It’s the end of the
world, as we know it
And I feel fine.
“It’s The End Of The World As
We know It” (R.E.M., 1987)
El día
7 de marzo, Emmanuel Macron y su esposa Brigitte se dirigían a disfrutar
una refinada velada en el teatro e incitaban a sus compatriotas a no temer al
Coronavirus. Días más tarde, con rictus de circunstancia, el presidente francés
se dirigía a esos mismos compatriotas para pedirles que ahora todos queden
confinados en sus hogares ante el peligro de la pandemia. “Estamos en guerra”,
declaró, tal como recogió Chile Liberal en el post anterior.
No han
transcurrido aún dos meses y el mundo es otro. Macron en otra cadena nacional
ha empleado el término humildad
cuatro veces, en desmedro del lenguaje bélico, y ha ofrecido un mea culpa. Ahora ha concedido una
entrevista por videoconferencia al prestigioso Financial Times y queremos acá desmenuzar algunas de sus
declaraciones.
Macron
continúa colocando el sustantivo humilité
en su discurso. Efectivamente, este bicho repugnante del Coronavirus aún es
desconocido y sabemos de él muy poco. La estrategia para enfrentarlo se ha ejecutado sobre la marcha, a
un ritmo frenético, conforme vamos, a tientas, aprendiendo más sobre esta
pestilencia asquerosa.
Autoritarismo versus sociedad abierta
Cada país
ha reaccionado según sus propias necesidades con medidas que responden a sus valores e
idiosincrasia. Las tiranías de China y Rusia aplican la fuerza bruta. Las
democracias occidentales, constreñidas por sus chequeos y balances,
confrontadas a una prensa libre y sustentadas en la libertad de expresión, se
muestran dubitativas, lerdas, inadecuadas.
La
periodista del FT le pregunta
al mandatario francés:
FT: C’est vrai que les
démocraties en Occident ont apparus les plus vulnérables, les moins préparés –
l’Europe, les Etats Unis, par exemple. Ça ne va pas donner raison à ceux qui
disent que les systèmes autoritaires sont les mieux pour gérer des crises
existentielles ?
Emmanuel Macron : Vous ne pouvez pas comparer
la situation de la France, de l’Allemagne ou de l’Italie avec celle de la Chine
ou la Russie, c’est une évidence. La transparence qu’il y a, l’immédiate de cette information n’a rien à
voir. Les réseaux ne sont pas libres dans ces pays. Vous n’avez pas les réseaux
sociaux. Vous ne savez pas ce que se
passe, vraiment.
[FT: Es cierto
que las democracias occidentales han parecido más vulnerables y menos
preparadas, Europa y EEUU, por ejemplo. ¿No da esto razón a quienes dicen que
los sistemas autoritarios son mejores para enfrentar crisis existenciales?
Emmanuel Macron: Usted
no puede comparar la situación en Francia, en Alemania o en Italia con China o
Rusia, es evidente. La transparencia, la inmediatez de la información, no tiene
nada que ver. Las redes no son libres en esos países. Usted no tiene acceso a
las redes sociales. Usted no sabe qué pasa, realmente.]
Nuestro
siglo vive una nueva Trampa
de Tucídides (en francés: Piège de Thucydide;
en inglés Thucydides
Trap), situación en la cual una potencia emergente desafía a la potencia
establecida. Lo vimos cuando Francia desafió al Imperio Otomano de Soliman el
Magnífico. Luego Gran Bretaña se impone a Francia y crea el Imperio Británico.
Alemania quiso destronar a Gran Bretaña cuando el Káiser Guillermo II pretendió formar
una flota naval superior a la británica, lo que desembocó en la Primera
Guerra Mundial, y también en la Segunda Guerra. Británicos y franceses
asumieron su ocaso en el fiasco de Suez, recordarán ustedes si han visto la
serie The Crown en Netflix.
De la Segunda Guerra, EEUU
surgió como la gran potencia, desafiada luego por la Unión Soviética. El colapso de
ésta última y la caída del Muro de Berlín consagraron a EEUU como la potencia
hegemónica, al parecer sólo contrariada por el terrorismo.
Pero el
siglo 21 ya está en curso y vemos que está marcado por ascenso del antiguo
Imperio del Centro y las bregas sino-americanas serán una constante. En El Mercurio presenciamos un round de este nuevo choque de civilizaciones en este cáustico intercambio epistolar entre Guy Sorman, un pensador liberal, y Xu Bu, un funcionario de la representación china en Chile.
La
migración a la tecnología 5G puede de facto llevarnos a vivir segregados por una
nueva Cortina de Hierro: si en tu bolsillo llevas un iPhone o un Huawuei estás
de hecho a un lado u otro del Muro.
La disputa por la hegemonía mundial implica, como se ha dicho mil veces, que el
fin de la historia fue una ilusión que nos deslumbró en los años 90. Continuaremos
siendo testigos de una lucha entre un régimen autoritario, centralizado, una
sociedad de vigilancia sin libertades individuales, y otro, que procura la
apertura y el individualismo.
Mucho basureamos
a Donald Trump pero este tipo debe batirse en cada rueda de prensa contra
el feroz escrutinio de los medios de comunicación y contra una opinión pública fundada sobre el freedom of speech
de la Primera Enmienda. Cosas desconocidas en China o Rusia.
Algunos
destacan la respuesta rápida de China y Rusia ante la pandemia. Un hospital
construido en una docena de días, algo que en Chile tardaría 20 años. Obnubilados,
algunos elogian a Putin quien para hacer cumplir la cuarentena sólo dijo: “o
pasan 15 días en casa o 2 años en la cárcel, punto” (la historia debe ser apócrifa). Pero el
secretismo y el despotismo causaron esta pandemia. La falta de transparencia y la opacidad de la información. Y
detrás de esto sólo se esconde la irreprimible voluntad de un régimen tiránico
de mantenerse en el poder para conservar sus privilegios, aunque sea arrojando
a todo el planeta a la muerte.
Creímos
que el multilateralismo, las fronteras abiertas y la libertad de circulación
inexorablemente se traducen en democracia y prosperidad y nadie podría oponerse
a esto. Pero resulta que el autoritarismo y la vigilancia están de regreso. La democracia liberal pasó de ser un ideal noble a una ideología abyecta que el populacho exige superar.
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