Andrés Velasco no dejó a nadie indiferente
En el capítulo pasado de Tolerancia Cero, el ex ministro de Finanzas de Bachelet y ahora precandidato presidencial remeció a la clase opinante chilena al tocar un tema tabú: a la hora de nombrar cargos de gobierno, priman los favores y las lealtades personales.
A esto le llamamos clientelismo político, que Wikipedia define como el intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral.
La historia que narró el ex catedrático de Harvard fue breve pero contundente. Antes de asumir como ministro, el senador Girardi le dice que tiene una lista de gente para ocupar cargos en Hacienda. Velasco le contestó que debían postular. Girardi, furioso, le prometió que en el Senado no votaría por ninguno de sus proyectos, como así demuestra el prontuario de votaciones del oscuro senador.
¿Es esta la forma que queremos administrar las cuestiones de Estado? No, por supuesto que no. ¿Es el clientelismo un fenómeno de larga data del cual nadie —hasta ahora— se había atrevido a siquiera mencionar? Sí, lo que es patético. ¿Fue el clientelismo y todas estas malas prácticas lo que derrumbó a la Concertación? Como sabemos, sí.
"Si son buenos, que postulen" / "¿Ah sí? Así nos vamos entonces" |
Michelle Bachelet culminó su gobierno con una alta popularidad. La gestión económica de su mandato también fue elogiada por la ciudadanía. Piñera ganó porque todo lo podrido de la Concertación ya no daba para más. Los políticos y los pañales deben cambiarse con regularidad, y por las mismas razones.
La respuesta del actual Presidente fue el "gabinete de excelencia", que básicamente era gente destacada del mundo privado que implantaría una "nueva forma de gobernar", antítesis de los telefonazos de los caciques en las tiendas partidistas designando a dedo a sus compadres. El Presidente Piñera, depositario él de la voluntad del electorado, elegiría su gabinete conforme a su propio criterio, sin interferencia de operadores políticos.
Esta situación fue anatema para los políticos de derecha, en particular la ultraconservadora UDI, quienes no aguantaron esta "nueva forma de gobernar" y mediante feroces amenazas e intentos de boicoteo, además de escándalos públicos, lograron diezmar la "excelencia" y llegaron bailando ricachá a La Moneda, para ahora ellos gozar de los beneficios que antes sólo fueron privilegio de la Concerta.
Andrés Velasco ha remecido el terreno político al poner el dedo en la llaga, ya que el clientelismo es el elefante en la habitación, el problema que incluso Ricardo Lagos ha reconocido como un lastre que también lo afectó en su momento.
No más clientelismo, please
Un país logra progresar cuando se institucionaliza, cuando es bien gobernado, cuando es regido por leyes e instituciones que garanticen que cada cual no sufra la arbitrariedad de sus pares o del gobernante; cuando cada ciudadano puede gozar del fruto de su trabajo sin que sea confiscado por el Estado, cuando la integridad y la seguridad están garantizadas, cuando se respeta por sobre todo el derecho a propiedad.
Es imposible lograr lo anterior cuando el Estado es administrado por un gobierno clientelista. Baste ver cómo Argentina es gobernada para darse cuenta de lo nefasto de este vicio político, antesala de la corrupción.
¿Le conviene políticamente a Velasco esta disputa con Girardi? A corto plazo, no. Ha ruborizado a sus ex camaradas y ex compañeros de trabajo en el gabinete de Bachelet. Con toda seguridad ha molestado incluso a la ex presidenta y su entorno. Velasco dejó al descubierto las rencillas al interior de la Concertación (la Alianza sólo puede admirar cómo la Concertación mantuvo el orden a pesar de sus enormes conflictos).
Pero Velasco sólo podrá acceder a la presidencia si logra el apoyo de la maquinaria partidista de la Concertación, y estas querellas sólo lo perjudican. Por ahora.
A mediano plazo, se beneficiará. La Concertación necesita estos remezones para por fin entender por qué se fue a la cresta. No fue el neoliberalismo de Velasco. Fueron las malas prácticas de sus dirigentes, que acabaron como meros cacicazgos que degeneraron en el engolosinamiento con el poder. La ausencia de un proyecto republicano, y el conformarse con el puestito y cómo mantenerlo, fueron casi lo único que aglutinaba a la Concertación.
Tus tareas
Andrés Velasco tiene un norme desafío por delante, y es el de mostrarle al país que el vilipendiado "modelo chileno" no es una mera herencia de Pinochet administrada por los políticos de la Concertación, como afirmó el payaso que dirige la Confech.
Velasco es el mejor capacitado de la Concertación, o lo que queda de ella, para explicarle a la ciudadanía que Chile ha progresado enormemente gracias a todo lo que se viene construyendo desde el 11 de marzo de 1990, que muy poco tiene que ver con el capitalismo clientelista de Pinochet (crony capitalism, se llama).
El modelo chileno, que hace a esos marchantes pendejos rasgar vestiduras, ha hecho que el sistema educacional chileno sea el mejor de la región, y que cuatro de las diez mejores universidades sean chilenas, a pesar que Chile es un país relativamente pequeño. ¿Es esto un fracaso? Difícilmente. Además, hemos reducido la pobreza como nunca antes. Los chilenos hoy son más prósperos que jamás antes en la historia del país. Chile está en los primeros lugares de prácticamente todos los índices que cuentan.
Pero el país necesita seguir avanzando.
Urgentemente necesitamos reformas políticas, como eliminar el binominal, algo que Velasco puede lograr sólo si une a la Concertación para derrotar a los zánganos sobrerepresentados de la UDI que se benefician del espurio sistema. Urgentemente necesitamos reformas sociales, como terminar con la discriminación y apoyar el matrimonio homosexual, algo en lo que Piñera sólo avanzó tímidamente. Urgentemente necesitamos acortar la brecha social, lo cual felizmente Velasco ya analizó en profundidad y ha sido el único en dar en el clavo (hablaremos de esto en un próximo post).
Y ahora, más encima, Velasco debe empezar a luchar contra el populismo y las prácticas clientelistas arraigadas en la coalición que debiese apoyarlo, y desafiar a los que quieren seguir barriendo la mugre bajo la alfombra.
En esta arremetida, Velasco nos reveló nuevamente un carácter iconoclasta. Debe seguir así hasta lograr el liderazgo que se merece en la Concertación. Estaremos aquí para apoyarlo.