El gobierno de Sebastián Piñera ha sufrido una derrota categórica
La derecha ha perdido comunas emblemáticas en una elección marcada por un nuevo factor, la alta abstensión, que ya advirtió Chile Liberal en su momento. Debemos precisar que esta votación es más bien de carácter local más que ideológico, por tanto la celebración de la oposición debe ser moderada. Así todo, el gran perdedor ha sido el gobierno por pretender absurdamente capitalizar un hipotético triunfo en Santiago Centro que al final se convirtió, por su propia estupidez, en un fracaso.
Si leemos entre líneas, nos encontramos con algunas sorpresas. Primero, la derecha dura, pinochetista y populista ha sido derrotada. El adiós de Cristián Labbé, ex pez gordo de la tiranía militar, y la resonante derrota del populista Garrido, quien se trenzó en una surrealista gresca con una destacada periodista --más algunos triunfos del PC sobre una plataforma más bien moderada--, implican algo muy saludable en la política chilena: los votantes comienzan a converger hacia el centro.
Otro punto destacable es que el burdo semillero político al que recurrió la UDI, la farándula, sólo obtuvo triunfos aislados. Esperamos que la clase política desista de la "berlusconización" de la política chilena, y evite la videocracia y la "civilización del espectáculo", como la bautizó Mario Vargas Llosa en su reciente ensayo homónimo. Ya está Chile en el abismo de la idiotización y la "celebrity culture", como en EEUU, donde lo que cuenta es el apoyo de las figuras de Hollywood.
La elección y el movimiento estudiantil: un final abierto
En Estación Central perdió un ex líder del movimiento estudiantil, aunque se llevó un triunfo moral. La conclusión es que los otros jerarcas de la Confech 2011 tendrán un camino empinado y pedregoso que recorrer, y que el apoyo a su movimiento no se traduce en votos para lograr puestos de representación popular. Su equívoca actitud ante los hechos de violencia y su completa falta de experiencia política les jugarán en contra.
Cabe destacar que en Providencia y Santiago Centro, gobernadas por alcaldes que desalojaron las tomas, terminaron con la salida de los incumbentes. Si bien la decisión de liberar las escuelas fue correcta, nunca se planteó como una defensa del derecho a estudiar de quienes no apoyaban las tomas (que siempre fueron mayoritarios). La derecha y la fuerza bruta, sin un sustento ideológico, han sido derrotadas.
Santiago Centro no dijo iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
La madre de todas las batallas se dio en Santiago Centro. La importancia de esta comuna radica no sólo en su carácter simbólico, sino en ser una especie de microclima que marca una tendencia a nivel nacional. El resultado de Santiago puede extrapolarse con relativa seguridad al resto del electorado. Apostaron todo a que ganaría el ex alcalde Zalaquett, quien sería ungido como burgomaestre por Laurence Golborne, ex ministro de minería durante el rescate de los 33, y que a sí mismo se nombraría candidato presidencial en el balcón del municipio de Santiago. El show terminó en un fiasco, imponiéndose el tono sobrio de su principal rival en la derecha, Andrés Allamand, quien se mantuvo alejado de la justa electoral.
Por otro lado, el triunfo de Carolina Tohá, rostro visible del gobierno de Michelle Bachelet, ha sido un golpe vitamínico a una Concertación que hasta el momento del recuento de votos estaba exangüe. Como el Conde Drácula, la Concertación se levanta de su féretro y afila sus colmillos para formar lo que seguramente será un gobierno que en el nombre del igualitarismo soviético será tan rapaz como expropiatorio, designándose el máximo confiscador frente a todos quienes osen emprender en Chile, y su carácter extorsionador hará crecer el peso del Estado hasta hundir la economía, ya que el crecimiento logrado con Piñera es fácilmente reversible.
Sin renovación política alguna, la Concertación empieza a salivar con la vuelta al gobierno luego de 4 años de pocas ideas y ninguna propuesta. Aquellos que jamás han creado un puesto de trabajo, los misioneros de una religión bastarda fundamentada en el dogma de subir impuestos para gastar la plata, dejándose una buena tajada para ellos mismos, ya sueñan con volver al poder. Piñera y su ineptitud política les han abierto la alfombra roja a La Moneda.
NO al voto obligatorio
El único ganador claro ha sido el ausentismo. Una abstensión récord pone en jaque la frágil democracia chilena, que vive una eterna adolescencia. Ya hemos manifestado en esta tribuna nuestra oposición tajante a que el gobierno central mantenga una base de datos de los ciudadanos. Los escándalos con esta información privada son cuantiosos. En un país donde las libertades individuales sean resguardadas, la conformación de un Gran Hermano y el ojo que todo lo ve despertaría un rechazo visceral. En Chile no pues.
En Chile ya existe este gobierno dedicado a husmear las cuentas bancarias, con ciudadanos registrados para ser expeditamente privados del fruto de su trabajo, y donde estos datos están documentados (y almacenados) en un carné de identidad obligatorio (¡costeado directamente por los ciudadanos!) y que la policía estatal puede exigir a cualquiera, por tanto debe portarse en todo momento y lugar. Esta es una intromisión inaceptable del Estado en las cuestiones personales de cada individuo. Ahora, la clase política podrá dictar que todo el mundo debe votar, y la masa acatará ante el miedo al castigo. Nadie sabe en qué terminará toda esta trama orwelliana, pero será el punto de no retorno hacia una sociedad de la vigilancia: el próximo golpe de Estado será peor que el de Pinochet, porque no habrá allanamientos, sino una apropiación de todos los datos biométricos y financieros de cada cual.
Por mientras, Chile Liberal hace un urgente llamado tanto a resistir ante la instauración del voto forzado, como a la eliminación inmediata de datos del registro electoral. La única alternativa es llamar antes de cada elección a un registro voluntario, y que terminada la elección estos datos sean destruídos.