Pero ya parece un país cualquiera
⎯ "Anarchy in the UK", Sex Pistols
Keep Calm and Carry On |
Nuestro sitio emitió su voto a favor de la opción Leave. Dijimos que traería consecuencias negativas, pero que luego, cuando se calmen los ánimos, las bolsas y los mercados se adaptarán al nuevo escenario, como siempre lo hacen. Después del brexit el Reino Unido buscará la manera de acceder al mercado común, y cuando los viejos que votaron Leave empiecen a morir, la nueva generación, que votó Remain, se unirá a Europa con entusiasmo.
¿Por qué si hay tanto caos, ataques xenófobos, histeria colectiva y desplome de la moneda Chile Liberal ⎯amante de la calma⎯ sigue creyendo que el Leave fue lo mejor? La razón es simple: porque hay un déficit democrático que es insoslayable, y que justifica plenamente el brexit. ¿Cuál es este déficit democrático?
Unelected bureaucrats
Una de las quejas más comunes en la opinión pública británica es una cuestión de máxima importancia, tanto para la democracia parlamentaria más antigua del mundo, como para democracias imperfectas (como la chilena). Los británicos se quejan de ser "gobernados por burócratas no elegidos", los famosos "eurócratas", vale decir, los burócratas de la Comisión Europea, entre Bruselas y Luxemburgo.
En una democracia se debe cumplir un requisito fundamental: la legislación debe ser propuesta por un ejecutivo elegido por votación, no designado a dedo, y aprobada por un legislativo, también elegido.
Respecto a los unelected bureaucrats de los tanto que se quejan en la isla, invito a los lectores de Chile Liberal a consultar esta página de fact checking. Es un tanto exagerado declarar que Europa es gobernada por burócratas, lo que sería equipararla con la Unión Soviética, que efectivamente era un país gobernado por burócratas (por eso no se necesitaban elecciones, y las pocas que habían eran una farsa). Los británicos están conscientes de que su democracia es una de las más antiguas del mundo, que ha servido de inspiración para muchas otras, y toda esta tradición no puede arruinarse viéndose sometidos a un gobierno estilo soviético. Pero mucho hay de cierto en todo esto.
Para comprender mejor este punto ayudémonos del idioma francés, que con sus exquisitos giros y sofisticadas formas, ilustra esta cuestión. En la lengua de Molière existen dos términos: los élus, o sea quienes ocupan un cargo designado por votación popular, y los fonctionnaires, es decir, los empleados públicos.
La democracia francesa, o cualquier democracia, sólo acepta que grandes políticas, planes y proyectos sean iniciados por los élus, por ser ellos depositarios de la voluntad popular, gozan del mandato para iniciar sus decisiones y cuentan con ⎯he aquí el quid del asunto⎯ le legitimidad para ejecutarlas.
Por otro lado, son los fonctionnaires los encargados de implementar y llevar a cabo las políticas iniciadas por los élus. ¿Se entiende o no? Sería anómalo que los funcionarios comenzasen a tomar decisiones por su cuenta. Constituiría una falta a la democracia. Los funcionarios son designados según reglamentos. No cuentan con un mandato para iniciar nada. Todo lo que hagan, por más loable que sea, sería ilegítimo.
En este mismo saco caben los tecnócratas, los expertos, y en fin, cualquiera que no haya sido elegido mediante una elección. (En rigor, la Unión Soviética era un país dirigido por tecnócratas.)
Los funcionarios son removidos de su cargo por faltas administrativas o incumplimiento de sus deberes según los reglamentos establecidos, pero normalmente están ahí mucho tiempo. Una buena democracia debe disponer de excelentes funcionarios, profesionales y dedicados. En cambio, los elegidos ocupan su cargo un tiempo limitado, ya que deben regularmente someterse al escrutinio popular, para ser reelegidos o bien ser apartados de su cargo. Los elegidos se deben ante todo a sus electores, ante ellos responden, ante ellos rinden cuenta.
El déficit democrático de la Unión Europea
Algo que empelota a los británicos es comprobar que las decisiones de enjundia en la UE las toma la Comisión Europea, que es en el fondo un organismo con miembros designados, es decir, son funcionarios, no elegidos. El jefe de la comisión es Jean Claude Juncker, un tipo que no sólo amenazó a los británicos antes del referéndum sobre el brexit, aliénándolos aún mas, sino que hace gracias como llegar borracho a las reuniones.
Los súbditos de la Reina se preguntan: ¿por qué el presupuesto de la UE es administrado por burócratas por los que no hemos votado? ¿Quién carajo eligió, votó, o vio en campaña alguna vez al borracho Jean-Claude Juncker? De hecho, "¿De dónde salió ese huevón?", se pregunta Chile Liberal. Ni pico idea, la verdad.
Quizás las decisiones que tome la Comisión sean hermosas, atingentes, muy prácticas y maravillosas. Pero para el elector británico, carecen de legitimidad. ¿Para qué tenemos el Parlamento en Westminster entonces, si las leyes superiores las manda un curagüilla en Bruselas?
Para los alemanes esto no es grave porque para ellos lo importante es que se tomen buenas decisiones. Y ellos confían en la Comisión y toda la galaxia de instituciones europeas. Es decir, los alemanes justifican la UE mediante un razonamiento kantiano, mientras que los británicos exigen un método utilitarista milliano (de John Stuart Mill).
Por esto es que los británicos consideran que su cultura política es ajena a la tradición europea continental. Alemania es una democracia joven, de hecho, en su forma actual existe apenas desde 1989, luego de la caída del Muro. Los británicos en cambio viven en una democracia desde siempre, su país nunca ha sido invadido y han vivido siglos ininterrumpidos de democracia.
Cualquier persona hoy puede ver la maravillosa serie Yes Minister, de un humor satírico so British, que justamente examina la conflictiva relación de un ministro, Jim Hacker, un tipo que viene a imponer sus políticas (en Reino Unido los ministros son elegidos), con los funcionarios y burócratas, principalmente Sir Humphrey, éste último cabecilla de un fortín en donde se desbarata toda la legislación que quiere imponer el ministro. Así, en la comodidad de su TV, sin perder años en una escuela de gobierno, en el Reino Unido han repasado lo esencial de una democracia y en qué consiste la gobernanza de un país.
Los eurócratas deben en estos momentos empezar a reformar su sistema para que al menos el brexit sirva de algo, y no sólo para enriquecer a los especuladores en Mayfair. Perfeccionar y reformar la UE es ahora la condición necesaria para su sobrevivencia. Si se logra, no nos quedará sino agradecerle a los súbditos de la Reina de haber logrado, por la fuerza, que la UE sea gobernada por depositarios de la voluntad popular.