jueves, 22 de septiembre de 2011

Te Deum: Game Over

Los Te Deum ya cumplieron un ciclo. Deben terminarse

¿El último Te Deum?

En este post Chile Liberal explicará por qué la clase política debe seriamente considerar ponerle fin a los Te Deum, a propósito de la inasistencia de los más rancios jerarcas del Soviet Supremo de la Concertación al rito religioso, lo que previsiblemente causó bastante revuelo en los clericalistas.

Los motivos son tres. El primero es, obviamente, que una república laica cuenta con sus propios ritos por lo que no necesita recurrir a ninguna religión en particular para conmemorar su propia existencia o exaltar su gloria. La civilidad debe ser capaz de crear sus propias fechas y decidir sus rituales.

El segundo motivo es que, derivado del primero, Chile tiene problemas para decidirse si es una república laica o una "teocracia light", por lo tanto necesitamos definirnos. Recordemos que desde que se instauró la separación entre iglesias y Estado los clericalistas no han renunciado a meter su fetiche a como dé lugar en las celebraciones republicanas. El Te Deum ha sido probablemente su principal triunfo.

En su forma actual fue concebido por Salvador Allende, quien convocó a un Te Deum Ecuménico en 1971 invitando a otras confesiones, aparte de la Católica Romana, a participar, considerando la extraordinaria agitación que comenzaba a experimentar el país ya que tal como hoy lo hacen contra Piñera, ayer quisieron desestabilizar a Allende (y lo lograron). Fue Pinochet quien inventó el "Te Deum Canuto", luego que valientemente el cardenal Silva Henríquez —una persona íntegra, reconozcámoslo— negase la Catedral metropolitana al intento del golpismo por legitimarse, ante lo cual el canutaje sacó como conejo de la manga un Te Deum Evangélico en 1975 y le ofreció al dictador su propia catedral. De ahí que a falta de un Te Deum, Chile, increíblemente, tenga dos.

Si los clericalistas han conseguido no consagrar la separación entre iglesia y Estado en la Constitución —cómo no si el que la escribió era un fanático religioso— y si desde que se separó iglesia y Estado que no controlan su incontinencia religiosa, y más encima ya van dos Te Deum, entonces creo que debemos seriamente decidirnos: somos una república laica o no.

El tercer punto es el más importante y tiene relación con la situación coyuntural ocurrida este 18 de septiembre. Los Te Deum podrían sobrevivir en difícil armonía si es que quienes los ofician se limitaran a ejecutarlo como remilgado acto simbólico, refiriéndose principalmente al "amor", con cosas como por ejemplo "oremos para que el amor de Dios, que es perfecto y puro, nos llene el corazón para la gloria del Altísimo que nos ama en el amor amoroso para que la paz y el amor sean uno el misterio de la creación que nos habla mediante el mensaje salvífico del Dios vivo" y cosas por el estilo, más alguna parafernalia ritual acompañada de gestos grandilocuentes.

Pero no. Los ministros religiosos que ofician estos actos, ahí en sus propios templos, invitando a las más altas autoridades de la república —los depositarios de la voluntad soberana— resulta que empezaron descarada y derechamente a sermonearlos y a regañarlos. El obispo canuto comparó la homosexualidad con la zoofilia, y el romano se despachó una condena al aborto. Estos señores se han extralimitado en sus funciones, pasando de lo litúrgico y simbólico a lo contingente, poniéndose sobre lo temporal y desde su púlpito casi en los cielos se dieron el gustito de darle un tirón de orejas al presidente de la república.

No, señores. 

Ustedes se pasaron de la raya y ya no me interesa ponerlos a raya. Esta cuestión se acabó nomás porque ustdes arruinaron la propia tradición insultando al país metiéndose en política. Que se acabe y punto.

Algunos señores clericalistas trasnochados como Carlos Larraín y otros declararon a la TV que los que no vinieron se perdieron de "un mensaje importante". Traducción: "les íbamos a dar un buen sermón pro-vida y anti-gay, ¡pero no pudimos porque no vinieron!"

Si bien aún desconocemos exactamente por qué los jerarcas del Politburó concertacionista se restaron del encuentro, sea como sea, es hora de hacer un alto en el camino y de reflexionar sobre la validez y relevancia de estos "Te Deum". Quizás alguna vez fuimos incapaces de llegar a acuerdos civlizadamente y debimos recurrir a creencias en lo extraterrenal. Si eso fue así, pues es hora de que como república nos saquemos los pantalones cortos y pasemos a la adultez. Un buen primer gesto sería elegantemente declinar la invitación a los próximos Te Deum y dedicarnos sólo a los rituales republicanos. Los Te Deum no lo son, sino que son meras costumbres o tradiciones, y éstas tienen valor sólo en la medida que libremente deciden realizarse. Chile Liberal invita a desecharlos.

2 comentarios:

Leonardo Iturra dijo...

"Christopher Hitchens (1949 -2011) , escritor inglés, polemista, ensayista, pensador y ateo militante. QEPD."

Que metafísico eso de QEPD para un ateo. Seguro que es un desliz del subconsciente judeocristiano de closet...

Chile Liberal dijo...

La frase ya la usaban los judíos antes del supuesto nacimiento de Jesús, y como toda en la religión judía su origen proviene de la tradición del Antiguo Egipto, de donde los hebreros tomaron la religión y la adaptaron.

Si "QEPD" es judeocristiano de seguro que la la Trinidad, la Navidad, la Semana Santa son conceptos "judeocristianos" también jajaja.

Un saludo