En abril pasado por fin pude cumplir un objetivo pendiente desde hace años: leer 2666, la obra monumental del chileno Roberto Bolaño, cuya extensión es de nada menos que 1.300 páginas. Y lo conseguí.
Obra menos hermética que Los detectives salvajes, el autor que definitivamente asesinó al boom latinoamericano logró, en una frenética carrera por ganarle tiempo a la muerte, escribir su magnum opus cuando ya presentía que la insuficiencia hepática que lo quejaba tendría un desenlace trágico. Esto explica que 2666 sea un torbellino.
La edición en inglés de Los detectives salvajes fue un éxito absoluto. Luego, con Bolaño ya consagrado, y fallecido, vino el descubrimiento del manuscrito de 2666, dividido en 5 partes, el cual él ordenó expresamente editar cada tomo por año justamente para evitar acabar con un mamotreto de 1.400 páginas e imposible de vender. Los especialistas vieron que tal era la calidad del texto que su edición consolidada era necesaria. La expectación del público era total. Así de repente, un nuevo escritor chileno, y latinoamericano, volvía a darle al mundo una razón más para amar las letras hispanas.
En EEUU adaptaron 2666 al teatro. En Barcelona, lo mismo. Ahora, en Francia, el joven Julien Gosselin (29) aceptó el desafío y se propuso la tarea titánica de llevar la obra póstuma de Roberto Bolaño a las tablas galas. En Aviñón 2016 ha sido presentada y la recepción de los críticos y del público ha sido extraordinaria. De allí vengo llegando y en este post les contaré lo ocurrido.
Como decía, acabé 2666 en abril. Cuando apareció en línea el programa de Aviñón para este año, en mayo, me llevé la tremenda sorpresa de encontrarme con 2666 entre las obras en cartelera. Debajo del título había una advertencia: "12 horas (entreactos incluidos)". Largué una risotada. Lo supe de inmediato: el realizador no iba a entregarnos una versión edulcorada y de fácil digestión de 2666. Sería matar el libro y de paso, la idea de Bolaño. La obra teatral debe ser desafiante para los espectadores tal como la novela lo es para los lectores.
En particular, lo más agobiante de la novela es "La parte de los crímenes", en que Bolaño describe con frialdad clínica los cientos de reportes forenses de las muchachas asesinadas durante la década 90 en Ciudad Juárez, ciudad económicamente pujante gracias a las muchísimas maquiladoras que abastecen mano de obra barata a EEUU. Sus mujeres ganan más dinero que en el resto del país y por consiguiente son más autónomas porque dependen menos del sustento económico de un hombre.
Acá la ciudad es llamada Santa Teresa. Leer esta parte es repugnante. La estrategia de nuestro autor es el shock & bore, que funciona magistralmente. Tardé 2 semanas sólo en leer los crímenes. Imagino que muchos abandonan ahí la lectura. La angustia que uno siente es la misma que debe haber sufrido Bolaño cuando veía que en Ciudad Juárez las miles de muchachas eran asesindas de manera horrible y al mundo no le importaba un comino, excepto a sus habitantes. Gracias al autor chileno, por un momento, viví en Ciudad Juárez. Quedé exhausto.
Chanchi compró tickets para otras obras. "No me da el cuero para estas rarezas esnob", refunfuñó. "¡No soy capaz de pasarme 12 horas en un teatro!", exclamó. Compré una sola entrada y el gran día fue ayer.
Festival en Aviñón, Niza en el corazón
El espectáculo pirotécnico del 14 de julio esta vez lo vimos por tv. En eso estábamos cuando en la pantalla de BFMTV aparece un titular inquietante: Un camión arrolla a decenas de personas en Niza. De inmediato me vino a la mente las palabras de un líder de Daesh que llamaba a tomar un vehículo para embestir a una multitud si es que los yihadistas no contaban con medios sofisticados para un ataque. Un camión atropellando gente era cosa grave, no un mero accidente. Así fue.
Varios espectáculos fueron cancelados, especialmente la marcha del Orgullo Gay. Los organizadores de Aviñón enviaron un mail confirmando que el festival va, que habrá medidas especiales de seguridad, pero que el festival no se amilana y que no habría un minuto de silencio sino que aplaudiríamos a rabiar cada una de las piezas de teatro. En estos momentos hay que celebrar la vida para conmemorar a los que murieron por ver un simple show de fuegos artificiales. Ahora todos somos un blanco potencial, incluso quienes sólo quieren ir a ver una obra teatral. El mundo se ha vuelto un lugar extraño.
Aviñón es la Ciudad de los Papas. El Gran Cisma de Occidente, en el siglo XII, significó llevarse la sede de la iglesia de Roma desde el Vaticano hasta el interior de la Cote d'Azur. Al interior de las murallas de la ciudad se conservan los edificios monumentales en que habitaron nueve Papas. Han pasado los siglos y hoy Aviñón es mundialmente famosa por albergar uno de los más prestigiosos, multitudinarios y coloridos festivales de artes escénicas.
Después de un paseo por la ciudad y de degustar un buen almuerzo en un restaurant provenzal, partí hacia La FabricA, como se llama la sala donde se presentaría 2666. La obra está dividida en 5 partes, siguiendo la estructura que construyó Bolaño.
1. La parte de los críticos, 14:00
Presiento que la sala estará repleta. Me registran la mochila, donde llevaba un paquete de galletas y el libro de Bolaño (me vine releyéndolo en el tren). Nos acomodamos, el calor es intenso. Se abre el telón. Hay varios bloques movibles y pantallas gigantes. La obra parte en la oscuridad absoluta. Se escucha una angustiante llamada telefónica de una mujer a un programa bobalicón, exigiendo ayuda, llamando la atención sobre los crímenes de mujeres en Santa Teresa. Un perturbador silencio se apodera de la sala. Aparecen en escena los críticos literarios, cuatro profesores universitarios que han dedicado sus carreras a estudiar al enigmático Benno von Archimboldi, el más grande autor alemán del siglo, y candidato al Nobel. Nadie sabe su paradero, ni su identidad.
Entre viajes y simposios, intercambios profesionales y amistad, comienzan a surgir lazos amorosos entre los críticos. Liz Norton, la experta de la Univesity of London, con Jean-Claude Pelletier, de La Sorbona, y Manuel Espinoza, de la Universidad Complutense de Madrid. Hay bloques movibles sobre el escenario y las pantallas recrean ágilmente las distintas ubicaciones. Vienen varias escenas de sexo, filmadas sobre el escenario con una cámara de mano por uno de los productores, lo que permite seguir la obra en las pantallas gigantes. El teatro se convierte en cine. Vienen más y más escenas sexuales, incluso con los personajes completamente desnudos formando un ménage à trois. Liz, cuando está vestida, aparece en calzones de tipo minimalista. "Mostrar esto al público chileno sería imposible", pensé. "País de mierda", concluí.
Hay música en vivo. Los efectos visuales son buenos. Llamadas por Skype que se siguen en las pantallas. La obra rápidamente se centra en los líos amorosos de los expertos en Benno von Archimboldi. Deciden que el máximo exponente de las letras germanas debe ser ubicado. Un dato los lleva a seguir el rastro de un extraño ciudadano alemán que vive en Santa Teresa, acusado de varios femicidios.
Las disputas comienzan entre los críticos. Liz se marcha a Turín donde al parecer se enamora del crítico italiano, un hombre postrado en silla de ruedas. Ella nos relata sus sueños, que son aterradores.
Llega el primer descanso, de 30 minutos. La gente compra sándwiches, café y bebidas y se echa en los prados alrededor de La FabricA. El sol brilla, el día es hermoso. Me tomé un té con leche mientras hojeaba 2666. Pensar en "La parte de los crímenes" me atormenta.
2. La parte de Amalfitano, 16:30
En Santa Teresa conocen a un profesor universitario de origen chileno que ejerció la docencia en Barcelona. A mi entender, Bolaño hace una especie de cameo appearence, bastante extensa y compleja. El profesor Amalfitano hace un largo y alambicado monólogo. "No entiendo nada", le replica Liz Norton. "Yo tampoco", contesta Almafitano, quien continúa y declara que los críticos mexicanos son unos idiotas, así como todos los latinoamericanos dedicados a la literatura. Bolaño fue un renegado y acá saca la voz. El profesor afirma que el alemán en Santa Teresa no es Archimboldi, y Archimboldi tampoco es el más grande autor del siglo.
La obra realiza un brusco racconto para relatarnos el quiebre de Amalfitano con su ex mujer. Ella lo engañó con un poeta homosexual, quien la contagió de sida. A su vez él es pareja de un filósofo, ambos organizaban orgías. Su ex mujer contagia de sida a un taxista en una lúgubre relación sexual en un cementerio, en la tumba de su madre. Lamentablemente, todo esto es relatado, y no interpretado en el escenario. La mujer solloza y narra sus desvaríos de manera desgarradora ante la cámara, con ciertas reminiscencias de The Blair Witch Project. Amalfitano queda sólo con su hija, Rosa.
Segundo descanso de 30 minutos. Otro té con leche, esta vez con galletas. Me senté a la mesa con otros espectadores, todos coincidían en lo mismo: la obra es muy buena, pero a todos nos aterra "La parte de los crímenes".
3. La parte de Fate, 18:00
Si hay pocos personajes protagónicos negros en grandes películas (salvo criminales, narcos, etc), menos hay protagonistas negros de grandes novelas. Bolaño ahora nos lleva a Detroit donde nos presenta a Oscar Fate, un periodista afroamericano, originario de Harlem, en Nueva York. Él viene de enterrar a su madre. Es imposible no encariñarse con este personaje. Reportero de cuestiones políticas, lo envían intempestivamente a cubrir una pelea de box. ¿Dónde? En Santa Teresa, México.
Esta sección del relato seguramente hizo que Oprah Winfrey, una de las figuras más influyentes de la tv norteamericana (y mundial), incluyese 2666 en su club litarario. Bolaño, sin quererlo, se convierte en un héroe de la alicaída literatura hispana, y más encima, en símbolo de la población afroamericana en EEUU.
Fate conoce a Chucho, un narco, en Santa Teresa. Este último es el novio de Rosa, hija de Amalfitano. La relación es tortuosa. Fate oye hablar del horror de los miles de feticidios en Santa Teresa, y pide más tiempo a su periódico para cubrir los hechos en un gran reportaje. Le dicen que no. La obra ahora tiene muchas escenas en una discoteca, suena música electrónica ensordecedora, las luces y el humo se apoderan de la sala. Una pelea de Chucho con Rosa termina bastante mal y aparece una pistola, Rosa y su amiga son agredidas, hay un intento de violación, que vemos por la pantalla porque la escena transcurre detrás del escenario. Rosa es golpeada, la vemos con los calzones abajo, Fate la salva, le quita el arma a Chucho. Luego conocemos pormenores de la historia de Rosa con su novio narco. Ella toma una ducha y vemos a la actriz desnuda. Fate se enamora de ella. La policía lo busca, el periodista negro y la hija de Amalfitano huyen a EEUU.
Nuevo intermedio, esta vez de una hora. Tengo hambre. Me voy ahora al restaurante y pido un plato de salchichas picantes con arroz basmati, al parecer una especialidad de la isla de La Reunión. Me siento en la mesa más cercana que comparto con una familia que parece ser gente bastante intelectual. Él, ella y el hijo vienen a Aviñón cada año, desde siempre. Ella dice que su momento preferido para la lectura es en las mañanas. El hijo, un muchacho de unos 19 años, asiente, pero cambia el tema, dice que ahora viene la parte horrible. Al lado mío hay un conferencista y profesor universitario, de Marsella. Todos coinciden en que Bolaño no goza de la popularidad que merece en Francia. Me preguntan si es una figura de culto en Chile. "Tampoco", les contesto.
Me he bebido ya dos copas de vino. No estoy listo para el horror pero entro a la sala igual. Chanchi manda un texto diciéndome que ha visto una obra sueca sobre un adolescente alemán que acribilla a sus compañeros de curso.
4. La parte de los crímenes, 21:00
Oscuridad total. En el escenario se van proyectado extractos que leemos mientras los músicos interpretan una música inquietante. Ahí aparecen, uno a uno, los nombres de las muchachas, las descripciones de los crímenes. Prácticamente todas fueron violadas (ya sea antes o después de ser asesinadas), muchas torturadas, colgadas de los pies, descuartizadas. Algunas fueron calcinadas vivas.
Los informes forenses dan cuenta de que fueron violadas "por ambas vías", frase que llegó a ser común en la policía científica de Santa Teresa. En una muchacha se encontraron rastros de semen en la garganta, por lo que fue violada "por las tres vías". Un policía, según vemos en el texto proyectado en el escenario, asegura que existen violaciones "por las 5 vías", ¿cuáles son las 5 vías? La vagina, el ano, la boca, y las orejas. También existe la violación "por las 7 vías", que añade los ojos. También existen las 8 vías, que son las 7 ya vistas, más un tajo causado por el criminal en el vientre, por donde también hay sicópatas que violan. No sé si alguien se ríe, lo dudo, sólo veo que Bolaño es chileno y el humor negro no lo perdió nunca.
Se culpa de los crímenes a un ciudadano norteamericano, que en realidad es de origen alemán. Por cierto, siguiendo esta es la pista por la que llegaron los críticos de la primera parte a Santa Teresa. El sujeto se llama Klaus Haas, y está decidido a probar su inocencia desde la cárcel.
Después de extenuantes y larguísimos minutos, aparece en escena una mujer de la alta sociedad de Ciudad de México. Cuenta la historia de su hija a un periodista. También es víctima de los crímenes de Santa Teresa, que en teoría sólo afectaban a las niñas marginales, obreras de las maquiladoras ubicadas en la frontera con EEUU. El diálogo es agotador. Continúan apareciendo extractos con los nombres de las víctimas. Por cierto, todas ellas fueron víctimas reales. Ya es muy tarde, cerca de las 11 de la noche.
Se apagan las luces. Se anuncia un intermedio de 30 minutos. El público estalla en aplausos y vítores, ¡hay algunos gritos! Me doy cuenta que nadie abandonó la sala, aún está repleta. Voy derecho a tomarme otra copa de vino.
5. La parte de Archimboldi, 23:30
Aparece Archimboldi, un personaje que cae desnudo desde lo alto del bloque transparente, como si fuese un feto. Una voz en off nos relata la historia. Es muy tarde y estoy agotado, pero todos seguimos en nuestro asiento. Archimboldi se refriega contra el vidrio, vemos que tiene una erección. Nos cuentan que fue un niño prusiano y en 1933 entró a la escuela. Su nombre en realidad es Hans Reiter. En 1939 lo mandan a la guerra. Tiene una hermana llamada Lotte.
En un hospital militar yace junto a un oficial que estuvo a cargo de mandar judíos a Auschwitz. Hace un monólogo, en un alemán monótono, exasperante e interminable. Ya es pasada medianoche. Esto es una tortura. Hans Reiter hace el amor con su novia y luego aprendemos que él mató a su compañero en el hospital y se vuelve un fugitivo de la policía militar. Decide cambiar de nombre y recuerda que cuando fue prisioero de guerra su única distracción fue el recuerdo de un pintor italiano. En honor a aquella época y al pintor italiano, Hans comienza a escribir novelas bajo el nombre de Benno von Archimboldi. Sus libros son un éxito, pero él vive al margen, oculto. El hijo de su hermana Lotte, emigra a EEUU, donde finalmente los negocios lo llevan a trasladarse a varias ciudades: Phoenix, Tucson, y al sur de la frontera, en Santa Teresa. Su nombre es Klaus Haas. Allí es acusado de los crímenes. Su madre parte a rescatarlo de la prisión mexicana.
El resto ya lo pueden adivinar. Por mi parte, al igual que todos, el cansancio ha abatido. Al final aparecen todos los personajes, avanzando lentamente hacia el público como espectros, como muertos que salen de sus tumbas en Halloween.
Es la 1.30 de la mañana y cae el telón. Ovación. Sí, el público aplaude enérgicamente y ¡de pie! Yo mismo aplaudo con vigor. El maratón teatral llega a su fin. El éxito es rotundo. La gente aplaude a rabiar para felicitar a quienes hicieron posible la magnifica puesta en escena, y para no dejarse amedrentar por los terroristas que casi lograron cancelar Aviñón 2016.
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