No más excusas |
Ya me referí al caso terrible de mi hermana, quien debió soportar un embarazo de alto riesgo sin posibilidad de acceder a un aborto, sabiendo que su bebé no podría sobrevivir ya que se le diagnosticó una rara enfermedad genética incompatible con la vida. Luego de tortuosos meses, dio a luz, pero a los pocos minutos dejó de escuchar el llanto de la recién nacida ya que falleció, como se sabía de un principio. Meses de terapia no logran borrar un trauma semejante.
Si lo anterior es terrible, el caso de la niña de Carahue, de apenas 13 años violada por su padrastro, y embarazada, es de una vileza inefable. Sobrepasa el límite de lo tolerable saber que fue forzada a tener ese bebé. La impotencia es aún mayor al enterarnos que ese bebé sufría de una cardiopatía congénita igualmente incompatible con la vida. Insistir que en un caso como éste esa pequeña debía dar a luz es una cuestión que simplemente no resiste más discusión.
Señora Michelle Bachelet, dígame: ¿qué esperamos para tener una legislación humana y ética en Chile? ¿qué pasa?
Ya llevamos demasiado tiempo esperando y esta situación es insostenible. ¡Hasta cuándo!
Sabemos que las fuerzas conservadoras —los sempiternos ultramontanos— son quienes impiden avanzar en esta materia. En la hojarasca de su miseria moral, seguramente se solazan al ver el sufrimiento ajeno, así nos piden juntar las manitas para pedir a dios que con su misericordia nos perdone, de qué no lo sabemos, pero quizás algo hicimos así que nos deben perdonar.
A la curia y sus soflamas pro-vida se le debe poner atajo de una vez por todas. Consultado sobre esta materia, el cura Ezzatti responde con una perorata de la cual en definitiva se resume que una niña de 13 años sí debe dar a luz igual porque dios lo quiere. Si dios lo quiere, nadie puede ni debe estar en contra. Esto es indefendible en un Estado laico.
Usted señora Michelle Bachelet prometió que seríamos un Estado laico. Los principios religiosos no pueden usarse como sustrato de la legislación que nos rige a todos. La llevamos a la presidencia, y ahora le pedimos que cumpla.