En uno de los muchos cines del barrio Montparnasse, Vuestro Humilde Servidor vio la excelente producción francesa La Confession d'un enfant du siècle, adaptación de la obra homónima del novelista francés Alfred de Musset, y que recomendamos a los contertulios de Chile Liberal.
El film, dirigido por Sylvie Verheyde, cuenta en el reparto con la francesa Charlotte Gainsbourg, la hija del mítico cantante Serge Gainsbourg, y con el rockero inglés Pete Doherty, quien debuta en la pantalla grande con una actuación que calificaremos de curiosa.
El personaje principal es Octave, un hombre desgarrado por sus instintos libertinos, quien al no lograr reponerse del engaño de su amada, se deja llevar por un hedonismo a destajo, "la enfermedad de nuestra era", sin que su lado nostálgico y taciturno deje de atormentarlo en la búsqueda de un amor tradicional.
Nadie puede sostener que el ex líder de The Libertines deslumbra con su histrionismo, pero el papel calza a la perfección con la historia personal de Pete Doherty, lo que por momentos da la impresión que Octave, el protagonista, es la versión decimonónica de Doherty, aunque más dandy y más philosophe.
La paradoja que se nos presenta es que las confesiones de un muchacho del siglo XIX no son muy distintas de las del siglo XX, ni del siglo XXI. Ni probablemente, de ningún siglo de la historia.
El film es de época por la ambientación y vestuarios de un París que, gracias a Alfred de Musset, le daba a Occidente el romanticismo, con un dramático telón político de fondo en que el país era una potencia imperialista convulsionada por revoluciones políticas internas y extenuantes guerras. Pero su temática existencial, el drama de un hombre desgarrado por los celos frente un amor obsesivo, el conflicto político-social y la manida crisis moral son tópicos que nos han acompañado desde siempre, y seguirán con nosotros mientras exista el amor no correspondido.
La fotografía recurre a la cámara temblorosa, hoy omnipresente gracias a las cámaras de mano, dándole un aire intensamente actual y realista a lo que en verdad es una narración abstracta, en la Francia de 1830.
Los pedantes desde luego dirán —como siempre— que "el libro es mejor que la película", o que la película deja de lado esto y lo otro. Nunca es feliz la traducción de una novela en un film, por lo mismo, es estúpido juzgar una película por su fidelidad al original.
Como film, el mérito de Confesión de un muchacho de nuestro siglo es mostrarnos que el amor de Alfred Musset por la novelista George Sand sigue vigente en la era del rock, de Pete Doherty y The Libertines. Una película que no obstante haber sido despedazada por los especialistas, Chile Liberal recomienda no perdérsela.
1 comentario:
fuera de las mucha diferencias políticas que tengo con el o los administradores de esta pagina... tengo que admitir que sabes de cine , de verdad pensé que era el único que vio esta cinta. muy buena columna y muy buena película ..saludos
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