El candidato socialista está lejos de ser una opción 100% confiable, pero representa la mejor alternativa para enfrentar la crisis económica... o al menos, ofrece una solución mejor que las propuestas del presidente-candidato, Nicolas Sarkozy. El sitio Chile Liberal le entrega su voto François Hollande y en este post explicamos las razones
C'est maintenant |
Esta ha sido una decisión muy, muy difícil. Claramente, muchos lectores de Chile Liberal se sentirán extrañados, incluso defraudados. Pero es necesario comprender que la aproximación de Sarkozy para paliar la crisis ha sido errónea.
A nivel internacional, vivimos un choque de dos visiones para enfrentar la crisis: austeridad versus gasto. Después de años, incluso décadas, de irresponsabilidad fiscal (¡Francia cuenta 35 años seguidos de déficit fiscal!) y anacronismos (pensiones estatales, rigidez laboral, asistencialismo desbocado, socialismo para banqueros), la crisis sub-prime, el posterior credit crunch y la ulterior crisis de la deuda soberana han dejado a EEUU y Europa Occidental exangües. Se han impuesto feroces planes de austeridad para tratar de mitigar el daño causado, pero el tiempo ha demostrado que ha sido una calamidad. El Reino Unido, que ha aplicado el más severo plan de recortes que se ha conocido, ha caído en recesión. Ni en EEUU ni en Europa levantan cabeza, a pesar de los presupuestos minimalistas. Es que no es en este momento del ciclo cuando se necesita frugalidad.
Francia, bajo Sarkozy, ha unido fuerzas con Alemania para imponer su plan de rigor en Europa. El resultado ha sido nefasto. La economía al otro lado del Rhin es exportadora, con una población que consume poco y por tanto con un mercado interno subdesarrollado. ¿Alguien le ha explicado a Alemania que es tan causante del desastre como el despilfarro de Portugal, Irlanda, Grecia o España, por nombrar sólo a los agresores más conspicuos? Nadie, y ciertamente Sarkozy no se lo ha comentado a Merkel. La receta alemana es necesaria luego de la recuperación, ¡no durante la crisis!
La única alternativa hoy, demostrado el fracaso de la austeridad, es estimular la demanda. No por nada, el prestigioso e influyente Financial Times —que nada tiene de izquierdista—, ha entregado su apoyo explícito al plan económico de Hollande. Por otro lado, aunque The Economist ha calificado al candidato de izquierda como "un peligro", incluso reconoce que menos austeridad es necesaria. Los alemanes por supuesto que deben estar preocupados, pero alguien debe recordarles que ellos mismos el 2002 rompieron las reglas de Maastricht para salir de su propia crisis, y que luego pasaron la década de los 00 implementado reformas (valientemente, no han adoptado la idiotez del sueldo mínimo), y que ahora, para poner el énfasis en la demanda y la recuperación, para así llegar al ansiado crecimiento, es necesario que el resto de Europa haga lo mismo que Alemania. Políticamente hablando, es además deseable que sea un candidato de izquierda el que, junto con estimular la demanda, logre la urgente flexibilidad laboral que Francia necesita.
La consigna del presidente candiato es "La Francia Fuerte". Quizás esto demuestra la propia autocrítica del hiperkinético y menudo presidente. Medidas como el la jubilación a los 62 años o la autonomía de las universidades (y la aparición de las primeras universidades privadas) han sido bienvenidas. Pero la estupidez de la semana laboral de las 35 horas semanales ahí continúa, convertida en "derecho de los trabajadores", mientras la productividad francesa continúa en caída libre. Incomprensible es, más encima, que persista un altísimo desempleo con la economía francesa aún exhibiendo enormes déficit en el área de servicios. Encontrar un taxista o un gásfiter es tarea monumental, mientras miles de obreros cobran seguros de desempleo: ¿por qué no se integran a la economía? ¿Qué ha hecho Sarkozy para solucionar este problema? Ha faltado fuerza política por parte de un presidente que parece más preocupado del bling bling que con el destino de su país, una de las naciones de más peso internacional.
Parodia de The Economist, cuadro original "El almuerzo sobre la hierba" (1863) de Édouard Manet |
La primera vuelta francesa ha sido un fiasco. Un tercio de los votantes marcó su preferencia ya sea por una lunática nazi o un payaso de ultraizquierda. Se esperaba una abstención récord de un 30%, que a última hora se revirtió y marcó un 20%, lo que considerando la desoladora participación fue casi un triste consuelo. Lejos de ser el voto voluntario y la inscripción automática un factor que obliga a mejorar el debate y a estimular a los jóvenes para acudir a las urnas, la realidad confirma lo que advirtió Chile Liberal: esta situación sólo degrada la política y favorece el extremismo político. Sólo un país bananero puede tener 10 candidatos. Francia lo hizo. Algo debe cambiar en el Hexágono, y los chilenos deben estar conscientes de la estupidez que han imitado.
En esta segunda vuelta, al menos los dos candidatos se enmarcan dentro de la tradición republicana francesa. Y más aún, el elector se enfrenta a un real contraste: la austeridad de Sarkozy versus el gasto de Hollande. Chile Liberal cree que la coyuntura actual exige lo segundo, y por eso, aunque no tenemos derecho a voto, simbólicamente marcamos nuestra preferencia por el socialista François Hollande. Vive la différence et vive la République !
Foto tomada hoy, a la vuelta de la esquina de mi departamento |