sábado, 25 de marzo de 2017

Los cinco ingredientes de populismo

Los cinco ingredientes del populismo según el profesor Niall Ferguson


El populismo embiste en todo el mundo y debemos entender su génesis para detenerlo


En la era de la posverdad y de la reacción populista les propongo nadar contra la corriente. Ahora que se levantan enemigos imaginarios y se proponen soluciones absurdas, y cuando cualquier pelafustán se da ínfulas de erudito porque "estamos cansados de los expertos", hagamos algo realmente iconoclasta, radical, controversial, políticamente incorrecto y rupturista: escuchemos gente inteligente.

El profesor Niall Ferguson es uno de los intelectuales públicos más prominentes en el Reino Unido y muy respetado también en Estados Unidos. Como ocurre en sociedades avanzadas, los intelectuales también son figuras mediáticas: Ferguson ha escrito y presentado magníficas series de TV como Civilización, ¿el fin de Occiente? o su libro-documental El dinero, Historia financiera del mundo, recompensado con un Emmy. Realizó la brillante investigación Los Rothschild, banqueros del mundo y hace pocos años lanzó una imponente biografía de Henry Kissinger

En Chile Liberal desde luego tenemos diferencias con él pero ello no obsta para destacar su trabajo. Lo que nos motiva en este post es rescatar un interesante análisis suyo sobre el fenómeno del populismo, del cual Ferguson se valió para anticipar el triunfo de Donald Trump. Nos servimos de esta misma matriz para comprender cómo irrumpe el populismo en Chile. Los invito a ver en YouTube Los 5 ingredientes del populismo. A continuación un resumen con nuestra apreciación:

1. Aumento de la inmigración
La primera edad de oro de la globalización comprendió desde finales del siglo 19 hasta su fin abrupto en 1914. (En la historiografía francesa a este periodo se le llama Belle Époque.) Se vio el mayor flujo migratorio de la historia, principalmente con el desplazamiento de la población de Europa a EEUU a niveles mucho mayores que los actuales. Ferguson no lo dice pero la cifra que manejo es de un 5% de la población mundial viviendo fuera de su país natal, comparado con un magro 3% actual. 

El miedo al inmigrante ha sido uno de los grandes temas del populista Trump, como sabemos. En Chile también comprobamos tasas migratorias importantes y prácticamente sin precedentes. Podemos declarar que vivimos la segunda mayor ola migratoria desde la colonización europea y es inminente que nuestra época pase a convertirse en la mayor era de inmigración de nuestra historia. ¿Hay algún líder político o de opinión, hay intelectuales exacerbando el miedo a los inmigrantes à la Donald Trump o à la Marine Le Pen? 

2. Aumento en la desigualdad
Niall Ferguson se apoya en Thomas Piketty para establecer este punto y acierta. En Chile Liberal ya abordamos el magnum opus y súper-ventas internacional "Capital en el siglo 21". La expansión actual de la brecha entre ricos y pobres es incontestable. El economista francés de hecho demuestra que la desigualdad actual sólo es superada en magnitud por la desigualdad durante la Belle Époque.

Sólo un necio podría negar que la situación es la misma en Chile. La globalización, si bien ha traído más progreso e inversión que nunca a nuestro país, también fractura la sociedad creando una clase de winners y otra de losers. Así todo, en los países emergentes como Chile los pobres continúan siendo infinitamente más ricos que los pobres de la generación anterior. No está claro cuánto tiempo esta realidad puede apaciguar a la opinión pública. El problema es crítico en los países ricos, bien entrados ya en la era post-industrial, donde por primera vez desde que tenemos memoria viva los pobres son hoy, comparativamente hablando, más pobres que antes. El gringo actual es más pobre que sus padres, más pobre que sus abuelos y bisabuelos, e incluso más pobre que sus tatarabuelos. Hoy en Chile nadie, absolutamente nadie, es más pobre que sus progenitores.

3. Aumento en la percepción de la corrupción
En EUU ⎯país con una institucionalidad sólida⎯, vemos que corporaciones como el Congreso han sufrido el derrumbe de su reputación ante los ojos del electorado. La clase política es ferozmente resistida y denostada.

Lo vimos en las elecciones pasadas donde la infame frase Crooked Hillary, "Hillary corrupta", la condenó. Ni hablar de Chile. Nosotros experimentamos hoy la crisis de corrupción más pavorosa de la que tenemos recuerdo, quizás sólo superada en la época de "la escoba de Ibáñez". 

4. Una crisis financiera mayor
La crisis que comenzó el año 2007 será recordada como una de las peores crisis financieras ⎯ sólo la Gran Depresión de 1929 fue más devastadora. Acá Ferguson nos presenta un elemento muy interesante. Todos consideramos al colapso de Wall Street ese terrible martes 24 de octubre de 1929 como la crisis más horrible de la era moderna. En realidad, hubo un periodo tanto o más desequilibrante llamado Pánico financiero de 1873, el cual redundó en años de bajo crecimiento que perdurarían hasta mediados de la década 1890. Las similitudes con la actualidad son espeluznantes y demuestran que no es tan cliché eso de que la historia se repite a sí misma.

Pues en esto Chile vive una situación excepcional. La Gran Recesión, como finalmente se bautizó a la Crisis Subprime/Credit Crunch/Crisis financiera post-2007, desde luego fue un golpe bajo a las finanzas chilenas. Pero como cultivamos desde 1990 la austeridad fiscal y cierta rectitud política, las finanzas chilenas estuvieron en orden como para resistir el embiste. El año 2010 ya Chile estaba convaleciente y listo para recuperarse, prueba de aquello fue la etapa de alto crecimiento y bajo desempleo que acompañó al expresidente Sebastián Piñera (consecuentemente vino la explosión inmigratoria). 

De todo modos, a pesar que la economía chilena es quizás la más abierta del mundo gracias a nuestros acuerdos de libre comercio (insólito que hoy acuerdos comerciales sean cuestionados), estamos expuestos a las veleidades de los grandes mercados por mucho que nuestro interés ahora resida en los lazos con otras economías emergentes, y no en las alicaídas economías post-industriales occidentales. Hoy vivimos una crisis económica que si bien no es aguda igualmente causa frustración en los votantes debido al crecimiento por debajo de nuestro potencial y el fin del pleno empleo.

5. El ingrediente final: aparece un demagogo
En este escenario irrumpe un líder que conecta con el sentimiento de los electores, quienes se sienten desilusionados y desamparados ante los cuatro elementos descritos anteriormente. La cuestión que plantea Ferguson se limita a determinar quién es el demagogo cuando ya tenemos los cuatro ingredientes.

El profesor escocés nos cuenta un hecho histórico fascinante. La gente cree que lo vivido hoy es la primera vez que ocurre en la historia. Ferguson desempolva a Denis Kearney, el Donald Trump de la década 1870, el populista más insigne durante la crisis financiera descrita en el ingrediente número 4.

Su retórica se resume en que los problemas de los trabajadores californianos se debían a los inmigrantes y a una clase dirigente corrupta. Su eslogan era simple: "¡Fuera chinos!". La diatriba pasó del discurso a la acción convirtiéndose en ley ⎯siguiendo la lógica del discurso xenófobo de Trump y sus posteriores decretos migratorios actuales⎯, conocida como la Exclusion Act de 1882 que detuvo primero la inmigración de asiáticos y luego de otros inmigrantes, y finalmente logró detener todos los flujos migratorios. Fue el primero en proponer un muro, mucho antes del Muro de Trump, tal como se ve en esta escalofriante imagen de aquellos años:

Tal como Trump, Kearney formó parte de una legión populista mundial: en la misma época surgían líderes populistas en Europa, principalmente anti-judíos (los judíos de ayer son los musulmanes de hoy).

Ferguson recomienda que los gobiernos cuenten con algún "Consejo asesor de historiadores" y no sólo de economistas, más aún considerando el papel lamentable de los economistas y su nulo aporte. En Chile no sé qué pensar de tener como asesores a Salazar u otros. Mejor sigamos con los economistas y tecnócratas hasta que tengamos una masa decente de intelectuales.

La conferencia de Ferguson pasa a analizar las consecuencias de la oleada populista de la década 1870. Repasemos sus puntos:

1. Aumento de los aranceles y menor comercio internacional, que duró hasta fines del siglo 19, cuando comenzaría la primera edad de oro de la globalización (Belle Époque). Ya vemos que Trump quiere aumentar aranceles, medida explícita también en el programa de Marine Le Pen, quien propone un 3% de "arancel patriótico" sobre las importaciones.

2. Los populistas no forman gobiernos, no logran poder, pero sí asustan al establishment. En el caso de Trump el populismo sí triunfó. Pero vemos que fracasó en Holanda, y estamos expectantes ante el desenlace en Francia. Ferguson destaca que Kearney ni ninguno de sus pares en Europa se convirtieron figuras políticas mayores.


3. El populismo no inicia guerras como los fascismos reales de los años 30. Éstos implicaban combates con hombres en uniforme, y Ferguson se apresura en no acusar a todos los populistas de fascistas. Los populistas no causan guerras bélicas porque lo suyo son las guerras comerciales y el proteccionismo en general. 

4. Las oleadas populistas no duran mucho tiempo. Esto es evidente. La gente se da cuenta que las soluciones no funcionan. El populismo de Kearney desapareció en la década 1890 y fue relegado al olvido, tanto así que hoy apenas sabemos quién fue. Ejemplos que entrega Ferguson: los populistas de Argentina y Venezuela. Sus soluciones son peores que los problemas que denunciaron. Vemos cómo Argentina nunca se industrializó y al contrario está atrapada en asfixiantes barreras proteccionistas.

5. La era post-populista dio lugar al progresismo en EEUU y al socialismo europeo. Lloyd George en Reino Unido y Woodrow Wilson en EEUU fueron los grandes líderes progresistas que aparecieron cuando se agotó el populismo posterior al Pánico de 1874. Una vez en el poder, forjaron la nueva globalización que paradójicamente culminó en el cataclismo de la I Guerra Mundial. La lección de la Historia es que son los progresistas quienes causan las guerras. Si bien no comparto esta conclusión de Ferguson al menos sí entiendo el fondo.


El populismo a la chilena
Es inquietante constatar que los cuatro ingredientes de Ferguson se aprecian en Chile. ¿Sólo falta que emerja el demagogo? No, ya lo tenemos ⎯ y no es uno, sino varios.

Sebastián Piñera dio el punta pie inicial cuando de manera estúpida e irresponsable denunció los supuestos graves problemas de criminalidad que según él conlleva el acoger inmigrantes. Las estadísticas dicen que los recién llegados son mucho menos proclives al crimen que la población local pero a Piñera eso no le preocupa.

Tenemos otros populistas, principalmente Alejandro Guiller y Manuel José Ossandón. Para ser justos, Guillier es más bien un populista descafeinado, alguien que en realidad no sabemos muy bien qué piensa, quizás nada, pero sí sabemos que el populacho lo aclama porque salía en TV y de él emanaba cierto aire de integridad. Más bien es un carismático, un demagogo en ciernes, que potencialmente puede empezar a conectar con los votantes sobre los cuatro ingredientes que explica Ferguson.

Ossandón en cambio es el populista por excelencia. Un populista de verdad. Dentro de poco anunciará construir un muro en la frontera de Chile con Perú. Así como Le Pen quiere terminar con el árabe en las escuelas francesas, a pesar que ninguna lección se imparte en árabe, así también Ossandón comienza con el populismo puro que es anunciar medidas ramplonas frente a problemas complejos para pasar al populismo de alto octanaje, que consiste en ofrecer soluciones radicales a problemas inexistentes, a exaltar el "ellos contra nosotros", a proclamarse el purgador de todo lo corrupto, y ser la encarnación de lo anti-sistema, aunque sea él mismo producto del sistema y parlamentario desde tiempos inmemoriales.

Lo mejor que podemos hacer para inocular a la población de la epidemia populista es primero detectar los factores que la hacen posible, como lo hemos hecho en este post, y luego pasar de la cháchara a la acción. 

Urge una ley moderna de inmigración: un sistema de puntos como en Canadá o Australia. Es imperativo mantener el rigor fiscal, donde hemos fallado ya que nos endeudamos y no crecemos ni ahorramos. Requerimos un sistema de seguridad social, proveído por privados conjuntamente con el Estado, para mitigar la sensación de precariedad de los trabajadores. Es esencial, además, un esfuerzo constante por la transparencia en la designación de cargos, la claridad en el financiamiento de campañas y la probidad en la gestión pública para acabar con la lacra de la corrupción y la corrosión de las instituciones (Pacogate, Milicogate, compra de tierras místicas). Empecemos ahora mismo porque el populismo ya está desatado.


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