domingo, 3 de junio de 2018

Aborto en Irlanda: Chile next

Irlanda dice goodbye al último bastión ideológico del catolicismo político: el aborto


Savita Halappanavar y su esposo emigraron desde la India a Irlanda en búsqueda de un futuro mejor. Ya quedó atrás la Irlanda paupérrima de antaño, la de los Paddies emigrando en masa a Inglaterra o a EEUU huyendo del hambre. Hoy, Irlanda acoge a gente de todo el mundo para construir una sociedad mejor y así poner el país al día después de siglos de miserias. Savita añoraba fundar una familia y por fin quedó embarazada después de años de intentos. Repentinamente, aquejada por intensos dolores de espalda, acudió a Urgencias del hospital de Galway donde recibió la fatal noticia: su embarazo era inviable. Luego de un día entero soportando dolores de parto, ella y su marido pidieron un aborto. La matrona a cargo le dio una respuesta repugnante que aún resuena en Chile Liberal y en el pecho de todos los irlandeses: no, acá no hacemos abortos, éste es un país católico

El 28 de octubre del 2012, pasada la 1 de la mañana, Savita falleció de una septicemia. Una muerte completamente evitable.

Este crimen perpetrado por la iniquidad de los provida fue terrible pero al menos no fue en vano. El error histórico monumentalmente brutal cometido contra Savita y su ahora viudo logró movilizar a la opinión pública para de una vez por todas revocar la 8a Enmienda de la Constitución de la República de Irlanda que, al igual que la Constitución de Chile, en la práctica conculca el legítimo derecho de una mujer a tomar una decisión de conciencia. Sus consecuencias son fatídicas como muestra el vil asesinato de Savita.

Cuesta entender cómo pueden ocurrir esas cosas en una democracia occidental, en Europa, en una de las Islas Británicas, ya entrado el siglo 21. Hagamos un poco de historia.

Irlanda es un país de raigambre católica y lo ha sido desde que en Hibernia los celtas y sus mitologías fueron desplazadas. Inglaterra instaló su Primera Colonia en Irlanda, implantando inmigrantes protestantes, lo que daría inicio al imperialismo británico y al progresivo sometimiento de Irlanda. No obstante, su población permaneció unida al Papa de la "iglesia universal" en Roma. Los protestantes fueron consolidándose como ricos terratenientes y latifundistas mientras que los católicos les trabajaban la tierra.

A mediados del siglo 19 Irlanda fue azotada por una de las peores hambrunas que ha visto el hemisferio occidental. Se habría evitado el descalabro si tan sólo los colonialistas protestantes hubiesen abierto el país al libre comercio y a la importación de granos. La iglesia de Roma durante todos estos años y siglos continuó acendrada en la psiquis irlandesa. 

En 1916, con el Reino Unido viendo centenares de miles de sus soldados morir en las trincheras de la I Guerra Mundial, una insurrección republicana estalló el Viernes Santo. Líderes independentistas se tomaron los principales edificios del país, en particular la Oficina de Correos en O'Connell street, la principal arteria de Dublin (el equivalente a nuestra Alameda). Ferozmente reprimida por las fuerzas británicas, a petición de los protestantes del Norte, la revuelta marcó un vuelco enorme en la opinión pública de Irlanda que empezó a clamar por su libertad ya que nadie quedó indiferente a las atrocidades infligidas por parte de un imperio que ya no era viable.

Los británicos aceptaron devolver poderes a Irlanda lo que desata tanto la furia de los protestantes como el miedo a ser ellos los sometidos como una minoría en un país mayoritariamente católico. Después del alzamiento de 1916 seguiría una guerra civil entre católicos-republicanos y protestantes-lealistas. Cuando a ustedes les digan que la religión es amor recuérdenles siempre que hasta hoy persisten los odios sectarios entre católicos y protestantes. 

En 1922 se proclamaría la Constitución del Estado Libre de Irlanda, no obstante, 6 condados de mayoría protestante en la provincia de Ulster no se unirían a la República y formarían una nación leal a la corona británica. Este difícil acuerdo implicó al menos la independencia del Sur del país, que como hemos visto, continuó culturalmente marcada por la influencia Católico-Romana.

La Irlanda libre comenzaría una tortuosa travesía por el desierto. El país era muy pequeño e incapaz de retener a sus ciudadanos. Ahí donde fallaba al Estado, la iglesia Católica suplía con educación y atención de salud. Mientras que en el Continente ya había países como Francia que en 1905 habían establecido la separación entre iglesia y Estado, Irlanda continuaba empantanada en una teocracia... con terribles consecuencias.

Las atrocidades de la iglesia Católica irlandesa son desconcertantes. El informe Ryan del 2009, especie de Informe Rettig sobre los abusos de las autoridades eclesiásticas, no dejó a nadie indiferente. Fosas comunes de fetos clandestinos en conventos católicos o el empleo de mano de obra esclava en las lavanderías de la Magdalena demuestran en todo su horror la decadencia y repugnancia de esa iglesia infecta.

La moral católica dominaba de forma maniática todos los aspectos de la vida de los ciudadanos de la República. Sólo daremos unos ejemplos de los más macabros casos judiciales:

En 1972, Mary McGee, una mujer casada, logró revertir la prohibición a la importación de anticonceptivos para así evitar otro embarazo, tal como le recomendó su GP (médico de cabecera), apelando al derecho a la privacidad en el matrimonio. La señora MacGee arriesgaba su vida si volvía a quedar embarazada pero no podía usar anticonceptivos porque eran ilegales. A pesar de ello, los preservativos siguieron prohibidos, tanto así que hasta la década 90, sí, la década 90, en el Aeropuerto de Dublín te registraban tu equipaje para detectar si traías contrabando de drogas... o condones. 

La célebre resolución judicial Roe v Wade en EEUU, más la decisión de la Corte Suprema irlandesa sobre el caso McGee, movilizaron a los ultraconservadores para imponer en la Constitución la infame cláusula provida llamada "8a Enmienda", que en la práctica establece que una mujer embarazada no tiene más derechos que el feto.

En 1992 la brega entre proelección y provida vivió otro choque con el Caso X. Una muchacha de 14 años había sido violada y quedó embarazada. Su salud mental era delicada y sufría pensamientos suicidas. Sus padres, en vez de ir sigilosamente al Reino Unido, llevaron su hija abiertamente al otro lado del Irish Sea no sólo para un aborto, sino para tomar además una muestra de ADN del feto y usarla judicialmente contra el violador. Una decisión de la Corte Suprema dictó que efectivamente la 8a Enmienda no rige si está en riesgo la vida de la mujer, incluido el riesgo de suicidio, y que es imposible restringir el derecho a viajar para proceder a un aborto.


El año 2007 otra controversia volvió nuevamente a demostrar lo inadecuado de la 8a Enmienda. Analizamos acá en Chile Liberal el Caso de Miss Den Irlanda. Pero ha habido en el intertanto muchos otros. Miss Y fue una refugiada política que descubrió ya asilada en Irlanda que estaba embarazada producto de una violación de guerra perpetrada en el país del que huía. Miss P, una joven madre quedó en estado vegetal mientras estaba embarazada pero los médicos no podían desconectarla porque el feto alojado en su cuerpo continuaba mostrando actividad cardíaca a pesar de no tener cómo sobrevivir. Tal fue su estado de descomposición que las enfermeras debían maquillarla para que la vieran sus hijos. La Corte Suprema sentenció que podían desconectarla, como encarecidamente solicitaba su familia.

BASTA
El caso de Savita el 2012 fue la pluma que le rompió las patas al camello. Con el factor agregado de que hoy los irlandeses ya no recibirán la anunciada visita del Sumpo Pontífice romano como lo hicieron en 1982, cuando se decretaron 3 días feriados para venerar al polaco. Si la visita del Papa argentino a Chile fue un fiasco, lo de Irlanda puede ser incluso más bochornosa.


En 1995 Irlanda debió realizar un plebiscito para remover otra enmienda ultraconservadora, esta vez una que prohibía el divorcio. El Sí ganó y dejó a Chile en ese entonces como el único caso de país sin ley de divorcio. Hoy en Chile se acaba de morigerar la ultraconservadora ley de aborto, que también está incrustada en la Constitución. Como vemos ambos países tienen mucho en común. 

El Taoiseach de la República de Irlanda ("Primer Ministro"), Leo Varadkar, ya ha anunciado que antes de fin de año ya regirá la nueva normativa sobre la terminación de embarazos en su país. En Chile no olvidemos que apenas se ha despenalizado el aborto en tres causales específicas. Es hora de usar el actual impulso feminista y promover una ley sensata, sin inspiración religiosa, que regule el aborto como una cuestión de conciencia. ¿Lo lograremos en Chile? 

En Irlanda el Sí a la derogación de la 8a Enmienda ganó ampliamente con un contundente 66%. Cuando se conocieron los resultados, el memorial a Savita se llenó de flores, velas y mensajes diciendo: "Perdónanos, Savita, tardamos mucho tiempo" y "Never Again". Esperemos que los ultraconservadores no maten a alguien en Chile para corregir de una vez por todas esas provisiones provida que no tienen cabida en una sociedad civilizada. ¿Qué esperamos para actuar?




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