Una sociedad civilizada procura que cada uno de sus miembros goce de la máxima libertad posible para que así cada cual tome las decisiones que más le conviene. Libertad, en su definición clásica, consiste en hacer lo que uno quiere (John Stuart Mill). Una sociedad libre se conforma de individuos libres que deciden por sí mismos lo que más les conviene.
¿Cuál es el límite a la libertad individual? Desde luego, nadie puede atropellar la libertad del prójimo: éste es límite de la libertad, no sobrepasar la libertad del otro.
La verdad es que estos son conceptos bastante obvios pero poco respetados en Chile debido a la raigambre católica, lo que nos lleva a aplaudir gobiernos autoritarios, exigir la coacción del estado, y celebrar la injerencia de unas iglesias que sólo quieren someternos a principios absurdos. La intervención gubernamental es lícita cuando un individuo se ve vulnerado, pero nada más. Cada cual sabe qué hace, qué quiere y qué le conviene. Ni siquiera cuando una persona se hace daño a sí misma se justifica la interferencia de terceros, sino solamente cuando otros pueden sufrir las consecuencias de la acción de algunos. Por ejemplo, ni el uso de drogas ni el suicidio justifican la intervención de terceros, simplemente porque no hay víctimas en dichas acciones, es decir, no hay terceros involucrados.
Visto desde tal perspectiva, tampoco la pornografía ni el comercio sexual pueden prohibirse. Nadie sale perjudicado cuando un sujeto decide consumir alucinógenos. Menos aún en la adquisición de material pornográfico, siempre y cuando este sea un intercambio entre adultos y con pleno consentimiento. Por ello, cuesta entender los prejuicios y prohibiciones sobre la prostitución.
Barrios Rojos, los necesitamos
Lo expuesto anteriormente nos lleva a proponer la completa despenalización de la prostitución y en consecuencia aparecerán Barrios Rojos, que mucho necesitamos en Chile, y así dejamos que los mecanismos de la economía de mercado regulen la actividad. No sólo serían centros donde se puede consumir y adquirir droga en plena libertad, sin tener que violar la ley por hacer lo que uno quiere, sino que además los beneficios sociales serán enormes.
Primero, ya hemos dicho que las drogas no dañan a terceros, sino a quien las consume. Hoy, nuestro estado de derecho está en crisis debido al prohibicionismo sobre las drogas y la aparición de carteles. Aquí hay un mercado negro: las drogas existen, hay gente dispuesta a adquirirlas, y otros dispuestos a venderlas. El precio lo regula la mano invisible del mercado, y la prohibición actual sólo ayuda a que escasee la droga, elevando su precio, y por tanto, beneficiando las ganancias de los carteles que ya suman fortunas de cifras astronómicas. Al mantenerse en la clandestinidad, y por su desmesurado poder, terminan por corromper a la sociedad completa y a dejar a vastos sectores de la población bajo dominio de los traficantes. El lavado de dinero es sólo la punta del iceberg de la corrupción que genera el prohibicionismo. Todo esto ocurre porque a algún legislador, un arzobispo o un director de algún servicio policial se le ocurre hacernos creer que fumar un pito de marihuana es un crimen.
Segundo, debieran existir lugares habilitados donde la gente pueda adquirir estas sustancias, sin tener que violar la ley. Además, el porte de cantidades pequeñas para consumo personal no debiese ser causal ni de registro policial ni menos de sanciones. Por ello, los coffe shops y los Barrios Rojos deben hacerse presentes en Chile y terminar con la hipocresía actual. De hecho, ya existen, han existido y existirán. Sólo proponemos sacarlos a la luz pública.
En defensa de la trabajadora sexual
Tercero, muy denigrante es la vida de muchas prostitutas que, expuestas a maltratos, deben recurrir a proxenetas para protegerse, y éstos se enriquecen a costillas de la explotación de personas, y prácticamente tienen a las prostitutas callejeras viviendo en la esclavitud. Gracias a la mojigatería del lobby conservador (los mismos que antes se opusieron a los liberales cuando quisimos abolir la esclavitud) hoy persiste el trabajo forzado: la explotación de trabajadoras sexuales.
Analicemos la esencia misma de la prostitución: un individuo está dispuesto a solicitar un bien, en este caso, gratificación sexual, y otra persona está dispuesta a prestar dicho servicio, el sexo, a cambio de una suma de dinero. ¿Quién regula el precio del servicio? Nuevamente, el mercado. La prostitución existe desde los tiempos de la Biblia, así como en el Antiguo Oriente y en la Grecia Clásica, pero nuestros legisladores, quién mas sino ellos, nos hacen creer que, prohibiéndola, el comercio sexual desaparecerá. Ronald Reagan decía la política es la segunda profesión más antigua del mundo, y muy similar a la primera. Y vaya que tiene razón. Hoy, desde esta tribuna a favor de las libertades individuales, sociales y económicas, le exigimos a los políticos que saquemos los Barrios Rojos de la clandestinidad y los traigamos a la luz pública.
A la prostitución no la vamos a erradicar con una ley más o una ley menos, de hecho, si se ejerce libremente, no veo qué tiene de perjudicial. Si pudiésemos determinar quiénes, dónde y cuándo se ejerce la prostitución, podríamos contar con la información necesaria para prestar ayuda a quienes desean salir de ese mundo, y apoyar a quienes decidan libremente practicar el oficio. Estos datos sólo puede proporcionarlos el mercado y para que funcione normalmente no debe haber prohibiciones. Ha habido casos de estudiantes o gente muy trabajadora que recurre al comercio sexual para costearse sus estudios o ganarse la vida. El ejemplo más claro es el caso de Lola Melnick, mujer de estudios superiores, o una Anita Alvarado aka "la geisha chilena".
Con un comercio sexual ajustado a derecho, los servicios sanitarios podrían distribuir información más específica sobre los peligros de infecciones a causa de enfermedades venéreas. Después de todo, si las prostitutas van a prestar un servicio, que sea seguro y satisfactorio para sus clientes.
Sospecho que una prohibición total sobre la prostitución dispararía la cantidad de pervertidos sexuales que deambulan hoy por nuestras calles, mientras que el ofrecimiento libre y expedito de servicios sexuales serviría para aplacar las urgencias de quienes no logran contar con una pareja. Si hubiese más oferta de este tipo de servicios, lo más seguro es que la cantidad de degenerados y violadores disminuya.
Amsterdam, en peligro
La capital holandesa fue una de las ciudades donde judíos perseguidos como Spinoza, ateos exiliados como Baron d'Holbach, y muchos otros en el pasado, encontraron refugio. La extraordinaria afición de esta ciudad por el libre comercio y su actitud liberal convirtieron a la magnífica Amsterdam en uno de los lugares más prósperos del mundo, y en el primer centro comercial de la era moderna (recordemos que Nueva York en un principio se llamó Nueva Amsterdam). Holanda desde siempre ha sido un faro de libertad, tolerancia y permisividad. Lejos de ser un país de criminales y enfermos, es el país industrializado donde los niños tienen una infancia más segura y feliz. Además, el uso de drogas y los embarazos adolescentes exhiben los niveles más bajos.
Pero desgraciadamente, el país que resistió con valentía la ocupación Nazi, siendo Anna Frank el máximo símbolo de la resistencia del mundo libre ante el tirano opresor, hoy ve como se cierra el mítico Barrio Rojo, y se alzan las voces de quienes desean destruir la tolerancia a las drogas. Desgraciadamente, la nueva irrupción del fundamentalismo ha cambiado al mundo para peor.
Desde siempre, Holanda fue un país apacible y respetuoso (ver a la derecha foto del Monumento al respeto a la trabajadora sexual). Los turistas latinoamericanos, norteamericanos, asiáticos y de otras naciones europeas se agolpan a esas tierras para vivir aunque sea momentáneamente la reconocida tolerancia holandesa. Son tales los estragos que las autoridades están retrocediendo en cuanto a libertades individuales. La solución es, desde luego, que el mundo trate a las personas como adultos y que la misma permisividad y tolerancia neerlandesa se ponga en práctica en el resto del mundo, y no ir a Holanda a reventarse.
En Chile
Como vemos, en el país es necesario habilitar nuestros propios Barrios Rojos. Serían grandes centros turísticos, lo que haría ingresar divisas y mejoraría nuestra imagen país. Somos reconocidos como país de cucufatos, ¿podrá atraer turistas una nación pacata, pero de doble estándar, hipócrita y represiva como Chile? No olvidemos que muchos y muchas podrían ganarse la vida trabajando en los Barrios Rojos, y sin tener que vivir en la clandestinidad, además del atractivo turístico.
Ha habido notables personajes que han servido de inspiración a la humanidad y que han sido asiduos visitantes de casas de remolienda. Nietzsche, por ejemplo, fue uno de ellos: desgraciadamente en un burdel contrajo sífilis. Contamos también con Martin Putero King, pastor evangélico de EEUU, quien la noche antes de ser asesinado organizó una orgía con tres prostitutas blancas (este vínculo los lleva a una página de un sitio evangélico; vean la sección EL LADO OSCURO DE KING). Sin duda, Jimmy Swaggart y otros han seguido sus pasos, entre ellos Jim and Tammy Faye Bakker, Marvin Gorman, Oral Roberts, Peter Popoff, y el ya infame Ted Haggard, (ver en Wikipedia Escándalos de Tele-evangelistas) En la parte católica, el Obispo Pius Ncube de Zimbabwe, quien incluso fue profetizado en el Apocalipsis, y por quien hubo oraciones en su nombre en el blog de Patoace, también requirió servicios sexuales pagados. Por otro lado, aquel principito medieval, hijo de la elite monástica de parásitos del Tibet, quien más sino el Dalai Lama, dice que es aceptable visitar una prostituta, siempre y cuando sea otro quien le pague sus honorarios. En fin, sólo cabe concluir que prostíbulos ha habido, hay y habrá siempre. ¿Por qué no legalizarlos y aprender a vivir con ellos a vista y paciencia de la comunidad?
Ya hizo el ridículo el alcalde de Las Condes, Francisco de la Maza (UDI, sorpresa sorpresa) al tratar de erradicar a las trabajadoras(es) sexuales (y transexuales) de su comuna. La solución es encontrar un lugar adecuado, y no corretear gente de un lado a otro. Este blog manifiesta su rechazo a este alcalde en particular y a la UDI en general.
El hedonismo, el gran icentivador de las masas
La búsqueda de placer es propia de nuestra naturaleza, siendo la lujuria y el apetito sexual uno de los grandes determinantes de nuestra personalidad. Desde luego, satisfacer todas estas necesidades requiere de dinero. Por ello, incluso se puede decir que es bueno que exista una amplia y visible oferta de servicios sexuales, que servirían como estimulante para que la masa laboral se dedique con tenacidad a su trabajo, a sabiendas que la recompensa económica se convierte en un pasaporte al disfrute de placeres. Como decía al principio, cada cual debe ser libre de hacer lo que quiere, y me atrevo a decir que la productividad laboral aumentaría si es que la gente fuese completamente libre para gastar su plata en aquello que más les ofrezca placer. (No quiero ser majadero pero debo recalcar que la propia actividad sexual legalizada generaría muchos puestos de trabajo).
Algunos (los Conservadores) quizás temen que todo esto desembocaría en un libertinaje. Pues ellos pueden seguir viviendo de acuerdo a los parámetros que consideren apropiados para sí mismos: su propia libertad no será vulnerada; si así fuese, debiésemos intervenir para asegurar que se restaure el respeto. Así todo, los Conservadores insistirán en que se desataría un completo libertinaje, pero no hay de qué preocuparse porque el fundamento de una sociedad es que cada uno sea libre para satisfacer sus propios deseos de acuerdo a sus propios parámetros, de otro modo, la sociedad no podrá sustentarse en el tiempo y ahí sí estallaría el caos, no antes. Barrios Rojos hay en Amsterdam (y en Francfort, entre otros), y no hay ningún caos, todo lo contrario, vemos cómo Holanda muestra excelentes índices sociales. A los Conservadores, gazmoños y antediluvianos, les hemos escuchado toda una vida sus pregones sobre la crisis moral que se avecina, el fin del mundo y la hecatombe social. Ya es hora de hacer caso omiso de sus peroratas archirrepetidas.
De todos modos, si la exacerbación de la libertad individual significa libertinaje e implica el caos... pues que así sea.
5 comentarios:
A favorrrrrrr!!!
Daría más seguridad a las prostitutas, me tinca que sería más digno.
Me agrada la idea...
Un abrazo Carlos!!!
Correcto, Paloma, esto es una cuestión de dignidad.
En lo de las prostitutas estoy de acuerdo con tigo, pero legalizar el consumo de droga no creo que sea de lo mas prudente ya que por ejemplo legalizar la marihuana no es tanto ya que no es una droga nociva pero de hay a legalizar otras drogas mas fuertes como la heroína, la cocaína o el éxtasis entre otras no creo que sea un bien para el país por que hay que pensar en todas aquellas personas que se pierden en las drogas y al final terminan muriéndose de una sobredosis y no solo se dañan a si mismos también dañan a su entorno familiar a sus amigos…etc.
Bueno eso no mas por favor no te lo tomes como una critica constructiva solo lo hago con el afán de crear debate.
Muy bueno tu blog
Saludos =)
Creo que estoy de acuerdo con el comentario anterior... tampoco veo nada malo en un comercio sexual legal ni en fumarse un porrito de vez en cuando, pero el consumo de drogas duras es más complejo, porque son drogas creadas por el hombre (a diferencia de la hierba) que están pensadas para ganar dinero a través de la adicción... igual que el cigarrillo, al cual le aumentan las concentraciones de nicotina para que la gente fume más... aquí el mercado falla porque hay mucha plata de por medio e intereses creados... el mercado siempre será un subdito del hombre... aunque la teoría diga lo contrario.
Además, esas drogas duras no solo afectan al adicto, también a su familia... un loco que anda duro por la vida, tarde o temprano termina solo, sin ni uno... y los hijos y mujer hechos mierda por la culpa de una adicción que podrá tener todas las causas en la persona misma... pero ya es una mierda que la gente esté cagada del mate por problemas personales como para que, además, alguien lucre con eso... no crees?...
Saludos!
El liberalismo es el derecho que yo tengo a envilecerme con tal de que mi envilecimiento no afecte el envilecimiento del otro.
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