Es menester que los no creyentes aseguremos que la visita de Bergoglio se efectúe sin contratiempo. Excepto si este señor se pasa de listo.
En enero del 2018 visitará Chile el señor Jorge Bergoglio. En un blog escéptico es un tema que reviste cierto interés. ¿Cabe boicotear los desplazamientos del director de la iglesia de Roma? ¿Es buena idea oponer feroz resistencia? ¿O es más prudente organizar actividades paralelas como forma de protesta constructiva? ¿Quizás es mejor ignorar olímpicamente a este tipo?
Conociendo a los lectores de este blog ⎯mucho comecura lee Chile Liberal⎯ lo más predecible sería azuzar los ánimos y comenzar a vomitar la más furibunda bilis anticlerical y excitar la animadversión contra un personaje que dirige una organización mafiosa, esclavista, intolerante, retrógrada, antisemita, homofóbica y pedófila.
Pero es más interesante jugar a la provocación con los lectores y llamar a lo opuesto: démosle la bienvenida al "Papa". Escuchemos sus sermones. Costarán una millonada sus dislates sobre lo nefasto de la opulencia y que en cambio el camino bueno es la pobreza de Jesucristo, pero en fin, no le demos tanta vuelta al asunto tampoco.
La piedra angular de la sociedad que queremos construir los liberales se basa en la tolerancia, y en ella, el respeto a las creencias religiosas o irreligiosas son absolutamente esenciales. No llegaría al extremo de llamar a alabarlo, pero sí creo que es lo más elegante y sensato que el pontífice romano haga lo que tiene que hacer en Chile y lo haga en un ambiente propicio.
No es tan fácil, en todo caso. Aclaremos que, por lo indicado anteriormente, corresponde asegurar que los adeptos de la organización que pomposamente se denomina "iglesia universal" puedan acoger a su líder espiritual en un clima de respeto. A pesar que de parte de ellos el respeto ha sido, en el mejor de los casos, aleatorio.
Este "Papa", después de todo, no es ese alemán que había antes, uno que ya olvidé cómo se llama y no recuerdo si renunció o murió o se lo pitearon. Ése era un cabrón. Éste de ahora es apenas un cura de pueblo. No da para más tampoco.
Si la visita de Jorge Bergoglio se enmarca dentro de las funciones pastorales que le corresponden, entonces no debiese haber inconveniente alguno. Sin embargo, si este individuo comienza a confundir los planos y se inmiscuye en cuestiones políticas, entonces de golpe se acaba la visita pastoral y esto se pone color de hormiga.
Una indicación de lo que hará en Chile la tuvimos hoy. Bergoglio ha visitado Myanmar, país lejano y enigmático, brutalizado por décadas bajo una dictadura desquiciada. Todos conocemos el suplicio al que fue sometida Aung Sang Suu Ki, la célebre disidente birmana que inspiró a todo el planeta, y quien fuera galardonada con el Premio Nobel de la Paz, entre otros importantes reconocimientos, por el estoicismo y convicción con que opuso resistencia a los generales que torturaban su país. El año 2016 asumió el mando ella misma y el mundo aplaudió a rabiar. La líder pacifista era la indicada para dirigir la difícil transición a un régimen de libertades civiles.
Pero todo se fue al carajo. Esta señora pasó de la connivencia a comandar directamente el exterminio de los rohinyá, una etnia minoritaria musulmana en un país budista (los cristianos son una minoría ínfima). Considerados invasores y privados de libertades políticas, sólo podemos calificar de genocidio y limpieza étnica lo que esta Premio Nobel de la Paz está haciendo. El rockero irlandés Bob Geldof ha sido uno de los críticos más ácidos de esta farsante.
Bergoglio, como decíamos, de visita en Myanmar, debe haber cavilado bastante frente a la disyuntiva de optar entre mencionar el peliagudo tema del genocidio de rohinyás en el país, arriesgando crear una situación explosiva, o guardar silencio y hacerse el huevón, algo poco heroico y de paso traicionando sus propias convicciones (si es que tiene).
Finalmente, se impuso cierto pragmatismo y el líder religioso del Vaticano eludió las alusiones a la persecusión, hostigamiento y ejecución sistemática de rohinyás en Myanmar. Esto no es baladí. Nos permite inferir el tono y las temáticas de Bergoglio en Chile.
El Papa Peronista en Chile
Los sectores conservadores de derecha exigen a Bergoglio que condene la recientemente promulgada ley de aborto en tres causales. Por otro lado, los conservadores de izquierda, cercanos al peronismo ⎯segunda religión de este señor⎯, le piden que aborde la salida soberana que el autócrata Evo Morales exige a Chile en Twitter y en cortes internacionales.
La religión católica romana, así como la Biblia, deben ocuparse de la salvación de las almas, del catecismo, o por último, de disquisiciones trascendentales como determinar si las mascotas se van al Cielo o no cuando mueren. Pero, si la Biblia se considera no un texto místico sino un sistema jurídico, entonces volvemos a la época anterior a la separación de iglesia y Estado. Si esto ocurre, Bergoglio se excede en sus atribuciones.
Si el "Papa" hace una sola mención al aborto, entonces debe ser declarado persona non grata. Es inaceptable que una autoridad no elegida venga a sermonear sobre leyes que democrática y soberanamente se ha dado un pueblo libre, como en el caso del aborto. Peor aún si lo hace desde un púlpito con esa parafernalia grandilocuente y esas palabras altisonantes en lenguas muertas.
Más aún si sale con la monserga de la entrega de mar a su amigo bolivariano, Evo Morales. El día que Argentina devuelva Misiones y Formosa a Paraguay, cuando Francia devuelva Alsacia y Lorena a Alemania, cuando EEUU devuelva Texas a México, y cuando Suiza o Austria tengan salida al mar, ahí quizás recién podremos considerar la entrega de soberanía a Bolivia. Antes no.
No obstante la prudencia de Bergoglio en Myanmar, un impasse político o geopolítico no podemos descartarlo teniendo ya como antecedente la grosería en sus audiencias con el excelente Presidente argentino Don Mauricio Macri, en contraste con la calidez con que recibe habitualmente a la cleptócrata Cristina Kirchner.
Conducir al líder romano a la frontera y considerarlo persona non grata serían medidas extremas. Pero él también debe entender que viene a cumplir una tarea específica: reunirse con sus fieles, quizás los de Osorno querrán decirle un par de cosas, eso es cuestión de ellos. No corresponde al resto entrometerse. Del mismo modo, el Papa peronista no debe opinar en lo que no compete.
El año 2016 los ateos vivimos la experiencia religiosa de recibir en nuestro país a Sus Majestades Satánicas en el marco de su gira latinoamericana. Los Rolling Stones trajeron su trinidad de drogas, sexo y rock'n'roll al país y lo hicieron sin contratiempos (no olvidemos lo que le hicieron a Iron Maiden durante la Transición chilena). Jagger, Richards y compañía se comportaron excelente y brindaron un show de lujo. Luego fueron a Cuba y anunciaron el fin de la tiranía comunista que por seis décadas los censuró (mientras que Bergoglio va a Cuba y matiza las fechorías castristas)
Si nuestros sumos pontífices vienen al país tranquilamente, es hora de ser respetuosos y dejar que los otros también gocen con sus propios líderes espirituales.
Pero ya dijimos que hay un límite. El equilibrio es frágil. Las autoridades civiles deben estar dispuestas a defender los principios de una sociedad laica. Bergoglio debe circunscribirse a sus temas pastorales o ser expulsado ipso facto si sale con su cantinela provida o su agenda bolivariana.
3 comentarios:
Bergoglio es un capellán de fascistas, encubridor de pedófilos (cómplice activo de criminales aquí en Chile) y amigo de dictadores. No merece ningún respeto.
Por otro lado, la "genocida" Aung San Suu Ky hizo más, y sacrificó más, por la democracia y los derechos humanos que todos nosotros juntos. Los rohingya parecen un grupo de fanáticos repugnantes al estilo de los palestinos, con quienes comparten su sanguinaria religión. Espero que los europeos sigan este ejemplo y se deshagan de las hordas islamitas que los parasitan y asesinan.
La diferencia es que contra los palestinos no hay ejecuciones sumarias ni masacres. Israel, de hecho, garantiza muchísimas libertades civiles y políticas a los palestinos. La señora Aung San Suu Kyi, en cambio, desea activamente que la expulsión salvaje y el exterminio en su territorio continúe. Una chanta.
En Bangladés, el papa pronuncia "rohinyá" por primera vez
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