un presidente "normal" en la era de la turbulencia

François Hollande, el ungido para ocupar la presidencia de Francia, enfrenta un desafío monumental

¿Revolución? ¿Cuál revolución? (Imagen: Financial Times)
En Chile Liberal muchas veces nos dedicamos a hacer pronósticos, a veces incluso acertamos. En los análisis para este año dijimos que Hollande no ganaría. Fue en octubre del año pasado cuando venía llegando de un agradable y soleado fin de semana en Barcelona, en que rumbo a casa el taxista se reía a carcajadas escuchando al discurso del ganador de la primaria ciudadana que proclamó a Hollande como el candidato de izquierda. El shock de estar caminando por la playa hacía unas horas y luego volver a la oscura y fría París escuchando a un taxista reírse fue algo muy curioso. Él es un votante de izquierda, me decía, pero no veía cómo podría alguien como Hollande derrotar a alguien como Sarkozy.  "No hay mucha esperanza" me decía. Incluso me contagió la risa oír tanta payasada deslucida del hombre que finalmente, sí venció a Sarko.

Cuando la ex esposa del ahora presidente electo, Ségolène Royal, se enfrentó al ahora mandatario saliente, los chistes sobre lo deslavado de Hollande estaban a la orden del día. "¿Quién va a cuidar a los niños?", era la mofa habitual. El único capaz de derrotar a la derecha era el tristemente célebre Dominique Strauss-Kahn, el Príapo —dios griego que siempre tenía una erección—, autor intelectual del peor disparate que la política económica ha visto —la semana de 35 horas—, estupidez que puso la lápida a la productividad francesa, hoy en caída libre. Increíblemente, Príapo era el hombre que a cocción lenta —todo es lento en Francia— había cocinado la izquierda para volver al Elysée. El cataclismo que causó su arresto y posterior juicio desdibujó por completo al establishment socialista, tanto así que un lánguido François Hollande terminó siendo nominado. Durante la campaña declaró que, al contrario de hiperactivo Sarkozy, el sería un "Presidente normal". Las burlas continuaron. Pero démosle crédito: en enero logró electrizar a sus votantes al infundir calma y una pasión controlada pero que promete efectividad. Empezó a repuntar. De pronto, el Presidente normal ya no era una solución de parche en una izquierda derruida, sino una alternativa plausible al estilo Sarko.

La primera vuelta francesa fue, como dije, un fiasco. Demasiada atención se llevó el voto del Frente Nacional, pero se olvidan que el ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon captó 10% de las preferencias. Entre ultraderecha y ultraizquierda, se llevaron un tercio de los votos.

Pero Francia es una democracia consolidada que, llegado el momento de los quiubo, muestra sus luces. La segunda vuelta fue de un vigor pugilístico que, personalmente, Vuestro Humilde Servidor nunca había visto. A nosotros los chilenos nos gusta el estilo caballeresco, las alusiones indirectas, el te lo digo todo sin decirte nada. Las veleidades de la política chilena son el reflejo del paroxismo de la hipocresía en que vive el chileno medio. Por su lado, los franceses —fríos por naturaleza—, se regocijan al ver una campaña política donde los candidatos se hagan mierda.

El broche de otro fue del debate presidencial. La verdad es que no lo ví en directo ya que esa noche fui con un amigo a ver el ensayo de una obra de teatro de una amiga, pero pasé por fuera de un bar donde estaban los seguidores de Hollande compartiendo un apéritif viendo en masa el debate. Nunca he entendido bien esto de tomar la política como su fuese un hobby. Para mí, es un deber volcarme a la política para que ella no vuelque en mi contra con leyes rapaces que endiosen un Estado confiscatorio capaz de dejar los bolsillos pelados a todo aquel que respire. Al otro día vi los por Internet los clips del debate y, francamente, fue ver a dos gladiadores. Nada de ese pajeo que les gusta en Chile donde un Perico habla huevadas y un asustado periodista, amordazado con un legajo de reglas acordadas por los comandos de cada candidatura, no puede hacer preguntas incisivas, para luego darle la palabra a otro Perico que habla pelotudeces, y así creemos que tuvimos un debate pero fue una pantomima de un real intercambio: muy a la chilensis, muy "te lo digo pero no te lo digo". En el debate francés ambos salieron malheridos, se hicieron daño, se increparon a la cara y no faltó el sarcasmo, a sabiendas que eso es lo que se merece el electorado y que culminada la justa electoral, un apretón de manos sanará las heridas. Tampoco evadieron la minucia técnica, con increpaciones a veces oscuras, que especialistas al otro día salieron a explicar o incluso a corregir.


La foto que marcó las celebraciones fue la imagen más arriba, que dio la vuelta al mundo por dos grandes razones imposibles de no notar: primero, la muchacha porta un gorro frigio, símbolo de La Marianne y de la república (además, aparece en la bandera argentina y en muchas otras). Segundo, porque aún produce fascinación en Francia el cuadro inmortal de Delacroix, y cada vez que hay alguna revolución, como por ejemplo en la Primavera Árabe, los diarios franceses siempre muestran una joven flameando una bandera (esto último me lo explicó un fotógrafo gringo, es algo que, en su inconsciente, los franceses no se dan cuenta). Pero la algarabía no va a durar mucho.


The Economist anticipa que habrá decepción. Lo dudo. Los franceses serán arrogantes, lerdos, anacrónicos, cualquier cosa menos estúpidos. Y saben perfectamente que Hollande no será un revolucionario, y que la mano seguirá apretando ya que el déficit histórico de Francia es colosal. Pero este método minimalista es insuficiente, y están preparados para sufrir los rigores de la austeridad, bajo condición que no sea aplique como los hooligans al otro lado del Canal de La Mancha. La tarea del presidente electo es continuar saneando las finanzas del país, algo que prometió en su franja televisva (habló explícitamente de maîtriser notre budget).

En realidad, el modelo que debe seguir Hollande es, como se viene diciendo desde hace ya mucho tiempo, las medidas de ajuste del socialdemócrata Gerhard Schroeder. Alemania fue por décadas el Hombre Enfermo de Europa, también en picada casi terminal. Pero no fue la austeridad lo que logró la recuperación, sino una combinación de rigor, gasto focalizado, y reformas estructurales que optimicen la productividad. Este jarabe es amargo pero insoslayable. ¿El resultado? Alemania hoy vende autos como mano en la cabeza, y los chinos se agolpan a comprarlos, mientras Francia dejó de exportar autos y ahora importa, quedándose con un inexplicable déficit de balanza comercial. Impacto causó una propaganda televisiva de Opel en que un rubio alemán describe las bondades de su vehículo, y al final remataba la publicidad con: "Opel, Wir lieben Autos". Los franceses estallaron y tuvieron que ponerle una traducción. Vean el comercial:



Y luego, la respuesta de Renault no se hizo esperar, en lo que constituyó una verdadera guerra entre la industria alemana y la francesa:



Los franceses no son idiotas como para no darse cuenta que esto así como está no puede seguir. Ahora viene "la tercera vuelta", las legislativas, porque esta gente es incapaz de hacer cosas rápido, necesitan tres elecciones para cambiar de rumbo, y las rectificaciones deben ser siempre graduales, nada de cambios bruscos.

El gobierno de Hollande no es el triunfo del socialismo, sino un cambio de visión, y el electorado lo necesita para aplicar reformas que no sean una carnicería. Su partido está lejos de la tercera vía, sigue siendo una izquierda vetusta, que debe además empezar a modernizarse. 

Sea como sea, este es un período anómalo como pocos, que quizás hace a los franceses añorar un "presidente normal", y no a un revolucionario.

lunes, 7 de mayo de 2012

Sarkozy: gracias por todo, au revoir

No todo fue tan malo en el quinquenio de Nicolas Sarkozy, al contrario, el presidente puede irse con la cabeza en alto


El sketch humorístico era muy gracioso. El terapeuta le preguntaba a la mujer "cuándo empezaron los problemas con su marido". La mujer responde: "después de casarnos, cuando salíamos de la iglesia..." Así también los errores garrafales de Sarkozy, que le costaron ayer la presidencia, empezaron apenas pocas horas de conocerse los resultados que lo llevaron al Palacio del Elysée, la noche del 6 de mayo del 2007, cuando el candidato de "la Francia que se levanta temprano", el hombre que defendería ante todo el mérito por sobre las rancias tradiciones de la ultratradicionalista elite francesa, el "presidente del poder de compra" defensor irrestricto de la clase media, se reunía con los más engolados hombres de negocio del Hexágono en la ampulosa brasserie Fouquet's para degustar exquisitos manjares, en la avenida chic de Champs Elysées, acto simbólico que le penó por años y que finalmente terminó en febrero pasado por reconocer como una chambonada brutal. El desatino está hasta documentado en una entrada ad-hoc en Wikipedia: ver Soirée du Fouquet's du 6 mai 2007.

Es que en Francia las tradiciones, los ritos, las maneras y los gestos importan. Muchísimo. Se dice que en EEUU cualquiera puede llegar a ser presidente, algo que George W Bush demostró tristemente, pero en Francia sólo los graduados de la ENA —la universidad de la elite—, pueden optar a la primera magistratura (sólo a la señorita Vallejo se le ocurre que la educación "gratuita" francesa no produce una elite). Sarkozy hizo una carrera política jactándose de no ser un énarque, si bien el pillo falló en mencionar que postuló las tres veces permitidas y fue rechazado (luego se fue a Sciences Po donde no pudo terminar por hablar inglés como Tarzán). Eso de ser un outisder era su gracia. 

Pero a poco andar los franceses se dieron cuenta que no estaban ante el genuino representante de la meritocracia, sino un menudo personaje tan ambicioso como grotesco, que trapeó la solemnidad republicana que exige ser le président de la république, un individuo que apenas sabe hablar el francés, capaz de trenzarse a chuchada limpia con algún heckler o algún periodista, hasta emborracharse en reuniones de alto nivel. Un presidente que le gustan los yates y las modelos, o sea, que usó la presidencia para darse los gustitos que la adusta carrera de político no le permitían. Su omnipresencia, su hiperactividad, se volvieron agobiantes. Francia es un país viejísimo que quiere que las cosas sean como han sido siempre: el presidente bling bling era un bicho tan raro como desagradable.

Algunos trazarán paralelismos con Piñera. Hay muchos parecidos. Ambos son petisos y feos, brazos cortos, pintamonos, a quienes el dominio de la lengua es un arte que no manejan Verlos hablar da nervio por sus incesantes tics. Ambos dicen defender principios de derecha pero éstos son "flexibles". Piñera y Sarkozy son igualmente impopulares. Ambos nacieron para ser presidentes. Claro, diferencias también hay entre ambos, por supuesto. Para empezar, Piñera amasó una fortuna gracias a su habilidad, quizás al filo de la legalidad, pero fortuna tiene al fin y al cabo. Cuando Carla Bruni dice que ella y su marido son gente modesta, les creo. Sarkozy quiso ganar plata pero nunca supo cómo. Pero además, la gran diferencia es que mientras Sarkozy desbarró por completo al coquetear con el voto de ultraderecha, Piñera está jodido porque no le hace cambio de luces a los fachos: Piñera gobierna con ellos.

La lección que debe sacar todo gobernante es que con el fascismo no se llega a ninguna parte. Yo el sábado pasado estuve en un matrimonio de una gran amiga de Chanchi, de religión musulmana, descendiente de tunisios. Su marido es de extracción blanca, por así decirlo, del massif central. Ambos son ciudadanos franceses, nadie podría pensar lo contrario. Ese pequeño melting pot que fue esta fiesta es una muestra de lo que ha sido Francia siempre, una nación generosa y abierta, heredera de los próceres de 1789. Para el votante promedio, para el ciudadano de a pie, lo que diga el Frente Nacional da vergüenza ajena. Es repelente. Es ajeno a la tradición francesa. Las ideas repungantes del FN no se combaten adoptando su discurso, sino ofreciendo resistencia con los valores fundacionales del país, que aunque suene como horrible cliché, son la libertad, la igualdad, y la fraternidad. El presidente aparte de bling bling empezó más encima a sonar como facho. El UMP es un partido conservador moderado, enmarcado dentro de la tradición republicana francesa. Nade debe hacer el UMP adoptando el tono del FN. Si esto ocurre, el electorado debe sancionarlo. Y lo hizo.

La estrategia fue errada, pero, curiosamente, en el plano económico, Sarkozy equivocó de rumbo, pero ni tanto tampoco. Hubo logros como por ejemplo extender la jubilación, suavizar las 35 horas semanales, defender los beneficios de la energía nuclear, echar cagando a Gadafi, entre muchos otros. Desde que estalló la crisis Francia ha crecido a paso de tortuga, pero no ha vuelto a contar un semestre de recesión. El poder de compra se ha mantenido estable. La inflación está bajo control. El plan de rigueur, la austeridad, se aplicó a la francesa, o sea con calma, no con la violencia al otro lado del canal de la Mancha. Los británicos cayeron en recesión, los franceses no. El grito de "Indignez-vous!" se escuchó primero en Francia, pero no hubo indignados, ni hubo Occupy La Défense, el distrito de negocios de París.

C'est l'économie, stupid
Ocurrió fue que esta lucha la empezaron perdiendo los Krugman, los Stiglitz, y en general la brigada de lectores del New York Times, pero al final, la brigada del Financial Times, y tímidamente The Economist, han empezado a inclinar la balanza a favor de los primeros. Es que la austeridad no está resultando. Sarkozy cometió lo que podríamos llamar un error honesto.

Los franceses detestan los cambios bruscos, quizás el fantasma de la Revolución y su posterior carnicería les pena en su siquis colectiva. Reclaman y protestan por todo, pero es para evitar que se acumulen pulsiones que estallen con violencia. El sistema de seguridad francés resistió los embates de la crisis, y ahora los franceses, con ese froideur galo tan característico, se preparan para lentamente comenzar las reformas que necesitan. Así como nunca se dejaron llevar por la euforia anglosajona y sus exuberancia irracional, ahora agradecen que su sistema de salud, de educación y de seguridad social los haya protegido de la tempestad. Pero el sistema es al mismo tiempo insostenible y un socialista es el hombre indicado para implantar los cambios necesarios, sin los excesos brutales de la dupla Cameron-Clegg, que terminó no sólo con el estallido social en Londres, sino más encima, con otra recesión.

Es por esto que al final Sarkozy perdió, por un margen muy estrecho. Todo ciudadano sabe de buena fe que Sarko es un tontón pero no un xenófobo ni un homofóbico. Pero había que castigar su torpe estrategia y hay que cambiar de rumbo después de un lustro presidencial tan alocado como éste. Francia no pudo ganar el mundial de rugby porque vencer a los All Blacks en su tierra era una osadía, pero los franceses recibieron con una sentida ovación la hazaña de su equipo. Así también, creer que un sólo hombre o una sola estrategia es capaz de terminar con la crisis es iluso. Nicolas Sarkozy hizo lo que pudo y trató com energía hasta el final, y se merece un aplauso. Es hora de dejar al presidente bling bling que disfrute su era post-presidencia con su pequeño hijo y su hermosa mujer. Pero que se vaya y que no vuelva. Au revoir.