lunes, 18 de mayo de 2015

Hasta siempre, Valentina

Por fin puedes descansar

El desenlace trágico, aunque esperado, debe servir de ejemplo para legalizar la eutanasia

Valentina Maureira fue una genuina revolucionaria, muy en el estilo de Chile Liberal. Sin altisonantes discursos, sin puños crispados, sin salir a marchar, sin lanzar piedras, sin proferir amenazas, sin proclamarse una luchadora social, logró llamar la atención del mundo empleando uno de los medios más poderosos en la actualidad: un teléfono. 

La niña de 14 años grabó un sentido mensaje a la Presidenta Michelle Bachelet para que la dejasen "dormir para siempre" y así acabar dignamente sus días ante la enfermedad incurable que padecía. Ya nos referimos a su caso en un post anterior.

Los sádicos de siempre quisieron hacerla cambiar de parecer y de algún modo lo lograron ⎯ al menos por unas semanas. La niña cambió de opinión o manifestó dudas, nos dijeron. Un caso en Argentina, de alguien que al parecer fue curado de una enfermedad similar, habría logrado persuadirla de no optar por un suicidio asistido. De nada sirvió.

Hace dos días Valentina Maureira por fin logró lo que quería: cerrar los ojos y dormir para siempre. Y así ha dejado atrás una enfermedad larga y dolorosa, la cual ella asumió con entereza.

Las imágenes de su multitudinario funeral son impactantes y reveladoras de lo hondo que caló su caso. Su testimonio nos conmina a no quedarnos de brazos cruzados ante el neomedievalismo universal y su indignante reguero de odio y sadismo.

¿Por qué no dejaron a Valentina partir cuando ella lo pidió? ¿Por qué extender una vida cuando ya su cuerpito no daba para más? ¿Qué haremos nosotros ahora que nos sentimos conminados por la memoria de Valentina a hacer algo?

En esta tribuna continuaremos nuestra batalla a favor de la eutanasia. Es la mejor forma de homenajear a Valentina. Expresamos nuestro más sentido pésame a su familia. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que metafísico te salió el post. Igual tienen cabos sueltos los ateos confesos.

Chile Liberal dijo...

Conozco de cerca lo que significa perder un hijo producto de una enfermedad invalidante, larga e incurable. Este caso tiene particular resonancia en mi persona.

Anónimo dijo...

El anónimo de más arriba, siempre por la tangente antes de atacar de frente los argumentos entregados, alega que los ateos confesos tienen unos cuantos cabos sueltos... Que quedará, aventuro yo, para los sádicos que se empeñan en prolongar una vida indigna, dolorosa y que en el mejor de los casos, es de un costo financiero monumental? Mismas perogrulladas y aleteos intrascendentes que exhiben los "pro-vida" y sus perversa "filosofía".

Hipócritas. Crueles.

Chile Liberal dijo...

Saludos igualmente