sábado, 30 de junio de 2012

El factor Velasco

Andrés Velasco no dejó a nadie indiferente 

En el capítulo pasado de Tolerancia Cero, el ex ministro de Finanzas de Bachelet y ahora precandidato presidencial remeció a la clase opinante chilena al tocar un tema tabú: a la hora de nombrar cargos de gobierno, priman los favores y las lealtades personales. 

A esto le llamamos clientelismo político, que Wikipedia define como el intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral

La historia que narró el ex catedrático de Harvard fue breve pero contundente. Antes de asumir como ministro, el senador Girardi le dice que tiene una lista de gente para ocupar cargos en Hacienda. Velasco le contestó que debían postular. Girardi, furioso, le prometió que en el Senado no votaría por ninguno de sus proyectos, como así demuestra el prontuario de votaciones del oscuro senador. 

¿Es esta la forma que queremos administrar las cuestiones de Estado? No, por supuesto que no. ¿Es el clientelismo un fenómeno de larga data del cual nadie —hasta ahora— se había atrevido a siquiera mencionar? Sí, lo que es patético. ¿Fue el clientelismo y todas estas malas prácticas lo que derrumbó a la Concertación? Como sabemos, sí. 

"Si son buenos, que postulen" / "¿Ah sí? Así nos vamos entonces"

Michelle Bachelet culminó su gobierno con una alta popularidad. La gestión económica de su mandato también fue elogiada por la ciudadanía. Piñera ganó porque todo lo podrido de la Concertación ya no daba para más. Los políticos y los pañales deben cambiarse con regularidad, y por las mismas razones. 

La respuesta del actual Presidente fue el "gabinete de excelencia", que básicamente era gente destacada del mundo privado que implantaría una "nueva forma de gobernar", antítesis de los telefonazos de los caciques en las tiendas partidistas designando a dedo a sus compadres. El Presidente Piñera, depositario él de la voluntad del electorado, elegiría su gabinete conforme a su propio criterio, sin interferencia de operadores políticos. 

Esta situación fue anatema para los políticos de derecha, en particular la ultraconservadora UDI, quienes no aguantaron esta "nueva forma de gobernar" y mediante feroces amenazas e intentos de boicoteo, además de escándalos públicos, lograron diezmar la "excelencia" y llegaron bailando ricachá a La Moneda, para ahora ellos gozar de los beneficios que antes sólo fueron privilegio de la Concerta.

Andrés Velasco ha remecido el terreno político al poner el dedo en la llaga, ya que el clientelismo es el elefante en la habitación, el problema que incluso Ricardo Lagos ha reconocido como un lastre que también lo afectó en su momento. 

No más clientelismo, please
Un país logra progresar cuando se institucionaliza, cuando es bien gobernado, cuando es regido por leyes e instituciones que garanticen que cada cual no sufra la arbitrariedad de sus pares o del gobernante; cuando cada ciudadano puede gozar del fruto de su trabajo sin que sea confiscado por el Estado, cuando la integridad y la seguridad están garantizadas, cuando se respeta por sobre todo el derecho a propiedad. 

Es imposible lograr lo anterior cuando el Estado es administrado por un gobierno clientelista. Baste ver cómo Argentina es gobernada para darse cuenta de lo nefasto de este vicio político, antesala de la corrupción. 

¿Le conviene políticamente a Velasco esta disputa con Girardi? A corto plazo, no. Ha ruborizado a sus ex camaradas y ex compañeros de trabajo en el gabinete de Bachelet. Con toda seguridad ha molestado incluso a la ex presidenta y su entorno. Velasco dejó al descubierto las rencillas al interior de la Concertación (la Alianza sólo puede admirar cómo la Concertación mantuvo el orden a pesar de sus enormes conflictos). 

Pero Velasco sólo podrá acceder a la presidencia si logra el apoyo de la maquinaria partidista de la Concertación, y estas querellas sólo lo perjudican. Por ahora. 

A mediano plazo, se beneficiará. La Concertación necesita estos remezones para por fin entender por qué se fue a la cresta. No fue el neoliberalismo de Velasco. Fueron las malas prácticas de sus dirigentes, que acabaron como meros cacicazgos que degeneraron en el engolosinamiento con el poder. La ausencia de un proyecto republicano, y el conformarse con el puestito y cómo mantenerlo, fueron casi lo único que aglutinaba a la Concertación. 

Tus tareas
Andrés Velasco tiene un norme desafío por delante, y es el de mostrarle al país que el vilipendiado "modelo chileno" no es una mera herencia de Pinochet administrada por los políticos de la Concertación, como afirmó el payaso que dirige la Confech. 

Velasco es el mejor capacitado de la Concertación, o lo que queda de ella, para explicarle a la ciudadanía que Chile ha progresado enormemente gracias a todo lo que se viene construyendo desde el 11 de marzo de 1990, que muy poco tiene que ver con el capitalismo clientelista de Pinochet (crony capitalism, se llama). 

El modelo chileno, que hace a esos marchantes pendejos rasgar vestiduras, ha hecho que el sistema educacional chileno sea el mejor de la región, y que cuatro de las diez mejores universidades sean chilenas, a pesar que Chile es un país relativamente pequeño. ¿Es esto un fracaso? Difícilmente. Además, hemos reducido la pobreza como nunca antes. Los chilenos hoy son más prósperos que jamás antes en la historia del país. Chile está en los primeros lugares de prácticamente todos los índices que cuentan. Pero el país necesita seguir avanzando. 

Urgentemente necesitamos reformas políticas, como eliminar el binominal, algo que Velasco puede lograr sólo si une a la Concertación para derrotar a los zánganos sobrerepresentados de la UDI que se benefician del espurio sistema. Urgentemente necesitamos reformas sociales, como terminar con la discriminación y apoyar el matrimonio homosexual, algo en lo que Piñera sólo avanzó tímidamente. Urgentemente necesitamos acortar la brecha social, lo cual felizmente Velasco ya analizó en profundidad y ha sido el único en dar en el clavo (hablaremos de esto en un próximo post). 

Y ahora, más encima, Velasco debe empezar a luchar contra el populismo y las prácticas clientelistas arraigadas en la coalición que debiese apoyarlo, y desafiar a los que quieren seguir barriendo la mugre bajo la alfombra. 

En esta arremetida, Velasco nos reveló nuevamente un carácter iconoclasta. Debe seguir así hasta lograr el liderazgo que se merece en la Concertación. Estaremos aquí para apoyarlo.

martes, 26 de junio de 2012

Paraguay: "No soy Allende"

La destitución de Lugo ha sido legal y legítima 

"No soy Allende, me voy a mi casa", declaró el destituido Fernando Lugo culminado el juicio express en su contra, y tranquilamente se retiró a su hogar mientras asumía el mando el vicepresidente, Federico Franco. 

¿Ha sido esto un Golpe, como claman las cleptocracias de Kirchner, Morales, Correa y del agónico Chávez? 

No, no lo ha sido. Primero, acá no hubo cambio de régimen. Nadie ha sacado un gobierno para nombrar otro, sino que sólo se ha removido de su cargo a un Presidente acusado de negligencia. Es legítimo que un país acuse a un mandatario de no ceñirse a la ley o de incumplir sus obligaciones, y que proceda a acusarlo constitucionalmente, enjuiciarlo y expulsarlo. 

En segundo lugar, cabe reconocer que el juicio político en su contra no fue prolijo, y deja mucho que desear. No obstante, la institucionalidad paraguaya es débil, por lo que difícilmente podemos ponernos quisquillosos ante los tecnicismos legales. En general, no fue un proceso arbitrario, eso sí podemos atestiguar. 

Atenerse a las consecuencias
Un aspecto que no podemos soslayar es el de la responsabilidad del electorado en una democracia. Cuando un pueblo vota en comicios, hace una elección, nomina a sus mandatarios, y esta decisión —errónea o sensata— debe respetarse hasta las últimas consecuencias. Si la gente se equivoca, debe sufrir las consecuencias de sus propios errores. 

Votar por el "Obispo de los pobres" fue desde siempre una idea completamente estúpida. Los paraguayos, por lo tanto, debieron joderse y aguantar hasta el final el mandato de Lugo, y hacerse cargo de su propia imbecilidad de elegir a un cura promiscuo y populista. No vale esto de arrepentirse a medio camino. Acá rige la doctrina caveat emptor. Y en Paraguay, en principio parecería injusto que las instituciones del país ahora trataran de corregir el error del electorado. 

No obstante lo anterior, el Presidente de una república debe ante todo respetar la ley, y si deja de cumplirla, más allá de lo bueno o malo de su gestión, debe ser apartado de su cargo. Lugo evidentemente falló en mantener el mando del país, lo que fue patente con la matanza que colmó la paciencia de su propia coalición de gobierno y que fue la gota que rebosó el vaso. 

En Paraguay han dado un ejemplo a Chile. Nadie duda que la gestión de Salvador Allende fue pésima, pero lo terrible es que sus errores siempre contaron con la complicidad de la derecha. El punto de no retorno del Golpe Militar lo marcó la usurpación vergonzosa del cobre, que fue votada en el Congreso y aprobada por unanimidad. Después, cuando la situación se volvió insostenible, nunca hubo una acusación constitucional contra Allende. Sólo el polemista ultraconservador Hermógenes Pérez de Arce sostiene aquello, tratando de hacer creer que una mera declaración de los diputados en 1973 tiene el peso de una acusación constitucional. Nunca hubo tal cosa. 

En Chile se removió a Allende de forma cobarde y sangrienta, por parte de la derecha golpista, la misma que hundió al país luego de destruir la economía nacional con el robo descarado del cobre. Paraguay, un país modesto con una institucionalidad enclenque, demostró así todo estar a la altura de las circunstancias. Apenas unas pocas protestas, disuadidas con gas lacrimógeno, fueron registradas. No pasó más que eso. 

Es de esperar que ahora los paraguayos, en las próximas elecciones, decidan un poquito mejor. Por nuestra parte, recomendamos encarecidamente al Presidente Piñera que el Gobierno de Chile pronto reconozca a Franco en su calidad de primer mandatario de Paraguay.

miércoles, 20 de junio de 2012

Privaticen el litio, privatícenlo ahora ya

El Estado de Chile no debe explotar el litio, sino concesionarlo y cobrar regalías

Chile posee alrededor del 40% de los yacimientos mundiales de litio, un mineral cuya demanda ha aumentado más de un 200% debido a su importancia en la fabricación de baterías para celulares y computadores, entre otros elementos de alta tecnología. Y como sabemos, los populistas/ignorantes de siempre llaman a que el Estado se dedique a explotar este recurso. En este post, Chile Liberal sostiene que sería un error brutal el dejar la explotación del litio en manos del Estado.

Soquimich y Sociedad Chilena del Litio (SCL) son los encargados de explotar el mineral en cuestión. ¿Cuáles son los criterios que priman en una empresa estatal? Los mismos que priman en Codelco (que inexplicablemente ha despilfarrado 12 mil millones de dólares sin ninguna explicación plausible), es decir, el clientelismo, los arreglines, los intereses populacheros, que no son sino fermento de toda corrupción y fuente de luchas encarnizadas en los partidos políticos para ocupar cargos en estas empresas a como dé lugar. La consecuencia es que cae la producción, baja el rendimiento, y el país termina creando menos empleos y percibiendo menos recursos.

El Estado de Chile, incapaz de administrar un sistema de transporte público, no puede ni debe de dedicarse a la explotación minera, que es tremendamente intensiva en capital, regida a muy largo plazo y altamente cíclica.

Si queremos seguir el triste camino de Petróleos de Venezuela o Pemex, entonces metamos el Estado. Pero sospecho que tan huevones no somos. Igualmente nefasto sería replicar el "modelo chino" de capitalismo estatista en que el Estado actúa como inversionista o en joint-ventures con privados. Les invitamos a ver The rise of state capitalism, un excelente reportaje de The Economist sobre lo absurdo de estos modelos de inversión en las economías emergentes (lo tengo en PDF para quien lo desee)

La cara del Capitalismo de Estado
   
Fue el sicópata de Pinochet —un socialista de derecha— quien declaró que el litio es un "mineral estratégico no concesionable". Esto es falso y Chile Liberal llama al Presidente Sebastián Piñera a que cree las condiciones políticas necesarias para que los privados puedan invertir y explotar todo el litio que yace en el país.

¿Comete un error Chile al exportar cobre, sin darle valor añadido? Los que conocen a David Ricardo, un teórico liberal inglés, saben que no, por el mismo motivo que a Portugal le conviene más vender vino a Inglaterra para comprarle telas, que si aquel país se dedicaba a producir telas (el ejemplo lo dio el propio Ricardo). Nos referimos, como adivinarán varios, a las ventajas comparativas. Lo más estúpido que puede hacer Chile es no sólo estatizar la explotación de litio, sino más encima, que nos dedicásemos a producir baterías o computadores con absurdas "inversiones estratégicas" del Estado para "fomentar la industria nacional", manida falacia que tanto daño ha causado.

Negocio redondo
El país en ningún caso pierde dinero si concesiona el litio. Primero, recibimos preciosos y cuantiosos recursos bajo la forma de FDI, foreign direct investment, que es platita pura que entra a la economía chilena. Más encima, dentro del país, crea muchos puestos de trabajo directa e indirectamente, lo que tiene un efecto multiplicador. Finalmente, el país cobra impuestos y regalías por las ganancias que perciben los inversionistas. Es decir, sin gran derroche de esfuerzo, Chile al concesionar el litio gana por todos lados.

Un tema esencial es el cobro de regalías (royalties). Algunos se quejan de que Chile cobra poco (5%) en comparación con Australia (30%) o Canadá (12%), países también mineros. Esto es cierto, pero es porque Chile aún es percibido, gracias al nefasto legado del Chacal y su infame dictadura, como un oscuro país bananero que en cualquier momento se va a la cresta. Políticamente inestable, un hervidero social a punto de estallar, económicamente poco fiable, todo aquello representó Pinochet, por lo mismo, para compensar los enormes riesgos, el país sólo podía conformarse con bajas regalías.

Se dice que hemos avanzado, lo que es cierto. Gracias fundamentalmente al hábil manejo de la Concertación, Chile fue recibido en el club de las naciones civilizadas y ha sido catalogado como "business friendly". La democracia chilena se ha consolidado lentamente, la estabilidad política es algo que el chileno aprecia por sobre todas las cosas, el populismo está latente pero se mantiene a raya. El votante chileno es más bien sobrio y sabe que una Kirchner, un Humala, un Chávez o un Morales son irreplicables en Chile. Esto lo valoran todos los que quieren invertir en Chile y están dispuestos a arriesgarse en el país con proyectos de alta inversión de capital y con ganancias sólo posibles a largo plazo, como es la actividad minera.

Las preguntas que ahora debemos plantearnos son: ¿tenemos la estabilidad política de Canadá o Australia? ¿Nuestras instituciones funcionan como en Canadá o Australia, o los inversionistas deben sobornar a los políticos como en Perú, o perderán sus inversiones como en Argentina, o simplemente se les mandará al carajo como en Venezuela? ¿Ofrecemos una fuerza laboral bien educada y con iniciativa, como en Canadá o Australia? ¿Es seguro para los ejecutivos extranjeros el venir a Chile o incluso radicarse con sus familias o deben vivir bajo fuerte protección personal (ya que "protección policial" es inexistente)? ¿Está la infraestructura caminera y portuaria a la altura de Canadá y Australia?

Si las respuesta es sí a estas interrogantes, entonces podemos cobrar más de un 10% como en algunos estados de Canadá, o un 30% como Australia. Aunque noten que mientras en Chile aumenta la diapasón por cobrar más, en Australia cayó un gobierno por querer subirle los impuestos a las mineras, y terminaron bajando los cobros.

sábado, 16 de junio de 2012

Don't Look Back In Anger

Ante las ejecuciones sumarias no hay matices ni contextualizaciones posibles, porque son inaceptables

Los telespectadores de Tolerancia Cero quedamos impactados al ver la insólita apología de Hermógenes Pérez de Arce, un polemista ultraconservador, sobre las atrocidades ocurridas en Chile después del Golpe Militar de 1973. Volvió a la carga con el manido "es que estábamos en guerra". 

Como Chile Liberal ha explicado hasta el hastío, en una guerra nadie hace lo que se le antoja: todo lo contrartio. Los soldados continúan al mando de los oficiales, y éstos al mando de los generales. Según Hermógenes, en una guerra son justificados los crímenes de guerra, como si acaso los Juicios de Nuremberg nunca hubiesen existido. 

Fernando Villegas expresó exasperación cuando Hermógenes declara muy suelto de cuerpo que en Chile siempre ha habido gente que ha acudido a Carabineros a dejar constancia de desapariciones. "No son las mismas circunstancias", replicó el melenudo. ¿Es tan neandertal Hermógenes que cree que si Perico salió a caminar y nunca más volvió es análogo a que Zutano sea detenido por efectivos militares, recluído en un recinto militar, y luego nunca más vuelva a aparecer sin que nadie sea accountable por esta desaparición porque... "estábamos en guerra"?

El asunto de fondo radica en entender qué son las ejecuciones sumarias, por favor ver summary execution en Wikipedia. Ésta se define como "una ejecución donde el acusado es inmediatamente condenado a muerte sin el beneficio de la duda ni derecho a defensa". Noten que no estamos hablando de caídos en combate. No. Sino a gente completamente reducida, luego torturada y ejecutada en Consejos de Guerra, y peor aún, sin que jamás se informase a sus familiares cuáles fueron los cargos en su contra. Ni siquiera se entregaron los cadáveres. 

¿Qué contexto se requieren para cavilar sobre esta barbarie? ¿Qué matices se pueden considerar? ¿Qué situación histórica sirve para entender que a alguien le fracturen todos los huesos y luego le den 44 disparos, muchos de ellos por la espalda? ¿Qué combate cuerpo a cuerpo se libraba cuando un sujeto es amarrado a una parrilla? ¿Qué intercambio de disparos hay cuando un detenido es simplemente ejecutado sumariamente? ¿Qué Consejo de Guerra es capaz de esto? ¿En qué ley marcial se amparan estas monstruosidades? 

El paroxismo de la estupidez vino cuando el polémico ultraderechista trazó un paralelismo con el abatimiento de Osama Bin Laden. El ex líder islamista fue un terrorista reconocido por todas las leyes internaciones, de hecho, su categoría fue la de "enemigo combatiente". Difícilmente pudo ser terrorista Víctor Jara, el niño Anfruns, o Carlos Fariña, de 13 años, cuyas osamentas recién aparecieron el año 2000. Además, luego de abatir en combate a Bin Laden, el presidente Obama —elegido democráticamente, no como Pinochet— de inmediato acudió a las cámaras para explicar el procedimiento ante el país y el mundo. El cadáver de Laden se arrojó al mar no en la clandestinidad de la noche, sino para evitar que se convirtiese en centro de peregrinación, y los mandos a cargo de la operación entregaron todos los detalles al presidente del país. 

En Chile, el mandamás Pinochet jamás entregó explicación plausible sobre los detenidos desaparecidos, todo lo contrario, se hizo el tonto dos décadas, luego se fondeó en la comandancia en jefe de nuestro Ejército y se autodesignó senador para escabullirse de la justicia. Como máxima autoridad jerárquica, correspondía a Pinochet explicar qué ocurrió en los consejos de guerra posteriores al Golpe. Esto jamás ocurrió, ni Pinochet ni la Junta jamás fueron accountable.

Me quedo con algo que dijo Cristián Bofill, panelista de Tolerancia Cero. Cuando Pinochet fue detenido en Londres la gente pudo haber salido en masa a las calles, para celebrar o rechazar. Nada de esto ocurrió. De hecho, en lo personal recuerdo que Pinochet volvió de Londres mientras yo estaba de vacaciones en Brasil, y lo sé porque alguien me preguntó allá y recuerdo haber dicho que me interesaba un comino. Al aquelarre celebrado en su memoria, la asistencia fue bajísima. Pinochet ya pasó a la historia como un maldito, a pesar de los intentos de unos pocos por "matizar". 

Chile, como también mencionó Bofill, ha hecho más de los que muchos creen. Gran parte de los matones del régimen criminal están encarcelados, y la dictadura militar ocupa lugar de privilegio en la enciclopedia de la infamia. La verdad es que en los años 90 escuchábamos Brit Pop, y lo que hiciera ese viejo culiado del Pinocho era cuestión que a nadie importaba demasiado porque era prioritario reubicar al país en la senda de la democracia. Hoy importa aún menos aún, de ahí se sigue la pregunta de Bofill al polemista Pérez de Arce "¿qué sentido tiene un homenaje a Pinochet?". El ex mandamás de Chile debe estar friéndose en el infierno, pero el país ya ha hecho bastante por castigar a los represores, por reparar de alguna forma a los familiares, y por pedir perdón, como lo hizo Patricio Aylwin al asumir la presidencia. 

Vale destacar la integridad del ministro Chadwick, quien admitió los errores del régimen y expresó su arrepentimiento por ser partícipe de un gobierno tan atroz. Hoy, Chadwick es secretario de Estado de Sebastián Piñera, un hombre que en el mismo Teatro Caupolicán, donde se celebró el pasado fin de semana el homenaje a Pinochet, escuchaba el 27 de agosto 1980 el angustiado discurso de Eduardo Frei padre cuando la dictadura ya ponía en práctica su plan maestro para enquistarse en el poder. 

Dejo limpio de polvo y paja al Presidente Piñera, quien siempre fue opositor al Chacal, y si ahora gobierna con los ex pinochetistas, es primero por lo inescrutable de su compleja sicología, y segundo, porque ha modernizado a la derecha, incluso como vemos llegando a redargüirla de sus monstruosidades, y situándola en el camino de los valores republicanos y el respeto a los derechos humanos. 

Es cierto que existen los Hermógenes, pero más importante, es que no nos dejemos llevar por la ira porque también existen los Chadwick, también los Moreira, tal como lo hizo antes un Lavín, y el país continúa avanzando hacia el progreso, y de a poco el nefasto legado de Pinochet se convierte en una advertencia de que nunca más un sector político debe prestar apoyo a un gobierno no elegido. La derecha lo pagó caro con dos décadas fuera del gobierno. Por fin, advierto una derecha que quiere reconciliarse con el país.

sábado, 9 de junio de 2012

Homenaje a Pinochet: La paradoja liberal

Debe ser tolerado mientras no haya "discurso de odio" o negación de las atrocidades


Un grupo de los más exaltados recalcitrantes apologetas de Augusto Pinochet, ex mandamás de Chile entre 1973 y 1990, planea un aquelarre en que se declamarán todo tipo de loas y ditirambos en honor al más grande sátrapa, nepotista y cleptómano que la historia de Chile ha conocido, quien no sólo usurpó la presidencia del país sino además se enquistó en la comandancia en Jefe de nuestro Ejército, y, también, el Senado. La paradoja que se nos plantea a los liberales es ya conocida, y la abordó hace tiempo Sir Karl Popper, un filósofo y catedrático de la London School of Economics, en su obra La sociedad abierta y sus enemigos:
"La tolerancia ilimitada conlleva a la desaparición de la tolerancia. (...) si no estamos preparados para defender a la sociedad tolerante contra los ataques de los intolerantes, el tolerante será destruído, y la tolerancia desaparecerá con ellos."
Bajo su régimen, Pinochet impuso la censura. Exilió a sus críticos. Uno de los grandes baluartes de occidente, el habeas corpus, fue completamente obliterado ya que miles de chilenos fueron juzgados en tribunales de guerra sin derecho a defensa y sin ser miembros de un ejército; se decretó pena de muerte sin que jamás los cuerpos fuesen entregados. Muchas de éstas fueron meras ejecuciones... por la espalda. Otros muchos profesionales fueron relegados, otros detenidos arbitrariamente.

Al final de su mandato, Pinochet acabó con más de 20 millones de dólares a pesar que sólo recibía remuneración por ser Comandante en Jefe del Ejército y "presidente" del país. Sin olvidar que Pinochet jamás fue presidente del país. Sólo es presidente de la república el que es nominado como tal por el electorado, en comicios donde al menos hay un otro contendor. Jamás nadie votó por Pinochet. El ex dictador fue el mero mandamás de Chile, el Hombre Fuerte, etc, pero no "presidente".

¿Es posible homenajear a tal inícuo personaje? Al parecer sí. Mentes enfermas pretenden exaltar su figura. ¿Debe impedirse semejante acto? La respuesta es no. Debe tolerarse. Lo que, claro, no es fácil. Si somos realmente liberales, tendremos que tragar saliva y contar hasta tres, pero sería apostasía el que nosotros mismos llamásemos a prohibir un acto, aunque sea de esta bajísma estofa.

Y es que no es fácil ser liberal. La gracia de defender la libertad de expresión ("freedom of speech") es que el resto diga lo que se le plazca. Alguien podrá decir, como Morrissey, que somos unos salvajes por comer carne, y nos aseguraremos de que cada cual tenga garantizada su libertad de manifestar una opinión. Pero no podemos acallar al otro.

Hay una salvedad, como lo explica Popper, y ésta es la médula del asunto. Si queremos mantener una sociedad abierta y tolerante, no podemos censurar aquello que no nos guste, pero para preservar las libertades políticas y civiles que hemos recuperado éstos últimos 20 años, debemos defendernos de los elementos odiosos que pretenden justamente mermar y destruir los valores liberales. De otro modo, terminarán por destruirnos.

No podemos amordazar a priori a los pinochetistas. No obstante, si en este aquelarre se profiere "hate speech" ("discurso de odio"), por ejemplo burlándose de las atrocidades ordenadas por Pinochet, o incluso llegan a negarse, o se hace un llamado a restablecer la dictadura, o se insulta a los políticos elegidos que han defendido la democracia, o se acosa a los actuales oficiales del ejército republicano y democrático que sólo quieren cumplir su labor y olvidar el daño que causó Pinochet a nuestras instituciones fundacionales, entonces corresponde legítimamente arrestar a quienes propugnen intolerancia de esta especie.

Dicho de otro modo, la libertad de expresión se acaba cuando se llama al odio, a causar daño, o a zaherir gratuitamente los sentimientos de otros. En muchas ocasiones, baste el oprobio público para castigar actitudes intolerantes. Pero dependiendo del nivel de odiosidad, bien hace la sociedad abierta en defenderse, siempre cuando exista un poder judicial independiente, una prensa libre y una clase dirigente elegida de entre miembros de la comunidad. Sin olvidar que también otros tienen libertad de ir a manifestarse en contra de este acto, organizando una "funa".

Y una reflexión final. En 1988, ciertamente Pinochet obtuvo un 43% de votos en el Plebiscito que, paradojalmente, planeó él dictador para darse un viso de legitimidad. Perdió gracias a que se impuso la cordura, y por nuestro historial democrático. El Acuerdo Nacional había pavimentado el camino para que el país marchase a la democracia. Legítimamente, muchos tuvieron miedo al cambio, o no se daban cuenta de qué realmente ocurría, y votaron Sí. Pero eso fue en 1988.

Es francamente incomprensible para Chile Liberal que hoy, año 2012, después de haber visto las pruebas irrefuitables de lo matonesco que fue Pinochet, Contreras, Krasnoff y muchos otros, ahora que vivimos en democracia, libertad y prosperidad insistan en defender a Pinochet, nos hace creer que algunos sólo buscan desatar su locura. Actuar en su contra los convertiría en mártires. Es tan demente homenajear a Pinochet que en realidad es mejor dejar que el oprobio público y el escarnio hagan su trabajo. Los apologetas de Pinochet no nos pueden dar rabia, sino una mezcla de risa, y lástima.

domingo, 3 de junio de 2012

Un saludo a la Reina Isabel II en su jubileo de diamante

Los irlandeses del sur dicen que ellos son una república porque Inglaterra es una monarquía. En Chile Liberal compartimos este espíritu recalcitrantemente republicano, y seguiremos así por siempre. Pero esto no es óbice para que nos unamos a los súbditos de la Reina Isabel II, quienes en estos momentos salen en masa a celebrar el sexagésimo aniversario de la coronación de Elizabeth Regina, jefa de Estado no sólo del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales, e Irlanda del Norte, sino además de Canadá, Australia, Nueva Zelandia, entre muchos otras naciones.

Esta es una ocasión para que los ingleses celebren su identidad nacional al exaltar las instituciones que aún persisten después de siglos de historia. Su país pasó de ser una potencia mundial a un modesto quinto lugar, y con la irrupción de Asia seguirá cayendo, han asumido esta realidad con su característico talante flemático, sabiendo que a pesar de todo son herederos de una rica tradición, y de una institucionalidad tan sólida como admirable — a veces, incluso, desconcertante—. Todo lo que han pensado sus más notables luminarias, lo que han investigado sus científicos,  y lo que han creado sus artistas ha repercutido en todo el planeta, llegando incluso a ser la esencia de la cultura universal.

El país por estos días pasa por una crisis mayor, si bien menos dramática en la realidad que durante el Jubileo de Plata, en 1977. Y en este punto queremos detenernos. Durante el Silver Jubilee, el desbocado sindicalismo británico puso al país de rodillas. El desempleo arreciaba y la respuesta era irse a huelga:  el país fue paralizado, la basura se apilaba en las calles, al extremo que incluso las funerarias dejaron de trabajar y los cadáveres se podrían sin encontrar sepulcro. Si le añadimos las nacientes tensiones raciales más el pánico que infundían los terroristas católicos del IRA, sin olvidar las revueltas en Irlanda del Norte, notamos que el caos fue total. Gran Bretaña era el "hombre enfermo de Europa". En este contexto irrumpió la implacable frialdad de la Dama de Hierro, quien logró restablecer el orden, tanto así que cuando Margaret Thatcher abandonó el poder, el país era el menos sindicalizado de Europa. Su victoria —aunque pírrica— sobre los mineros, y su golpe demoledor al terrorismo irlandés, son un ejemplo a seguir.

La situación desesperada de los 70 fue además el escenario propicio para que surgiera el punk y sus niños símbolos, los Sex Pistols, quienes con su estridente tema "God Save The Queen" capturaron el zeitgeist de aquellos años. Durante la semana del jubileo de plata, el mítico programa Top Of The Pops, por única vez en su historia, no anunció el número 1 de la semana, ni tampoco lo hizo ninguna emisora. Insultar a la reina era antes, como hoy, un tabú. Fue uno de los rarísimos casos de censura en Gran Bretaña  (anteriormente, el tema Je t'aime, moi non plus del francés Serge Gainsbourg también fue censurado, ya saben: "No sex please, we're British").  

La diferencia entre aquel jubileo y éste es que hoy nadie cuestiona a la monarquía (bueno, excepto los punks). Isabel II ha sido una monarca a la altura de las circunstancias. No obstante los escándalos, gracias al matrimonio de William y la duquesa Catalina (indicación de la Reina: no llamarla Kate, sino "Catherine"), la monarquía ha cobrado nuevos bríos y goza de mejor salud que nunca. El país vive una crisis devastadora, pero el matrimonio del príncipe y el Jubileo de diamante quizás den el golpe anímico que los súbditos necesitan para ponerse de pie. El ambiente que percibo en estos momentos, al ver Sky News, es de algarabía total.

A pesar de los disturbios el año pasado, el Reino Unido vive en calma, y una de las señales que los británicos son gente civilizada es que durante los desórdenes una mayoría aplastante del público exigía más mano dura: 78% apoyó uso de gas lacrimógeno, 82% pedía toque de queda, 90% quería más guanacos (ver fuente). En deprimente contraste, en Chile se arguyen todo tipo de retorcidas necedades para justificar a los encapuchados, las tomas de caminos, los pirómanos y el sitio de ciudades, se cuestionan las bombas lacrimógenas o la adquisición de carros lanza aguas. Bueno, al final del día, la diferencia es que el primero es un país democrático e institucionalizado, y el segundo una república bananera que sufre una eterna adolescencia.

En una república todos somos iguales, y la soberanía reside en el pueblo, formado por ciudadanos. En una monarquía, la reina es la soberana, y el resto son sus súbditos. Por el respeto que su cargo comanda, le debemos a Elizabeth II una reverencia, por ser ella la encarnación misma de los británicos, y la felicitamos por estas seis décadas en el trono, siendo el pilar de su país. En Chile, país donde no conocemos el respeto, nuestro gesto parecerá extraño a algunos, pero se lo debemos por nuestra admiración hacia aquella pequeña pero grandiosa nación. Aunque no por eso, vamos a dejar de escuchar a los Sex Pistols:

God Save The Queen