sábado, 29 de octubre de 2011

¿Quién podrá ser el líder de la Oposición?

El ex ministro de finanzas de Chile, Andrés Velasco, es el mejor preparado para liderar la Oposición al gobierno de Sebastián Piñera

En el programa Tolerancia Cero de la semana pasada, el vocero de gobierno nos dice que han entrado en contacto con varios personeros de la Oposición, pero que ninguno tiene el peso suficiente para lograr acuerdos. Este vacío es una de las muchísimas taras institucionales que exhibe la chapucería constitucional ideada por Jaime Guzmán, y que de algún modo debemos remediar. Un país democrático requiere de una Oposición fuerte y constructiva, que sea una alternativa al gobierno y que, cuando sea necesario, llegue a acuerdos.

El sistema chileno es, como sabemos, un ultrapresidencialismo con anfetaminas en que la Oposición es una pantomima, es como un espantapájaros que está ahí para que los pajaritos crean que hay alguien, pero en el fondo no hay nadie. La idea es que el gobierno proceda sin contrapeso. Lo dramático es que, efectivamente, en la Oposición sólo hay liliputienses políticos. Aún exangüe, sumida en un interminable búsqueda interior, la coalición que debiese servir de dique al Gobierno no da pie con bola, y la ciudadanía se encuentra en ascuas, aturdida y enrabiada ante un Gobierno debilitado y una Oposición inexistente. 

A Chile Liberal le gusta el sistema parlamentario, y cuando comience de verdad el debate sobre una nueva Constitución, nuestra propuesta será a favor de recuperar la república parlamentaria —que alguna vez fuimos—, inspirada en el parlamentarismo británico. En el parlamento es donde deben contender ambos, Gobierno y Oposición. En vez de montar un patético show cada cierto tiempo con las famosas interpelaciones parlamentarias, debiésemos institucionalizar el choque entre las autoridades de gobierno y la Oposición tal como ocurre cada miércoles en Westminister con las famosas "Preguntas al Primer Ministro", una feroz contienda en que cada miembro del gobierno debe replicar a las críticas que le formula el "gabinete en las sombras", o el gabinete opositor. Es decir, el bloque opositor debe formar un gabinete alternativo cuya función es poner a raya al Gobierno y estar preparado para asumir el poder. El peso de liderar la Oposición recae en un líder que, como los ministros de su "gabinete en las sombras", recibe un sueldo especial para cumplir su labor. Si no convencen que su alternativa es mejor que la del gobierno, el electorado entonces no votará por ellos, sino que continuará apoyando al gobierno. Es evidente que un sistema presidencial exhibe demasiadas falencias en comparación a uno parlamentario.

Hemos visto últimamente un interesante intercambio entre el precandidato presidencial Andrés Velasco —hasta ahora, nuestro favorito para ganar la próxima elección— y el ministro Cristián Larroulet —un ultraconservador que encarna los desaciertos ministeriales de Piñera—. Pero esto ha ocurrido en el epistolario de El Mercurio, donde Velasco incluso se saca la chaqueta y le ofrece un duelo en otro lugar (la versión intelectual de "te espero a la salida"). Preferiríamos que el ex ministro, un tipo bien formado, ilustrado, sereno y astuto, cada semana hiciera añicos con agudas preguntas a Sebastián Piñera, y que éste último, a su vez, increpara de vuelta a Velasco por lo hecho (y no hecho) en el gobierno anterior, y que esto ocurriese institucionalizadamente en el Parlamento, semanalmente, con la ciudadanía como espectadora, transmitido todo por TV e Internet para discusión abierta. Pero esto no ocurre, sino que hay que andarse inventando instancias de debate.

Nuestro sitio ya solicitó anteriormente a Andrés Velasco que se lanzase como candidato. No ocurrió así, y la Concertación, en un triste burdel electoral, recauchó a Eduardo Frei pensando que el ex presidente ofrecía el cambio que tanto se añoraba. Al final votamos por Piñera con gusto. ¿Que iba a quedar la grande? Pues que quede, es hora de ejercitar todos nuestros músculos democráticos, y abrazar las crisis: es necesario dar uno o dos pasos atrás para avanzar tres o cuatro. Nunca hay oportunidades si no hay crisis.  

Por su parte, Velasco avanza a paso firme, y los perros ya ladran. ¡Qué buena señal! Es una incongruencia culparlo por la derrota de la Concertación. El gobierno de Bachelet terminó con una altísima aprobación ciudadana, malamente se puede culpar al hombre de las finanzas por la derrota de la Concertación, que en realidad fue por el error de postular a Eduardo Frei haciéndole un mariconeo sin precedentes a Marco Enríquez-Ominami. 

Velasco tampoco fue el autor de la "traición" a los pingüinos. Los estudiantes lograron lo que pedían, abolir la LOCE,  y el dinero de los excedentes del cobre fue puesto en el chanchito, lejos de las manos de los populacheros que de otro modo nos habrían dejado en pelotas ante la enorme crisis que estalló el 2008 y que aún no culmina. Es cierto que hemos retomado el crecimiento y el empleo ha bajado, todo esto es mérito del gobierno de Piñera y nos alegra que su gestión cumpla con las expectativas, pero reconozcamos que fue posible entrar rápidamente a la fase expansiva del ciclo porque el gobierno anterior entregó las finanzas del país con un modelo contracíclico que funcionó bien gracias a Velasco.

El ex ministro debe trajar sus debilidades. La más evidente, es que no tiene calle. Nunca ha ganado un puesto por escrutinio popular, pero esto es mejorable. En una democracia sana, la presidencia es la coronación de una carrera política que incluiría concejalías, alcaldías, luego puestos en el parlamento, nominaciones ministeriales y una senaduría, todo esto antes de pensar en gozar del honor de presentarse como candidato a la más alta magistratura. En Chile, Bachelet fue presidenta siendo ¡apenas concejal! Su gran mérito fue ser nominada ministra, no lograr terminar las filas en el sistema de salud y posar sobre un tanque. El currículum de Velasco en este aspecto es tan breve como el de Bachelet, pero al menos cuenta con un plus extraordinario que es saber al dedillo el tejemaneje de las finanzas del país. La cuestión es como sacarlo del tecnicismo académico al liderazgo político, pero puede ponerse a sus espaldas la bien engrasada maquinaria política de la Concertación, que si se pone a su servicio, lograría volver a La Moneda. Pero aparte de sus debilidades, Velasco exuda modales presidenciables, ofrece cierto aire distante que la ciudadanía agradecerá luego de las payasadas de Piñera.

En fin, Velasco es, como dicen los gringos, "un seguro par de manos". Si es capaz de explicarle o no a la señora Juanita lo nefasto de la inflación, eso da lo mismo, porque la señora Juanita confía en que el tipo sabe. Ha planteado buenas críticas y sus instintos sociales están en las coordenadas correctas. Velasco goza de impecables credenciales en el mundo académico y de la economía política. La Concertación no puede ser tan idiota como para nuevamente recauchar a un ex presidente, esta vez Bachelet, y hacernos pasar gato por liebre. Velasco es el experto tras bambalinas, y ahora, ser él mismo quien lidere desde el frente de batalla, y no cuchicheando al lado del trono, es el desafío que enfrenta. Pero creemos que tiene la capacidad de lograrlo para imponerse a otros precandidatos de la Concertación en una primaria que esté a la altura de nuestra cultura política.

Hace años pedimos darle una oportunidad a Piñera, cuando recién se perfilaban las elecciones pasadas. Luego pedimos nominar a Velasco, y se nos desoyó. Ahora que, más que nunca en las últimas décadas, se necesita un líder opositor potente, Chile Liberal quiere ver a Andrés Velasco tomando las riendas de la Oposición. Y si lo hace bien, habrá que empezar a pensar cuál serían nuestros encargos para su eventual futura presidencia.

sábado, 22 de octubre de 2011

No diga "nacionalización", diga "robo"

Es una falacia el "nacionalizar" el cobre.
Déjà Vu

Una de las exigencias estrella que vociferan los jerarcas del Politburó estudiantil —la Confech— es decretar la desarancelización de la educación universitaria y, por consiguiente, costearla mediante una reforma tributaria que contemplaría la "nacionalización del cobre", el principal recurso natural de Chile. En vista de que esta proposición es falaz, Chile Liberal en el presente post desea impugnarlo, haciendo varias precisiones y acotaciones para encausar la discusión y mitigar la extraordinaria entropía reinante.

Lo primero que debemos declarar es que es engañoso esto de "nacionalizar" el cobre. El cobre es chileno y el país ya aplica regalías a quienes explotan este recurso natural. La cúpula estudiantil se confunde, así como también la ciudadanía se turba. Lo que realmente tiene valor no es el cobre en sí, que no pasa de ser un mineral depositado en yacimientos. En estado natural, no tiene prácticamente ningún valor, sino que lo adquiere cuando se emplea maquinaria para extraerlo, cuando se asigna capital humano para efectuar las faenas, cuando se procesa, se transporta en vehículos, y se construyen caminos y puertos para exportarlo. Nada de esto, o muy poco, es chileno. Todo el trabajo aplicado es posible gracias a la inversión de capitales en la explotación de este recurso. Y los capitales, tanto en dinero como en expertise, han sido normalmente extranjeros.

Para entender lo anterior veamos un ejemplo práctico. Los dueños de La Escondida —mayor mina de cobre del mundo—, inviertieron en Chile US$ 5,64 mil millones, es decir, todo ese dinero ingresó a Chile (como foreign direct investment) sin que antes existiese, lo que ya es en sí entrada pura de capital que beneficia extraordinariamente al país. Este movimiento de capital, más la llegada de especialistas (capital humano) son los que realmente permiten que el cobre pueda ser exportado. Desde luego que es una falacia, una ilusión, el creer que toda la infraestructura que han desarrollado los dueños de Escondida —BHP y Rio Tinto principalmente— pertenecen a Chile. Lo que es chileno es el cobre, pero nada más.

Lo segundo a considerar es que como país, Chile por supuesto que cobra una regalía ("Participación en los ingresos o cantidad fija que se paga al propietario de un derecho a cambio del permiso para ejercerlo") a los inversionistas de La Escondida, y es legítimo que así sea. Tácitamente, Chile le dice a los dueños "ustedes explotan mis recursos gracias a que yo brindo la estabilidad politica y económica para que en calma puedan realizar su actividad, y a cambio, yo les cobraré un impuesto". Si esta situación no se produjese, desde luego sería imposible explotar el cobre por lo tanto el intercambio sería imposible: Chile no recibiría la inversión ni cobraría regalías, ni los inversionistas percibirían utilidades. Para ejemplificar: los hidrocarburos en Bolivia son inexplotables porque el país presidido por Evo Morales es un caos y nadie se atrevería a invertir US$ 5,64 mil millones allí, por miedo a perder toda la inversión. En el caso de Chie, BHP Biliton y Rio Tinto no sólo están obligados legalmente a pagar a Chile las regalías, sino que éticamente también ya que su trabajo sólo es posible gracias a que Chile genera las condiciones para que así sea.

En virtud de lo anterior, cuando los voceros de los estudiantes —más los sindicalistas y sectores menos ilustrados de la sociedad— rasgan vestiduras por las pingües ganancias que obtiene la gran minería y exigen que se "nacionalice" el cobre, ni siquera correspondería a una expropiación de lo que no es chileno, sino constituiría un mero robo. Si esto es lo que quieren, pues entonces bien, pero díganlo así, tal cual, que quieren que Chile arrebate la industria del cobre, tal como lo hizo Allende en 1971 con la venia unánime de la decadente clase política. Noten que Allende no compró la infraestructura minera a sus dueños (lo que sería chilenización del cobre, como efectuó Eduardo Frei Montalva), sino que lisa y llanamente la usurpó, siguiendo la ola mundial de "nacionalizaciones" (!) que sufrió EEUU en los 60 y 70, principalmente en Medio Oriente con toda su inversión petrolera, en que estos países también decretaron que las inversiones de EEUU en realidad eran de ellos. Pero desde un punto de vista conceptual, si al afectado no se le paga una justa compensación, esto no pasa de ser un atraco perpetrado por parte de un Estado a un inversionista.

Si esto es lo que quieren, o sea, robar, no esperen que Chile conserve sus impecables credenciales como país confiable en los negocios. Chile Liberal, por el contrario, cree que debemos ser celosos en el respeto a los derechos de propiedad, tanto de los más pobres que han sido saqueados por los ejecutivos de La Polar, como de la preciosa inversión que recibimos de los grandes inversionistas extranjeros. Del mismo modo que queremos bajar el IVA para no castigar los derechos de propiedad de los más vulnerables, este sitio se opone a jugar con los derechos de propiedad de cualquier otro, sea la señora Juanita pagando IVA por comprar un paquete de spaghetti y un tarro de salsa de tomates o BHP Biliton aportando inversión extranjera directa.

domingo, 9 de octubre de 2011

Confech: Rumbo a ninguna parte

La Confech se ha dado un balazo en el pie

Pero el problema se soluciona negociando

Después de 5 meses de forcejeos, se llegó a un punto de quiebre: el Soviet Supremo de los estudiantes exige (porque no "demanda", sólo "exige") que el Estado le pague la educación universitaria a todos los que entran a las universidades tradicionales, incluyendo los más ricos. El gobierno —en cambio— ha propuesto que las universidades sigan cobrando pero que los pobres reciban becas y la clase media una combinación de becas y préstamos a tasas bajas. Para un observador imparcial es evidente que la postura del gobierno es sensata, y la de la cúpula estudiantil es estúpida.

Los mandamases de los estudiantes no han negociado hasta llegar al mejor acuerdo posible a partir de dos posturas opuestas sino que tiraron del mantel y patearon la mesa, y luego unos pocos salieron a manifestarse nuevamente por la Alameda, en un recorrido no autorizado, ante lo cual la fuerza policial actuó, como debe ser. La líder logró su objetivo de aparecer mojada por el carro lanzaguas en la portada de los periódicos, de modo que ahora puede aparecer como la "víctima de la represión". El gobierno no ha hecho sino lo que hace cualquiera que conozca de negociación: les ofrece una zanahoria y les da un latigazo.

Al fin y al cabo, haciendo abstracción de todo lo demás, si se fijan bien el asunto se reduce a que los jerarcas de los estudiantes finalmente pelean para que el rico estudie gratis.

Y ahora, ¿qué?
Hay muchos estudiantes —la inmensa mayoría— que sí marcha y protesta de buena fe y realmente exige legítimamente que termine el "Transantiago educacional" de préstamos usureros que se convierten en un lastre de por vida. Esos estudiantes se merecen respeto. Pero la cúpula estudiantil más el autodesignado jerarca del sindicato de profesores han defraudado esos jóvenes de buena fe que jamás han militado en partido alguno y no tienen interés en un forcejeo con el gobierno sino que desean una pronta solución para volver luego a clases y seguir con los estudios que ellos eligieron por vocación. Marchar y protestar y apuntar con el dedo a un gobierno de derecha no es necesariamente la vocación de la mayoría de los estudiantes, como sí lo es de la señorita Vallejo, el señor Ballestero, y el profesor Gajardo (del de la UC no hablo porque es un Don Nadie, un mero tonto útil)

Como dijo este sitio anteriormente, la Confech no es parte del problema: es el problema. De todos los escenarios posibles siempre han optado por el más estúpido que es seguir el paro marchando sin negociar. ¿Lograrán algo? Nada.

Por la boca muere el pez
Hagámosle un fisking a la señorita Vallejo para demostrar sus errores:

"hubo un diseño concertado por parte del Gobierno para que esta mesa de trabajo no prosperara".
Falso. Ella instó a romper el diálogo al que la invitó el propio Piñera. Acá al aludir a un "diseño concertado" evidencia una proyección sicológica en otros su pensamiento interior, porque está claro que su agenda era boicotear el diálogo, de otro modo, aún estaría en la mesa negociando quiénes pueden clasificarse como "ricos" y "clase media" para que la cobertura sea la mayor posible en el sistema de becas. No hizo nada de eso sino que mandó la negociación a la cresta.

"Se nos cerraron las puertas y eso hay que recalcarlo aquí. No fuimos nosotros los estudiantes los que quisimos romper con esta mesa, sino que fue el mismo Gobierno porque no tenía la capacidad política ni la voluntad de atender las demandas de la gran mayoría del país"
Y dale con aducir que la "gran mayoría del país" la apoya, evidente falacia ad populum. Debe demostrar su punto, y para ello, no se puede esgrimir a la mayoría como razón. Nadie puede asegurar que está en lo correcto porque la mayoría está de su lado. Además, la gente sí apoya a los estudiantes en la medida que Chile Liberal y todos queremos que termine el abuso, los aranceles disparados y la proliferación de carreras, pero de ahí a que la universidades tradicionales deban ser gratis mañana es una cuestión que difìcilmente "la gran mayoría del país" apoya, algo que esta muchacha insiste e insiste en machacar como monjo tibetano recitando un mantra para así de algún modo disimular su carencia de argumentos. Porque argüir que "la educación debe ser gratis para todos porque es un derecho" es , más encima, una falacia de argumento circular.

El Soviet Supremo de los estudiantes, en representación de ellos mismos, ha emitido una resolución en que confirman que se acabó el diálogo y han convocado a nuevas marchas y movilizaciones. Seguirán bailando con Thriller de Michael Jackson, continuarán las batucadas y las pancartas. Si quieren seguir, sigan.

Pero educación gratis para todos no habrá ni debe haber porque si en algo debemos gastar dinero es en educación preescolar y primaria, y luego en secundaria. Ahí hay niños que no pueden elegir, y sus padres pueden ser el principal obstáculo para educarlos por lo que intervenir ahí es fructífero. Educación universitaria gratis no tendrán ni deben tenerla. No es un derecho la educación universitaria sino una elección personal y vocacional por parte de un adulto. Es un non sequitur que su costo debe socializarse porque el primer beneficiado es el futuro profesional, en segundo lugar se beneficia la sociedad. Por eso, sí se sigue que el primer beneficiado sea el primero en pagarla. Socializar el costo de la educacón superior es una sirvengüenzura.

jueves, 6 de octubre de 2011

... and one last thing. El adiós de un ícono


 
Steve Jobs, 4 de febrero 1955 - 5 de octubre 2011
Emprendedor, visionario, revolucionario, inventor, genio y mago


Les invito a leer, Homenaje a un genio


Hasta siempre, Steve.

sábado, 1 de octubre de 2011

5 de octubre de 1988: El triunfo de la sensatez

Una burda estrategia para aferrarse al poder terminó por hundir a la Junta Militar

Desde esta tribuna hemos argumentado que es legítimo que civiles organicen una milicia con el fin de derrocar a un tirano. No obstante, desde una perspectiva consecuencialista cabe preguntarse, ¿vale la pena proceder así?

El 5 de octubre de 1988 Pinochet intentó mañosamente perpetuarse en el poder dándose un aire de legitimidad electoral a través de una argucia política conocida como "Plebiscito de 1988". Luego de pulverizar la casa de gobierno en 1973 y de usurpar la presidencia del país, a poco andar ocurrió algo predecible: la Junta Militar se engolosinó con el poder y se asignó a sí misma la tarea mesiánica de refundar el país instaurando un sistema ultrapresidencial con visos teocráticos y de raigambre conservadora, aunque bajo un barniz democrático. La idea era mostrarse ante la comunidad de naciones civilizadas como un gobierno más que sólo hizo el trabajo sucio e inevitable, pero que era una válida alternativa de gobierno. Para lograrlo, se sometería a un plebiscito, el cual manipularía a su amaño para ganarlo.

En todas estas maquinaciones, desde el inaceptable enquistamiento en el poder pasando por el fraude de su Constitución y luego la campaña por el Sí, la derecha fue su cómplice. En vez de exigir el inmediato retorno a la democracia, eligió irse a la cama con el dictador y calló ante las tropelías, facilitando que Pinochet se volviese loco proclamándose él mismo Presidente de Chile, llegando incluso a inventarse el cargo de Capitán General. La primera movida fue la Constitución de 1980, la segunda fase de su maquiavélico esquema era plebiscitar el gobierno y, con artimañas varias, continuar gobernando el país hasta completar, si es que hubiese triunfado el Sí, un cuarto de siglo en el poder, hecho sin precedentes en nuestra historia.

Homenaje a la Concertación
La verdad es que al mirar por el espejo retrovisor uno siente deseos de ponerse de pie y aplaudir a la Concertación. Después de años de atropellos del régimen militar, descuartizando, ejecutando por la espalda, exiliando, relegando, exonerando, deteniendo arbitrariamente, sometiendo a civiles a la justicia militar, torturando, censurando, mintiendo e intimidando, es entendible que el Partido Comunista haya llamado a la insurrección armada para derrocar la dictadura. Pero fue la civilidad la que se impuso, y el método elegante y racional llamado "Acuerdo Nacional", con la oposición del comunismo, fue lo que posibilitó al final seguirle el juego a Pinochet y esperar pacientemente hasta torcerle el brazo. Varios en la derecha moderada también entendieron que este acuerdo era la forma de hacer prevalecer la democracia, sea cual sea el resultado.

Hoy, la señorita Camila Vallejo y el resto de los estudiantes sólo tienen palabras de desprecio contra la Concertación, como incluso lo hizo el joven Francisco Figueroa cuando en CNN Chile recrimina a Sergio Bitar acusándolo de "vender al estudiantado a la banca". Bitar ofuscado y dolido lo llama "pendejo", "yo trabajé en el gobierno de Allende, estuve preso, fui exiliado". Claro, es que estos jóvenes comunistas de hoy ignoran que si fuese por el Partido al cual pertenecen, hoy no estaríamos en democracia, o al menos con la posibilidad real de conformar una, sino que nos habríamos despedazado en una guerra de guerrillas. Lo que la Concertación logró fue una cuestión ejemplar: sin odio, sin violencia, devolver al país a lo que ha sido su tradición: gobierno civil elegido por sufragio, con respeto a las libertades civiles e individuales.

El Acuerdo Nacional, y en particular la Concertación, representó lo mejor de Chile. Hoy parece increíble que se haya logrado, pero fue posible. También muchos en el propio gobierno militar ya tuvieron bastante como para entender que Pinochet era un enfermo. No fue sino años después en que el general Matthei, miembro de la Junta Militar (padre de la actual ministra del trabajo) contó lo que realmente ocurrió en aquellos cruciales momentos cuando la dictadura conoció los cómputos: Pinochet decreta que todos los poderes recaen en él y desconocería los resultados, decretaría estado de sitio y las tropas saldrían a las calles. El plebiscito era una estrategia que no podía fallar, y si fracasaba, entonces un autogolpe salvaría la situación.

Un abortado Autogolpe, una tensa noche del 5 de octubre, y un país dividido 
El resto de los comandantes en jefe se enfureció, el jefe del Estado Mayor sufrió un infarto. El país aguardaba temeroso los resultados que no llegaban y se  temía lo que decía el chiste: "Si gana el Sí, sí me quedo; si gana el No, no me voy". Sólo se evitó el autogolpe porque al final, por inverosímil que parezca, en el seno de la propia dictadura le dijeron a Pinochet que ya está bueno ya, que el pueblo dijo que NO, que las fuerzas armadas gobernando no era normal y que llegó la hora de irse a casa. El mundo miraba preocupado a ese pequeño país que estaba a punto de lograr lo increíble: transitar pacíficamente, no como bestia, de una dictadura a un gobierno normal. Las siguientes palabras de Matthei son elocuentes:

"El Presidente les contestó que "si algo andaba mal" sacaría las tropas a la calle, daría órdenes de establecer una cadena nacional y solicitaría el estado de sitio (...) Sus disposiciones para ese día consultaban rodear la ciudad con blindados y vigilar las embajadas a fin de evitar que los comunistas se refugiaran en ellas".

"La Fach estaba conectada con la sala de cómputos que habíamos visitado en La Moneda (...) Pero a eso de las siete de la tarde se desconectó el terminal y nos quedamos sin información oficial".

"Merino y yo le hicimos ver (a Pinochet) que era necesario ser realistas, que habíamos perdido (...) En seguida expresó que estaba dispuesto a sacar las tropas y "barrer con los comunistas" si fuese necesario".

"Yo contesté inmediatamente a su comentarios: "A mis generales no los puede echar. Si quiere, écheme a mí". "Usted sabe que no puedo", me dijo. "Entonces a mis generales tampoco", le dije. "¿No cuento entonces con la Fach?", insistió, y le respondí: "Cuenta con ella, Presidente, siempre y cuando mantenga la sensatez. No estamos dispuestos a salir a la calle (...) Entonces —reclamó Pinochet— quiere decir que, como siempre, tendré que hacer las cosas solo, con el Ejército".

"Estábamos por terminar cuando Pinochet nos dice: "Bueno señores, ahora firmemos el acta". Nos miramos y le preguntamos de qué acta nos estaba hablando. "Del acta de la reunión", contestó (...) Cuando llegó a mis manos, vi que en virtud de ese documento le entregábamos todas nuestras atribuciones al general Pinochet, quien podría actuar sin consultar a las instituciones (...) Lo pesqué y lo hice pedazos".

La supuesta "campaña electoral" del plebiscito fue una pantomima. El gobierno gastó cuantiosos recursos en la campaña del ministerio del Interior "Sí, somos millones" —más de algún amable lector de Chile Liberal se acordará porque todos contestaban "Pero no huevones!!"—, en que la TV nos mostraba las maravillas del gobierno y luego invitaba a votar Sí. Al NO le dieron sólo 5 minutos en la franja política, y que con varios capítulos censurados y algunos arrestos, fue épica y llamó a no dejarse engatusar por la campaña del terror, en que las fuerzas de Pinochet insistían en que si ganaba el NO el país se desangraría en una guerra civil. Cabe destacar que uno de los prominentes partidarios del NO y uno de sus financistas era un conocido simpatizante de la Democracia Cristiana, un señor que ya veía en aquellos años la posibilidad de aspirar a la presidencia pero sólo podría lograrlo si Pinochet, obviamente, perdía el plebiscito. El nombre de este sujeto es uno que suena bastante por estos días: Sebastián Piñera.

Luego de los tensos momentos esa noche, en la madrugada siguiente se entregó el cómputo final que mostraba que el país claramente rechazaba esa forma autocrática de gobernar y que volvía a lo que siempre había sido, una nación democrática. No estalló ni la guerra civil ni empezamos a comer chancho chino, sino todo lo contrario.

Una de las víctimas del Plebiscito fue el liberalismo. Confrontados ante la decisión de continuar con una dictadura u optar por la democracia, uno pensaría que no hay en realidad mucho que pensar. Desgraciadamente, el liberalismo chileno siempre vivió una contradicción vital. Unión Liberal Republicana y elementos moderados del Partido Nacional conformaron una plataforma moderada de Oposición a Pinochet, no obstante muchos otros prefirieron apoyar la tiranía. No obstante, el liberalismo en masa se inclinó hacia el NO. Como consigna Wikipedia, uno de los dirigentes liberales de la época encara a los "liberales por el Sí":

O ignoran los fundamentos ideológicos del liberalismo, lo que conllevaría a una irresponsabilidad tremenda o pretenden aprovechar el enorme apoyo del gobierno (militar) a los que le dan el Sí.

Renovarse o morir
Todo lo anterior ya debe quedar en los libros de historia. Una generación entera ha nacido en democracia y desconoce por completo lo que a algunos nos marcó a fuego en nuestra niñez o juventud, no tanto quizás por lo que realmente ocurrió, sino al ver cómo nuestras propias familias y grupos de amigos se dividían y afloraban los rencores y las descalificaciones. No puede ser que por quien gobierne el país toda una nación intercambie epítetos, y hemos fallado en darnos cuenta que la nueva generación ya se instaló, ya son adultos, tienen derecho a votar, quieren vivir en el país que queríamos, pero seguimos arrastrando las divisiones de antaño. 

En Chile en estos momentos miles de jóvenes exigen un cambio, nos piden que demos vuelta la página. El país ahora necesita urgentemente que la Concertación termine de actuar como chiquilla malcriada y que haga una Oposición decente. El ex coordinador del NO ahora es presidente —a todo esto, gobierna con los que votaron por el Sí— y no logra contener los reclamos que vocifera la ciudadanía que después de 20 años del "pacto de la transición" —en que aguantamos todas las cortapisas y amarres que puso la dictadura desde la noche del plebiscito hasta que abandonó el poder en 1990—, y es hora de mostrar que la civilidad prevalecerá. Demostremos que somos un país en que, como dijo un angustiado Piñera el 21 de mayo pasado, "los violentistas nunca tendrán la última palabra".

Es hora de reinventar la Concertación y para eso no traigan de vuelta a Bachelet, por favor, sean sensatos y renuévense. Nacieron para hacer transitar al país de la dictadura a la democracia. Lo logramos. Ahora definan para qué existen, cuál es su mission statement, y dejen que la nueva camada de líderes tome las riendas.