domingo, 11 de enero de 2015

Charlie Hebdo: La batalla continúa

Con mi mujer y una pareja de amigos asistimos hoy a la marcha ciudadana convocada para repudiar el atentado de París, y en apoyo a la causa de la libertad de expresión, lo que nos ha servido a todos como catarsis. Me entero en las noticias de France 2 que es la mayor manifestación realizada en la historia del país. A pesar del dolor, es reconfortante saber que somos decenas de millones los que no nos dejaremos amedrentar. Las palabras y las caricaturas no pudieron contra las Kalashnikov, pero la barbarie jamás prevalecerá por sobre los valores de una sociedad civilizada. Esta semana los malos ganaron una batalla, pero la guerra la perderán.

Como era predecible, los fanáticos se han marginado de la marcha, y a diferencia de nosotros, que salimos a manifestarnos para decir fuerte y claro JE SUIS CHARLIE, no faltan lo que se niegan a ser Charlie. Jean-Marie Le Pen, fundador del odioso Frente Nacional, fue enfático en declarar que él no es Charlie. Otros, como el clérigo Anjem Choudary, se han incluso referido en términos ditirámbicos a la memoria de los criminales y asegura que son mártires, además llama a atacar más países. Estos sujetos son tan repugnantes que ni siquiera vale la pena perder tiempo con ellos. (Aquellos que en Twitter se regocijan con el atentado usando el hashtag #JeSuisKouachi merecen no la burla, sino una visita de los servicios policiales, y una deportación o, en su defecto, cárcel.)

Lo preocupante es que algunos, de aspecto moderado, comparten exactamente la misma línea. Voy a dar dos ejemplos. Uno es Tariq Ramadan, catedrático de Oxford de origen suizo, habitué en The Guardian, un periódico socialista británico. El otro, Joaquín García Huidobro, columnista de El Mercurio, un periódico ultraconservador chileno. Ambos en primera instancia condenado de la manera más enérgica el atentado, pero...  

Ambos personajes, en todo caso, no están en la misma categoría de necedad. El suizo, descendiente de egipcios, es nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes, una organización criminal. Muchos de sus familiares forman parte de esa cofradía. Este señor helvético radicado en el Reino Unido es un contorsionista de la argumentación, y ha logrado consolidarse como columnista faro en The Guardian. En su columna comprobamos su rechazo en apariencia taxativo, aunque luego da paso, entre vericuetos semánticos y alambicadas cláusulas subordinadas adversativas, a una contextualización que acaba por ser casi un acto de reproche a los caricaturistas. Lo mismo hace su par chileno, quien nada tiene que ver con los Hermanos Musulmanes, pero simpatiza con la versión católica de los integristas islámicos. Ramadan aclara además que él no es Charlie, Je ne suis pas Charlie, con lo que el insigne líder del islam supuestamente moderado demuestra estar al final en la misma frecuencia que Jean-Marie Le Pen.

García-Huidobro en su columna de hoy (normalmente pasa desapercibido bajo los artículos de Carlos Peña), condena el ataque también de manera preclara, aunque va seguida de un "pero". Y usa una desafortunada analogía: el equipo de Charlie Hebdo es comparable a un turista que imprudentemente se acerca a un cocodrilo. La democracia ⎯declara⎯ nada pierde sin las sátiras del semanario galo. O sea en el fondo Cabu y compañía fueron tontos. Y en algo coincide plenamente con Tariq Ramadan: Charlie Hebdo se burlaba de los musulmanes.

El suizo opina desde su intento por rehabilitar el integrismo musulmán. El chileno, desde la ignorancia y la estupidez, y lo entiendo: debe ser difícil opinar de una realidad que se desconoce. Por asociación con el catolicismo más la manifiesta deficiencia en comprensión de lectura de la prensa extranjera, García Huidobro llega a la insensatez de afirmar que Charlie Hebdo se burla del pobre marroquí que es barrendero de las calles de París. Esto exige ser refutado.

Charlie Hebdo es ante todo un medio satírico, iconoclasta, de carácter no sarcástico sino derechamente escatológico. ¿Por qué se dedican a aquello? Existe una centenaria tradición anticlerical e iconoclasta francesa. La République nació a partir de una violenta revolución que desestabilizó la monarquía y su Antiguo Régimen, y en el imaginario galo los valores republicanos sólo sobrevivirán si ese candor revolucionario continúa en perpetua ebullición. Por eso Francia vive con huelgas y paralizaciones, y por ende, con tantos periódicos satíricos y autores insolentes. 

La sátira es bienvenida y además deseable bajo ciertas situaciones. Primero, debe ir dirigida contra los poderosos, jamás contra los oprimidos. Por eso consideramos repugnante burlarnos de la esclavitud o del Holocausto. Segundo, la sátira es inaceptable cuando descarga sus burlas contra personas o individuos que no tiene capacidad de defenderse. Tercero, la sátira ataca aquello que se expone a la burla por ser de naturaleza inherentemente irrisoria, como por ejemplo, ritos místicos o creencias eternas. Cuarto, aquello que se ataca con la burla debe ser intrínsecamente odioso, como por ejemplo, el fundamentalismo musulmán. Quinto, nadie debe estar obligado a compartirla o verse importunado por ella, y al ser Charlie Hebdo un medio al cual nadie estaba obligado a comprar, no vemos gran inconveniente.

Además es importante destacar que es susceptible de ser ridiculizado todo aquello que sea decisión u opción personal. Ser hincha de la U, o vegetariano, miembro de Greenpeace, pinochetista, católico, etc, todo aquello es una condición adquirida producto de una elección individual. Chistes o mofas a aquellos son parte integral de una sociedad libre. Burlarse de un chino, un mapuche, un inválido, un argentino, etc, es de bastante mal gusto porque nadie elige su raza, ni nacionalidad, u otra condición que no sea producto de una opción.

Otra cosa es además deliberadamente usar la libertad de expresión para incitar al odio o llamar a la violencia. Estamos todos de acuerdo que en estos casos ya entramos al terreno de lo abominable.

Ser musulmán, como ser religioso en general, es una decisión personal. Nadie nace musulmán, cada cual adopta una religión u otra, o ninguna. Como cualquier ideología, el islam dedica enormes recursos en predicar y expandir sus creencias, con lo cual sola se expone naturalmente a la sátira y cualquier mofa es legítima. García-Huidobro estúpidamente cree que Charlie Hebdo humilla al pobre barrendero magrebí. ¡Falso! El barrendero de seguro, lo digo porque me consta, considera a los imames fanáticos o los clérigos radicales estúpidos, tal como los consideraba el desaparecido caricatursta Cabu y compañía. Del mismo modo que un barrendero chileno considera que los curas pedófilos son unos desgraciados, y una portada satírica del The Clinic contra Karadima jamás ofendería a un católico sensato. Charlie Hebdo en su infinita irreverencia no tiene como objetivo incentivar el odio ni la estigmatización. Su objetivo ha sido ridiculizar a los fanáticos. Y lo logró con brillantez. El barrendero marroquí de García-Huidobro no tiene nada en común con el clérigo que llama al Jihad en todo el mundo y que busca imponer la ley sharia. Insultar a uno no implica insultar al otro.

Charlie Hebdo satirizó una y mil veces a lo más brutal del fanatismo. Lo hizo con valentía y nobleza. Lo hizo a pesar de las constantes amenazas, los ataques incendiarios, lo hizo sin auspiciadores, lo hizo con columnas, con dibujos, con medios intangibles pero potentes. Su objetivo final fue, como lo declaró Charb, uno de los más prominentes de los asesinados caricaturistas, continuar satirizando el islam hasta banalizarlo. Dejarse amedrentar ante una religión sería abrir paso a una ideología intocable y abrirle el camino a la instalación de la ley sharia o cualquier ley que no sea producto de la deliberación sino impuesta desde textos místicos, lo que es inaceptable en un país civilizado. Los otros no aguantaron y en su maldad supina debieron recurrir a las Kalashnikov para silenciar a los que sólo usan un lápiz. Si García-Huidobro no encuentra que eso es valentía, entonces sería bueno que aclarara si alguna vez él ha sido amenazado por sus columnas y si sería capaz de continuar escribiéndolas. 

Tariq Ramadan recurre a la misma falacia. Hacernos creer que Charlie Hebdo ridiculizaba y ofendía al pequeño musulmán. Lo hace también desde un periódico mainstream. Recurren a esta triquiñuela para desviarse del quid de la cuestión: la obligación moral de cualquier ciudadano de confrontar a los fanáticos. Ramadan y García-Huidobro nos dicen "triste lo que pasó, pero se lo buscaron". Subrepticiamente, justifican el atentado. De haber cerrado el semanario luego de las amenazas, como sugiere el columnista chileno, sería una claudicación. No, ellos no fueron imprudentes. Fueron de una valentía pocas veces vista.

Estoy perplejo y horrorizado
Quiero además aprovechar este espacio para manifestar una cosa. Ciertamente hay centenares, miles de personas que mueren en trágicas circunstancias, particularmente en países musulmanes (Ramadan usa esto además para relativizar el impacto que causó el atentado de París). En los medios apenas nos enteramos de estas tragedias, a diferencia de lo que ocurrió en París, pero quiero ahondar en la razón de esto.

El equipo de Charlie Hebdo realizaba su reunión de trabajo habitual de los miércoles. Estos tipos son todos conocidos por ser "buenos p'al hueveo", como decimos en buen chileno. Como cualquiera de nosotros, como tú o como yo, estaban el miércoles en la mañana en su sala de reunión, trabajando arduamente pero con jovialidad. Como cualquiera de nosotros tenían una bendeja con croissants y pasteles, hacían su trabajo y vivían de su vocación como tú y yo. Tenían tazones de café como cualquier profesional. Irrumpieron los salvajes, y casi como en Terminator, uno de los criminales entra a la sala de reunión y pregunta: ¿Cabú? Lo identifica, y abre fuego. Lo mata instantáneamente, y siguen acribillando al resto. La masacre ha dejado perpleja a Francia y a todos porque de algún modo, nos sentimos como ellos. Nos ponemos en esa misma situación y sabemos que pudimos ser tú o yo, así como cualquiera de los que trabajaba en las Torres Gemelas pudo ser tú o yo.

El horror que me provoca esta matanza artera es infinito. No puedo concebir que haya gente que así todo no logre condenar este acto barbárico y cobarde en términos categóricos, sin "peros". 

No es mi intención exacerbar el morbo ni shockear gratuitamente a los lectores de Chile Liberal, a quienes respeto y agradezco sus visitas, y pido perdón si las siguientes imágenes son ofensivas o hieren su sensibilidad, pero sólo los invito por un momento a ver las siguientes imágenes, primero del equipo de Charlie Hebdo un día de trabajo cualquiera, y luego vean como quedó la oficina. Las fotos son de Le Monde, que me parece un diario centrado y lúcido, no creo que sean trucadas. Me van a disculpar pero creo que es necesario mostrarlas para entender le magnitud de esta masacre.



2 comentarios:

Ignacio Burges dijo...

Un articulista del Financial Times sigue la línea "crispinesca"(las víctimas son "responsable"s) de Ramadán y del Opus Dei García-Hidobro:


"Como una irresponsabilidad editorial calificó un articulista de Financial Times el trabajo del semanario Charlie Hebdo, atacado el miércoles y que dejó doce muertos, entre ellos diez periodistas.

Tony Barber, editor de la sección Europea del diario, cuestionó la irresponsabilidad de los contenidos del semanario en medio del drama que se vivía en Francia por esta tragedia y ataque contra la libertad de expresión. "




http://www.clasesdeperiodismo.com/2015/01/08/columnista-de-financial-time-critica-semanario-charlie-hebdo/

Chile Liberal dijo...

El artículo del FT fue "revisado", lo que demuestra al menos que las páginas salmón son capaces de rectificar su error. Ciertamente fue un desatino.

A García-Huidobro alguien ojalá le cuente que el barrendero musulmán salió a marchar con su pancarta "Je suis Charlie", y que nunca se sintió hostigado por Charlie Hebdo, diario que rara vez se vende fuera del centro de París.