domingo, 10 de julio de 2016

Brexit post mortem 3 (y final): Inmigración

Panic on the streets of London
Panic on the streets of Birmingham
I wonder to myself
Could life ever be the same again?

Panic on the streets of Carlisle, Dublin, Dundee, Humberside,
I wonder to myself...


"Panic", The Smiths


Nuestro blog no tiene derecho a voto, por supuesto, somos un blog y no una persona, pero emitimos nuestra preferencia por el Leave, anticipamos que no sólo ganaría el brexit sino que además el Primer Ministro, David Cameron, dimitiría. Se cumplió. Dijimos que abría convulsión económica. Se cumplió. Añadimos, inmediatamente, que los mercados finalmente encontrarían el equilibrio: esto está por verse. 

Hemos adelantado muchas cosas e invitamos a repasarlas. Ahora llega el momento de cerrar este mini ciclo para lo cual abordaremos un tema altamente sensible y es la inmigración en el Reino Unido, algo que atañe a todos los países "exitosos" del mundo. Estudiaremos el nexo con el Estado de Bienestar e incluso exploraremos cómo Chile se verá afectado (siendo Chile un país bastante exitoso, la inmigración es un tema cada vez más preocupante).

En el corazón mismo de la UE, como también apuntamos, está el unir a todos los países del Viejo Continente en un destino común para que sea imposible una nueva II Guerra Mundial, donde Europa tocó fondo (y nunca se recuperará). Tres libertades deben cumplirse para integrar a toda la ex "Comunidad Económica Europea" en un proyecto político: libre circulación de capitales, de ideas, y de personas. Sólo puede ocurrir aquello si se eliminan las fronteras y si el comercio se realiza en una moneda común. Los gobiernos, además, deben alinear sus leyes para que el flujo sea expedito y real. 

Económicamente, el euro tiene sentido. Aún recuerdo la era en que después de viajar por Europa uno acababa en los bolsillos con florines, marcos, francos y pesetas. Difícilmente podía haber un intercambio fluido. La moneda común permite además comparar fácilmente. Por ejemplo, una pata entera de jamón "pata negra" en Figures, Cataluña, cerca de la frontera con Francia, puede costar 120€. En el lado francés, cuesta 350€. Por supuesto, para muchos galos es mejor ir a hacer las compras cruzando la frontera. Asimismo, un sueldo mensual de 2.000€ es alto en España, mientras que en Francia es bajo. Esta información disponible de fácil permite a los europeos comparar y ante la desaparición de fronteras, desplazarse y migrar es sencillo.

Acá empezaron los problemas. Porque el Reino Unido, como sabemos, forma parte de la Commonwealth, una mancomunidad de países, desde Zimbabue a Nueva Zelanda, que comparten ciertos valores (herencia post-colonial británica). Los británicos sienten que los australianos son sus primos hermanos, no así los lituanos. La UE le impone al Reino Unido el recibir en sus tierras a rumanos o polacos, porque son europeos, pero no a australianos porque no son europeos, a pesar que tienen un fuerte lazo. Por ejemplo, conocí el caso de una pianista australiana que no pudo renovar su visa para continuar perfeccionándose en un prestigioso conservatorio londinense porque los burócratas de Bruselas quieren marginar a los no-europeos para dar preferencia a los del Continente. Ante esto, los británicos se preguntan si acaso la UE no es una idea completamente estúpida.

Pero el problema es mucho más complejo. Sin preguntarles, los británicos vieron que las reglas de la Comunidad Económica Europea se cocinaban en Bruselas por parte de oficiales no elegidos para proclamar una unión política que, por loables que sean sus intenciones, su legitimidad es dudosa. Peor aún, se comenzó a integrar países del ex bloque comunista en una jugarreta de Bruselas por hostilizar con Rusia. Los "países del Este" son pobres aunque relativamente bien educados, y desde luego sus habitantes aprovecharían la ausencia de fronteras para marcharse del desastre post-Soviético e instalarse en los países ricos del Oeste.

El flujo se descontroló y se volvió inmanejable. La alicaída agricultura británica empezó a contar con abundante mano de obra barata, pero la ineptitud del gobierno ante el gigantismo del Estado de Bienestar no logró satisfacer las necesidades de los contribuyentes, y la calidad y cantidad de las prestaciones sociales comenzó a resentirse, y así también, los británicos empezaron a rechazar a los inmigrantes, a quieres culpan de la degradación de su modelo social.

Veamos luego las cuestiones culturales y de idiosincrasia. Los británicos por ejemplo son gente que jamás se salta una fila, esto todos lo saben. Imagínense al inglés común y corriente que espera la micro en la mañana, y ve que en el paradero que la mitad ahí son extranjeros que se agolpan como salvajes por subir primeros. Él se queda abajo, ve irse la micro y debe llegar tarde porque los extranjeros son vivarachos. O la incapacidad crónica de conductores de muchos países, Chile incluido, de entender cómo funcionan las rotondas, las "roundabouts", llamadas en Francia rond-point à l'anglaise, que existen en la isla más que en ningún otro lugar del mundo. Nuevamente, los ingleses ven esto y se preguntan de dónde carajo salió tanta gente que no aprende a adaptarse, y de hecho, son los ingleses los que deberán aprender a echar el auto encima (en Chile inventamos la rotonda con semáforo, o sea somos huevones al cubo). Pedir permiso para transitar por la izquierda en una escalera mecánica, entre muchas cosas, empiezan a fastidiar.

Los británicos, gente siempre dispuesta a beber generosas cantidades de cerveza, no aceptan muy bien que no les inviten a una después de él haber pagado su ronda en el pub. El local pub y el alcohol constituyen la esencia misma de la sociabilidad en el país. Tampoco comprenden que cada uno se pague su propia pint, lo que se considera altamente descortés. Si bien todo esto puede ser aceptable en Londres, el Reino Unido es mucho más que su capital, y es en el resto del país donde la presencia masiva de extranjeros está cambiando las cosas que antes se deban por sentadas. Los polacos emborrachándose como locos en sus casas, a veces destilando alcohol ahí mismo, causa problemas graves de integración.

Aceptar temporeros búlgaros y no a un cirujano de la India atenta contra la idea misma de lo que los británicos quieren de su país. La prensa sensacionalista, como el Daily Mail, The Sun o el Telegraph, se dedican a vomitar su furia contra Bruselas, y este discurso encuentra acogida en muchos que se sienten extranjeros en su propio país.

En Chile vemos algo similar. Se estima que en unos pocos años habrá un millón de extranjeros. Para un país de 17 millones (vaya uno a saber cuántos realmente somos, gracias Piñi), esto es caldo de cultivo para las odiosidades. Un populista irresponsable, à la Donald Trump, llegará pronto.

El Estado de Bienestar: causando malestar
Pero el gran culpable de todos los males, o casi todos los males, es el Welfare State. El Reino Unido siempre fue una nación exportadora de migrantes, no receptora. Un país que se convierta en destino de inmigración masiva no puede además tener un Estado de Bienestar del tamaño del británico. Se convierte en un imán para la mala inmigración: atrae parásitos.

Los países deben tomar decisiones. En Reino Unido deben decidir si corrigen el Estado de Bienestar y siguen aceptando inmigrantes, lo que sería excelente, o se repliegan en su Little Britain y se ahogan en el asistencialismo.

Estados Unidos desde siempre fue considerado un país exitoso porque atraía gente aguerrida y con ganas de surgir, porque allí, en la ausencia de una red de protección social, cada uno aprende a forjarse su camino. Pero EEUU se convirtió en una social-democracia y hoy vemos cómo decae lenta pero inexorablemente.

El Estado de Bienestar en el Reino Unido, como en otros países europeos, se justificó durante la post-guerra, cuando la sociedad debía ocuparse de los amputados, de los tullidos por la guerra, de las viudas y los huérfanos. No haber creado el Servicio Nacional de Salud británico, el NHS, habría significado una guerra civil en Inglaterra. Esto suele ocurrir. Recordemos que en Chile, a menos de una década de cesadas las hostilidades de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, estalló una guerra civil, en 1891. En el Reino Unido, el precio de la paz fue asegurar atención de salud universal y un ingreso mínimo (el "dole").

Pero la cosa ha cambiado bastante desde 1945. El mundo ya no se divide entre obreros y patrones. El perder el puesto de trabajo no es una catástrofe, como lo era para los trabajadores industriales. Hoy, es parte normal de la vida laboral de todos. Los crecientes costos de la salud vuelven imposible mantener al NHS, algo que saben bien los franceses y alemanes, que ya exigen un copago por las prestaciones de salud. La calidad del NHS es mucho peor que el de otras economías comparables, y con la llegada masiva de usuarios extranjeros, el sistema está colapsado.

El descontento, que es entendible, da paso a la xenofobia. Las agresiones verbales y físicas que se han captado en smartphones dan cuenta de los ánimos caldeados. Por supuesto que es triste ver estas cosas en un país ilustrado. Pueden estar seguros que estas cosas contra los negros o gitanos ocurren mucho más en Hungría o Bulgaria, ya que el racismo es mucho más extendido en países "de medio pelo". 

Por lo mismo, preguntémonos en Chile si ante la oleada de inmigrantes, es necesario continuar construyendo un Estado de Bienestar. Garantizar salud y educación a todos está bien como acto simbólico en el proyecto de Nueva Constitución, pero llevar esto a la realidad es peligroso.

Los británicos no son racistas ni xenófobos. El 51% de quienes votaron Leave no lo hicieron por miedo o desprecio a los extranjeros, sino porque ven que la UE no les permite crear sus propias leyes, e impone reglas de inmigración inadecuadas.

Lo increíble de todo, es que los inmigrantes de hoy tampoco son los mismos de ayer. Cuando los europeos se marchaban a EEUU en el siglo XX lo hacían para comenzar una nueva vida. Hoy, desde las naciones bálticas a Inglaterra se puede llegar en un vuelo de bajo costo, y así también, los inmigrantes se pueden marchar cuando en cualquier momento.

Y peor aún, cuando se incorporó a las naciones del Este, todos los países del Oeste, como Francia y Alemania, levantaron salvaguardias para evitar el flujo masivo de extranjeros, como ya lo hizo Francia para protegerse cuando se incorporó a España y Portugal. 

De los miembros anteriores al año 2004, cuando se extendió la UE al ex bloque comunista, sólo tres países se negaron a controlar la inmigración: Irlanda, que es un país poco poblado con una permanente hemorragia de su migración, Suecia, que siempre ha sido un país abierto (poco seduce un país frío y oscuro con un idioma imposible), y el Reino Unido.

Este es un blog serio. Pero nos preguntamos si al final, no está el Reino Unido, desde un principio, conspirando para destruir a la UE por dentro. No es posible que el tema más explosivo en este referéndum haya sido la inmigración, y que, en el fondo, los mismos británicos hayan decidido abrir de par en par sus puertas, y luego culpar a Bruselas, para terminar por retirarse.

Se alzan voces recomendando repetir el referendum, esta vez garantizando al Reino Unido restringir la cantidad de extranjeros de la Unión que puedan instalarse al país. ¡Pero los mismos británicos se negaron en el 2004!

Es hora de que alguien les muestre la puerta al Reino Unido para que se vayan de una buena vez.

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