La importancia que tiene The Economist para el liberalismo nunca puede ser subestimada. Sin grandes partidos políticos de filosofía liberal en el mundo, este semanario es el punto de encuentro y reflexión para el liberalismo internacional y cuya influencia en el ámbito social, académico, científico y económico se ha mantenido intacta en el tiempo. El propio Hayek citaba a The Economist en The Road to Serfdom… ser liberal es leer The Economist sin sulfurarse.
El mítico matutino El Mercurio (Santiago de Chile) selecciona artículos de relevancia de The Economist y los publica en su cuerpo Economía y Negocios, lo que parece a simple vista una idea muy buena. Pero ojo, El Mercurio es netamente conservador y todos sabemos que los conservadores sienten atracción por el liberalismo económico, al que aplauden, pero olvidan el liberalismo social, que repudian.
El Mercurio, que se vanagloria de tener “derechos exclusivos” de The Economist, recorta, mutila y entrega versiones descafeinadas y edulcoradas de los ácidos artículos de la publicación británica, los cuales están siempre entremezclados con opiniones. Notable la actitud de la prensa europea que nunca se niega a emitir sus opiniones, al contrario de la prensa chilena (quizás por influencia de EEUU), donde se tiende a una neutralidad ilusa que no es sino un reflejo de nuestra sociedad, reprimida, pacata y timorata.
El mítico matutino El Mercurio (Santiago de Chile) selecciona artículos de relevancia de The Economist y los publica en su cuerpo Economía y Negocios, lo que parece a simple vista una idea muy buena. Pero ojo, El Mercurio es netamente conservador y todos sabemos que los conservadores sienten atracción por el liberalismo económico, al que aplauden, pero olvidan el liberalismo social, que repudian.
El Mercurio, que se vanagloria de tener “derechos exclusivos” de The Economist, recorta, mutila y entrega versiones descafeinadas y edulcoradas de los ácidos artículos de la publicación británica, los cuales están siempre entremezclados con opiniones. Notable la actitud de la prensa europea que nunca se niega a emitir sus opiniones, al contrario de la prensa chilena (quizás por influencia de EEUU), donde se tiende a una neutralidad ilusa que no es sino un reflejo de nuestra sociedad, reprimida, pacata y timorata.
Uruguay es el próximo Chile, pero ojo con la desigualdad chilena
El artículo de esta semana seleccionado por El Mercurio se ha traducido como Uruguay, el próximo Chile de Latinoamérica, versión castellana de The next Chile. El Mercurio ha dejado de lado el párrafo final, que siempre es el punch line de los artículos de The Economist. La parte que falta dice más o menos así:
Los uruguayos “quieren un capitalismo dinámico como el chileno, pero con más énfasis en la igualdad”, dice Adolfo Garcé, cientista político de la Universidad de la República en Montevideo. Pero probablemente Uruguay tenga que elegir entre dinamismo e igualdad.
Los uruguayos “quieren un capitalismo dinámico como el chileno, pero con más énfasis en la igualdad”, dice Adolfo Garcé, cientista político de la Universidad de la República en Montevideo. Pero probablemente Uruguay tenga que elegir entre dinamismo e igualdad.
Con este párrafo, The Economist nos da a entender (implícitamente) que Chile es un país desigual, lo que a El Mercurio le molesta, pero que es una realidad ampliamente aceptada y documentada en estudios internacionales, y difundida por la prensa mundial (ver Chile/desigualdad: el gran escollo)
Esto no es un misterio para nadie aunque es ciertamente una verdad incómoda, pero parece ser que el punto de encuentro entre liberales (The Economist) y conservadores (El Mercurio) es frágil, y la actitud que impera en Chile siempre será la de esconder los problemas bajo la alfombra.
¿Qué tiene de malo la desigualdad? Mucho, un sistema que segrega a un sector de la población no tiene futuro y por eso el modelo chileno actual debe reinventarse y consolidarse como un modelo liberal. Pero el liberalismo tampoco consiste en repartir recursos sino más bien en ofrecer oportunidades a cada individuo para que se supere a sí mismo. Parece que los conservadores aún no cambian, prefieren seguir ellos comandando al país mientras el resto acata sus órdenes como serviles y obedientes soldados conscriptos del subdesarrollo.
The Economist ya nos ha dicho que somos una democracia imperfecta y nos anima a ser más arriesgados, todo esto es aceptable. Pero cuando The Economist habla de legalizar las drogas, defiende el matrimonio homosexual o defiende el racionalismo por sobre las supercherías (siendo claramente anticlerical), entonces El Mercurio calla, al igual como hoy, cuando The Economist nos dice la verdad, y es que somos dinámicos, pero desiguales.
Otro aspecto que se ha dejdo de lado fue que nuestros colegios deben mejorar, demasiado directo y práctico para el diario que recibió financiamiento de la CIA durante los años 70.
No hay que olvidar que cuando murió Pinochet, The Economist no titubeó en llamarlo “tirano” (ver La partida de un tirano). Hubo algunos en el blog de El Mercurio quejándose que el semanario británico había sido víctima de la propaganda del marxismo internacional. Así es Chile.
No hay que olvidar que cuando murió Pinochet, The Economist no titubeó en llamarlo “tirano” (ver La partida de un tirano). Hubo algunos en el blog de El Mercurio quejándose que el semanario británico había sido víctima de la propaganda del marxismo internacional. Así es Chile.
El problema para los liberales
Pero ojo, que los liberales chilenos e hispanos en general tienden a caer en el dogmatismo y siempre buscan los principios teóricos que justifiquen sus opiniones antes de emitirlas. Después de todo, las sociedades hispanas neo-católicas siguen creyendo por inercia en las “verdades reveladas”. Nada de esto hay en el semanario británico, ya que también he visto a “liberales” quejándose cuando The Economist ha propuesto cargar con impuestos a los países contaminantes del medio ambiente, o al recomendar que los sistemas de seguridad social de Europa y EEUU se refuercen para enfrentar la fuga de empleos a China e India.
El gran inconveniente para los liberales hispanos es no comprender el principal valor del liberalismo anglosajón: ser pragmático.
Y así es The Economist, el periódico que participa en la feroz lucha entre la inteligencia, que nos hace avanzar, y una tímida y cobarde ignorancia, que obstruye nuestro progreso... ya van 163 años de lucha.
Pero ojo, que los liberales chilenos e hispanos en general tienden a caer en el dogmatismo y siempre buscan los principios teóricos que justifiquen sus opiniones antes de emitirlas. Después de todo, las sociedades hispanas neo-católicas siguen creyendo por inercia en las “verdades reveladas”. Nada de esto hay en el semanario británico, ya que también he visto a “liberales” quejándose cuando The Economist ha propuesto cargar con impuestos a los países contaminantes del medio ambiente, o al recomendar que los sistemas de seguridad social de Europa y EEUU se refuercen para enfrentar la fuga de empleos a China e India.
El gran inconveniente para los liberales hispanos es no comprender el principal valor del liberalismo anglosajón: ser pragmático.
Y así es The Economist, el periódico que participa en la feroz lucha entre la inteligencia, que nos hace avanzar, y una tímida y cobarde ignorancia, que obstruye nuestro progreso... ya van 163 años de lucha.
Para mayor información:
2 comentarios:
Encontre un interesante comentario de Alejandro Vial Latorre posteado en El Mercurio en enero 21 de 2007, acerca de una critica al sistema de concesiones chileno. Me interesa establecer contacto porque estoy trabajando una investigacion al respecto desde Peru. Ademas veo que compartimos intereses comunes vinculados a la doctrina liberal. Le agradecere escribirme a eudmed@gmail.com y visitar mi blog www.referentelibertad.blogspot.com.
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