Comienza el verano septentrional y su consiguiente temporada de asueto, época para leer buenos libros que requieren absoluta concentración. Acabo de terminar Why Nations Fail (Por qué fracasan las naciones), "orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza", libro recomendado por The Economist, analizado en la brillante columna Buttonwood por la misma revista, y con dos páginas de alabanzas escritas por premios Nobel. O sea, un libro imperdible.
Por supuesto que nos rememora del libro fundacional de Adam Smith "La riqueza de las naciones", y sigue en esa línea tratando de entender por qué algunos países son mucho más ricos que otros. Lo destacable de Why Nations Fail es que argumenta, con extraordinaria contundencia, cuáles son las razones por las que los países son pobres. En realidad, todos se preguntan cómo enriquecer, pero nadie se ha cuestionado sobre cómo empobrecer.
La explicación no es ni la geografía, ni la cultura, sino el nivel de institucionalidad de un país. Y no cualquier institucionalidad, sino que una combinación de instituciones políticas y económicas inclusivas, no extractivas, donde se garantice la libertad para que la gente tenga una idea, se proteja esta intelectualmente, y se pueda pedir un préstamo para comenzar un emprendimiento. Las leyes son justas y respetan el derecho de la gente a gozar del fruto de su trabajo. Ejemplos como las instituciones de Norcorea y Corea del Sur son elocuentes. Más aún, el pueblo de Nogales, dividido en dos por EEUU y México. El norte es seguro y próspero, el sur peligroso y pobre.
Este libro nos lleva por toda la historia del mundo, desde las infames instituciones hispanas como la encomienda, hasta comprender por qué Venecia (ya hemos hablado al respecto) fue una nación próspera pero cuyos políticos no crearon una administración inclusiva, llevando a su país a la ruina, hoy sólo conservada como museo al aire libre. Básicamente, cuando una elite ignora su historia y sólo se dedica a conservar el poder, crea las condiciones que fomentan la pobreza.
Lo triste es que en Chile no tenemos instituciones inclusivas, sino diseñadas para que los políticos se aferren al poder, y las leyes tienen como finalidad reprimir, para enseñar la obediencia al mandatario, el cual goza de poderes descomunales. No basta, como sostiene este libro, medidas económicas sensatas, sino lo que realmente marca la diferencia es la calidad institucional de cada país.
Una lectura fascinante que recomiendo a todos los lectores de Chile Liberal. Los dejo con una entrevista de The Economist al profesor Daron Acemoglu, coautor de esta gran obra.
1 comentario:
VIVA EL 28 DE JULIO, FIESTAS PATRIAS
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