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viernes, 23 de julio de 2010

Sueldo mínimo en Hong Kong: el fin de una era

"Cuanto más elevado sea el salario mínimo, mayor será la cantidad de trabajadores que lo perciban que serán despedidos."
George J. Stigler


Una una medida populista universalmente aceptada llega a Hong Kong

El máximo contraste en cuanto a políticas económicas lo encontramos al comparar Cuba y Hong Kong. La primera es una economía planificada donde la propiedad privada se ha demonizado como la culpable de todos los males del mundo. La segunda, es una de las economías capitalistas más "salvajes" jamás concebidas. El resultado del salvajismo es que el PIB per cápita de Hong Kong es de US $ 42.700, décimo quinto a nivel mundial, mientras que en Cuba, donde el pueblo es digno y los trabajadores fieles a los valores y principios del compañero Fidel y su hermano, la cifra es de magros US $ 9,700 (ciento noveno a nivel mundial según CIA Factbook).

Ambos países son democracias parciales, aunque en realidad Cuba es una dictadura, y de las más brutales que existe. La diferencia es que en la ex colonia británica el gobierno poco importa ya que desde 1970 que se le reconoce como la economía más libre del mundo. Milton Friedman lo llamó el experimento más grande en laissez-faire. Ajeno a controles de precios, casi sin aranceles ni leyes que rigidicen el empleo, en Hong Kong se puede abrir un negocio en pocas horas. Sólo pagan impuestos quienes ganan sueldos exorbitantes. Sus administradores desde siempre rechazaron los intentos británicos por instaurar un modelo de bienestar, que sólo se financia con impuestos altos. En Hong Kong los oficiales de gobierno tienden a no gastar el dinero ajeno ni se meten en la vida personal de las personas (la prostitución, por ejemplo, es legal). Sin recursos naturales y siempre temerosos del gigante comunista en el continente, Hong Kong abrazó el capitalismo salvaje y en unas pocas décadas se declaró uno de los países más ricos del mundo. Cuba, en cambio, es uno de los más pobres.

Hoy vivimos tiempos difíciles. Los europeos poco a poco se dan cuenta que su modelo de bienestar es costoso y no hay dinero para financiarlo. Pero los norteamericanos empiezan a imitar el modelo de seguridad social de Europa. Cuba sabe que cuando Fidel Castro muera vendrá una lenta apertura económica, y Hong Kong, por inverosímil que parezca, ha promulgado una ley de sueldo mínimo.

En 1946 el economista a George Stigler fue uno de los primeros en señalar los perjuicios que significan el sueldo mínimo. Hoy prácticamente todos coinciden en que así es. Particularmente nocivo es el sueldo mínimo para los jóvenes de baja calificación. Los únicos beneficiados son las hordas de sindicalistas, cuyo único objetivo es asegurarse su propio empleo con medidas de presión para apernarse a sus trabajos impidiendo la entrada de otros al mercado laboral, y asegurándose ganancias con el sueldo mínimo. A pesar que ya pasamos la economía industrial, el triste legado del sindicalismo sigue penando hoy en la economía del conocimiento, y la eliminación del sueldo mínimo es un tabú.

En Europa, sólo Alemania se había resistido al sueldo mínimo, pero la situación lamentablemente cambió a favor del populismo de establecerlo por decreto. Ya hay una ley que determina lo que la gente gana, y se llama ley de la oferta y la demanda. Al final, son los más pobres y los menos calificados los que no pueden competir con el resto, ya que el sueldo mínimo los perjudica cuando compiten con el resto. Al generar desempleo, la economía deja de crear consumidores, lo que merma la productividad. Con empleados ganando aunque sea poco, algo deben consumir, lo que estimula la producción y el crecimiento, pero nada de esto se logra porque el sueldo mínimo margina a muchos del mercado laboral, y endurece la pobreza.

Para paliar el problema, los gobernantes suben impuestos y crean programas de asistencia social y todo un aparataje estatal destinado a profitar de los desempleados que genera el sueldo mínimo, lo que en sí mismo es un círculo vicioso.

La insólita medida en Hong Kong acarreará las consecuencias ya anunciadas. La cifra que se maneja es de HK $ 23 (US $ 3) por hora, aunque los sindicalistas exigen HK $ 33. Esto ya es más que el promedio pagado en los locales de comida rápida. Si así es, entonces subirá el precio de la comida en estos restaurantes, lo que desalentará el consumo, y a su vez, significará menos empleo. El sueldo mínimo en sí mismo es una de las ideas más estúpidas que se ha concebido.

Una lástima que en Chile salvo tímidas propuestas durante la campaña de Sebastán Piñera, no haya nadie que proponga abolirlo. Todo lo contrario, el propio Piñera, ahora en la presidencia, quiere subirlo. Bueno, si en Hong Kong quieren sueldo mínimo, ¿qué se puede esperar del resto?