The future is uncertain
and the end is always near.
"Roadhouse Blues"
(The Doors, 1970)
"El desesperado", Gustave Courbet |
Un sistema de protección social debe ser la respuesta la incertidumbre de los votantes
Uno de los pequeños placeres de Chile Liberal es simplemente flâner escuchando por ejemplo la música de The Doors, recorriendo las mismas calles que alguna vez acogieron a Jim Morrison: "El futuro es incierto y el final está cerca" (ver epígrafe). Se ven manifestaciones de gilets jaunes recalcitrantes y feroces opositores a la reformas al sistema de pensiones que ha propuesto Macron. Terminar en el bar La Palette tomándose unas chelas tal como acostumbraba el poeta del caos va de soi. Hay que calmar los nervios porque se siente la angustia en el aire.
La irrupción del populismo actual en las democracias liberales no es otra cosa sino la reacción del electorado ante la incertidumbre en el mercado laboral actual. La "uberización del trabajo" es el término que acuñaron los franceses.
La desindustrialización y el rápido reemplazo de obreros por máquinas deja al ciudadano de a pie con miedo. "L'Europe qui protège" fue la respuesta de Emmanuel Macron para contener al Frente Nacional tratando de quitarle piso a los nacionalistas en la base obrera periférica, abandonada por el socialismo-metropolistano a su propia suerte. Tristemente, comprobamos que el soberanismo económico, el proteccionismo, las cláusulas "Buy American", el desprecio a los acuerdos de libre comercio, todos los horrores están de vuelta.
La irrupción del populismo actual en las democracias liberales no es otra cosa sino la reacción del electorado ante la incertidumbre en el mercado laboral actual. La "uberización del trabajo" es el término que acuñaron los franceses.
La desindustrialización y el rápido reemplazo de obreros por máquinas deja al ciudadano de a pie con miedo. "L'Europe qui protège" fue la respuesta de Emmanuel Macron para contener al Frente Nacional tratando de quitarle piso a los nacionalistas en la base obrera periférica, abandonada por el socialismo-metropolistano a su propia suerte. Tristemente, comprobamos que el soberanismo económico, el proteccionismo, las cláusulas "Buy American", el desprecio a los acuerdos de libre comercio, todos los horrores están de vuelta.
Es absurdo demonizar la gig economy, es decir, la economía de los pequeños trabajos. Las grandes industrias con chimeneas y miles de obreros con mameluco organizados en poderosos sindicatos fueron un fenómeno circunstancial de la posguerra. Ya nadie más recibirá un galardón por 10, 15 o 20 años en un mismo trabajo. Entender esto es clave si queremos adaptarnos la nueva realidad.
No obstante, hoy vemos la flexibilidad laboral y la uberización del trabajo con estupor. Si gran parte de la masa laboral trabajase en Google o fuese capaz de empezar su propia start-up entonces no estaríamos escribiendo este post. Si el gobierno persiste en un laissez-faire desvirtuado y mal digerido dejamos a los votantes a merced de los populistas.
Como sostiene The Economist, El capitalismo necesita de un sistema de protección social para sobrevivir. Chile Liberal suscribe aquello. En la época de las industrias y los millones de obreros el desempleo era una catástrofe, y un fenónemo raro. Hoy, el desempleo es consustancial a la vida de todo asalariado. Un sistema de redistribución y de apoyo durante estos períodos de cesantía debe ser una provisión social dispensada por el Estado mientras se consolidan estos fondos, y en un futuro próximo se podrán privatizar.
El error es hacer depender del empleo la seguridad social ⎯salud, educación y pensiones⎯, porque el empleo mismo hoy es veleidoso. La seguridad del trabajo de por vida ya no existe. Lo que debe preocuparnos es la continuidad del desempeño laboral.
Las lagunas entre un empleo y otro deben ser cubiertas por un sistema de seguros de cesantía si es que queremos apaciguar los temores.
El actual gobierno de Piñera desperdició su primera mitad en no hacer nada concreto sino dedicarse a anuncios bombásticos, como la Clase Media Protegida, pero sin ninguna sustancia. Este debió ser la prioridad. La clase media protegida nunca habría salido a desperdigar su frustración en las calles si Piñera hubiese estado a la escucha de los votantes.
Un buen comienzo sería implantar el salario universal. Es logísticamente posible gracias a la alta tasa de bancarización que tenemos los chilenos. Se puede reducir al aparato burocrático a cambio de depositar esas sumas ahorradas directamente a las cuentas individuales, como por ejemplo las cuentas RUT. Los cash-transfer han obtenido resultados positivos, y en Chile ya existe el Ingreso Ético. El actual gobierno juega a la "gallinita ciega": anda cerca pero no atina.
El sistema de salud dividido entre privado y estatal no logra la protección ni cobertura ni calidad necesaria, puede perfectamente pasar a un sistema nacional de seguros y reembolsos, más similar al sistema francés, que al sistema de salud británico, que un país como Chile no podría costear (ni siquiera el Reino Unido es capaz de costear su propio sistema de salud).
Lo anterior lo venimos diciendo hace años en este blog, tal como llamamos a reformar el sistema de pensiones incorporando un sistema similar al sueco, como también propusimos. Curiosamente, nuestras recomendaciones tuvieron eco en Francia donde actualmente Macron trata de implantarlo a pesar de las grandes protestas, pero existe el coraje político para reformar. En Francia le han llamado "sistema por puntos". ¿Por qué no lo aplican en Chile?
Además, a esta altura ya es inevitable lanzar una AFP Estatal, que reparta entre sus afiliados sus ganancias. Si esta juega en el mercado un papel similar al del BancoEstado probablemente sea una buena idea. Pero ahí con toda seguridad tendríamos a la UDI invocando el Tribunal Constitucional.
Por lo mismo, finalmente es necesario reemplazar la Constitución y volver a la pizarra para redibujar el país que queremos.
Hoy ya no tenemos la economía industrial de la posguerra y así como los electores de la otrora admirada clase media del Primer Mundo ve su status mermado, en países como Chile logramos el objetivo de salir de la probeza pero la flamante clase media sabe que está inevitablemente a un par de meses sin trabajo para volver a la pobreza. La clase media pide seguridad. Metabolizar correctamente estas realidades nos permitirá salvar la economía de mercado y la democracia liberal.
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