El novelista francés Stendhal visitó Florencia, cuna del Renacimiento, en 1817. Cuando admiraba el interior de la imponente Basílica de Santa Croce comenzó a sentir palpitaciones que derivaron en una crisis de pánico. Se denomina "síndrome de Stendhal" al ataque de nervios que puede desencadenar la exposición a un exceso de belleza y de obras de arte. Florencia, que contiene un cuarto de todo el patrimonio artístico de la humanidad, es por excelencia la ciudad más peligrosa para las almas con híper sensibilidad estética.
Ni por un segundo pretendo el descaro de situarme al mismo nivel del ilustre hombre de letras francés: vuestro humilde servidor es apenas es un escritor frustrado y no da para más que un redactor mediocre (basta hojear este blog para comprobarlo). Pero siguiendo los pasos de Stendhal también fuimos a Florencia y cuando recorrí Santa Croce pensé en él y me sentí intensamente abrumado y extasiado ante el poder del ser humano de renacer y emerger de las putrefactas tinieblas medievales y crear tanta belleza. No me agobié ni sufrí un ataque de nervios mientras contemplaba los sublimes frescos con motivos religiosos de Giotto. Stendhal sacó en su desesperación unos versos de Virgilio para que su lectura apaciguase sus nervios. Yo apenas necesité un espresso macchiato en un café a la vuelta de la esquina.
A quienes les interese indagar más les recomiendo el magnifico libro The Economy of Renaissance Florence, de Richard A. Goldthwaite, profesor de John Hopkins University. Lejos de repetir los tópicos sobre la bondad de la poderosa familia Medici ⎯los Rothschild del Renacimiento⎯ nos da una mirada sobre aspectos menos conocidos gracias a un pulcro y exhaustivo trabajo de investigación. Los banqueros de aquella época inventaron el billete para transportar dinero sin miedo a ser asaltados, y para eludir las condenas de la iglesia de Roma a la "usura". Esta innovación llevaría a la larga a consolidar la industria financiera florentina.
Recordemos que el préstamo de dinero con intereses era una práctica prohibida por la autodenominada "Iglesia Universal" lo que significó un atraso en Europa en el desarrollo del crédito y por consiguiente del crecimiento económico. Sólo los judíos, arrinconados en los ghettos o juderías, podían dedicarse al pecaminoso préstamo de dinero, sentados en bancos con los billetes encima para atender a los cristianos que solicitaban préstamos. Así, en los bancos de los ghettos en Venecia y Florencia, nacería la industria de la banca a finales de la Edad Oscura.
Florencia, gracias al río Arno y al espíritu emprendedor de sus ciudadanos libres ⎯que pudieron escapar a la tiranía de los Papas⎯, se convertiría en una ciudad vibrante en que las finanzas, la industria, el arte, la ciencia política y la cultura llegarían al pináculo de la excelencia durante el Cinquecento. Botticelli, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Dante, Galileo, por nombrar unos pocos, son quienes forjaron Occidente en la capital de la Toscana. Si bien la Florencia actual está atiborrada de turistas y no de artistas nunca está demás atravesar el Puente Vecchio o disfrutar un negroni en la Piazza della Repubblica para tratar de alguna forma de entender cómo pudieron aquellos míticos virtuosos concebir las obras que no sólo se alojan en la Galería Uffizi o la Accademia, sino que están ahí a vista de todos en ese maravilloso museo al aire libre llamado Firenze.
Quizás lo más estremecedor es ver cómo a pesar de estar sofocado por las miserables tinieblas medievales el ser humano logra Renacer. Da Vinci a escondidas de los edictos religiosos que prohibían la disección de cadáveres se dedicaba a estudiar anatomía. Trataron los oscurantistas de borrar todo vestigio de las civilizaciones clásicas pero el hombre se las ingenió para encontrarlas. Quisieron condenar a las masas a la pobreza pero el espíritu emprendedor pudo lograr prosperidad.
No obstante, también es inquietante verificar que todo se puede ir al carajo. Florencia comerciaba con el Lejano Oriente y con Lyon o Amberes y se enriquecía y formaba excelsos artistas y artesanos refinados. Los mecenas, Cosme y Lorenzo, en vez de despilfarrar como ordinarios promovieron el arte más refinado. Éste es el espíritu libertario que también exalta Chile Liberal. Pero todo llegaría a su fin. Las innovaciones técnicas y comerciales fueron superadas en otras ciudades y Florencia, como lo vimos en Venecia, quedó relegada. Hoy, cuando vemos la ascendencia anglo-norteamericana entrar en su declive final ⎯como apreciamos en el discurso que pronunció Theresa May justamente en Florencia⎯ los vestigios sublimemente gloriosos del epicentro del Renacimiento italiano constituyen una clase magistral sobre el auge y caída de una civilización.
1 comentario:
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