Desde hace una semana que ya está instalado Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo. Mientras el flamante mandatario comienza a poner en práctica sus promesas de campaña ⎯empezando por la importantísima moralización de la vida política⎯ repasemos uno de los momentos cúlmines que lo llevaron a ser el ungido por el pueblo galo.
Analizamos anteriormente el primer debate, en que participaron solamente los "candidatos grandes". El banquero-filósofo, nuestro candidato, tuvo un desempeño más bien discreto. El joven gran orador no brilló y nos dejó inquietos. Dijimos en aquel momento que quizás se guardaba para el gran momento, que sería el cara a cara con la formidable Marine Le Pen.
Ocurrió algo completamente inesperado en el segundo debate, que convocó a los 11 postulantes (los llamados "candidatos chicos" conjuntamente alegaron discriminación y se debió organizar un debate con todos). Uno de los candidatos testimoniales se robó la película. El señor Poutou, en un minuto, hizo más por demoler a Marine Le Pen que toda la clase política mainstream en 10 años.
Potuou le recordó a Marine Le Pen que ella se cree antisistema y que vive del sistema, que es anti-Europa y su sueldo viene de la Unión Europea, que se cree proletaria pero cuando la convocaron a declarar por el escándalo de empleos ficticios ella se escudó en la inmunidad parlamentaria. "Usted goza de inmunidad parlamentaria, pero nosotros los obreros no tenemos inmunidad obrera", remató el colorido dirigente sindical.
Causó sensación en Twitter y las redes sociales.
El gran ganador así todo fue desde luego el banquero-filósofo, beneficiándose al ver que la candidata de ultra-derecha salió malherida.
El momento de la verdad
No exageré cuando dije en Twitter que el futuro de Occidente dependía del desempeño de Macron en las 2 horas en el debate del balotaje. Un paso en falso del ex asesor de Hollande, y Le Pen sería Presidenta de Francia. Francamente, estaba nervioso.
Marine Le Pen llegó con unas fichas de colores que leía de reojo, mientras Macron la hacía añicos en el primer tema de la riña que fueron las políticas laborales, comerciales e industriales. Twitter empezó a matarse de la risa. Una técnica común en los abogados que no conocen el dossier que les presentan, las fichas preparadas por Philippot, el Vicepresidente del FN, incluso estaban incompletas y mal hechas. El propio Macron le pidió que las leyera bien porque en un momento se equivocó de ficha.
Se vio que Macron fue desde su época escolar un alumno aplicado, un mateo, un niño bueno que se sacaba buenas notas. Su mundialmente famoso amor tanto por la lengua de Molière y como por la filosofía se combinó magníficamente con su conocimiento de economía y finanzas.
Sacó una frase que hizo al país entero reírse con su celebre alusión al poudre de Perlimpimpin, (aceite de serpiente o "snake oil", como se dice en inglés, para llamar a los remedios mágicos que vendían los charlatanes a comienzos de siglo 20).
El momento más lastimoso de Marine Le Pen vino cuando trató de explicar que el Frente Nacional sí quiere salirse del euro para adoptar un "nuevo franco" como moneda nacional, a la vez que el euro, la "moneda del sistema", seguiría circulando en paralelo. Ya no de reojo, sino que abiertamente empezó a leer sus torpedos y sólo hablaba incoherencias. El país se dio cuenta que Marine Le Pen es realmente una charlatana. Sus medidas son chapuceras.
Macron fue el más convincente, qué duda cabía. El resto es historia.
Le Pen reconoció hace pocos días que el debate no fue su mejor momento. El señor Philippot admitió que no tenían por dónde ganar la elección. Ambos se disputan ahora el rumbo del FN post fracaso presidencial 2017. La señorita Marion Marechal Le Pen, sobrina de Marine, anunciada como la sucesora de su tía, abatida ha renunciado al partido.
Para enfrentar las eleciones legislativas dentro de 4 semanas, ya se discute abandonar la idea de salirse del euro lo que ha causado una fracción interna. Tanto el Partido Socialista como el Frente Nacional se han desmoronado gracias a Macron.
La lección de Sun Tzu, como dijimos anteriormente, es que en política como en el arte de la guerra jamás se debe menospreciar al contrincante, y jamás ir a la batalla mal preparado. Gracias al extroardinario Monsieur Macron, Occidente puede respirar tranquilo. Al menos, por ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario