Buena onda la Nueva Constitución de mi mami |
Rumbo a la República Plurinacional Bolivariana de Chile
Como medida desesperada ante la crisis de credibilidad que afecta al gobierno y a la oposición, la Presidenta convocó, en un estilo típicamente noventero, a una "comisión". Ésta le entregó sus reflexiones a la mandataria pero ella falló estrepitosamente al no hacer un mea culpa taxativo, sin matices. Apenas expresó unas perogrulladas sobre la probidad, declaró que cometió errores (como si no lo supiésemos) y difuminó sus faltas en la primera persona plural "nosotros".
Desgraciadamente la Presidenta reincide en su bobería y por cadena nacional ha anunciado nada menos que una Nueva Constitución.
Aún desconocemos el paradero de los millones que se procuraron su nuera Natalia y su hijo Sebastián (el cara de huevón en la foto arriba). El ministro Peñailillo realizó algunas oscuras asesorías a SQM las cuales permanecen bien guardadas en su computador (según él, algo que no consta a nadie). La Nueva Mayoría, tanto sus designados como sus elegidos, siguen ahí, pagados por el pinochetismo. Pero nada de esto importa. Ahora, la redacción de una nueva Carta Magna es la excusa perfecta para rehacer todo y así lograr que todo siga igual.
Lo más probable es que este costoso y laborioso ejercicio produzca un legajo repleto de derechos sociales públicos, gratuitos y de calidad, tan absurdos de fiscalizar como ridículos de financiar e imposibles de hacer valer.
We, the people...
Con apenas 4400 palabras, la Constitución de EEUU puede colgarse en las paredes de las escuelas y los edificios de gobierno, o en cualquier parte accesible para los ciudadanos. No por nada, la obra de los Padres Fundadores es junto a las pirámides de Egipto y los Jardines Colgantes de Babilonia una de las obras más extraordinarias de la especie humana. Su magia radica en su carácter minimalista, su brevedad. Estremece por la la belleza de lo que dice tanto como por sus silencios ensordecedores.
Pero la Constitución gringa no ilusiona a los asambleístas. Todos sabemos que la inspiración de la Asamblea Constituyente son el Comandante Chávez, el cacique Evo Morales, el compañero sandinista Daniel Ortega, y otros intelectuales de esa talla. Con más de 60 mil palabras, nadie en su sano juicio entiende la Constitución Bolivariana de Venezuela, sólo sabemos que permite una autocracia como la de Maduro (que ya pasó a Podrido).
En el mejor de los casos, el trabajo de estos señores pasará de la curiosidad a la irrelevancia, y luego a la mofa, para acabar en el desprecio. Defraudará a unos y a otros, y será ratificada en un referéndum con una votación magra. Todo ese desgaste para cambiar apenas tres o cuatro cosas. ¿Por qué no mejor ahora cambiar las tres o cuatro cosas que sabemos deben cambiar con celeridad?
Al final, los que fueron elegidos con boletas truchas seguirán ahí, el hijo y la nuera seguirán disfrutando sus millones (¿o qué hicieron con la plata?), el ministro Peñailillo seguirá con sus estudios fondeados en el computador, y el primer día de promulgada la Constitución ya sabremos cuál será la consigna: necesitamos otra Constitución.