miércoles, 15 de marzo de 2017

La sociedad orwelliana no cede



La sociedad distópica sigue consolidándose a pesar de las advertencias de Chile Liberal

Uno de los temas recurrentes en nuestro sitio, y en el pensamiento de cualquier adherente a la filosofía liberal, es denunciar la inexorable materialización de la pesadilla totalitaria descrita por el novelista George Orwell en su obra inmortal "1984".

Vemos con horror cómo hoy se hace uso del newspeak, vale decir del lenguaje degradado, ⎯y su variante el doublespeak, que es el lenguaje político oscuro y retorcido⎯, tal como lo emplea el Gran Hermano orwelliano (el autor inglés elaboró en profundidad en su ensayo La política y la lengua inglesa). 

En Francia la candidata presidencial Marine Le Pen, proclamada por el partido neofascista Frente Nacional, propone en su programa económico el protectionnisme intelligent, haciendo creer a los iletrados que es factible una economía proteccionista y al mismo tiempo inteligente. También habla de una "salida ordenada" del la moneda única. Pregunta: ¿se ha producido alguna vez una salida ordenada de una moneda? Respuesta: nunca. Lo anterior nos recuerda desde luego a la propaganda  del Gran Hermano en 1984 para promover el socialismo: La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fortaleza.


Cuando la jefa de propaganda de Donald Trump, Kellyanne Conway, acuñó la frase "hechos alternativos" se dispararon las ventas de 1984, logrando que décadas después de su aparición alcanzase el estatus de best seller. ¿Cómo llegamos a esto? Gracias a un sistema educacional profesionalizante dirigido por fracasados y que redunda en la ignorancia masiva que constatamos hoy. Cuando nadie ha leído 1984 y cuando nadie sabe qué es el Ministerio de la Verdad es normal que un payaso autócrata sea elegido Presidente por el populacho. Ahora este señor dirige la CIA y el FBI, organizaciones que pueden espiarte cuando ves basura en la tele. Sí, en el living de tu casa el degenerado de Trump te observa mediante la pantalla de tu televisor.

En Chile no nos quedamos atrás si bien advertimos algunos signos de esperanza. En nuestro país otra rubia de un partido neofascista se dedica a hacer realidad 1984: la alcaldesa Evelyne Matthei ha implantado un sofisticado sistema de espionaje con drones y cámaras en la comuna de Providencia. 

Felizmente Chile Liberal comprueba dos cosas: primero, que al menos El Mercurio no usa doublespeak y no llama cámaras de seguridad a lo que es una cámara de vigilancia. Dejemos claro que nadie estará más seguro con un funcionario municipal espiando, sino que sólo estamos más controlados. Probablemente estos sistemas sean inevitables en Israel, país rodeado de furiosos islamistas que han jurado destruirlo. En Chile sólo se recurre a ellos ante la incompetencia de las autoridades para reducir la delincuencia (junto a otras medidas totalitarias típicas de la URSS como el control preventivo de identidad).

Por otro lado, el Consejo para la Transparencia, un órgano no elegido, mediante una circular ha establecido nueve normas para de alguna manera proteger la privacidad de los miembros de la comunidad. Acá se establece que las imágenes sólo deben ser captadas en lugares públicos, su almacenamiento no debe exceder 30 días, y sólo personal autorizado podrá acceder a ellas, entre otras medidas.

¿Son suficientes estas recomendaciones? Difícilmente. El abuso estará a la orden del día. Por eso es que vemos ciudadanos derribar drones con escobas, o incluso a tiros de escopeta o ya algunos entrenan aves para destruir estos dispositivos, y ya existen los rifles especializados anti drones. Medidas de fuerza pero que pronto serán actos ciudadanos en defensa de la privacidad.

Las recientes revelaciones tanto de Julian Assange como de Edward Snowden son escalofriantes. Es nuestro deber ahora ofrecer resistencia ante la proclamación del Gran Hermano. 

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