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Un aplauso |
Los votantes británicos han premiado el coraje
Los medios han catalogado como sorpresivo el triunfo aplastante del Partido Conservador en las elecciones generales del Reino Unido. Pero esto es engañoso.
Luego del endorsement de Chile Liberal a David Cameron, era esperable un repunte y lógicamente una victoria. No nos sorprende.
Vamos al análisis. Varias cosas nos llaman la atención. Primero, recordemos que la política está dominada muchas veces por los
espíritus animales, como diría Keynes. La gente vota desde luego por cuestiones importantes, como por ejemplo el estado de la economía, pero eso no es todo. El
nacimiento del bebé real 2 jugó un papel determinante ya que de sólo ver el vigor de su familia real ⎯ hasta hace poco condenada a la extinción ⎯ los británicos sintieron que el país anda bien y salieron a votar para mantener al gobierno.
Segundo, se ha hablado mucho de las encuestas británicas, que al parecer andan incluso peor que las de Marta Lagos en Chile ⎯ lo que es escandaloso. Ya varias veces los encuestadores se han equivocado en contra de los Conservadores, lo que no nos debe extrañar si conocemos bien el llamado "
Efecto Bradley", en el cual los encuestados temen expresar su verdadero sentir al encuestador. En el Reino Unido persiste cierto pudor al declarar públicamente que uno vota por los Conservadores, y esta vez se hizo sentir este fenómeno.
En tercer lugar, desgraciadamente, los malos perdedores arguyen que el sistema uninominal mayoritario ("first-past-the-post") vigente en las elecciones británicas ha sobreinflado los resultados. Con prácticamente el 37% de las preferencias nacionales, los Conservadores gozan casi de una mayoría absoluta de escaños. Mientras que en Escocia los independentistas arrasaron y conquistaron todos excepto dos escaños, a pesar de obtener el 4,7% de las preferencias. Por su parte, con el 12,5% de los votos, los ultraderechistas del UKIP se quedaron con apenas 2. No deja de ser curioso que cuando los Laboristas ganaban por paliza elección tras elección, nadie pedía cambiar el sistema. Ahora que los perjudica, exigen cambiarlo.
Es endemoniadamente difícil predecir elecciones con un sistema mayoritario. Los Conservadores ganaron 3% más que los votos vaticinados en las encuestas y nadie acertó a traducir esto en los escaños que lograrían. Bajo esta óptica, el triunfo Tory es menos espectacular de lo que pintan.
Una nota respecto a la cultura democrática británica: es común para esa gente el darle un mandato claro a la facción vencedora, esto forma parte de la tradición política de la isla. Para los súbditos de la Reina Isabel II es importante evitar los "parlamentos colgados", es decir, cuando no hay claro ganador, lo que se traduce en las típicas "grandes coaliciones" como vemos en Europa, las cuales normalmente se van en puro salto y peo sin contar con un poder legítimo claro para poner en práctica una agenda ya discutida en las elecciones. Cuando existe una división de poderes, una prensa libre, un sistema multipartidista con las necesarias cortapisas, vale decir los "
balance and checks" de todo régimen civilizado,
Chile Liberal no ve el problema en que la magia del sistema mayoritario le atribuya un triunfo categórico a lo que a veces son resultados más bien estrechos. (
Desde estar tribuna continuaremos argumentando a favor de este sistema.)
En vez de aplaudir a David Cameron, se han dedicado a aportillar su triunfo con argucias retóricas y tonterías. Lo cierto es que el líder Conservador merece muchísimo crédito.
En primer lugar, la valentía de Cameron le valió la aprobación del electorado. Como dijimos, su gobierno llevó a cabo el plan de ajustes más salvaje que se haya visto en estos últimos años. El país salió a las calles a protestar. Algunos, partidarios de la austeridad, manifestaron su apoyo pero también ciertos resquemores ante la extraordinaria agresividad de los recortes. Cameron ni se inmutó y los resultados lo respaldan: crecimiento del 2,7%, inédito en otros países similares, desempleo bajo la marca del 6%, imposible en cualquier otro país. Cameron redujo el déficit fiscal a la mitad. Esto se logró con tesón, sin que tiemble la pera. La gente vota primero por cuestiones económicas, y los británicos así lo hicieron. Sólo un pelotudo como Piñi logra más de 6% de crecimiento y pleno empleo y así todo pierde las elecciones y se va abucheado. Piñi es cobarde y tonto. Cameron es inteligente y corajudo.
En segundo lugar, elogios se merece el reelegido Primer Ministro no sólo por ganar esta elección,
sino por el arduo trabajo que empezó el año 2006, cuando era el líder del "
Nasty Party", una cofradía obsoleta e invotable, dirigida por payasos y condenada a perder elección tras elección a manos de los Laboristas. Hoy sólo
Chile Liberal recuerda la época en que absolutamente nadie podría votar por los Tory. Cameron comenzó un proceso de reformas desde los militantes, trajo políticas nuevas, cambió el logo tradicional por un árbol, declaró finalmente "
soy un conservador liberal". El mérito fue ganar la elección anterior y ahora darle continuidad a su plan de reformas, que ante todo comenzó con la modernización de su propio partido. Cameron es un líder formidable.
Lo que viene
Si ganar esta elección fue una labor ardua, fue en realidad fácil si pensamos en las tareas que siguen. En lo inmediato, continuar a paso firme el plan de austeridad ya que el forado fiscal aún ronda el 6%, cifra escandalosa. Si salen de nuevo a protestar, se puede revisar el ritmo y la intensidad de los recortes. Si salen a armar escándalo y tirar piedras y molotovs, hay que echarles encima el guanaco, tirarles gas lacrimógeno y dispararles balines de goma ⎯ una que otra paliza tampoco viene mal. El mensaje debe ser claro: el país en cualquier momento se va a la cresta y es obligación del Primer Ministro dar confianza. Hay que pensar en la próxima elección y la próxima generación, no en la próxima encuesta (ya vimos que estas valen callampa).
Luego vienen otros problemas muy intrincados, como por ejemplo mejorar la productividad británica, una de las más bajas de los países industrializados. Esto permitirá crear empleos de calidad, y por tanto, aumentar los sueldos. La típica salida socialista de subir impuestos para disminuir la brecha socioeconómica es una tontería propia del "comunista culiao" de Ed Miliband. La clave es aumentar la productividad y ello implica más reformas liberalizadoras.
Por absurdo que parezca, el triunfo Conservador viene como anillo al dedo a Nicola Sturgeon y sus boys. Esto le permite caldear más los ánimos y hacer flamear sus banderas socialistas anti-austeridad frente a los recortes Conservadores. Se espera un período de máxima fricción entre ambos grupos, al norte y al sur de The Border.
Lo más increíble de todo es que el Partido Nacionalista Escocés es decididamente pro-europeo, y no tiene intención alguna de poner restricciones a la libre circulación de ciudadanos de la Europa del Este, de donde proviene en su mayoría la enorme cantidad de inmigrantes que últimamente se han instalado en Gran Bretaña. Este es el tema que quiere renegociar Cameron en Bruselas ante los mandamases de la Unión Europea.
Y desde luego, esto nos lleva al espinudo tema del referendum sobre la pertenencia o no del Reino Unido a la UE. Cameron prometió un plebiscito. Prometió también hacer todo lo posible para que su país permanezca en la Unión, pero con poderes devueltos desde Bruselas y con su propio control sobre las fronteras. La City, bastión incondicional a Cameron, ve con estupor un posible NO a la UE, lo que en la práctica significa devolver este impresionante centro financiero mundial ⎯ sólo superado hoy por Nueva York⎯ a su pasado pusilánime, romántico pero insignificante. Los nacionalistas escoceses por su parte han manifestado su absoluta intención de permanecer en la UE, acentuando las discrepancias ideológicas con los conservadores ingleses.
Por otro lado, amplios sectores eurofóbicos dentro del Partido Conservador ⎯ ya mermado por la partida de muchos al UKIP ⎯ harán todo lo posible, a su vez, para que la salida británica, el Brexit, sea una realidad.
En la práctica, Cameron podrá ver cómo se desintegra el Reino Unido si Escocia decide partir, y por otro lado el Brexit deja a Inglaterra sola, triste y abandonada.
Salir de esta encrucijada sería más fácil si estuviesen los liberales en el poder con los Conservadores, pero Nick Clegg ya renunció ante el fracaso total de los LibDems (en el Reino Unido, a diferencia de Chile, los que pierden no se declaran ganadores ni siguen en sus puestos). Clegg declaró: "pondremos corazón a los Conservadores, y cerebro a los Laboristas". Pero ya no están. Seguirán solos los Tory sin la moderación liberal y es posible que al término de su segundo mandato, el Reino Unido ya no exista. ¿Será Cameron el hombre cuyo gobierno puso fin al Reino Unido?