domingo, 19 de noviembre de 2006

M. Bachelet en The Economist: El sueño latinoanoamericano




Estimados lectores,


Ya llegamos a fin de año y es hora de analizar lo que fue el 2006 y prepararnos para el 2007. La prestigiosa publicación liberal británica The Economist ha invitado a nuestra presidenta a plasmar en sus propias palabras su visión sobre el panorama latinoamericano. El pasado, presente y futuro son analizados por Michelle Bachelet y extendemos la invitación a ustedes para comentar en Chile Liberal las opiniones de la pesidenta.
El Movimiento Liberal Progresista sigue su labor de Oposición al actual gobierno, pero no escondemos nuestro orgullo ante la invitación por parte del influyente The Economist a la presidenta, quien ha compartido tribuna junto a otras figuras de renombre mundial como la Canciller Alemana Angela Merkel y el Líder de la Oposición Británica David Cameron, entre muchos otros.

En estos momentos estamos preparando la traducción de otros
artículos de The Economist. Sigan atentos a este espacio de debate y
reflexión.

Saludos,

Movimiento Liberal Progresista



Michelle Bachelet, presidenta de Chile, destaca dos grandes desafíos que hoy enfrenta América Latina: justicia social e integración regional.

A veces parece haber desaparecido el optimismo generado por la llamada tercera ola de reformas democráticas en América Latina. Mientras que hace una década se percibía el comienzo de una nueva era gracias al crecimiento económico y la nueva estabilidad democrática, hoy en día la información que comúnmente aparece en Europa y Norteamérica se enfoca más que nada en las crisis económicas o en el surgimiento de una nueva izquierda latinoamericana. Si este es un cuadro injusto o poco exacto, son los latinoamericanos y sus lìderes políticos los encargados de cambiarlo. Podemos empezar por superar dos desafíos pendientes: lograr justicia social y reforzar la integración regional.

Primero abordemos los conceptos errados. Es una realidad innegable que el año 2006 ha sido un año excepcional para la democracia en América Latina. Se efectuaron diez elecciones presidenciales, prueba concreta de la voluntad popular por consolidar las instituciones democráticas. Las economías regionales continúan en expansión y exhiben un superávit comercial junto con menores tasas de probreza.

Sin embargo, las democracias estables requieren no sólo de una institucionalidad sino además de una actividad política de calidad. Los resultados de los sondeos de opinión muestran bajos índices de aprobación hacia las instituciones esenciales de una democracia consolidada, tal como los parlamentos, partidos políticos y poder judicial. Los políticos y las instituciones cuentan con niveles bajos de legitimidad.

Pero éstos también pueden interpretarse como signos positivos. Incluso las elecciones más reñidas no han afectado las instituciones democráticas fundamentales, éstas continúan funcionando con normalidad en gran parte de la región. Además hemos presenciado acontecimientos de muchísima importancia simbólica durante este último tiempo. Hace cuatro años Brasil eligió un líder sindical como presidente del país. Hace un año Bolivia eligió un presidente indígena lo que constituye un hito de enorme importancia en dicho país y también para toda la región. Y, con mucha modestia, cabe destacar que Chile ha elegido por primera vez una mujer para ocupar la primera magistratura lo que también significa un gran paso adelante para su país.

Por otro lado, los gobiernos encabezados por los presidentes Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Evo Morales han llevado a algunos analistas a notar el surgimiento de una nueva izquierda latinoamericana. Sin entrar en detalles sobre qué constituye el concepto de izquierda (ni tampoco de nueva), es un hecho que todos estos gobiernos, cada uno a su manera, expresan un grado de frustración sobre la incapacidad de las fórmulas anteriores para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos.

En más de alguna ocasión mi propio país se ha sentido atraído por distintos modelos de desarrollo que prometieron igualdad o crecimiento, o ambos. Mientras tratábamos de proteger estos modelos abstractos perdimos de vista el objetivo principal que era lograr resultados positivos para todos.

La izquierda de hoy continúa trabajando en busca tanto de justicia social como también de crecimiento. Nuestra tarea es asegurar que los programas económicos estén al servicio de la gente y no al revés. Las decisiones que tomamos al diseñar nuestras políticas públicas no pueden ignorar el hecho de que la desigualdad sufrida en América Latina es una de las mayores del mundo. Al mismo tiempo, el pasado nos enseñó que la igualdad no se logra de la noche a la mañana. Primero tenemos que crear las condiciones necesarias. Algunos lo llaman igualdad de oportunidades para competir, por lo mismo es que nuestra preocupación debe enfocarse en lograr que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a las mismas oportunidades y en este punto proporcionar las herramientas que permitan la competencia. Esta es la igualdad que procuramos, y es aquí, en áreas como educación, salud y acceso a tecnologías, donde los gobiernos tienen un papel que desempeñar.


Un contienente conectado

Los planes que intentaron la intergración regional muchas veces perdieron el rumbo en medio de retóricas y objetivos grandilocuentes pero poco realistas. Una vez más nos encontramos con que primero debemos abocarnos al trabajo duro y primario antes de aspirar a las metas ambiciosas. No construiremos una América Latina integrada de la noche a la mañana, pero dicha tarea es posible y es nuestro deber. El comercio regional y global no es un juego donde unos ganan para que otros pierdan. Podemos conseguir acuerdos bilaterales o multilaterales y, al mismo tiempo, reforzar los vínculos regionales para asegurar una presencia creciente en la economía globalizada.

En Chile mientras buscamos nuevos mercados y firmamos nuevos acuerdos de libre comercio con nuevos socios como China, también hemos aceptado la invitación de la Comunidad Andina. Más aún, esperamos que se produzca un proceso de gran dinamismo a partir de la convergencia entre el Mercosur y el resto de las economías sudamericanas. El objetivo va más allá de mejorar el comercio dentro de la región, sino que además esperamos modernizar la infraestructura necesaria para la integración física, conectando las costas del Pacífico y Atlántico para expandir el comercio con los mercados del Asia-Pacífico, Europa, Norteamérica y el resto del mundo.

De las lecciones del pasado hemos aprendido que la unión hace la fuerza. Por este motivo es que la integración es de vital importancia para una región formada casi en su totalidad por economías pequeñas o medianas. De las lecciones del presente hemos aprendido que los sueños sí son importantes, y que el pragmatismo no es dañino cuando está orientado a mejorar la felicidad y el bienestar de los pueblos. Parece trivial, pero es un concepto fundamental. Nuestros propios padres fundadores, los próceres de nuestra independencia, compartieron estos mismos sentimientos: sabían que no hay libertad sin democracia, y no hay democracia sin unidad. A medida que nos acercamos al bicentenario de nuestras repúblicas, incluida la de mi país, seguimos conscientes y esperanzados de que, aunque aún no lo alcanzamos, sí es posible lograr el sueño latinoamericano.


Traducido por el Movimiento Liberal Progresista

4 comentarios:

Chile Liberal dijo...

ANÁLISIS
Como decíamos en la presentación, nos enorgullecemos de que Michelle Bachelet opine en The Economist. Pero muchos de sus planteamientos suenan a historia archiconocida. La novedad que aporta puede resumirse en dos: las lecciones que aprendió la izquierda, y la calma que espera transmitir a Europa y Norteamérica frente al advenimiento de la “nueva izquierda latinoamericana”.
La izquierda, al menos la facción que Bachelet simboliza, reafirma su compromiso recién adquirido con el libre comercio y con los valores de la democracia occidental. Esto se debe, sin lugar a dudas, al accionar de la derecha liberal chilena durante todos estos años. Si este es el ideario que comparte Bachelet con personajes como Kirchner o Lula, no estamos convencidos, ni tampoco ofrecemos el beneficio de la duda. Otros como Chávez o Morales personifican el neopopulismo latinoamericano al cual debemos seguir oponiéndonos y no creemos que haya renununciado a los postulados de la izquierda tradicional. La admiración hacia Fidel Castro representa el triste resabio de tiempos peores y un recordatorio de que falta mucho para cantar victoria.
La presidenta dice que, en efecto, necesitamos una política de calidad. Nos queda clarísimo que ella misma lo plantea como un anhelo y no como una realidad. ¿Es posible mejorar la política regional con los neopopulistas? No es posible integrarse con Kirchner y sus espectáculos energéticos ni con el carácter amnésico de los acuerdos que le da a los acuerdos internacionales. No es posible la integración física cuando se carga con impuestos los pasos fronterizos. La hostilidad a los empresarios chilenos es otro signo desalentador. La “alianza estratégica” de Bachelet, su visita a Buenos Aires al comienzo de su mandato responde más a un anhelo de integración que no tiene fundamentos reales. Kirchner ES un neopopulista (ya estamos preparando un artículo al respecto).
Los problemas con Bolivia son de larga data. La absurda pretensión de salida al mar no sólo es impracticable sino que es la eterna excusa de la deficiente elite política boliviana que culpa de todos sus males a Chile, y se niega a aceptar que el libre comercio y la actividad privada son los únicos medios que le permitirán traducir sus inmensos recursos energéticos en dinero. Bachelet declara que estos gobiernos son la respuesta al “grado de frustración sobre la incapacidad de las fórmulas anteriores para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos”. Ella se refiere a un supuesto fracaso de las economías de mercado en el contienente. Lo curioso es que el libre mercado no se ha aplicado correctamente en ningún país de la región. El bochornoso incidente entre Evo Morales y Petrobras, por ejemplo, representa los serios errores de concepto que aquejan a los neófitos del libre comercio. El resultado, para variar, fue varios trabajadores muertos en violentas jornadas de protesta. ¿Es posible que se siga culpando a la libertad económica?
En cuanto a las aspiraciones libertarias de nuestros próceres independentistas, hay consideraciones que no podemos soslayar. Primero, Chávez y su cruzada bolivariana no han hecho sino una mofa de mal gusto de los valores que inspiraron al libertador. Las constantes alteraciones a su propia constitución han abierto el camino para que Chávez gane la reelección en diciembre y así logre enquistarse en el poder por lo que será al menos 14 años al final del próximo mandato. Estamos una vez más frente a un presidente vitalicio, al más puro estilo de los mandases africanos. ¿Es esta anormalidad aceptable en una democracia occidental? Añadamos el carácter circense de sus declaraciones, y creo que estamos ad portas de otro fracaso latinoamericano. ¿Por qué Bachelet no fue categórica y no votó en contra de las pretensiones chavistas en la ONU (tal como lo hicieron las democracias occidentales y Norteamérica)?

Competencia y libertad
La presidenta ha usado la expresión “levelling the playing field” para reafirmar su compromiso con una sociedad que se beneficie de la competencia libre. Un guiño a uno de los baluartes del liberalismo. Sin embargo, la presidenta ha caido en perogrulladas. Sí, igualdad de oportunidades, pero.... ¿cómo? ¿Va a adoptar la modalidad de notas de crédito y privatización de la educación, como hemos propuesto en este espacio? Ver: http://chileliberal.blogspot.com/2006/10/educacin-problema-socialista-solucin.html

Corrupción, el elefante en la habitación
Hay temas que brillan por su ausencia. Otros que brillan por los eufemismos que se usan para distraer el lector. Presidenta, recuerde, esto es The Economist y los lectores son liberales.
Nuestro continente es famoso no sólo por la desigualdad, sino por la corrupción. ¿Alguien vio la palabra “corrupción” en alguna parte? No, pero esto fue el eufemismo:
(...) bajos índices de aprobación hacia las instituciones esenciales de una democracia consolidada, tal como los parlamentos, partidos políticos y poder judicial. Los políticos y las instituciones cuentan con niveles bajos de legitimidad.

Si bien es mejor lavar la ropa sucia en casa, entendemos que la situación es incómoda. Lula, por ejemplo, no sólo es un líder de los trabajadores, sino que es uno más de los mandatarios corruptos de la región. Peor aún, él dice no saber nada al respecto. Si bien su alcoholismo es un secreto a voces, la falta de confianza que inspira quedó manifiesta en las serias dificultades en su reelección. Un presidente como Lula, rodeado de cleptócratas, ya no puede seguir usando el recurso de “yo no sabía nada”.
Lo que nos trae de Brasilia de vuelta a Santiago de Chile. El país se ha visto inmerso en la peor crisis de corrupción de su historia republicana. Bachelet dice en el artículo que “no hay libertad sin democracia, y no hay democracia sin unidad”.
Sí, presidenta. Pero recuerde que no hay unidad cuando no actuamos de manera enérgica y decidida ante la corrupción. Y por tanto, no hay democracia, hay corrupción, y no hay igualdad, ni hay crecimiento, ni nada.
Michelle Bachelet lleva apenas ocho meses en el cargo. No sólo tuvo falencias avergonzantes para nombrar un equipo de colaboradores, sino que apenas unas semanas habían transcurrido cuando debió proceder a los ajustes de gabinete. Después se fue al tacho de la basura la alianza estratégica con Kirchner y la excesiva suavidad para tratar el tema generó resquemores ya que el abastecimiento energético y la seguridad del país quedó en ascuas. Un grupo de niñitos pelusones que querían andar gratis en el transporte público desencadenó una crisis educacional sin precedentes. El manejo descuidado de temas complicados en nuestra sociedad ultraconservadora como la PDD fue un tema que a esta altura parece una nimiedad frente a la corrupción rampante. La predecible reaccción, nombrar comisiones, nos lleva a concluir que seguimos gobernados por buenas intenciones, pero poca capacidad.
El sueño latinoamericano era simple, el año 2010 íbamos a ser un país desarrollado. El año 2010 probablemente tengamos una revolución en Venezuela, otro descalabro económico en Argentina, otra crisis en Bolivia... esto más bien parece una pesadilla latinoamericana. Y en Chile, Ricardo Lagos Escobar prepara su candidatura.

Anónimo dijo...

Don Carlos:

¿Tiene usted ensayos o libros (ebook) de John Rawls?

SECOBIN, Gestión de Riesgo Financiero y Comercial dijo...

Estimado Luis,

John Rawls es considerado el "filósofo político más importante del siglo xx". La publicación de su "Teoría de la justicia" en 1971, revolucionó en profundidad la filosofía política contemporánea, e influyó notablemente en la teoría social, la ciencia política, el derecho y la economía normativa;
su obra, ampliamente discutida y comentada incluso más allá de los
ambientes académicos, ha marcado un antes y un después en la reflexión sobre la justicia —especialmente la justicia distributiva— y, en general, sobre el diseño institucional de las sociedades democráticas avanzadas.

La lectura de la Teoría de la Justicia es un paseo por una construcción intelectual perfecta. A Rawls se le etiqueta como un teórico liberal, con todas las contradicciones del término tanto en Europa, USA como en nuestro propio país. Se dice que "Rawls era «liberal» en muchos y buenos sentidos: defendía la prioridad de la libertad y del individualismo moral como puntales básicos de
cualquier idea admisible de la justicia, así como la neutralidad de ésta frente a las diversas concepciones del bien que puedan existir en una sociedad plural
(esto es, abogaba por la tolerancia moral y la «prioridad de lo justo sobre lo bueno»). Sin embargo, en cuestiones de justicia social o justicia distributiva, las posiciones de Rawls no tienen nada que envidiar a las del socialdemócrata más izquierdista; e incluso se mostró, en más de una ocasión, partidario de la desobediencia civil o de algún tipo de «socialismo de mercado» que realizase una justa distribución de la propiedad de los medios de producción. El suyo era un liberalismo igualitarista, muy alejado del liberalismo propietarista o del anarcocapitalismo defendido por su colega de Harvard Robert Nozick
(curiosamente fallecido también este mismo año) o por F. A. Hayek".

Su obra merece ser estudiada y analizada dadas las enormes ventanas que nos abren a opciones de mundos nuevos.

Tenemos algunos ensayos que podriamos hacerle llegar en formato word o pdf. Sin emabrgo, solo la lectura de su texto cumbre podrá darle la real dimensión de este formidable pensador.

Saludos afectuosos

Nelson Rojas Ruiz

Anónimo dijo...

¿Cuál derecha liberal chilena? Si en Chile hubiera algún partido liberal, de derecha o izquierda, encantado lo votaría. Pero un católico conservador como Piñera, rodeado de desechos del pinochetismo, no es "liberal". Allamand que votó por la perpetuación en el poder de un tirano ladrón y asesino, menos.