jueves, 15 de noviembre de 2007

The Economist: Una advertencia a los reformistas

The Economist
Ver original A warning for reformers
Ver copia en Latin American Liberals: A warning for reformers

Estimados, se ha publicado este resumen del influyente estudio anual de Latinbarómetro. Aquí en Chile Liberal lo tradujimos para que se lea y medite en la blogósfera hispana, y así ustedes puedan sacar sus propias conclusiones. Este sitio manifiesta su completa adherencia a la democracia: necesitamos democracia participativa y constitucional, elecciones libres e informadas, absoluta libertad de prensa y de expresión, y alternancia en el poder. Sólo en este ambiente puede florecer la economía de mercado, creando un círculo virtuoso. Como verán a continuación, muchos se quejan de la mala distribución de la riqueza: para ello es necesario que no elijamos a los corruptos. Surge además un nuevo problema, la delincuencia. Esperamos el artículo sea de interés. Saludos liberales.


Los latinoamericanos esperan más del estado y menos del mercado

A pesar de cuatro años de alto crecimiento y, en muchos países, baja inflación, los latinoamericanos continúan refunfuñando contra sus sistemas democráticos. En algunos países de la región —aunque no en Brasil ni México, los dos gigantes— aumenta la desilusión respecto a la economía de mercado. Pero en vez de socialismo, los latinoamericanos quieren una distribución más justa de los ingresos y un estado que entregue mayor protección social. Estas son algunas de las conclusiones a partir del último estudio Latinbarómetro, efectuado en 18 países de la región y publicado en exclusiva por The Economist. Como el estudio se lleva a cabo anualmente desde 1995, sirve para seguir la evolución de los cambios en las actitudes de la opinión pública.

La impresión general que nos da la encuesta de este año es, en cierta medida, contradictoria. Después de un gran impulso el año pasado —probablemente a consecuencia de una decena de elecciones presidenciales— el apoyo a la democracia ha decaído levemente: sólo la mitad de los encuestados son férreos partidarios de la democracia (ver tabla 1 y 2). En sólo cinco países el apoyo a la democracia ha aumentado en comparación al año anterior: en Costa Rica y Panamá, países presididos por líderes socialdemócratas de gran popularidad, y en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, cuyos presidentes de izquierda, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega respectivamente, representan a sectores que históricamente se han sentido excluidos del poder.

Aparte de dos pequeños países centroamericanos (El Salvador y Honduras), las caídas más abruptas de apoyo a la democracia han ocurrido en Argentina y Chile. Esto es muy extraño, ya que ambos países exhiben economías de alto crecimiento. En Argentina, algunos demócratas probablemente se sienten decepcionados de la dinastía en el poder: la elección presidencial reciente significó un triunfo fácil para Cristina Fernández, esposa del mandatario saliente, Néstor Kirchner. En Chile, Michelle Bachelet en alguna medida puede haber decepcionado ante las expectativas de cambio social que se auguraban cuando asumió el poder en 2006.

Menos de un quinto de los encuestados favorece la idea de un gobierno autoritario. El apoyo a los autoritarismos ha caído en México y Brasil a un 17%, una baja desde máximos previos de 35% (en 2001) y 25% (en 2000). En dos países pobres, Guatemala y Paraguay, una estrecha mayoría ahora favorece el autoritarismo, algo completamente distinto al escenario observado el año pasado.

Paraguayos y peruanos son los menos satisfechos con el modo en que sus democracias se han puesto en práctica (ver tabla 3). En general, apenas un 37% de los encuestados en los 18 países estudiados se pronunciaron satisfechos con sus democracias, cifra similar a la del año pasado. Pero significa un aumento desde un 25% registrado en 2001.

Los latinoamericanos muestran una actitud cada vez más equívoca hacia la economía de mercado: el estudio de este año muestra una caída notoria en la cantidad de personas que creen que el modelo de mercado es el mejor sistema para sus países (ver tabla 4).

Marta Lagos, directora de Latinbarómetro, dice que es un reflejo de la persistencia de la pobreza pero también del “discurso izquierdista” de algunos líderes como Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, contra EEUU y las fórmulas económicas de libremercado del Consenso de Washington. Añade que el estudio no muestra una demanda por un cambio fundamental en el sistema económico, más bien un deseo tener un estado más protector.

Un poco más de la mitad de los encuestados en la región aún favorece la economía de mercado. Entre empresas privadas y gobiernos, las primeras cuentan con un grado mayor de confianza. Y el apoyo a las privatizaciones continúa recuperándose —aunque no en Argentina, donde Néstor Kirchner ha defendido las nacionalizaciones con un fervor muy similar al de Hugo Chávez (ver tabla 5). Pero muchos latinoamericanos ya no parecen creer que el mercado por sí mismo les hará participar con justicia de los frutos del crecimiento económico. Sólo un 41% de los encuestados cree que los gobiernos garantizan la igualdad de oportunidades.

Este es el mensaje principal para los reformadores democráticos. El crecimiento económico y la democracia han mejorado la calidad de vida de muchos en el continente. Pero esto mismo parece haber aumentado las expectativas en vez de dejar a todos satisfechos con la situación actual. “Después de cuatro años de crecimiento, la gente quiere una porción más grande de torta”, dice Marta Lagos.

Gracias a sus generosas ganancias por el petróleo y a la empatía con muchos de los pobres de su país, Venezuela ocupa un lugar distinto en el estudio. Un 56% de los encuestados en dicho país afirma que la distribución de la riqueza es justa, muy por sobre el promedio regional de 24%. No obstante, 63% dice haber tenido grandes dificultades para pagar sus cuentas, muy superior al promedio regional de 49%.

El estudio arroja que Chávez no es más popular en América Latina que George Bush. Es considerablemente menos popular que el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva o el rey de España, Juan Carlos, y su primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero (entre ellos tuvieron un intercambio verbal en la reciente cumbre iberoamericana).

También se muestra que los gobiernos son cada vez más populares y muchas instituciones políticas sufren de un poco de desconfianza (ver tabla 6). Un signo de los mejores tiempos económicos se ve en la caída del miedo al desempleo. Por primera vez, la delincuencia está a punto de desplazar al desempleo del primer lugar de los mayores problemas que afectan a la región (ver tabla 7). Si la tendencia continúa, podría finalmente hacer que el péndulo político vuelva a inclinarse hacia la derecha, después de varios años hacia la izquierda.

10 comentarios:

Así está Murcia dijo...

Hay que promover la democracia en toda Hispanoamérica, ya que sólo a través de la estabilidad de la región, se puede lograr el despegue definitivo, que es algo que favorece a todos, incrementando las relaciones entre todos los países de la zona, con Europa(a través de España) y con EEUU

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

En Chile existen varios problemas, que ninguna de las coaliciones solucionará, ni tampoco la alternancia debido a que:
1) La democracia es de mala calidad, porque el sistema electoral es poco representativo, y claramente responde a una democracia tutelada.
No existe transparencia en el financiamiento de las campañas políticas.
Los votantes comunes y corrientes, aquellos que carecen del poder y dinero suficientes, se encuentran en una clara desventaja en cuanto al nivel de información, entre el elector común y el financista, que es profundamente asímetrico.
-la representatividad de los últimos en cuanto a sus intereses será más débil que la de los primeros, lo que claramente es profundamente antidemocrático.
Se constituye entonces una Plutocracia.
2)En cuanto al Mercado y el Estado:
Se produce la pugna entre la política -materializada en la institución del Estado- y la economía -materializada en el Mercado- en cuanto a la preponderancia e importancia para resolver los problemas sociales no resueltos, lo termina por inhibir el desarrollo de políticas profundas a nivel social por:
El mantenimiento de cuotas de poder y privilegios, de las cuales hacen usufructo las elites que controlan el Estado y el Mercado.

3)En cuanto a la corrupción, el marco institucional es el que la sustenta, pues no se trata de que un sector tenga más moral que otro, en cuanto a su desarrollo, sino cómo el marco institucional inhibe su surgimiento.

Chile Liberal dijo...

Según el estudio, la democracia chilena ha perdido 10 puntos en el año de gobierno de Bachelet. Esto es deplorable, y sin duda refleja los magros resultados de la actual mandataria.

Más aún cuando vemos al resto del contienente, donde aún no cobra fuerzas la democracia.

Jorge, estoy de acuerdo en tus puntos; en el punto 1, hay un problema de representatividad ya que muy pocos jóvenes se inscriben, lo que le conviene a la Concertación ya que la mayoría de los votantes de hoy son los que se inscribieron para el plebiscito del 88.

En cuanto a tu punto 2, desgraciadamente, en Chile el único que defiende el mercado (si es que) es el Opus Dei/UDI. El mercado aún genera desconfianza (estoy escribiendo un artículo al respecto).

3) También influye el tamaño del estado. La corrupción últimamente ha sobrepasado todos los límites de lo tolerable.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

En primer lugar, creo que la falla central está en el marco institucional y no en los actores. Es decir, aunque haya un gobierno de derecha, se producirán los mismos vicios (como De la Maza en las Condes).
En segundo lugar, el sistema electoral, binominal, es igual de conveniente para la Concertación como para la Alianza, por algo ninguno de los dos sectores ha propiciado una reforma. Es decir, el marco institucional es el que empobrece la democracia.
Tercero, el mercado no es la panacea, puesto que no considera las contingencias ni las eventualidades, como terremotos, accidentes, etc. (leer a Rawls).
Si no hubiera estado, quiénes ayudarían a la gente del Norte ¿El Mercado?
El Mercado genera desconfianza porque no da seguridad.
Cuarto, la corrupción no tiene relación con el tamaño del Estado sino más bien con el marco institucional en el que opera, y actúan los sujetos.
El Estado sueco, de gran tamaño e ingerencia, presenta niveles de corrupción no muy elevados, no porque sus funcionarios sean más honrados, sino porque el marco institucional, que en definitiva indica el marco de acción de los sujetos al definir los costos de éstas, es eficiente.
Un estado más pequeño que el sueco, como el de Estados Unidos, presenta niveles de corrupción más elevados, porque el marco institucional no es óptimo.
Ejemplos de un marco institucional que inhibe la corrupción:
aquel donde se transparenta el financiamiento de las campañas políticas o donde se prohibe mezclar los intereses privados con los públicos en las licitaciones, cosa que no ocurrió en las Condes.

Chile Liberal dijo...

Estoy de acuerdo en eliminar el sistema boniminal. Hemos intentado inscribir nuestro Partido Liberal, pero las trabas son muchísimas.

Si no hubiera estado, quiénes ayudarían a la gente del Norte ¿El Mercado?
Sí, el mercado.

¿El mercado no considera externalidades como terremotos? La pregunta es: por qué en Chile no tenemos un mercado que cubra a los chilenos contra catástrofes. En EEUU, el estado de Florida, genera mucha actividad económica la reconstrucción después de la temporada de tornados y huracanes, porque prácticamene todos tienen seguros comprometidos. La solución que propongo es que cada chileno tenga su seguro contra catástrofes, y que las autoridades se dediquen a ciertos planes de evacuación etcétera. ¡No más lloriqueos al gobierno después de un terremoto!

Me parece que el estado sueco es más bien pequeño. Piensa por ejemplo en el estado danés. La gente se confunde, lo que pasa es que recaudan mucho dinero, pero son esencialmente pequeños.

En la medida que avance el mercado, el estado debe replegarse. Adam Smith decía que el estado debía hacerse cargo de todo aquello en que ningún privado tendría ganancias, citaba como ejemplos la educación, la construcción de caminos y puertos. El mercado ha avanzado de tal modo que esas tres actividades son perfectamente lucrativas hoy: el estado ya no se justifica.

Ahora bien, me gusta el sistema de EEUU en que la gente dona dinero a las campañas políticas. Mucho mejor que pretender que el estado le entregue dinero a los partidos. Eso sería la receta para la corrupción más atroz, que en Chile podría alienar a todo el electorado.

Ricardo dijo...

con todo respeto... un terremoto no es una externalidad. Creo que, dada la restricción presupuestaria de la gran mayoria de los potenciales afectados por catastrofes naturales sería el estado quien debería asegurarlos.. o por último subsidiarles la prima del seguro, lo que afin de cuentas es lo mismo porque en el fondo o nos gastamos plata en las primas o invertimos directamente en la reconstrucción... obvio, ¿no?

Chile Liberal dijo...

Me gustaría saber si para el 18 de septiembre, la gente en Tocopilla no tenía vino para bañar yeguas, comilonas, bailoteos y juergas varias. Ahora, después de la jarana, ¿resulta que no hay dineros para pagar los gastos de reconstrucción?

Si los privados se dedicasen a asegurar a la gente, se evitaría vicios como por ejemplo que haya irresponsables construyendo casas a orillas de un barranco. Desde luego, nadie aseguraría una casa en un lugar así. Por lo mismo, el mercado comenzaría a regular la construcción ya que el negocio de alguien es que haya menos daños. Me parece mucho más virtuoso que el sistema estatista, donde ya sea en Aysén o Tocopilla, la gente exige echar mano a las arcas públicas para pagar por los daños de terremotos y tsunamis (como si no supiésemos que somos un país sísimico).

Nunca he visto en EEUU a los miles lloriqueando porque vino un huracán. Cada año ocurren. Hay que estar preparados.

El problema de los subsidios es que se distorsiona el mercado, ya que no sabemos cuánto realmente cuesta asegurar a alguien. Así todo, probablemente sea el mal menor y haya que aceptarlo a regañadientes (otras soluciones hay pero ningún político las aplicaría).

Lo que me cuesta aceptar es la fobia contra el mercado, y que se vea al estado como fuerza benevolente, siempre dispuesta a socorrernos.

Me parece que Chile ya está por sobre los 10 mil per cápita, no creo que haya tanta gente incapaz de adquirir un seguro. Es decir, hay, pero son cada vez menos. Nada más que hay que saber en qué se gasta el dinero.

Tiene que terminar esta mala costumbre de pedirle al gobierno central que nos ayude. Dejemos que actúe la mano del mercado.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Los seguros son parte de un marco institucional eficiente. En todo caso, el mercado no asegura que se construya bajo parametros de calidad, y en eso existen varios ejemplos como departamentos que se les cae el techo, o que tienen menos tamaño del publicitado, o empresas que se instalan cerca de santuarios de cisnes.
Espero alguna crítica al modelo sueco...

Cristian dijo...

No creo que el mercado en si sea la solución a todos los problemas. Si no existe regulación externa el caos es inevitable. El elemento de justicia y fraternidad (precio justo, buen tratamiento de los trabajadores, relaciones comerciales transparentes, buena distribución del fruto del lucro) no existe en el sistema actual y creo que ese es el principal problema. Es cosa de mirar los mercados de valores, que son dirigidos por especulaciones y mentiras.
El mercado no va a auto administrarse en temas de justicia social. El estado es necesario en estas materias.

Creo que estás muy desconectado de la realidad si crees que la mayoría de la gente en Chile tiene dinero para pagar seguros, la gente en Chile no tiene dinero, tiene deudas. Ni siquiera los negros pobres de New Orleans hubieran tenido ese dinero, que viven en un país "desarrollado".

Yo soy de origen muy humilde y austero. Ni siquiera evitando gastar para las fiestas mi familia tendría dinero para costear seguros, muchos de mis amigos chilenos provienen de familias humildes que tienen los mismo problemas. Con suerte alcanza para costear la salud y la educación, y para un asado de caballo y una caja de Tocornal para el 18.

Si no fuera por el estado yo no tendría educación. No creo que si el mercado regulara TODO mi familia hubiera sido capaz de costear mi educación.

Coincido con Jorge en que el problema es la institucionalidad, un ejemplo que conozco muy de cerca:

La ley Orgánica de Municipalidades establece millonarias indemnizaciones para empleados municipales, como resultado los mismos burócratas porco preparados profesionalmente que fueron designados durante el gobierno militar forman la base de los gobiernos locales en Chile, pues saldría muy caro deshacerse de ellos, además han permanecido tanto tiempo en estos cargos que han formado una estructura muy similar a la Cosa Nostra. El porcentaje de personal municipal con estudios profesionales en cargos de importancia vital es muy bajo. Como consecuencia incluso cuando son compañías privadas las que proveen servicios a las municipalidades (aseo, mantención de parques, etc) los encargados municipales están tan pobremente entrenados que no son capaces de supervisar a estos contratistas, por lo que la calidad de sus servicios deja mucho que desear (no se si han escuchado el termino “poda municipal” para poner un ejemplo puntual)

Chile necesita una nueva constitución, necesita deshacerse del sistema binominal y de la herencia de la dictadura, que sigue viviendo en las ideas de san Jaime Guzmán y sus esbirros artífices de nuestra vergonzosa constitución. Después hablemos del tamaño del estado y la función del mercado. Cuando la verdadera democracia se restaure en Chile.

Chile Liberal dijo...

Estaba en febrero con mi pareja en la playa de La Herradura en Coquimbo. Claro, no la voy a llevar a los lugares más pirulos. Sabes que recuerdo perfectamente a aquella mujer que pasaba cada tarde con una gran canasta, junto a su hija, vendiendo pan de huevo entre otros productos artesanales. Le compramos todos los días. De seguro, que con ese trabajo se juntan su platita, sus lucas extras, y es mucho más efectivo que cualquier repartija de plata que organice un político.

El problema es que aquellos que trabajan duro para tener sus cosas, se ven seriamente perjudicados y asfixiados por impuestos ridículos, como el aumento del IVA o las bandas de precios.

La señora y su hija luchan por tener algo, y no me lloriquean para que les dé, ni me amenazan con una revolución, sino que me ofrecen un bien a cambio de algo. Ambos nos beneficiamos.

De seguro que aparecen los reguladores, los burócratas, los recaudadores de impuesto y los planificadores sociales a inventar sistemas de reparto, hasta que ya no hay más que repartir.

Alguien que defienda a todos aquellos que son gente de esfuerzo, que no quieren que les den, sino que quieren que se dejen de hincharles las pelotas y sólo buscan salir adelante. Lo mismo con todos aquellos que trabajan en ferias libres y en el comercio: todos ellos viven del mercado. Es a ellos a quienes debemos defender.

Yo sólo pretendo terminar con la creencia que el pobre es desvalido e incapaz de salir adelante, y que necesitan de un "handout", o una limosna, una dádiva estatal.

Esto es lo que quiero poner de relieve. La valoración al esfuerzo y la recompensa al trabajo duro. En eso consiste una economía de libre mercado.

Da lo mismo qué constitución tengamos. Lo importante es que respetemos a las personas.

OK, estamos de acuerdo que hay leyes mejorables y que el binominal debe cambiarse por uno verdaderamente representativo. Necesitamos de una institucionalidad civil. Pero no a costa del individuo, ni fatándole el respeto a la gente haciéndole creer que el papel del estado es quitarle a unos para darle a otros.

Sobre el modelo nórdico, ver Adiós al modelo nórdico