Una reforma necesaria, entre muchas otras
Piñera tiene ante sí no sólo la enorme y sorpresiva tarea de coordinar la reconstrucción de Chile, sino que aún debe proseguir con lo que se espera de él: acotar el Estado, agilizarlo, y, más encima, recuperar el crecimiento.
Si el presidente de Chile es además listo (lo es), se propondrá desde ya dar continuidad a su cuatrienio, para lo cual debe comenzar cuanto antes a promover a una nueva generación de políticos para que ofrezcan continuidad a su programa en la próxima contienda electoral, y así lograr que la estadía de los actuales inquilinos de La Moneda sea un plan concreto y a largo plazo, susceptible de ser refrendado o rechazado por el electorado, ya que de seguro el actual presidente no querrá ser recordado como el artífice de un mero paréntesis en la historia de Chile, producto de un inescrutable exabrupto de un electorado con una debilidad por la social-democracia, sino como un líder reformista. Para revitalizar a su sector político --si es que cuenta con tal cosa--, Piñera tiene varias labores que desempeñar, como si acaso lo que ya lleva en su bandeja fuese poco. El país necesita cambios profundos en la manera en que organiza su política y en cómo elige a sus representantes para administrar las cuestiones de la república. El activo presidente debe implantar cambios que reformen el anquilosado sistema político que nos dejó Augusto Pinochet, y una de las principales y más simbólicas reformas que el país demanda es el facilitar el voto de los chilenos residentes en el extranjero. Felizmente, Piñera ha acogido esta petición, tradicional baluarte de la izquierda. Y si la iniciativa es presentada al país en el discurso del 21 de mayo, habrá que ponerse de pie y aplaudir.
Se esbozan otros cambios: un sistema de primarias, reformas a la creación de partidos, inscripción automática y voto voluntario. Nuestro sitio prefiere que no haya inscripción "automática", ya que nos parece preocupante que el gobierno llegue y nos inscriba, como si fuésemos un rebaño manejable a voluntad de quien ostenta el poder. Es preferible que antes de cada elección, quien desee registrarse, lo haga. Luego se borran los antecedentes, para así evitar bochornos como la venta de datos que perpetró el Registro Electoral. Ojalá que a alguien se le ocurra organizar las elecciones un día laboral y que no tengan que arruinarnos el fin de semana con una votación, que es sagrado, y menos aún sufrir la odiosa ley seca en la víspera de una elección. Preferiríamos también que no hubiese balotaje en enero. Nos gustaría eliminar ese instrumento de opresión llamado "carné de identidad", que es un insulto a la privacidad de los individuos. Chile Liberal añora reformas al sistema binominal. Pero por ahora, las reformas debiesen reflejar lo que realmente quiere el electorado, y nada mejor que dar vuelta una página horrorosa de la historia nacional y reconocer que si un chileno astronauta pisa la Luna o Marte sigue siendo ciudadano chileno, y por lo mismo, tiene derecho a voto en Júpiter, Venus, Argentina o EEUU.
Si Piñera quiere ser presidente de una derecha conservadora moderna, como la que vemos en la alianza liberal-conservadora en el Reino Unido, debe continuar con su agenda reformista. Este 21 de mayo será una buena oportunidad de saber qué derecha desea fundar.