lunes, 2 de mayo de 2016

Mario Vargas Llosa: Cinco esquinas


La última novela del escritor liberal Mario Vargas Llosa nos recuerda la importancia de la ficción en el mundo real

Mario Vargas Llosa no necesita presentación ni introducción alguna. Ni siquiera antes del Nobel ⎯tardío⎯ la necesitaba, menos aún hoy. El intelectual público más prominente del mundo de habla hispana vuelve a la carga con una historia fácil de leer que nos transporta al Perú de los años 90, bajo el gobierno de Alberto Fujimori, y de paso, sirve de catarsis para toda una generación que necesita resucitar los fantasmas de las dictaduras del siglo pasado... para exorcizarlos definitivamente. 

Los fans del peruano quedarán satisfechos. Los tópicos vargallosianos están ahí, esperándonos: el hermético mundo de Miraflores, el contraste con la miseria del resto del país, los personajes buenos que se enfrentan a una sociedad infecta y corrupta, y finalmente queda a criterio del lector determinar si los perversos doblegaron a los buenos o no. Como ocurre en cada relato del peruano, se plantea un desafío no menor al lector, en una prosa fluida y elegante.

Esta vez, la historia narra la aventura lésbica de dos mujeres de entre las familias de la elite miraflorina. Su desliz, con algo de guiño trash a E.L. James, comienza durante los toques de queda.  El marido de una acaba, en paralelo, ligado a un editor y una periodista que acaban en el lugar equivocado en el momento preciso para impulsar su carrera. Un ex recitador de poesía termina trabajando como payaso.  Un pasquín asqueroso, bajo la supervisión del jefe del Servicio de represión de Fujimori, nos revela una inquietud reciente del oriundo de Arequipa: la putrefacción de los medios de prensa y la manera en que su hálito podrido corrompe a la sociedad.

Vargas Llosa no hace sino exorcizar los demonios que aún se apoderan de muchos latinoamericanos: el fetiche del autoritarismo. Y que constituye, en el fondo, la antítesis de "lo liberal", es decir, la preeminencia del individuo por sobre la imposición del orden brutal, donde los medios justifican los fines. Lo hace además con un agudo timing: justo antes de las elecciones peruanas, que han decantado en una extraña pugna entre sectores conservadores, que ven en Keiko una alternativa válida, y Pedro Pablo Kuczynski, motejado como "el chileno", entre otros epítetos del mismo grosor de calibre. 

Vargas Llosa esta vez adopta un tono militante que es a la vez extraordinariamente sutil. Un recordatorio de todo lo que debió soportar el continente: las luchas de los malos contra los malos. 

El artista militante
Las obras literarias tienen más valor cuando se escriben porque sí, y no con un fin, no como un medio para otra cosa. Mario ya nos legó La ciudad y los perros, La tía Julia y el escribidor, Conversación en la Catedral... para qué seguir enumerando obras cúlmines del peruano. Vargas Llosa las escribo porque su ímpetu literario es irrefrenable. Frente a ellas, Cinco esquinas aparece como un acto militante. No palidece, ni es menor, pero trasluce un sentido utilitarista que quita sentido artístico pero abre una nueva arista, que es la de una literatura abiertamente política pero sin decir su nombre.

El arequipeño ha hecho público su apoyo a Pedro Pablo Kuczynski, lo que nos parece magnífico. También Chile Liberal adhiere a su campaña y llamamos abiertamente a votar por él. 

No obstante, hagamos una salvedad. Keiko Fujimori es una política innata y talentosa. Sería descabellado creer que su objetivo final es cerrar el Congreso y dar un autogolpe de Estado. Su apellido es un lastre, ciertamente. Pero debe asumirlo. La mejor alternativa en Perú para fortalecer su naciente clase media y consolidar su democracia, a pesar de su política esclerótica, es adherir al candidato de Vargas Llosa y dejar claro que Alberto Fujimori fue el cleptócrata a la cabeza de una corruptela despótica. Una pena por Keiko, quien, si realmente ama a su país, sabrá asumirlo.

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