domingo, 19 de abril de 2015

Un llamado a la rebelión fiscal

Ejecución del ciudadano Luis Capeto (rey Luis XVI)

Si el gobierno trepida en aplicar un castigo ejemplarizador a los políticos envueltos en los escándalos de boletas falsas, deberá enfrentar la sublevación fiscal que iniciaremos desde esta tribuna.

Los sans-culottes queremos ver sangre, ya lo dijimos, y no volveremos a repetirlo. Hemos visto cómo algunos han burlado al fisco de manera sistemática y sin tapujos, y premeditadamente. Con boletas truchas han reducido su carga fiscal para evadir impuestos, y han cohechado a los personeros en cargos de elección popular, lo que estos últimos o han pedido ("el raspado de la olla") o han aceptado felizmente. 

En la práctica esto implica que las elecciones han sido una pantomima, una coreografía orquestada para darle apariencia de legitimidad a la farsa orquestada por unos pocos, usando al electorado como meros extras en la película en que ellos son los protagonistas y donde escribieron el final a su pinta. Esto es inherentemente antidemocrático y por ende  corroe la esencia misma del contrato social. Es gravísimo. Situaciones gravísimas ameritan acciones de gran envergadura. Deben pasar a la guillotina (ver foto arriba por favor).

Luego de nuestro post anterior, la Presidenta actuó correctamente y anunció medidas para destituir de sus cargos a quienes incurrieron en irregularidades en el financiamiento de sus campañas. Esto está muy bien. Como a estas alturas el estiércol ha salpicado a la clase política de manera íntegra, la pandemia sólo podrá controlarse con una desinfección total, ante lo cual Camilo Escalona, alto personero del Partido Socialista ⎯ y de paso toda la coalición de gobierno ⎯, han sugerido adelantar las elecciones. Ante la inexistencia de la facultad del ejecutivo para disolver el Congreso, esta medida es sensata.

Excepto un problema. El gobierno ha desechado esta propuesta. Los ministros Peñailillo y Elizalde, personeros designados y no elegidos,  al unísono desestimaron la iniciativa. Esto nos parece pésimo.

¿Qué legitimidad puede tener una corporación cuyos miembros responden a los intereses de quienes costearon sus elecciones? Ante los ojos del electorado, ninguna.

La Presidenta Michelle Bachelet acá debe anunciar una medida ejemplificadora, que sirva de precedente histórico: adelantar las elecciones parlamentarias es una excelente salida al embrollo actual.

¿Y si no lo hacen?
A la desobediencia fiscal se ha recurrido desde siempre en estas situaciones. Algunas revueltas fiscales han cambiado la historia para siempre. Francia se transformó en una república cuando el Tercer Estado se negó a seguir pagando los impuestos que exigía la monarquía. El Motín del té en Boston dio inicio a la Revolución Norteamericana, otro acto de rebelión fiscal. En Chile, la Huelga de la carne en 1905 se puede considerar una rebelión fiscal. 

Hoy, de no actuar contra los políticos corruptos con la misma firmeza que actúan contra nosotros cuando no pagamos IVA, contribuciones o créditos universitarios, entonces es el momento de lisa y llanamente hacer un llamado masivo a no pagarle tributos al Estado y causar su colapso.

Dicho en modo sencillo: si no actúan hoy con la mano dura que debió aplicar Ricardo Lagos en su momento, haremos un llamado desde esta tribuna electrónica a organizar a la ciudadanía y en un día determinado no pagaremos IVA, contribuciones, ni créditos. 

Además iremos en masa a retirar nuestro dinero de los bancos, considerando que estos mismos han coadyuvado a convertir las elecciones en una farsa. Funcionamos en un sistema de banca de reserva fraccional, es decir, si tienes $1.000 en el banco, la institución crea instrumentos y productos a partir de este dinero, que van mucho más allá de $10.000, lo que significa que si todos los clientes de un banco van el mismo día a la ventanilla y retiran su dinero, el sistema colapsa. Dicho de otro modo, podemos nosotros mismos destruir los bancos generando una corrida bancaria.

Como imaginarán, la situación será un caos. El gobierno no podrá gestionar el Estado y el dinero incluso perderá su valor. Inmediatamente se deberá recurrir al trueque. El suministro de bienes básicos no estará asegurado. Los primeros días o incluso semanas del estallido fiscal nos convertiremos en una sociedad recolectora o indígena.

Chile se convertirá en algo similar a Haití o Somalía. Argentina y Venezuela serán Suiza comparados con nosotros. Las agencias de noticación pondrán la deuda de Chile en la categoría "basura". La imagen del país se desmoronará, y todo por la inoperancia de una clase política más preocupada de ella misma que de servir a la ciudadanía. 

¿Valdrá la pena todo esto? Sí, porque destruir por completo la anquilosada estructura actual permitirá el surgimiento de un nuevo orden.

Desde luego que sería mejor considerar alternativas a un llamado masivo a la desobediencia fiscal. Por eso exigimos a la Presidenta Bachelet que ella misma de una señal inequívoca y muestre un liderazgo contundente. Para eso, necesita el coraje de llamar a elecciones de manera anticipada y con reglas genuinamente democráticas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Siútico tonto. El retrato de Lennon de Elvis Costello cuando escribe Was it a millionaire who said "imagine no possessions"? en The Other Side Of Summer te viene como anillo al dedo.

Por favor, sigue lejos.


Chile Liberal dijo...

Soy más Rolling Stone que Beatles pero igual.

Un saludo.

Anónimo 2 dijo...

¿Saltarse el pasaje del Transantiago cuenta como rebelión fiscal? A mi juicio es lo más cercano que se está dando a eso en nuestro país, al menos entre quienes lo hacen por descontento con la deficiencia del sistema y el gastadero de plata que significa tanto para el bolsillo de uno como el del Estado.

Chile Liberal dijo...

Lo dudo, porque el usuario del Transantiago se "beneficia" (de alguna manera) del "servicio" (por deficiente que sea), y luego no lo paga. Más bien es flaiterío.

Lo que realmente constituiría rebelión fiscal es que el mismo día de la revolución, los choferes del transporte público (subterráneo y terrestre) dejaran de cobrar. Varios días sin ganancia harían sucumbir el sistema y lo dejarían en la quiebra.