Corren tiempos difíciles. Políticas proteccionistas añejas, desempleo y la mortífera estanflación (estancamiento económico e inflación) vuelven cual zombies despertando de sus tumbas, como en el video Thriller de Michael Jackson. Por estos días nadie quiere tener una moneda fuerte que encarece la mando de obra y desincentiva la exportación, y vuelve a la economía menos competitiva. Por ello, para saber si estamos sobrevaluados o no, necesitamos datos duros y fiables, con precisión científica irrefutable.
Ante la necesidad de contar con datos, nada mejor que comparar entre las distinas monedas una misma canasta de productos. Pero en vez de varios productos en una canasta, mejor comparar un sólo producto que en sí mismo contiene varios componentes clave, aparte de mano de obra y rentas. Nada mejor que indexar el precio de un Big Mac alrededor del globo, tomando como índice el precio de un Big Mac en la ciudad de Nueva York. Como todos saben, la idea del Big Mac Index fue creada por The Economist, y a continuación los resultados más recientes (hacer clic sobre el gráfico para ampliar imagen).
En Chile, un sándwich Big Mac cuesta ChP$ 1750 (sólo el sándwich, no el combo). Si consideramos que el tipo de cambio estaba el día que se hizo este preciso estudio a 549, entonces el Big Mac en Santiago cuesta US$ 3,19, mientras que en NYC cuesta $ 3,57. Esto nos sirve para obtener, a partir de un Big Mac, la paridad del poder adquisitivo, dividiendo el precio local por el precio en NYC. Lo que arroja como resultado no 549, que es el tipo de cambio, sino 490. La conclusión entonces es que usando como índice el Big Mac, la moneda chilena está depreciada un -11%.
En Chile, un sándwich Big Mac cuesta ChP$ 1750 (sólo el sándwich, no el combo). Si consideramos que el tipo de cambio estaba el día que se hizo este preciso estudio a 549, entonces el Big Mac en Santiago cuesta US$ 3,19, mientras que en NYC cuesta $ 3,57. Esto nos sirve para obtener, a partir de un Big Mac, la paridad del poder adquisitivo, dividiendo el precio local por el precio en NYC. Lo que arroja como resultado no 549, que es el tipo de cambio, sino 490. La conclusión entonces es que usando como índice el Big Mac, la moneda chilena está depreciada un -11%.
La idea desde luego es seguir por esta senda. Lo último que Chile necesita es una moneda fuerte, ya que los agricultores reclaman. Pero esto también encarece los insumos que el país debe importar. Cuando el dólar cae, los exportadores exigen al gobierno que tome medidas, pero también reclama cuando sube demasiado.
El Banco Central ha anunciado medidas en esta línea y ha bajado la tasa de interés a un escalofriante 0,5%, y así todo no se ve reactivación alguna y el crédito escasea, pero ha ayudado a que el dólar cierre al alza. No obstante, el problema es aún más serio porque si nos fijamos en la paridad de poder adquisitivo según el Índice Big Mac, un dólar no compra 549 pesos, sino 490. O sea el dólar está demasiado bajo, y seguirá así por bastante tiempo.
Esta situación sólo produce incertidumbre, ya que el precio del dólar es esencial en el baluarte del modelo económico chileno: la exportación. Lo que me lleva a concluir que para desarrollar el consumo interno y además terminar con las compras de dólares del Banco Central para satisfacer a los grandes agricultores, afectando el poder adquisitivo de los consumidores chilenos, tenemos que adoptar el dólar estadounidense. Cuando el peso chileno es fuerte, es más barato importar computadores, televisores plasma, automóviles, etc. Los consumidores de Chile no pueden gozar de estos beneficios porque el Banco Central lo impide para que ganen sólo los grandes agricultores. Con la adopción del dólar la situación se normaliza. De paso se termina con ese misterio del tipo de cambio, y aprovechamos de cerrar el Banco Central. Chile debe de una vez entender los beneficios de adoptar como moneda el dólar estadounidense.
Es ahora el mejor momento. A ver si toman el guante los señores candidatos presidenciales Piñera, Frei y Enríquez-Ominami. Y de paso, terminan con sus chimuchinas y acusaciones personales, y empiezan a debatir temas sustanciales.
-----------------------------------------
Nota 1: Mi aversión contra las hambruguesas es visceral, sólo comparables a mi odio contra la iglesia de Roma. Bueno, ya se imaginarán más o menos por dónde van mis gustos.
Nota 2: La estrategia de McDonald's para vender sus Infartos Felices es engatusando a los niños con los Ronald McDonald. El triunfo máximo de Mierdonald's es cuando los padres comienzan a "premiar" a sus hijos llevándolos a sus restaurantes para que sufran ojalá de diabates y colesterol alto en su adolescencia. Una vez crecidos esos niños, recordarán con nostalgia a Mierdonald's ya que evoca recuerdos de días felices en familia, y seguirán consumiendo, y de hecho, llevarán a sus propios hijos, perpetuando el círculo vicioso. Por eso, un buen padre cada vez que pasa con sus hijos fuera de un McDonald's debe pegarles un charchazo (los que vieron Supersize Me lo recordarán).
2 comentarios:
Hello, it's Emilia again. I share your aversion to MacDonald's (I don't care much for hamburgers either; I'm vegetarian in any case, but even "veggie burgers" and "chicken burgers" don't attract me). A good slogan for the animal rights people might be "I'd rather starve to death than eat at MacDonald's" (taken of course from "I'd rather go naked than wear fur").
Are you vegetarian because of the 'animal liberation' thing or is there any other reason?
I'm asking cause I find Peter Singer, arguably the world's most popular vegeterian, a great ethicist and philosopher (although I'm no vegeterian, I find his philosophy extraordinarily consistent).
I was thinlink of posting one article about him.
Publicar un comentario