of a dirty man
"Paperback Writer", The Beatles
El escritor chileno Jorge Baradit se autodestruye a punta de tweets
Un día recorriendo el centro de Santiago, el año pasado, hurgando y buscando libros, me llamó la atención que se vendieran varios de un tal "Jorge Baradit". Un librero amigo me explicaba que era un verdadero "fenómeno de ventas". Le eché una ojeada a una colección de cuentos que estaban tan mal escritos que me pregunté qué demonios pasa en Chile. Como país hemos dado a la humanidad algunos grandes futbolistas, tenistas, científicos, políticos, artistas varios e incluso cineastas, pero si en algo somos una tierra portentosa es en la prolífica cantidad y excelente calidad de los escritores que hemos dado. El último ha sido Roberto Bolaño. Ser escritor chileno conlleva cierto peso y por lo mismo, cierta responsabilidad.
Baradit vende libros y ha ganado dinero lo que me parece excelente. No voy a desdeñarlo por eso ( como varios hacen contra Isabel Allende). Le vi unos cuentos malos y una prosa deslavada. Cuando ya no tenga un solo Balzac más que leer, cuando acabe todos los libros de la gran literatura clásica francesa e inglesa, ahí recién le echaré mano a la lista de algunos contemporáneos que quizás merezcan mi tiempo. Baradit no está en mi lista y calculo que nunca lo estará. No obstante, sí me di el trabajo de ver algunos de sus programas y entrevistas y quedé estupefacto del nivel de idiotez en que hemos caído.
Lo que hace Jorge Baradit respecto a la historia de Chile es altamente peligroso. Esto exige una explicación cuidadosa. El historiador como tal es alguien que recurre a los documentos escritos y a las fuentes y a partir de ellos nos cuenta la historia: nos narra el pasado. Por ejemplo, si accedes a las actas del Senado en Roma y a las declaraciones de impuestos, puedes reconstruir los acontecimientos de la República de Roma y contar su historia. Este es el trabajo de un historiador de verdad.
En su labor es absolutamente esencial que el historiador sea neutral y que se abstenga de emitir juicios de valor. El error más brutal de los historiadores aficionados es el de juzgar la historia ⎯el pasado⎯ con los parámetros éticos actuales. Describir, por ejemplo, la esclavitud es una cosa, pero es esencial recordar que los esclavistas existieron desde siempre y que mucha gente de bien alguna vez pensó que bastaba tratar bien a los esclavos. Tú no puedes empezar a juzgar hoy a quienes se opusieron a abolir la esclavitud en el pasado cuando ha sido muy reciente el repudio universal del uso forzado de trabajadores como una de las más grandes asquerosidades de la humanidad.
Pues bien, el peligro de Baradit radica justamente en hacer una explosiva mezcla de dos errores: hacer creer que cuenta la historia cuando en realidad narra un mero refrito del trabajo de historiadores, y empieza luego a retrotraer elementos del presente para juzgar el pasado, sacándolo de su contexto histórico, y peor aún, instrumentalizándolos para fundamentar su postura política. Leer a Encina ⎯uno de los más grandes historiadores chilenos⎯ y decir lo mismo pero en entrete y añadir anécdotas simpaticonas y referencias político-sociales actuales es bien penca.
Más aún, como es un tipo ameno y un gran orador, crea una ilusión de historia que entretiene, y ahí construye teorías conspirativas para develarlas y erguirse él mismo como el liberador de nuestras mentes. En el fondo, lo que Baradit sí hace muy bien es literatura, vale decir, inventar historias. Escritas o no, eso da lo mismo. La literatura "escrita" es sólo un reflejo de la literatura oral. Incluso la tv puede ser literatura, o la lírica (como lo demuestra el nóbel a Bob Dylan). Lo que hace Baradit no es ni historia, ni divulgación histórica. Pero disfrazada de historia y recurriendo a la distorsión y el selectivismo. O sea, superpone ficción y no ficción y ahí te pierdes. No sé en qué estantes pondrán las librerías su Historia Secreta de Chile, yo creo que bajo Ficción. Baradit ha hecho de la historia un híbrdo entre ficción y realidad.
Les voy sólo un ejemplo para mostrar la ramplonería en la que cae (prefiero esto a acusarlo de perverso). Este señor lo escuché una vez hablar de genocidio de mapuches y de cuestionar la "Pacificación de la Araucanía" como una de las grandes atrocidades de la historia de Chile. Según él, los mapuches eran gente que vivía "en perfecta armonía con la naturaleza" y fueron asesinados bajo el mando de Cornelio Saavedra, descrito como un rufián desalmado: un nazi antes de los nazis.
Por supuesto que Baradit busca en el fondo un nexo con la banda de criminales que actualmente causa estragos en la región de la Araucanía, un hecho que como ya explicamos en este sitio responde al fenómeno post-Soviético de búsqueda de luchas por parte de la izquierda dura huérfana de causas. De algún modo, se apoderaron de la "causa mapuche" elementos anticapitalistas y maoístas que exacerban el etnicismo ante el surgimiento de la clase media y el consiguiente fin de la lucha de clases, que fue su bandera de lucha. Baradit les da un apoyo intelectual contándonos cómo los "mapuche" (sin s final) han sido masacrados, al parecer, desde siempre.
Un poco de honestidad intelectual obligaría a Baradit sopesar lo ocurrido en Chile respecto a otros países similares. La Pacificación de la Araucanía y Cornelio Saavedra fueron una taza de leche comparada con la Conquista del Desierto llevada a cabo en Argentina en la misma época, en especial la campaña comandada por Julio Argentino Roca, considerado hasta hoy como el más grande criminal de Argentina. Ni hablar de Uruguay y la Matanza de Salsipuedes, un auténtico genocidio tal cual los hemos conocido a lo largo de la historia. Aquí es donde le falta rigor en su ánimo por entretener.
Haciendo un uso selectivo de los hechos, Baradit deja de lado la rebelión instigada en la Araucanía por un huevón francés llamado Orélie Antoine de Tounens, un fanático monarquista que desembarcó en nuestro país y estuvo a un paso de proclamar el Reino de la Araucanía y la Paragonia, en una época en que el mundo se dividía entre republicanos y monarquistas. Esto no era un tema menor. Chile, una república endeble recién emancipada, en la ruina económica y sin grandes recursos humanos, daba así todo firmes pasos en su consolidación republicana y una rebelión en el sur haría tambalear el proyecto independentista republicano. Con los pueblos originarios se habían efectuado parlamentos y firmas de acuerdos y el gran ideal de nación era que todos seríamos un mismo pueblo. Lo último que la República en pañales necesitaba era que se proclamase un rey en su territorio.
Esto ustedes no lo aprenderán de Baradit porque no encaja en su ideología y lo deja fuera. De hecho, nadie ha aprendido nada de historia gracias a Baradit ya que sus caricaturas e historietas de consumo masivo más bien se inspiran en la obsesión actual en los medios por la chismografía y el culto a las celebridades. Quizás alguien ahora crea que Gabriela Mistral era una lesbiana atosigada por el patriarcado, sin nombrar sus muchas cartas de amor al poeta Manuel Magallanes Moure, el verdadero amor de su vida, y en la trágica historia de nuestra poetisa ciertas referencias eróticas a algunas de sus asistentes son una cuestión muy menor. Asumo que nadie admiró más la poesía de Gabriela Mistral gracias a Baradit y sus chismes. Pero sí sabemos que era lesbiana. ¿Qué valor tiene esto?
En medio de las gravísimas acusaciones de abuso sexual contra el realizador chileno Nicolás López, el juicio público de la clase opinante ha sido categórico, y ha recaído también en los amigos de ese señor. Entre ellos figura Jorge Baradit. La comunidad twitera empezó a desempolvar sus tweets previos a su salto a los medios y de su consagración como líder de la izquierda y no dejan de circular declaraciones de Baradit de tipo misógino, degradantes, de dudoso valor humorístico (si es que pretendieron ser chistes) que lo muestran como un cerdo machista y vulgar. No son uno ni dos, sino muchos. Añadamos su cercanía al cineasta acosador y Twitter lo ha hecho añicos.
Increíblemente, Baradit aduce que... lo sacaron de contexto. Nos dice que era "otra época". Asegura que no era amigo de López. Líderes del ultra-feminismo ahora niegan haber leído sus libros.
Algo me dice que si vuelvo donde el librero amigo que me pasó un libro del "fenómeno de ventas Baradit" ahora me dirá que no, en el fondo él nunca lo leyó, siempre lo encontró ahí nomás. Porque así es el chileno.
Un escritor vive de las palabras y con ellas crea mundos. Crea incluso su propio mundo. Algunos, como Borges, con sus dudosas acciones (Pinochet es una "excelente persona") destruyeron su reputación. Baradit con palabras saltó a la fama y con sus propias palabras se ha autodestruido. No hay nada muy grave que lamentar. El mundo quizás no se pierde otro gran escritor chileno.
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