⎯ "London Calling", The Clash
El Primer Ministro David Cameron abandona el poder, injustamente, por la puerta angosta
Atrás queda el día del referendum sobre la permanencia o retirada del Reino Unido de la Unión Europea. "Le Royaume-Uni quite l'Europe", fue lo primero que vi esa mañana en BFMTV, el principal canal francés de noticias, antes de tomar desayuno. Normalmente voy a la panadería, me traigo una baguette y unas viennoiseries, me preparo un café au lait, y después enciendo la tv. Religiosamente veo media hora de noticias. Debe ocurrir algo muy importante para prender la tele a primera hora, y que más aún, en Francia no hablen de otra cosa sino de lo que ocurre Outre-Manche. El viernes 24 de junio de 2016 así fue, y no es para menos, ya que la jornada ha sido descrita como el día que puede cambiar para siempre al Reino Unido. Y como escribí en este blog, los británicos abandonaron la UE, y como indiqué, el Primer Ministro renunciaría.
Para los chilenos esto es completamente fuera de norma. ¿Un personero político renuncia porque perdió? Habitual en las islas británicas, inédito en la larga y angosta faja. Nuestros líderes jamás pierden. Si tuviesen un PM chileno (no sería conservador sino ultra-conservador), habría dicho que el 49% de votos fue un triunfo porque los políticos chilenos siempre ganan, independiente de los resultados. "Nos decían que perderíamos por gran diferencia, pero este 49% demuestra la gran aceptación del electorado, es un triunfo", habrían dicho. Todos los tontos útiles, lisonjeros, buitres y amigotes del líder lo felicitan por su derrota-triunfo. Es normal porque en Chile los partidos son un club de compadres y no instituciones profesionales.
La cultura británica exalta la divisa de "entereza en la derrota, humildad en la victoria". Con una calma y dignidad encomiable, David Cameron frente a 10 Downing Street, escoltado por su esposa, admitió la derrota e inmediatamente anunció su renuncia al cargo. "El país necesita otro capitán para esta nueva etapa", declaró. Luchando por mantener la costumbre inglesa del stiff upper-lip, en un momento ya no pudo más y soltó un lagrimón. Vaya que comienza una nueva etapa. Los británicos, país de navegantes históricos, zarpan rumbo a aguas desconocidas. No veo porqué ahora deban temer.
En la elección general anterior votamos por Posh Dave y el Partido Conservador, lo que nos valió bastantes críticas, algunas muy injustas. Hicimos en aquel momento un resumen de su trayectoria (invitamos a leer el post, para no explayarnos ahora). Sólo repasemos brevemente: Cameron reconstruyó el exangüe Tory Party luego de décadas de derrotas. Declaró que su referente es Winston Churchill, no Maggie. Aplastó al todopoderoso Nuevo Laborismo, sepultando la Tercera Vía. Para capear la crisis económica impuso el plan de austeridad más salvaje visto en Occidente, y los resultados positivos están a la vista. Auspició el matrimonio homosexual, entre muchos otros logros. Fue, en resumen, un líder excelente.
Elevándose por sobre la terrible guerra civil en su conglomerado, se comprometió a zanjar para siempre la cuestión de problemática relación de amor y odio entre su país y la Unión Europea. El ala euroescéptica más tenaz ya se había escindido y formado el UKIP. Para conservar la unidad y evitar la hemorragia, Cameron sólo podría acceder a la jefatura conservadora ofreciendo un plebiscito, el cual se comprometió a ganar con una fórmula simple: declarar un fuerte euro-escepticismo para apaciguar a los exaltados en sus filas, luego ir a Bruselas a negociar más concesiones, volver de Bruselas con las concesiones bajo el brazo, y convocar al referendo diciendo "hey, chicos, miren, nosotros obtenemos lo que nos conviene de la UE, sigamos en el bloque, ganaremos incluso más".
El hombre antes ya había sometido a referendo la cuestión escocesa, de la cual salió airoso. Se decía que la independencia de las Highlands desintegraría al Reino Unido, lo que Cameron evitó. Fue un éxito rotundo.
Pero atrás queda la recuperación económica, la rehabilitación del Partido Conservador (que, mal que mal, es necesario un bloque conserva en toda democracia sana), la solución a la cuestión escocesa. Todo ha sido arruinado ante el fracaso de convencer a la mayoría de los votantes británicos de que es mejor permanecer en la Unión Europea.
En los próximos capítulos iremos desmadejando el embrollo. Por ahora, es sensato aplaudir a David Cameron, un hombre con temple y decisión, el más joven de los Premiers que ha visto la isla, y que antes de los 50 años de edad ya se convierte en un ex Primer Ministro. Su carrera, prometedora, ha llegado a un fin abrupto, pero paradojalmente, predecible.
El tema de Escocia vuelve a abrirse porque allá dieron un sí rotundo a la UE. Un flanco que parecía cicatrizado, Irlanda del Norte, parece abrirse ya que un control fronterizo deberá establecerse en la carretera M1, que era expedita entre Dublín y Belfast: ya parecían un solo país. Vuelve a penar el fantasma de la terrible era de los Troubles. La recuperación económica tambalea ante el posible debilitamiento de la industria financiera en la City.
Su mejor amigo, camarada conservador, ex compañero en el exclusivo colegio Eaton y antiguo alcalde de Londres, el extravagante Boris Johnson, líder "mainstream" de la campaña por la Salida de la UE, se vislumbra como su sucesor.
La audacia lleva a la gloria o al fracaso. Para Cameron, el precio de su audacia ha sido el fin de una carrera política de un líder conservador ejemplar. En perspectiva, debió más bien asumir la posición de Boris: instar a una partida ordenada de la estructura de la UE, y plantear una integración acorde con las velocidades políticas, económicas e idiosincráticas del Reino Unido. Él asume su derrota con entereza, y desde Chile Liberal le damos un aplauso. Ojalá en Chile aprendan también que los errores se pagan así: con renuncias, dando paso a otro capitán.