domingo, 30 de agosto de 2020

Retiro del 10%: Una nueva era

 

Money's too tight to mention

I can't even qualify for my pension

"Money's Too Tight To Mention" (1985, Simply Red)

 

"Los comedores de papas" (1885, Vincent Van Gogh)

El retiro del 10% de los fondos de las AFP ha sido algo bueno

La estrategia para contener la pandemia ha sido un fracaso relativo. La idea era evitar que la crisis sanitaria se convirtiera en una crisis social y económica. En esto el país falló. Después de anuncios bastante correctos por parte del gobierno, la implementación fue titubeante y tardía. Un aparato estatal sedentario y flatulento fue incapaz de traducir las decisiones de gobierno en medidas concretas en beneficio de los gobernados. 

 

El confinamiento debía reducir la movilidad un 90% para así disminuir drásticamente el contacto entre personas y la tasa de reproducción (R0) bajaría a 1, con lo que deteníamos la propagación exponencial, y además evitábamos tanto el colapso del sistema de salud como muertes en el personal médico. 

 

Para que la gente se quedase en sus casas era necesario que el Estado el mismo que decretó el encierro y que dejó sin ingresos a miles – entregase un cheque a cada ciudadano para se abasteciese de alimentos y pagara las cuentas básicas. Así sería factible quedarse en casa y no morir por inanición. Una baja tasa de bancarización y una alta cantidad de trabajadores informales, además del Estado esclerótico, hicieron la tarea bastante compleja.

 

Seamos claros: retirar el 10% de los fondos de las AFP es una pésima idea – desde una perspectiva económica, al menos. Cada cual es dueño de sus fondos, sí, pero de forma retórica, es decir, del mismo modo que todos somos dueños de Codelco. Esos dineros están ahí con el objetivo de rentar y entregarse al momento de la jubilación, no para hacer uso de ellos durante zozobras. 

 

No obstante, desde una perspectiva política, el retiro del 10% ha sido una medida excelente. Se logró con celeridad entregar dinero a los chilenos. Se aprecia ya una reactivación económica. Se evitó el hambre: las ollas comunes son incompatibles con el distanciamiento social y las cuarentenas. Se entregó algo de liquidez para mitigar el sufrimiento en medio de la peor crisis que veremos en nuestras vidas. 

 

El problema de las AFP es su diseño, como hemos abordado antes en Chile Liberal. Se cotiza muy poco, por parte de muy pocos, y la gente ahora vive mucho. Nadie contempló un aumento gradual del monto de la cotización, ni nadie pensó que en los periodos de desempleo el afiliado debía recibir un mínimo de ayuda estatal para evitar lagunas. Aún nadie logra arreglar el problema de las comisiones. 

 

El artífice del sistema de AFP lo concibió imitando el Plan 401k, un sistema de ahorro por capitalización individual, inventado en le década '70 en EEUU para actuar como sistema de jubilaciones de facto (el sistema de pensiones real está en la ruina). Pero al menos allá se establecieron reglas para normar el retiro anticipado de fondos. En Chile ni siquiera han pensado cómo reponer el 10% retirado cuando recuperemos la normalidad.

 

Así todo, para Chile Liberal lo más preocupante de las AFP es que apenas un puñado de empresas controla casi todo el PIB de Chile lo que representa un riesgo sistémico intolerable. Desde la crisis 2008 que "too big to fail" ya es inaceptable. Cómo hemos podido soportar esto es un misterio. Es equivalente a no fiscalizar las normas de construcción antisísmicas.

 

Y como corolario, concentrar tanto el poder económico es antidemocrático, porque se supone que el poder reside en los electores y cada voto cuenta, pero en la práctica, los dueños del dinero financian la política y aparte de controlar el PIB controlan además quien llega al gobierno: las elecciones se vuelven una mera coreografía, un simulacro inútil y grotesco. La desafección aumenta. La decepción fermenta en los votantes y es el caldo de cultivo del populismo. 

 

Gracias al retiro del 10% en cierta forma las AFP han ganado en estatura y han logrado un nivel de legitimidad que no tenían. Desde un ángulo institucional hemos comprobado que la institucionalidad política puede destruirlas, y por consiguiente, su existencia depende de la política. A las AFP ahora corresponde transparentar sus actividades y presentarse como un elemento benefactor en la sociedad a la cual pertenecen. Este es un trabajo que nunca antes hicieron. 

 

Eliminar las AFP es imposible si bien el sistema como tal debe refundarse. Un gran paso será lanzar una AFP Estatal, o algún sistema que reparta todas sus utilidades entre los afiliados. Si la Constitución es un escollo, pues entonces esto puede solucionarse con una nueva carta magna donde el debate no esté amordazado. Tocar las AFP ya no es tabú y eliminar tabúes siempre es beneficioso. Ahora depende de los chilenos hacer una buena reforma y no cagarla.